Leo

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La asistenta ya había corrido las cortinas de la habitación de la señora Yurena. Su esclavo Leo se había quedado dormido sobre la alfombra peluda a los pies de la cama de su dueña. Este al despertar entiende que su dueña se había ido y lo primero que mira es el reloj despertador en la mesita de noche.

Las nueve en punto de la mañana y Leo se alerta de la hora en esa mañana soleada. No entendió por que se quedó dormido. Rápido y decidido se incorporó a gatas y observó su erección tempranera atrapada en un broche de cuero ancho en la base de sus genitales. Esto aumentaba mas la presión de su pene y sentía que tenía que ir en busca de la asistenta. Así que que salió gateando de la habitación.

Al pasar por el espejo enorme del pasillo se vio a si mismo desnudo con el collar de perro en su cuello y esto le excito aún mas. A pesar de que se le sumaba las ganas de mear, su pene lucía erecto mientras gateaba con cuidado descendiendo por la escalera. Pronto llega al salón y escucha el sonido fuerte de la lavadora. Leo entendió que la bonita filipina y asistenta de su señora estaba haciendo la colada en el patio exterior en la trasera de la casa. Al ver que las cristaleras estaban abiertas, Leo gateó entusiasmado al exterior en busca de Sami.

En el patio estaba la cuneta donde debía hacer sus necesidades, pero Leo tenía la obligación de pedir permiso a la asistenta para que esta prepare la manguera y rocíe los desperdicios por un desagüe abierto del jardín. Así que gateó directo a la caseta de la colada y allí la vio.

Por unos instantes Leo mira fascinado los pies desnudos sobre unas zapatillas de meter el dedo de Sami. El dibujo del talón, que con su delgada figura, permitía ver los huesos bajo una piel muy bronceada. Leo se detenía en seco a sus pies y gemía con los ojos tristes por el deseo de besar su empeine. Sami nunca le invitaba hacer eso. A pesar de saber lo que representa Leo en la casa de Yurena, ella nunca tubo ninguna intención de aprovecharlo para su placer. Perecía darle asco verlo así desnudo con los codos y antebrazos sobre el suelo mirando sus pies de forma embobada.

Leo a pesar de no poder besar su empine sabía que si meaba en la cuneta del jardín, Sami tendría que limpiar sus partes en el chorro. Y por ello los ojos de Leo se iluminaba a pesar que no tendría mas estímulo sexual, mas que las caricias de su mano y una esponja en jabón en sus genitales.

- Ve y has tus necesidades perrito!

La voz de mando de Sami estimuló mas la atención de Leo, y mientras ella se quedaba con el lío de la colada, Leo gateó hasta la cuneta que no estaba muy lejos.

De pies y manos Leo orinó sobre el hueco. Pero la erección hace que la orina se desvíe hacia ambos lados. por suerte no se orinó sobre sus muslos y al terminar se fue gateando hasta el chorro del jardín a la espera de Sami.

Sami pronto terminó de separar las prendas de Yurena y sus hijas, y limpiar la cuneta con la manguera. Entonces llegó el momento... Se fue hasta Leo que la esperaba emocionado a cuatro patas. Nada mas llegar Leo tembló de tal manera que asustó a Sami.

- Que te pasa?, No te emociones que solo te voy a limpiar.

Pronto Leo sintió el chorro de agua fría caer sobre sus nalgas. Una esponja jabonada con un aroma agradable se restregaba entre sus nalgas hasta llegar a sus genitales. Leo hacía un esfuerzo entre gemidos con una idea fija en su cabeza. Estaba atento a que por un descuido sintiera el roce de la piel de la mano de la asistenta. Pero no llegó el momento hasta que dejó la esponja sobre la base de una ventana y su mano por fin se decidió a coger entre sus dedos el pene para traerlo al chorro de agua. Apretó fuerte para que asomara el glande y al mismo tiempo Leo sintiera el chorro sobre el mismo. Luego dio unas sacudidas rápidas y retiró la mano a tiempo para que no se produjera un accidente pre eyaculatorio.

- Anda, ve al interior de la casa.

