Mi roomie Mariana

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Luisa no puede dejar de pensar en su roomie.
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toriulf
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Eran las 3 de la mañana, yo traia un camisón, unas calcetas largas blancas con lineas verdes en las orillas y un camisón blanco transparente, veía un poco de porno en el telefono mientras tenía un dedo acarciándome los muslos, aún no quería tocarme aún, no tenía prisa, era normal pasar las noches sola en el departamento, era domingo y tenía desde el viernes calentándome, quería lograr un orgasmo monumental y sabía que nada lo iba a evitar, lo único inusual de esa noche era que ya era muy tarde para mí, normalmente me dormía como máximo a la 1, pero no me impotaba hoy. Tampoco me preocupaba que mi roomie Mariana fuera a entrar de improvisto pues solía quedarse a dormir con su novio desde hacía dos meses, que envidia me daba la idea de tener alguien con quien tener relaciones, pero no estaba preparada para el compromiso. Solo quería sexo, y no con cualquiera, tristemente, con ella, mi nombre es Luisa, tengo 23 y siento un fuerte deseo por mi roomie Mariana.

En estos momentos solo podía pensar en las veces en que Mariana se cambiaba en la misma habitación. Me di cuenta que ya no estaba viendo el porno, solo pensaba en Mariana, seguía sin introducirme nada pero estaba muy caliente. Solía tener muchos sueños humedos con ella, al despertar no podía hacer otra cosa más que masturbarme en el baño intentando no hacer ruido. De pronto una pregunta sobre Mariana invadió mi mente, apagué mi teléfono y volví me puse a recordar que desde que la conosco tiene novio y nunca me ha insinuado que quiera algún tipo de relación conmigo, sin emargo siempre era muy coqueta conmigo, si nos veían en la calle cualquiera diria que somos una pareja romántica, no había otra cosa que deseara más en este mundo a que eso fuera una realidad, salir, tomarla de la mano, besarnos, tocarnos, hacer el amor...

Ya no aguantaba más pero aún no quería masturbarme, quería aumentar la calentura, hacer el morbo insoportable, sentía como mi ropa interior se humedecía, en estos 3 días no había hecho otra cosa más que provocar mi propio cuerpo, con caricias anales, en los muslos, pellizcando mis pezones, y sobre todo intentando no darle importancia a mi vagina.

A Mariana la conocí el último año de la universidad, Al parecer debido a su trabajo se atrasó un poco y tardó en graduarse. Aún recuerdo el primer día que la vi, llegó tarde, parecía que recién había tenido sexo, o si hubiera estado bebiendo bastante, tal vez fueron ambas, se veía muy desaliñada, pero no me importaba, tenía mucho tiempo que no me enamoraba a primera vista de alguien de esta manera. Ese día nos tocó hacer equipos, recuerdo que además de todo, ese día estaba un poco desorientada, tiro las cosas de la mesa, y de manera torpe se agachó para recogerlas dándome la espalda, por inercia voltié a verla, y me quedé mirando fijamente primero sus converses de botita amarillos, llevaba calcetas azul pastel y cuando menos supe, recorria sus piernas con la mirada, subí lentamente y pude notar que su falda se levantó dejandome apreciar sus hermosas nalgas, talvez no llevaba nada, talvez una tanga, no me importaba, no podía apartar la mirada, lentamente admiré cada parte de su trasero, desde el lado derecho hasta el izquierdo y derrepente. Crucé miradas con ella, ella me estaba viendo y me dijo en tono de broma "¿Te vas a quedar viendo?¿No me vas a ayudar?" Me agaché para ayudarla y de cerca pudé notar que llevaba una tanga rosa, sus labios se asomaban un poco.

Salí de mi transe del recuerdo, entonces la pregunta volvió, la misma que me hizo dejar mi teléfono a un lado y ponerme a recordar el momento en que mi obseción con Mariana comenzó. Mi vagina ya habia mojado toda mi ropa interior mientras la pregunta inundaba mi mente ¿a qué olería la vagina de mi roomie? No pude más me levanté y fui al baño, abrí el cesto de la ropa sucia y me puse a buscar mientras seguía recordando.

