Aywynn

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Woman & succubus.
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Volvía de su trabajo, cansada, hastiada de oír la voz de su jefe. Le molestaba hasta oír su saludo, que por cierto no era nada agradable. La llevaba un compañero de trabajo con el cual mantenía una buena relación, pero hoy como toda esa semana y la anterior también le fastidiaba su compañía, se daba fuerzas mentalmente para no demostrarlo. Sus pensamientos saltaban de temas trascendentes a insignificantes sin ilación alguna. Respondía con monosílabos. Todo le disgustaba solo quería estar a su departamento.

-¡Bueno llegamos! -- ¿Queres que suba?...

-No hoy no, chau! Se despidió con un beso en la mejilla, evitando hábilmente los labios de su compañero. Descendió del auto, cerró la puerta, y sin darse vuelta se dirigió a la entrada del edificio.

Era una bella mujer, delgada no muy alta, nada exuberante, pero de buenas proporciones, todo en su justa medida. Cerca de las cuatro décadas. Su edad solo era evidente en la piel de su rostro, donde el tabaco había dejado sus marcas.

El ascensor se detuvo en el último piso. Al fondo del corredor un tapete daba la bienvenida a su hogar.

Una vez dentro se sacó las botas. Arrojó el abrigo y su cartera en un sillón y fue directo a su recamara. Estaba cansada, cansancio que se incrementaba día a día. Cada vez se acostaba más temprano. Pero no dormía bien. Tardaba en conciliar el sueño. Se levantaba repetidamente, a veces sin razón.

Encendió la radio y se tiro sobre la cama vestida.

Entornó los ojos y se sumergió en sus pensamientos. La consecución de visiones mentales seguía siendo irracional. Sintió frío y se acurruco bajo las mantas.

La sensación de frío seguía. Y se hundía mentalmente en un pozo gélido y en tinieblas. De repente algo la hizo temblar. Era una sensación extraña sentía que no estaba sola, pero tenía miedo de abrir los ojos. Se hundía lentamente en esa fría soledad, pero sentía que alguien estaba junto a ella.

Afuera la tormenta desato toda su furia, cuando un relámpago ilumino el cuarto y con rugir del trueno abrió los ojos casi llorando de miedo. Miro de reojo, entre las mantas, todavía asustada. Tomo valor se incorporo...

No había nadie con ella. Culpando a su mente se levanto, apagó la música y fue a buscar sus cigarrillos. Encendió uno, dio una primera pitada y respiró aliviada. Degusto todo el largo del cigarrillo. Su encendida punta iluminaba el cuarto a medida que la tormenta ennegrecía el exterior.

Llovía a mares. Desde la ventana se veía la avenida inundada. Cada fulgor de un relámpago, cada rugido de un trueno la estremecía un poco más, volvió a sentir frío. Y esa sensación otra vez. No estaba sola. Giro sobre si misma aterrada casi temblando. No había nadie.

Intento despabilarse mentalmente y dándose ánimo fue hacia la cocina. En tinieblas se preparo un chocolate caliente. Abrazando la taza con ambas manos para darse calor se asomo a la ventana de la cocina. El núcleo central del edificio estaba en sombras, no había luces encendidas. Eran pocos los vecinos por esos días.

Como si hubiera sido una premonición, en ese momento se ilumino el departamento de enfrente. Era ella, había llegado a casa. -Pero con esta tormenta.- pensó.

Nancy había llegado empapada y fue directamente a su cuarto. Todavía en penumbras se asomo a la ventana, el resto de las ventanas frente a ella estaban a oscuras.

En lo de Nancy había quedado la calefacción encendida y el ambiento en su cuarto era acogedor. Estaba sola, comenzó entonces a sacase la ropa. Toda la ropa. Gracias a los reflejos de los relámpagos en los vidrios, Nancy no pudo verla.

Ella desde su negra seguridad no pudo menos que admirar el cuerpo de Nancy. Su vecina era hermosa.

Percatándose de su desnudez, Nancy apago la luz y se acerco a la ventana. Su cuerpo de marfil resplandecía con cada relámpago, acentuando cada una de sus curvas.