Leo quedó mas excitado y al mismo tiempo atontado. Se retiró apenado tras las cristaleras.

Triste miraba desde el salón a la asistenta pasando una fregona por el patio. La miraba desconsolado con el deseo de estar con ella y estar cerca de sus zapatillas o simplemente seguirla. Pero no, el tenía la orden de esperar sin hacer nada en el interior.

Tenía ganas de tocarse pero sus manos estaban cubiertas en cuero. No tenía la disponibilidad de sus dedos. Tan solo podía dejar su vientre en el suelo y dejar su pene atrapado en ambos para moverse en arrastre. Pero se lo pensó mejor ya que una vez dejó manchas de semen y recibió un severo castigo de su dueña. No quería que esa escena se repitiera. Aún así el tenía que estar atento de que no le cayera gotas pre seminales mientras gateaba en excitación. Cuando esto sucedía el, o bien lo lamía, o pasaba el cuero de sus guantes para disimular las diminutas manchas que ocasionaba.

En el salón sobre un cuenco de cerámica podía ver el final de su plug anal con ese alambre curvado hacia arriba y el pompón emplumado como una bola a la espera de que viniera cualqueira de las hijas de Yurena o bien Yurena para colocárselo en su ano. Siempre a partir del medio día le insertaban ese plug anal para terminar su atuendo que tanto divertía a la hija mas pequeña.

Pasado un buen rato, Sami ya desde el interior de la casa, preparó el cuenco de Leo con leche y cereales y se lo puso en el suelo al pie de la mesa de la cocina. Mientras Leo comía o mas bien lamía el cuenco, Sami preparó las habitaciones e hizo una limpieza rápida general de la casa. Ya casi al medio día pasó mucho rato en la cocina preparando el almuerzo de las niñas que no iban a tardar de llegar del instituto.

Leo lo sabía, sabía que la primera en llegar iba ser Yaiza, la mas pequeña. Con tan solo unos quince años lo traía al borde de un orgasmo con tantas burlas en sus genitales. Por ello cuando se acercaba la hora, el la esperaba en la puerta reposando su barbilla en el suelo.

Ya casi a las dos del medio día, Leo podía oler la comida preparada desde el pasillo de la entrada. A varios metros en la cocina se desprendía ese olor, y Sami aún seguía allí. Entonces su atención se desvía al ruido de las llaves al abrir la puerta. Leo se alzó y con misterio se acercó hasta que es sorprendido por Yaiza y su habitual amiga Sandra.

- Oh Leo! Como está mi cachorrito lindo?!

Leo se lanzó hasta sus bailarinas planas y besó cada una. Luego besó unas sandalias planas que llevaba Sandra. Se emocionó al ver los pies de Sandra que apenas le cubría una tira de cuero desde una entrada al dedo hasta el largo de su empeine. La lengua de Leo recorría con devoción esa tira y para no despreciar las bailarinas de su dueña. también lamió la puntera para quitarles algunas manchas.

- Buen chico!

Leo sintió agradecido la manos suaves de Yaiza acariciando su espalda y nalgas.

Las chicas caminaron por el pasillo hasta el salón y Leo las siguió hipnotizado de los pies de Sandra por que era la primera vez que las veía al descubierto, ya que casi siempre venía en bailarinas o tennis.

Sami salió de la cocina para saludar a ambas y al mismo tiempo avisó de que sus platos ya estaban preparados sobre la mesa.

- Sami, mi hermana Julia no viene a comer.

Avisó de la noticia inesperada para la asistenta.

Leo decepcionado supo entonces de que no la vería hasta la noche. Otra vez se queda por los alrededores de la biblioteca cerca de su facultad. Y claro, la mas mayor y tercera hermana, vive en Tasarte. Ya no habrá mas futuras entradas mas que la de su dueña y madre de las tres hijas, pensó.

Yaiza fue hasta el cuenco de cerámica y cogió mi plug...

- Vamos Leo, tu colita!

Para Leo estaba claro que Yaiza estaba de buenas. Normalmente es ella quien le pone el plug exectuando los días en la que ella viene algo enojada. Y ese día que vino con su amiga Sandra, estaba dispuesta a ponérselo.

