El Especial del Chef

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Solo una probadita y las dos caímos rendidas a sus encantos.
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Parte 43 de la serie de 46 partes

Actualizado 09/07/2023
Creado 08/08/2023
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Mi novia es una famosa chef y crítica de cocina. Le encanta saber que tiene ese poder de hacer surgir un restaurante de la nada o poner a tambalear a los famosos.

Es una mujer con un gran carácter y orgullo que intimida a más de uno, pero para mí no deja de ser mi inspiración y la persona que me llena de amor.

Yo trabajo como modelo y la conocí después de un evento en el que una de sus empresas se encargó de la recepción. Me encantaba verla con su posición segura y dominante dando instrucciones. Su cabello corto, le daba un aire demasiado sexy a su cuello y con su traje y corbata me terminaba de matar.

Toda la noche le lancé miradas y trataba de estar cerca, pero cuando ella se enfoca en algo no se distrae con nada. Asi que tarde en la noche mi única opción simular un tropiezo y que "accidente me tirara encima mi bebida", obviamente me asegure de que solo fuera agua.

Toda preocupada me llevó a uno de los baños para limpiarme con toallitas de papel, completamente apenada por el suceso.

- No pasó nada, en serio no te preocupes

Se disculpo otras mil veces y me ofreció ropa para cambiarme y pagar la tintorería.

- No, eso no es necesario

- Déjame recompensarte de alguna forma

Los ojos con los que la mire sé que fueron demasiado obvios, tanto que ella se sonrió.

- Esta bien, si me invitas a comer, lo damos por saldado

- Mejor aún, yo te preparo la cena, pero tu llevas el vino

- Me parece perfecto

Intercambiamos números de teléfono y nos lanzamos miradas toda la maldita noche. Hasta que desapareció sin despedirse.

Maldita sea no dejaba de pensar en ella. Me moría de ganas de llamarla, pero me aguantaba hasta apagando el teléfono. Un mes después me llamó, había estado de viaje en Europa.

Me invitó a cenar a su casa y el resto es historia, ninguna de las dos pudo soportar la cercanía y terminaron en la cama. Hace 2 años somos pareja y fue como encontrar tu media naranja en todos los sentidos.

Y yo sé que les encantaría saber más detalles sobre lo que pasó esa noche, pero aparte de que es reserva privada del sumario, tengo una historia mucho más interesante que contar.

---

Estábamos de vacaciones en Australia y ella me pidió reservar tiempo para visitar un famoso restaurante.

Nos arreglamos, ella de traje y yo de vestido pues el lugar tenía un código de vestuario bastante exigente.

Al entrar ella mostró su tarjeta de presentación y sin contar con reserva, algo que puede tardar hasta 3 meses, nos asignaron una elegante mesa.

Ilda entregó su tarjeta de crédito al dependiente y le dijo:

- No me importa el precio, pídale a Antoine que nos sorprenda con su mejor plato

El dependiente se inclinó y desapareció por las puertas de la cocina corriendo y casi temblando a informarle al chef que estábamos ahi.

Las puertas de la cocina se abrieron, salió un hombre alto y grande, de cabello castaño claro, ojos verdes y una sonrisa afable limpiándose las manos con una toalla.

- Señoritas buenas noches, un placer tenerlas por aca

- Buenas noches, Antoine mi nombre es...

- Ilda Casas --interrumpió-- y su hermosa novia Carolina Jimenez

- Así es, nos recomendaron su restaurante y ya que estamos de vacaciones no quisimos dejar pasar la oportunidad

- Me parece perfecto --le hizo una seña al dependiente que regresó la tarjeta de crédito encima de una bandeja-- la casa invita

- Me gusta pagar lo que como, así no tengo prejuiciosos en mis reseñas

Es una frase de cajón, porque la verdad es que pocas veces la dejan pagar por lo que comemos.

- Con su perdón, pero en mi cocina no tenemos interés de que escriban cosas bonitas sobre nosotros, nos gusta es que nuestros clientes y visitantes reciban una buena experiencia y deleiten su paladar... y de eso me voy a encargar hoy en persona

- Está bien, chef, como guste ¿que nos recomienda?

Nos quedamos hablando con el chef unos minutos, mientras nos sonsacaba disimuladamente nuestros gustos, disgustos o posibles alergias.

Se disculpó haciendo una venia con su intrigante risa coqueta, yendo a la cocina. Nos sirvieron unas copas de vino, algunos aperitivos y prácticamente cada 15 o 20 minutos llegaba con pequeñas porciones de platillos que nos dejaban extasiadas.