Hacía algún tiempo que sentía una prohibida atracción por su mismo sexo en particular por Nancy. Ahí estaban ambas de frente. Una mostrándose sin saberse admirada. La otra degustando en su imaginación una anhelada relación prohibida.

Largo tiempo permaneció mirando como Nancy se acariciaba, como se vestía con su mejor lencería íntima pensando seguramente en la noche que le esperaba.

Cuando finalmente el ascensor detuvo su marcha en planta baja señalando la salida de Nancy, ella volvió a caer en ese desagradable vacío.

El frío y la sensación de no estar sola se repetían, se mezclaban y la estremecían. Termino su chocolate.

Camino a su dormitorio cerró todas las puertas. Una vez en el, revisó visualmente todo el cuarto, incluso miró en su placard hasta lo hizo debajo de su cama. Estaba sola.

Respiro profundo como para darse valor. Apagó las luces se desvistió y completamente desnuda se metió en la cama.

Afuera la tormenta empeoraba. La ventana de su cuarto vibraba con cada trueno y el ambiente se iluminaba con cada relámpago. Intentó dormirse. Se tapó la cabeza con la frazada, no podía desprenderse de la imagen de Nancy desnuda. Nunca sintió rechazo hacia el lesbianismo, pero ahora parecía sentirse muy atraída por la idea de estar con una mujer en especial con su vecina. Se sentía entre sus pechos, acariciada, besada. Disfrutaba de la idea de besos largos, húmedos y profundos. Se imaginaba seducida por esa morocha de piel nívea.

Hacia mucho tiempo que no sentía ganas de tocarse a si misma de frotarse hasta embriagarse con sus dedos. Estaba por hacerlo cuando la luz de un relámpago la preparo para el estampido del trueno. Estampido que no llego, pero nuevamente esa extraña sensación de compañía la sobresalto. Esta vez sintió un escalofrío que recorrió toda su espina, extrañamente tranquila levanto su cabeza para echar un vistazo y quedo paralizada.

Contra su ventana se recortaba una esbelta silueta femenina. Tenía pequeñas alas como las de un murciélago y parecía tener pequeños cuernos retorcidos como los de una cabra.

Los relámpagos iluminaban el cuarto pero ya no oía mas truenos, ni lluvia, ni el molesto transito. Una extraña paz reinaba en el ambiente.

La miro, era hermosa. Su cara era perfecta sus labios carnosos parecían negros, su cuerpo tenia un tinte carmín, sus ingravidos pechos parecían desafiar la gravedad, Sus pezones parecían también negros, sus piernas largas y estilizadas. Una cola como un látigo se movía lenta y sugestivamente.

-Hola soy Aywynn- dijo con voz dulce

Paralizada no podía responder, bajo de la cama y se incorporo para mirarla mejor.

-Tu me invocaste soy un súcubo, un demonio femenino menor. -Estoy aquí para servirte.-No tengas miedo

-No no tengo miedo- respondió --pero, ¿estoy soñando? -- ¡Yo no te llame!!!

-Si me llamaste, quisiste estar conmigo como en las últimas noches, en tus sueños me visitaste cada una de ellas. ¿No te acuerdas? --Tú viniste a mi morada, me deseaste, te insinuaste a mí. ¡No puedes haberlo olvidado!!!

Aywynn se acerco y le acaricio un hombro primero el cuello y la barbilla después acercando sus negros labios a los de ella.

La besó, primero con una suave caricia humedeció sus labios. Ella suspiro por más. Aywynn no se hizo esperar y la tomó en sus brazos mientras se sumergía en su boca. El beso duró una eternidad. Ambas con los ojos cerrados disfrutaron el interminable intercambio de húmedas caricias.

Una sensación de deja vú la excito todavía más.

-Te deseo ahora. Dijo Aywynn

Ella no respondió solo volvió a besarla locamente, sedienta de cariño. Aywynn avanzó acariciando su cintura, deslizando su mano lentamente hacia sus caderas primero y a su cola después.

