Mi vecina

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Si el rio suena, es porque no lo podrás evitar.
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Parte 9 de la serie de 46 partes

Actualizado 09/07/2023
Creado 08/08/2023
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Llevo días que la veo pasar y hasta me oculto detrás de las cortinas para verla. No sé qué tiene esa mujer, pero me revuelca todo.

Ya no podía esperar más, tenía que ir a su negocio y al menos escucharle la voz. Me arreglé, perfume y maquillé parecido a ella a ver si la psicología de verse reflejada en mi funcionaba. Pavlov no me falles.

Acá estoy haciendo la fila, esperando ser atendida por mi vecina. No me pierdo ninguno de sus movimientos y expresiones, esa sonrisa es encantadora.

No debe de pasar de los 25 años, es más bajita que yo, cabello marrón y un corte extraño la mitad del lado derecho con la forma de una estrella mientras que al izquierdo unos flequillos que le llegaban hasta la barbilla, ojos grandes y expresivos color avellana, nariz perfilada y boca gruesa. No lo sé, pero tengo una obsesión con la boca grande, es mi punto débil.

Estaba vestida con una camisa deportiva negra y unos leggins color azul que le resaltaba su cadera y su enorme culo. En más de una oportunidad tuve que disimular ya que era como un imán para mis ojos. Estaba divina, me tenía pensando en mil cosas que quería hacerle, tuve que desviar la mirada, si seguía así mi entrepierna me iba a delatar.

Tenía esa sensación maluca de que te observa, ese peso en la nuca, algo incómodo. Volteé a mirar y vi a su esposo que me tenía entre ceja y ceja con una cara de culo horrible. Traté de disimular un poco porque pensé que estaba siendo muy evidente pero la verdad después me importo poco, además es culpa de ella por tenerme hipnotizada con su belleza.

Al fin me tocó el turno, me acomodé el cabello y le sonreí coquetamente.

- ¿Hola Alice? --arrugó su nariz-- ¿así te llamas cierto?

- Hola Tatiana, si si --conteste nerviosa, ¿cómo era posible que supiera mi nombre?-- ¿muy bien y tú?

- Bien, todo perfecto --dándome una sonrisa que me embobo mientras leía el código de barras-- ¿qué más vas a querer vecina?

No pude controlarme en la mente, me moría de risa pensando en decirle «a usted mamacita» y me perdí imaginando que nos besábamos delante de todos. Noté que me estaba mirando los labios y me sonroje, me espabile y empecé a mirar para todos lados y pedirle lo primero que me encontrar.

- Dos pepinos --rayos, tan fácil me delato, me sonroje--, esteeeee... una libra de tomate, otra de cebolla y 2 piñas

- Claro veci, ya mismo

Se levantó a meter en bolsas lo que le había pedido dejando para lo último los pepinos. De lejos tomó un par en cada mano y los levantó.

- De este tamaño --sonrío-- ¿o más grandes? --arqueando una ceja--

- Así --tragué saliva-- así están bien --respondí nerviosa-- veci

Regresó con las bolsas, se sentó, colocó los productos en las básculas y registró el precio.

- Uff que calor hace acá --se aireó con la palma de la mano--

- Si, este sol no ayuda --tratando de disimular--

- Son $4 con 90

- Acá están --le pagué con un billete de 5--

Ella abrió la caja buscando algunas monedas y mientras levantaba las bolsas le dije.

- Tranquila guarda el cambio

- Gracias veci

Me di la vuelta, respiré hondo tratando de apaciguar los nervios y la vergüenza. Ya estaba casi en la salida.

- Veci --me llamó-- se te quedo esto --levantando los pepinos--

- Que memoria tengo --hice una mueca--

Ella se levantó de la caja y los llevó. Sin que descargara las bolsas, los acomodó con cuidado y al levantarse me quedó al frente, rompiendo todo límite de espacio personal, moviendo su cabello detrás de la oreja y sonriendo.

- Veci, esta noche vamos a hacer una pequeña reunión con unos amigos ¿te animas a venir?

- Yo, este --trague saliva-- no sé, pero creo que si

- Ande veci, es la única de por acá que no ha estado enrumbada con nosotros

- Dale, lo voy a intentar

- No me vayas a dejar esperando --sonrió coquetamente y casi me derrito--

- No, no, este... arreglo algo que tengo pendiente y voy ¿a qué hora paso?

- A las 8 te parece bien

- Si, de pronto llego un poco más tarde, pero voy --volteé a mirar a su esposo-- ¡Hasta luego vecino!

- Hasta luego --me respondió con su mala cara--

Ni sé cómo caminé hasta la casa, hasta las piernas me temblaban y sentía como si todo el barrio me estuviera mirando. Las bolsas me pesaban más que la conciencia, yo solo quería ir a hablarle y terminé invitada a una fiesta.

---

Llevó casi un año de divorciada y la única acción que había tenido era con "Deduardo" y con un vibrador que me regaló una buena amiga. Estaba oxidada, fuera de práctica y estos momentos previos de no tener certeza de nada siempre me han llenado de ansiedad.

