El Ladrón

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Una pareja es asaltad y obligada a...
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Era todavía pronto pero ya estaba oscureciendo, aunque no hacía frío. De todos modos, Marcy se cerró el abrigo, no le gustaba caminar por ahí tan tarde ni siquiera sabiendo que su coche estaba al doblar la esquina. Pensó en la pistola que Luis le había regalado. Incluso le había pagado un curso para que aprendiese a manejarla, aunque se figuraba que nunca tendría que usarla. Marcy sintió su peso en el bolsillo del abrigo. "De todas formas, me da cierta seguridad", se dijo a sí misma.

Al torcer la esquina vio una figura oscura dentro de su coche. Se agachó rápidamente tras unos arbustos y, casi sin darse cuenta, agarró la pistola con la mano. ¿Qué iba a hacer? No tenía ni idea, pero no quería que aquel tipo se saliese con la suya. Echó un vistazo a los alrededores, no había nadie más y el ladrón no la había visto. Sacó la pistola del bolsillo y avanzó resueltamente hacia el coche. Al acercarse vio que el tipo estaba sentado en el lado del pasajero, mirando hacia el asiento trasero. Cuando llegó al coche, se encontró detrás de él y no pudo evitar quedarse mirando el culo cubierto por unos ajustados vaqueros del ladrón.

- Sal del coche -le dijo, preguntándose si su voz había sonado suficientemente autoritaria. - Mierda. - Sal ya, despacio. - Espera, espera. No dispares, solo estaba buscando algo de dinero, necesito comer. Haré lo que sea, pero no dispares.

Marcy, allí de pie, con las piernas separadas tal y como le habían enseñado, y apuntando a la cabeza del ladrón, sintió cómo un ligero temblor recorría. El chico era sorprendentemente atractivo. De pronto, se dio cuenta de que no podía recordar la última vez que había estado con un hombre. De Luis hacía ya mucho tiempo y había habido muy pocos desde entonces.

¿Lo que sea?

- Sí, lo que sea, pero no me dispares, por favor.

¿Lo había dicho en voz alta? La sensación de poder era tan estimulante, no podía concentrarse. Se dio cuenta de que el chico estaba arrodillándose delante de ella, implorando. Tenía la cabeza baja y las manos en la nuca, entre su corto pelo negro. ¿Lo que sea?

Sus piernas empezaron a temblar y sintió su cara caliente. Notó que estaba a punto de desmayarse, pero él no la veía pues seguía mirando al suelo como un buen chico. Le rodeó dirigiéndose hacia el asiento del pasajero, tenía que sentarse o se desmayaría. No dejó de apuntarle en ningún momento.

- No te muevas.

Se sentó quedando detrás de él, mirándole en el punto de mira de su pistola. Apuntó a la nuca del ladrón y luego empezó lentamente a descender por su ancha espalda... Con la otra mano se levantó la falda. "¿Qué estoy haciendo?", pensó, pero estaba sonriendo. Se puso cómoda en el asiento.

- Date la vuelta...

El chico se arrastró girando con las rodillas, la cabeza mirando al suelo todavía. Marcy sonrió de nuevo.

- Quiero que te ocupes de esto...

Al oír esto pareció confuso y elevó la mirada lentamente. Cuando empezó a darse cuenta de lo que se esperaba de él, puso los ojos como platos. Ella le hizo señas con la pistola, irritada ante su vacilación. Él empezó a avanzar lentamente, mirando con atención el arma. Marcy estaba cada vez más enfadada, hasta que, de un modo irracional, se tambaleó hacia delante y apoyó la pistola contra la cabeza del ladrón. Este cerró los ojos con fuerza al sentir el frío metal. Parecía incluso que temblaba.

- He dicho que te muevas.

Marcy se quitó la ropa interior, escuchando cómo se rasgaba por el ansia con que lo había hecho. Ese sonido pareció apaciguarla un poco. Se echó hacia atrás, tendiéndose en los asientos. Su mano izquierda se deslizó entre sus piernas. Comprobó que ya estaba húmeda y separó sus labios vaginales con facilidad. Empezó a trazar círculos con su dedo.

- Quiero que chupes aquí.

El chico abrió más los ojos y su mirada fue de la pistola a la mano izquierda de Marcy, soltando un largo suspiro. Ella sonrió al fijarse en el ligero bulto que empezaba a formarse en aquellos ajustados pantalones. La sonrisa se desvaneció cuando le hizo señas con la pistola. Esta vez el ladrón se movió con más rapidez.

Marcy gimió al sentir su aliento contra su coño. Luego sintió su lengua entrar en contacto con su húmeda piel, presionando con cuidado. El chico vaciló de nuevo y ella acercó la pistola a su sien izquierda, moviéndola suavemente arriba y abajo. Él pareció entonces entender y empezó a mover la lengua, lentamente. Marcy gimió levemente, entrecerrando los ojos, totalmente consciente de la pistola que tenía en la mano. Sus caderas empezaron a moverse contra la cara de su asaltante como si tuvieran mente propia. Levantó la pierna izquierda, apoyándola sobre la puerta abierta para así moverse más fácilmente. Estaba prácticamente levantada del asiento y sus muslos empezaban a dar sacudidas. Sintió las frías manos del chico meterse por debajo de su cuerpo, agarrando con fuerza su duro culo.

Ahora él se movía más rápido, Marcy echó la cabeza atrás mientras sentía como si el aire saliese en tromba de sus pulmones. Empujaba todo su cuerpo contra la cara del ladrón, observando los sensuales movimientos de aquella cabeza entre sus piernas a través de sus entrecerrados ojos. Gritó al sentir una oleada de placer invadir todo su vientre, para convertirse luego en un escalofrío que recorrió toda su columna. Echó la cabeza atrás jadeando, mientras sus movimientos se hacían más rápidos. Todo pareció ocurrir casi a la vez. Marcy sintió un temblor, como si sus músculos fuesen a romperse de cansancio, pero no dejo de moverse. La pistola se apoyó sobre su pierna, el frío metal envió un escalofrío a su columna. Su cuerpo se convulsionaba, sus músculos se contraían involuntariamente. Oleadas de placer se sucedían recorriendo todo su ser, cada una más fuerte que la anterior, haciendo que brazos y piernas temblasen sin control. Cayó sobre el asiento estremeciéndose, con su estómago temblando sin cesar. De pronto, silencio, un largo silencio. Levantó la vista y vio que la pistola seguía en su mano, apuntando al lugar en que había estado el ladrón solo unos segundos antes...

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