Se derretía en cada caricia de Aywynn, se sentía mujer ante este gentil demonio. Aywynn siguió sus curvas amorosamente sin separarse de su boca. Toco sus pequeños pechos ahora turgentes con los pezones henchidos como nunca habían estado antes. Recorrió sus nalgas llegando cerca de su feminidad sin llegar a tocarla. La llevo hacia la cama sin desprenderse de su boca. Aywynn terminó dulcemente el beso pero ella aún mantuvo los ojos cerrados. Aywynn la recostó en la cama, separo sus piernas y se arrodillo entre ellas. Comenzó por acariciarle el vientre, primero con las manos. Ella estaba tensa.

-Déjate amar, disfruta- dijo Aywynn. Siguió con la lengua dibujándole formas sobre el vientre mientras sus manos escalaban las pequeñas cimas en pos de los endurecidos pezones. Apretó un poquito cada uno de ellos antes que su lengua les dedicara sus húmedas caricias. Los succionó. Los mordisqueó suavemente. Ella tiritaba de placer. Estaba lista para amar y ser amada.

Los dedos de Aywynn se acercaron a la fuente del placer de su amada, la contornearon, recorrieron sutilmente su exterior antes de forzar la estrecha entrada.

Un gemido le anuncio a Aywynn la mezcla de dolor y placer que sus dedos provocaban en ella. Acerco su lengua al clítoris para calmar el dolor, este reaccionó inmediatamente, como un diminuto pene se irguió enhiesto como un mástil liliputiense.

-¡Mmmm!. Le susurro al oído. Ella sin abrir los ojos soñaba gracias a los dedos de Aywynn. Según incrementaba Aywynn el ritmo de sus dedos y lengua también lo hacían los suspiros de su amada.

Aywynn sintió caricias en su entrepierna. Ella estaba reaccionando y comenzaba a participar activamente del juego sexual.

-Tus caricias determinarán tu suerte, susurro Aywynn.

Giro y se coloco en posición para que ambas pudieran disfrutar, la boca de cada una quedo sobre el sexo de la otra. Aywynn la penetró con su lengua demoníaca empapándola en su saliva. Pero ella como presa de un encantamiento del súcubo se dedico a lamer el clítoris de Aywynn.

Para ella era un sueño sentía que ese demoníaco clítoris crecía a cada lengüetaza.

Abrió los ojos y vio un pequeño pene color fuego crecer más y más con cada contacto. Cuando este entró definitivamente en su boca lo chupo como si fuera el único pene en el mundo. Su tamaño seguía creciendo.

-Tus caricias determinarán su tamaño, le susurró Aywynn.

Ella siguió chupando el pene, hasta que no cupo más en su boca. En ese momento Aywynn incremento el ritmo de su lengua en la vagina de su amada.

Se detuvo, la miro directo a los ojos.

-¿Estas lista, lo quieres ahora?-¿Lo quieres así? dijo Aywynn.

Sin responder ella tomo ahora la iniciativa y acostó a Aywynn de espaldas en la cama. El pene debía medir mas de 25 cm. era enorme. Su forma de cono ligeramente hacia arriba, dibujaba una perfecta curva de placer.

Sin titubear monto al súcubo forzando la entrada del pene con sus manos. Una balanceada mezcla de dolor y placer la hizo sollozar mientras la espada del súcubo entraba en su vaina. Toda. Suspiro un instante y luego empezó a coger, sus movimientos crecían con su pasión. Dejaba a la espada salir y la envainaba nuevamente de un solo golpe. Movía sus caderas de lado a lado subiendo y bajando el dulce poste. Indescriptible era su pasión. Era como si todos los años de abstinencia se los estuviera cobrando hoy. El súcubo que se alimentaba de la lujuria de los humanos cobraba cada vez mas fuerzas.

Cuando ella no pudo más Aywynn la puso en el suelo sobre sus manos y rodillas y la tomo por detrás. Las embestidas ahora eran bestiales pero en su cara solo había un imborrable gesto de placer, de la más hambrienta lujuria. Sin darle tregua Aywynn hizo que ella acabara tres veces en esa posición, antes se sembrar su semilla dentro de ella. La inundo. Chorros de su semen corrían por sus piernas y una catarata broto de su sexo cuando Aywynn desenvaino su espada. Sin mediar palabra ella se dio vuelta y engullo el chorreante pene. Succionó y succionó arrancándole sollozos al súcubo. Siguió chupando hasta hacer acabar a Aywynn de nuevo.

