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Haga clic aquíKaren vio las fotos una vez más. La primera mostraba un trio, un chico, depilado y delgado colocado en un cepo en una habitación oscura. Detrás de él, una chica con un strapon lo penetraba por el ano, ella era delgada, cabello castaño y maquillaje marcado, estilo hípster, ambos completamente desnudos, el pene erecto del chico mostraba que disfrutaba estar ahí. Luego notó algo y suspiró, la espalda de la chica estaba casi pegada a la pared y no era una coincidencia. En la pared había un consolador rosa, esto significa que cada que la chica movía su cadera adelante, penetraba al chico y cada que la llevaba atrás, se penetraba ella misma con el consolador de la pared.
La idea la estremeció de la emoción, pero estaba en media oficina y no podía levantar sospechas. Deslizó en su teléfono para ver la siguiente foto.
La misma escena, el chico en la misma posición en el cepo. La chica estaba en una posición diferente, se encontraba justo debajo del chico del cepo, boca arriba, probablemente en una camilla, inmovilizada por sogas de color rosa. El pene erecto del chico le apuntaba a ella directamente a la cara. Ocupando el lugar de la chica había una tercera persona, un hombre de piel blanca y vello en las piernas, este estaba metiéndosela a la chica por el ano. El hombre tenía el vibrador que antes estaba en la pared y se lo metía al chico del cepo por el ano.
Había estado viendo esa foto por mucho tiempo ya, pero para ella fue solo un breve instante, estaba completamente mojada. Quien quiera que sea esa gente, eran los únicos que entenderían sus oscuros deseos. Podía controlarse hasta el momento en que lo vio.
El chico estaba eyaculando en el rostro de ella, y tenía una expresión que mostraba una mezcla de placer y vergüenza, ella por el otro lado, estaba cubierta de sudor y cansada, en la foto anterior mostraba un rostro de placer, pero su semblante ahora demostraba terror al ver lo que venía directo a ella.
No lo aguantó, con tan solo 4 minutos en el baño de la empresa tuvo 3 orgasmos de lo más silenciosos que pudo. "Estoy enferma" pensó al darse cuenta del enrome placer que le había causado lo que veía en las fotos ¿o era lo que imaginaba que podría hacer con esas fotos?
No podía ver el rostro del tercer hombre, pero ella sabía perfectamente quién era y más importante aún, sabía quiénes eran los chicos de las fotos. Bueno no precisamente sus identidades, pero si sus edades. Ambos venían a visitarlo en horas de oficina, con uniformes de escuela; eran menores de edad y él era mayor. Pero ella sabía que podía sacar mucho de esa situación. Marcó el número que tenía guardado hace años. Era hora del chantaje.