A los 3 meses Mariana y yo, eramos las mejores amigas. Nos abrazabamos mucho, amaba sentir el calor de su cuerpo cuando lo hacía. Un día la vi triste, me dijo que sus padres se irian de la ciudad y si no encontraba donde quedarse tendría que irse también. Le propuse que viviera conmigo. Yo rentaba un departamento sola. Ella aceptó y me abrazó muy fuerte mientras lloraba. Yo solo podía pensar en ese momento en todas las cosas que abandonaría, yo siempre he sido algo adicta a masturbarme, desde que tenía 12 años, todas las noches, todas las mañanas, así que eso ya no se iba a poder, tampoco iba a poder ver porno, estar desnuda por la casa, nisiquiera tener a la vista mis vibradores, pero no me importaba porque esto me acercaba más a Mariana y nada podía ser mejor que tener la dueña de mis fantasías en mi propio hogar.

Llegué al fondo de cesto y encontré una tanga de Mariana, me la lleve a la nariz y aspiré, su olor era hipnotizante, mis calzones ya no podían con más humedad y me los quité, regresé a la habitación,fui a mi cajón de ropa y agarre mi dildo preferido, era el momento, me acosté me tapé,, estaba ebria de su aroma, tome mi dildo y mientras lo dirigia a mi vagina me puse a recordar las veces que durmiendo con ella (compartimos una cama matrimonial) llegamos a rozarnos o las veces que nos abrazabamos de frío. Todo estó me ponía cada vez más caliente.

Suspiré y el dildo se encontraba rozando los labios inferiores cuando un ruido me desconcentró. Mi primer reacción fue ponerme su tanga, y hacerme la dormida.

Por unos segundos no supe si solo eran los vecinos, algun ruido aleatorio del exterior o Mariana que por alguna razón regresaba a las 4 de la mañana en vez de pasar la noche con su novio.

Cuando escuché como abría y cerraba la puerta, mis peores sospechas resultaban realidad. en efecto, se trataba de Mariana que volvía de casa de su novio, podía oler el cigarro, alcohol y droga desde la habitación. Por unos momentos pensé que volvería a irse, pero no fue así, entró al baño, y se estaba duchando. Rápido mi mente caliente pensó que tal vez masturbarme con el riesgo de ser descubierta era una buena idea, después de todo mi dildo aún seguía entre mis piernas, me había decidido y en ese mismo instante, entra Mariana a la habitación, tomó su pijama y se acostó junto a mi.

Su espalda tocaba la mía, sus nalgas estaban apretadas con las mías. La humedad de su cabello creó un escalofrío en mi espalda que me recorrio todo el cuerpo. Pude esuchar que lloraba, quice voltearme y abrazarla, pero temía que la humedad de mis fluidos y sobre todo mi dildo la fueran a sorprender, después de todo, nunca hablamos de estas cosas, si bien ella me platicaba con detalle como tenía relaciones con su novio, nunca hablábamos de la masturbación, aunque debo admitir que luego de cada plática me mastubaba en el baño o esperaba que estuviera completamente dormida para hacerlo junto a ella.

Después de una fuerte aspiración de su parte pude sentir como se volteaba hacia mi, sus senos rozaban mi espalda, sus brazos me rodearon y se colocaron justo en mis senos, su aliento golpeaba mi oído mientras mis pezones se endurecian aún más por la situación.

"Debe andar muy pasada de todo para estar haciendo estas cosas, no ha de saber qué está haciendo, de seguro es eso" me decia a mi misma intentando no calentarme más de lo que ya estaba, intentando hacer menos lo que estaba sucediendo.

Entonces, una de sus manos comenzó a bajar hasta llegar a mi vagina. Mis ojos se abrieron de par en par mientras escuchaba su ebria pero dulce voz diciendo:

"¿Has estado masturbándote de nuevo gatita?"

Continuará.

toriulf
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masterturgonmasterturgonhace 8 meses

Definitivamente quiero saber que sigue en esta historia!

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