El demonio ahora suspiraba. Su cola erguida hacia el cielo daba muestras del placer que experimentaba, Hacia largo tiempo que Aywynn no disfrutaba de esa manera. Todo era lujuria todo era alimento para el demonio, que hacia siglos que no sentía un orgasmo tan intenso.

La boca de su amante era maravillosamente perversa. Ella tragó hasta la última gota ofrecida por el súcubo.

Aywynn entonces la beso largamente en la boca. Después se acerco a su oído y le dijo --Disfrute mucho, te lo mereces. -¿Quieres probarlo? --Te gustará.

Ella no entendió y buscó sus ojos como preguntándole sin palabras.

Aywynn agregó, -¡Es tu turno ahora, hazme gozar!!

Ella todavía no lo entendía, hasta que noto esa fuerza en sus labios interiores. Bajo la vista y vio crecer de su vagina un pene. Creció hasta ser más grande que el de Aywynn.

Busco la mirada cómplice de Aywynn quien ya se encontraba esperándola en posición, sobre sus cuatro extremidades, mostrándole su cola, mirándola por encima del hombro.

Ella tomo su nuevo apéndice con ambas manos y arremetió contra la vagina de Aywynn. Ahora era el turno de Aywynn para recibir. Tomándola por la cintura arremetió dura y repetidamente contra Aywynn.

Siguió haciéndolo hasta que la penetró con todo su miembro. Parecía conocer el oficio perfectamente, condujo siempre la situación. Aywynn seguía alimentándose ahora también de su propia salvaje lujuria.

Cambiaron varias veces de posición. Pero el ímpetu no decrecía. Ella seguía bajo el hechizo del súcubo.

Antes de acabar Aywynn levantando su cola le ofreció su otro orificio. Ella, que sentía rechazo hacia el sexo contra natura, clavo sin vacilar su lanza en el blanco y después de algunas arremetidas se deshizo en un tremendo orgasmo el más fuerte que había sentido en su vida. Aywynn saco el pene aún chorreante de su interior y se lo metió en la boca buscando el contacto visual con su amante. Cuando las miradas se cruzaron intento una sonrisa y de un solo mordisco le cerceno el pene. Ella sintió solo placer mientras veía el resto de su seccionado pene retraerse nuevamente dentro su vagina.

Aywynn devoró el pene, se acerco y la beso nuevamente. Dulce y largo fue el beso.

Aywynn se sentía poderosa, otra vez plena.

Ella se sentía cansada muy cansada pero feliz. Se desplomó rendida sobre la cama.

Aywynn se acerco a su boca, no quería hacerlo, lo había estirado demasiado. De no hacerlo su amo la flagelaría por el resto de los tiempos. La amaba, ella había sido su única pasión por trece días. No podría haber un decimocuarto. La besó y tomó su último suspiro de lujuria.

Ella embriagada de placer. Sintió como Aywynn la animaba a levantarse tomándola de la mano. Lo hizo y la besó nuevamente, ella ahora sintió una extrema lujuria, la disfrutaba. Se sentía plena. El cansancio había quedado definitivamente atrás.

Abrió los ojos y se vio sobre la cama, desnuda, apacible, pero inmóvil.

Miro a Aywynn no entendía, Un reflejo en el vidrio la conmocionó más todavía tenia alas de murciélago y pequeños cuernos. Buscó su cola. Ahí estaba como la de Aywynn, sensual y contorneante.

-Bienvenida, desde ahora te llamaré Dyjann "brisa de la noche" ese será tu nombre- Dijo Aywynn.

-Sigue tus sentidos. Busca lujuria y soledad. -Ve y aliméntate - ......... -Y no olvides que me perteneces, eres mi esclava-

Dyjann salió volando a buscar algún espíritu virgen en busca de lujuria.

En la cama quedaba el cadáver de su antigua vida, succionada definitivamente por Aywynn.

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Anonymous
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1 Comentarios
AnonymousAnónimohace casi 11 años
bueno, muy bueno

me gusto, corto y emocionante

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