Su fama había sido bien ganada, con su amabilidad y forma que explicaba sus platillos hasta Ilda había bajado su impetuosidad, le sonreía y le compartía de su tenedor.

Nunca la había visto así de relajada, durante una visita de "trabajo". El chef después de terminar su suculenta demostración, nos invitó tras bambalinas a conocer la cocina y recibir recomendaciones de Ilda.

Pasamos a un lugar más alejado en la parte de atrás sin las prisas de los cocineros a una especie de despensa llena de frutos, condimentos y especias, con un tablón grande de madera

- ¿Saben que nos faltó? el postre dijo el chef

Siendo muy respetuoso, nos pidió levantar las muñecas para oler nuestros perfumes, sonrió y mientras preparaba algo nos daba a probar por separado los ingredientes.

- Traten de recordar esos sabores

Las dos estábamos encantadas, él nos llevaba de acá para allá como le daba la gana y como si fuera magia usando nitrógeno líquido metió un par de cucharas, las paso por nuestra nariz y las dos sonreímos.

- ¿Cómo demonios hiciste eso?

Le preguntó Ilda totalmente sorprendida, no podía creer que capturara la esencia de un perfume en un helado.

Giró un poco la cabeza y se rio, sin usar una sola palabra era obvio que no le iba a contar sus secretos. Acercó las cucharas a nuestra boca y cuando las abrimos, las bajo sin dejarnos probar.

- No, es mejor así

Tomó de la mano a Ilda, le juntó todos los dedos dejando solo sus dedos índice y medio, los metió dentro del suave postre y los saco untados hasta la segunda falange. Ilda muerta de risa se los fue a chupar y la detuvo.

- No, señorita, momento

Las dos nos reímos, sin entender muy bien. Ahora tomo mi mano haciendo lo mismo, nos guio desde los brazos para que la una metiera los dedos a la boca de la otra y wow una explosión intensa y deliciosa de sabores, que no solo provocó una fiesta en nuestras bocas sino también un poco más abajo. Fue imposible no degustar esos helados y terminar con un apasionado beso entre las dos.

- Que pena chef, nos dejamos llevar

- No hay postre alguno que no se disfrute mejor que en el cuerpo de la persona que amas

Levantó una cuchara y con mucho cuidado la pasó por mi labio inferior. Ilda sonrió y se inclinó suavemente hacia mí para saborear y terminar besándome con una clara intención de deseo.

El chef metió sus dedos en cada recipiente, la crema caía a gotas y los levantó en dirección a nosotras. Ni siquiera dudamos en meterlos a la boca y chupar mirándolo a los ojos con una clara intención sexual.

- Chef ¿usted está casado o tiene pareja? --le pregunte--

- Bella dama, es este lugar, no tengo demasiado tiempo para prestarle la atención suficiente a otra persona

- Osea que esta soltero

- Si así es, aunque a veces me gusta darme mis gustos, metiendo su pulgar lleno de crema en nuestras bocas

Maldita sea todo esto era tan sensual y erótico que era simplemente imposible ignorarlo. Las dos estábamos claramente excitadas e interesadas.

- Usted es un hombre muy guapo --dijo Ilda-- sin duda alguna, pero yo solo como de un tipo de postres

Mirándome fijo a los ojos y dándome un apasionado beso.

- Eso escucho todos los días en mi restaurante... "yo no como..." pero soy de los que piensan que en la comida y en el sexo hay que probarlo todo antes de decir que no

- Si, es verdad, muchos de nosotros pensamos que no nos gusta algo sin siquiera probarlo

Dije sin siquiera pensarlo, Ilda me miro un poco extrañada, pero luego de levantar una ceja comprendió en que estaba de acuerdo en permitir dejar que pasara algo más.

- No hay problema señoritas, como les dije, mi restaurante solo es un camino para que vivan una excelente experiencia y disfruten su paladar... y si es algo que les puedo dar lo haré sin interrumpir

Paso una cuchara fría llena de crema por mi clavícula, todo mi cuerpo se estremeció y mis pezones resaltaron por encima del vestido. Ilda se rio mirándome a los ojos fue directo a mi clavícula a chupar delicadamente con su lengua y cuando cerré los ojos y los volví a abrir, me empecé a reír al verlo. Él también me consentía metiendo la cuchara con la crema del otro sabor en mi boca.

Mientras nosotras nos acariciamos y besábamos. El chef se acercó a la puerta de la habitación cerrando la puerta dejando un pequeño espacio. Parando del pecho a uno de los ayudantes que iba a entrar.