Leo se acerca a su dueña que ya esperaba sentada en el cómodo sofá del salón. Una vez que su costado rozaba los jeans de Yaiza, esperó el momento. Mientras, Sandra miraba fascinada a su lado como su amiga obtenía de un tubo una crema que vertía en la goma de inserción del plug.

A Leo no es que le fascine el momento, lo que pasa es que esperaba su tacto en los genitales para calmarlo. Sabía que las caricias de Yaiza iban a llegar tarde o temprano. Mientras, sentía en su rapada cabeza las caricias de Sandra. Entonces Leo descansa su rostro contra las piernas en unos jeans ajustados igual que los de Yaiza. Con el pómulo presionando en las rodillas de Sandra, esperó el momento en que el índice de Yaiza hurgara con la crema su ano. Un gemido triste salió de el mientras Sandra trataba de calmarlo con mas caricias. El dedo de Yaiza entró en su culo...

- Calma Leo!

Como siempre el rostro de Leo reflejaba una desaprobación. El indice de su dueña Yaiza untaba a conciencia la crema hasta el interior. Cuando sacó el dedo, la otra mano que sostenía el plug, empujó contra su ano. Leo sintió la goma penetrar lentamente en sus entrañas al mismo tiempo que sus ojos se abrieron como platos. La expresión ridícula del esclavo hizo que Sandra soltara una gran carcajada.

Por fin su cola estaba insertada y Yaiza seguía enderezando el alambre saliente para que el pompón quedara bien alto. Sin embargo para Leo era un estímulo en su próstata a parte del extra por sentir su palma sopesando en sus pelotas. La boca semi abierta de Leo, y su lengua jadeante a un lado de la mejilla, era todo un espectáculo para la amiga Sandra que lo acariciaba del pelo.

Entonces Yaiza finalizó la acometida levantándose de repente...

- Perfecto!

Leo se da media vuelta y besa su bailarina del pie derecho. Agradecido estaba dispuesto a seguirla por toda la casa. Y es entonces cuando Sandra se levanta al igual que su amiga, y guiada por la misma la sigue por las escaleras hasta su dormitorio. Leo iba tras ellas con su gateo habitual.

Leo sabía que iba ser ignorado en los siguientes minutos antes de el almuerzo. Desde que vio como Yaiza sacó unas libretas y libros sobre la cama, se dio cuenta de que iban hacer un trabajo en equipo para sus estudios.

Yaiza era la mas aplicada de las hermanas aunque su belleza no la caracterizaba como una empollona. Aún muy joven, su belleza apuntaba a un futuro como modelo o una guapa rica caprichosa, pero era todo lo contrario. Yaiza pasaba mucho tiempo en la casa estudiando o leyendo interesantes libros.

Su hermana Lorena era todo lo contrario, salvo que coinciden mas o menos con la belleza. Para el gusto de Leo Lorena sería mas atractiva con sus veinte y un años. Por lo menos es mayor de edad. Sin embargo su implicación en los estudios y la responsabilidad estaba mas en manos de su pequeña hermana Yaiza. Lorena abandonó los estudias antes de ir a la universidad y ahora trabaja como adiestradora en Tasarte. Leo apenas la ve por casa, ya que esta se ha mudado a los apartamentos del club.

Y Julia sería el intermedio de ambas hermanas. Actualmente estudia derecho en la facultad y tiene parte del don de Yaiza para estudiar y parte del don de Lorena para vivir a tope y cometer los errores habituales de la juventud.

Yaiza y Sandra repasaban por encima lo que iban hacer después de comer mientras que Leo lamía el cuero de las bailarinas planas de su dueña. De repente apareció la imagen de Sami por la puerta abierta del dormitorio...

- Yaiza, su madre ha llamado. Dice que ha comido en una reunión y que viene con una visita mas tarde. Si quieren comen ustedes ya, y así aprovecho y dejo el recibidor del patio preparado para la visita.

- Por nosotras no hay problema. ¿Y quien viene?

- Dice que Harumi, la hija de Sakura Yoshikai.

Continuará en otro título......

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