- Que nadie nos moleste

- Pero chef ¿qué hacemos con las órdenes que...

- No sé, soluciónalo y que nadie nos moleste --dijo un poco molesto--

- Si señor, yo me encargo

Cerró la puerta con pasador. Tomó otro par de ingredientes de las despensas para preparar algo diferente.

- ¿Cuál de las dos se va a desnudar?

- ¡¿Que?!

Ilda volteó a mirar sorprendida. En cambio, yo no pude resistir la tentación al ver como pasaba chocolate derretido de un recipiente a otro, dejé caer mi vestido por los hombros, quedando únicamente con mis panties y tacones.

Me dio una mirada de arriba a abajo lentamente, dibujando mis curvas con sus ojos, sin dejar de mezclar y luego con un ademán me invitó a quitar la ropa interior, subir a la mesa y acostarme. Le hice caso sin chistar, como si estuviera hipnotizada.

El chef, preparó en cuestión de minutos multitud de postres diferentes y uso las partes de mi cuerpo para servirlos. Ellos se hicieron a los lados, frente a frente. Le entregó una cuchara de mango largo a Ilda para llevarla desde la parte superior de mi cuerpo a la inferior por un camino de placer.

Las caras de mi novia eran únicas y cuando algo le parecía demasiado o superar sus expectativas me regalaba un poco. El chef no solo probaba tomando de mi cuerpo, jugaba con el metal de la cuchara en mi cuerpo, llenando de saliva mis pezones aprisionando los entre dos cucharas, los liberaba a Ilda les daba unas buenas chupadas.

- Ay dios, esto no puede ser verdad, ahhh

El calor que emanaba de mi sexo, hacia derretir lentamente el postre en mi entre pierna, bajando como lava tibia entre mis muslos.

Le señalo a Ilda para que fuera a probar, pero cuando se acercó, le quitó la cuchara de las manos. Ella lo miró sorprendida y luego le sonrió al caer en cuenta lo que le estaba pidiendo que hiciera.

Se clavo en mi sexo y no se detuvo hasta tener toda la cara embadurnada y mi entrepierna casi limpia. Pasaba su lengua por todos lados para que no se desperdiciara nada y en cada lametazo Ilda miraba al chef y luego a su miembro.

Antoine, sonrió, sirvió otro poco del delicioso postre en mi sexo, le empujo gentilmente de atrás de la cabeza para que se encargara y dio la vuelta. Al pasar por mi cabeza, se inclinó para poner un poco en mis labios y darme un beso. Maldita sea, no sé qué estaba mejor de los dos.

El chef se acercó por detrás de Ilda, sirviendo un poco más del delicioso manjar en mi entrepierna, mientras que refregaba su miembro erecto entre sus nalgas, ella las meneaba lentamente sonriendo y las apretaba mirándolo por encima de su hombro.

Antoine, dejó caer un poco en su cuello y cuando empezó a chuparlo ella entre gemidos se desabrochó los pantalones y los dejó caer al suelo. Antoine le lanzo una mirada a sus nalgas, corrió la tanga a un lado y separando las piernas se lo coloco en su sexo sin hacer nada para metérselo.

La cara de placer de Ilda era fenomenal y eso me excitaba más. Se metió en mi sexo, moviendo su cuerpo en círculos y por las pequeñas interrupciones de su lengua y los mordiscos en mis muslos fue que me di cuenta de que ella misma se había encargado de metérselo.

Ella encorvó su espalda, le dio un beso girando su cabeza, me miró a los ojos y nos reímos. Regreso a atender mi sexo y sus cuerpos chocaban de forma espectacular.

Con las manos de Antoine ocupadas en sus caderas, acariciando su espalda. Ella se servía a gusto tirando cucharadas enormes en mi sexo, se las degustaba y no sabía si estaba gimiendo por el postre, por hacerme sexo oral o por las penetraciones.

- Me encanta

Repetía desesperada pasándome la lengua por cada rincón mientras que el chef la penetraba despacio y con gusto, alargando su placer al máximo. Ilda agarró con sus dedos el último poco que quedaba y se lo unto en el cuello. Antoine la besaba con fuerza casi como para dejarle una marca. Ella me miró con sus ojos dilatados, los cerró sonriendo y luego de un par de penetraciones vi su cara desfigurada por el orgasmo.

El chef se retiró e Ilda regreso a mi sexo esta vez a saborear mis fluidos hasta hacerme venir. Me tuve que agarrar de los bordes de la mesa para poder aguantar y morderme los labios para no gemir demasiado fuerte.

Me tenían volando y lo que más me sorprendía era ver al chef preparando algo más con una sonrisa lasciva y perversa.

Ilda se levantó yendo a mis labios, dejando su mano en mi sexo, levantando mi pierna para dejar mi sexo abierto de par en par, metiendo sus dedos dentro esparciendo mi humedad, encargándose de mi clitoris con mucha suavidad y jugueteandeo con su meñique en mi trasero.

El chef se acercó a un lado con su miembro erecto apuntando a mi boca y lo tomé con la mano esperando probar los fluidos de mi novia, pero él no me dejaba acercarlo. Levanté mi mirada, ahí estaba esa sonrisa macabra, sacando una cuchara de madera de la mezcla dejando caer un espeso y tibio almíbar desde lo alto, abrí la boca tratando de hacer que cayera dentro.

No podía creer el increíble sabor dulzón de una mezcla entre durazno, mango y no sé qué más demonios, pero era increíblemente sensual su sabor, casi como Ambrosía de los dioses.

Ilda se acercó a probar lo que había caído por fuera de mi boca y sintió el mismo placer que yo sentí. No paraba de saborear y chupaba mis labios como si los quisiera arrancar.

Volteamos a mirarlo y estaba vertiendo el líquido sobre su miembro. Lo pasó entre nosotras y ninguna de las dos dudó en meterlo a la boca para disfrutar el inimaginable sabor.

No estábamos compartiendo, en realidad era una batalla por apoderarse del preciado líquido. El chef dejó a un lado la mezcla, metía su miembro dentro y luego a mi boca, repetía lo mismo e iba a la de mi novia, yo capturaba las pocas gotas que se escapaban por la gravedad.

Una vez se terminó la preparación, las dos nos miramos a los ojos y nos reímos, no era necesario ni decirlo. Nos turnábamos su glande, chupamos lado a lado la longitud de su miembro, me metía sus bolas a la boca y pasaba mi lengua formando ochos entre ellas.

- ¿Quieren probar el último postre?

Lo volteamos a mirar muertas de risa, sin liberar su miembro. Era más que claro lo que seguía. Las miradas eran directas y descaradas, ambas queríamos recibir su néctar. Ilda le dio la última chupada mirándolo a los ojos y cuando sintió la dureza de su miembro, se apresuró a empujarlo a mi boca para que lo recibiera. La primera ráfaga casi me llena la boca e Ilda se apresuró a relevarme y recibir lo demás.

La combinación del sabor chistoso, salado y viscoso de su semen, eran el complemento perfecto a su anterior preparación y le terminaban de dar el cierre y contraste perfecto a una degustación que nunca habríamos esperado.

Su miembro desapareció entre nuestras bocas y las dos nos arrancamos los labios a besos esperando que el sabor nunca desapareciera. Nos miramos a los ojos muertas de risa, sorprendidas por todo lo inesperadamente acababa de suceder.

El chef ya no estaba en la habitación, en nuestro idilio de sabores nunca nos dimos cuenta cuando había salido. Ilda me limpió un poco el pegote del cuerpo con un trapo humedecido, nos vestimos y arreglamos lo mejor que pudimos.

Al salir vimos al chef de nuevo en sus funciones, flameando algo en una sartén con algún licor. Se detuvo un instante para despedirse de nosotras con una gran sonrisa.

- Espero que hayan disfrutado su cena, señoritas

- Demasiado chef, contestó Ilda. Ahora estoy de acuerdo en que tu cocina es todo un viaje de ida sin regreso

- Me alegro que les haya gustado

Mientras se inclinaba para despedirse de nosotras de beso con las manos ocupadas. Ilda le dejó una nota con el nombre de nuestro hotel y el número de la habitación.

---

Tomamos un taxi y al llegar al hotel nos dimos una ducha de agua caliente, nos quedamos con la salida de baño hasta que a eso de las 3 de la mañana llegó el chef con un Tupperware y un delicioso cheesecake de maracuyá y fritos amarillos.

Nunca supe qué fue lo mejor de todo, si el postre o darnos cuenta de que el chef no tenía únicamente excelentes habilidades culinarias.

Una de las mejores noches en la vida, una que nos llevó a reevaluar muchas cosas en nuestra relación y nos ayudó a probar cosas nuevas sin prejuicios.

Una noche en la que nunca pensé que mi novia se pudiera venir tanto mientras le hacía sexo oral en un delicioso 69, el chef la penetraba por detrás y yo le metía un par de dedos a él por el culo... pero esa, es otra historia.

---

Escrito: Axel + Agata

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