Su casa queda en la cuadra del frente, a tres casas de la mía en un segundo piso sobre su tienda. Escuché que empezaron a llegar las personas. Apague la luz y mire corriendo la cortina un poco para poder espiar cuantas personas habían llegado y como iban vestidas. Se prendió la música y la rumba de inmediato, unos bailaban adentro, otros conversaban y bebían en el balcón.

No quería parecer muy desesperada llegando de primera. Esperé media hora más caminando de acá para allá en la sala, pensando mil cosas y en cómo disimular los nervios. Si seguía así iba a terminar abriendo un hueco en el suelo.

Fui al baño, me di los últimos retoques. Escogí un vestido de tirante que me llega más arriba del muslo color azul con estampado de flores rosadas y moradas, y unos converse negros, porque con lo que vi nadie se había vestido demasiado formal. El cabello suelto para que se definan mis rulos y se vea un poco más alocado y con vida. Maquillaje sencillo, nada más delineador, mascarilla y labial rojo pasión.

Me miro al espejo y me veo hermosa. Practiqué mi mirada coqueta, me piqué el ojo y me dije unos cuantos piropos. Le di un beso al espejo y lo dejó marcado como el que quisiera dejarle a ella.

Salgo de mi casa y me cogen los nervios, me sudan las manos esperando que me abra y le guste como me arregle para ella. Toqué el timbre y para mi desgracia me recibió el cara de culo de su esposo que me miró de arriba a abajo con hambre feroz.

- Uyyyyyy muy buenas noches vecina ¿cómo estás?

- Muy bien vecino ¿y usted? --le respondí a secas--

- No tan bien como vos --me volvió a mirar las piernas, los pechos y se clavó en mis ojos con una mirada maliciosa y una risa de galán-- por favor pasa

Se hizo a un lado y al entrar pude sentir cómo se acercó para oler el perfume. Cerró la puerta y me hizo un ademán con su mano para que "por favor" subiera de primera las escaleras.

- Adelante, estas como en tu casa

Confirmado, estoy hermosa, me llenó de confianza. Gracias a sus halagos se me ocurrió darle un pequeño regalito. Sabía que me iba a mirar y yo trataba de no voltear la cara para que no notara que estaba muerta de risa. Subió un par de peldaños más atrás, di los pasos más marcados y meneando las caderas para que se levantara mi falda, podía que se alcanzara a ver un poco más, tal vez no, pero eso los enloquece más.

En la última escala di la vuelta y me pasé la mano para atrás para pegar la falda al cuerpo para que creyera que me sentía incómoda. Él estaba tratando de disimular, pero esa boca abierta y cuello ladeado delataba que había alcanzado a ver algo de los cachetes de mis nalgas.

Tati sale de la cocina y casi me ahogo con mi propia saliva, que hermosa estaba. Tenía una camisa blanca que resaltaba sus pechos redondos y una falda corta que no dejaba nada a la imaginación. La verdad no disimulé, esa cadera era imposible no mirarla. Nos miramos los tenis y nos reímos, porque ella llevaba unos converse rojos. Que sexy que estaba esa noche, maquillada con delineador y brillo que me provocaba arrancárselo de la boca delante de todos.

- ¡Alice!... --me recibió con un abrazo efusivo un beso en la mejilla--

De su vaso me metió un trago de vodka que me quemó la garganta. Se notaba que ya estaba un poco alcoholizada y definitivamente era el alma de la fiesta.

- ... que bella estás --silbando mientras me hacía dar una vuelta-- pensé que no ibas a venir

- Pues pensaste mal, aquí estoy para divertirme --la miré a la boca, no pude disimular--

Me pasó la mano por la cintura y me presentó con los demás. Estuvimos bailando y charlando con sus amigos, tomando cerveza y ron, Tati no cambiaba su vodka. Los ánimos eran los mejores, todos tenían una energía tremenda y me hicieron sentir bienvenida.

Hacía un calor tremendo, aprovechando que lo habían desocupado para ir a bailar, me quedé un rato en el balcón con un vaso vacío aireándome un poco y bajándome el calor pasando un hielo por el cuello.

Mi vecina llegó con la botella de ron y sin preguntar me volvió a llenar el vaso, ya estaba medio entonada y por poco me sirve de más regando el licor.

- Si que buena idea --se levantó el cabello para que le pasara el hielo por la nuca--

¿Coño esta mujer por qué es así? me quiere hacer dar un paro cardíaco. Lo peor es que es tan relajada que ni lo debe hacer adrede.

- Oh dios, justo lo que necesitaba

Se dio la vuelta y me quitó el vaso de la mano para tomar un trago. Yo me quedé con el hielo en la mano y antes de que se derritiera lo chupé con mis labios, podía saborear su sudor. Por la forma en que ella me miraba hacerlo y entreabrió su boca como acto reflejo.

- ¿Si te estás divirtiendo? --me preguntó--

- Si claro, no sabía de sus famosas rumbas, tengo que volver

- Bienvenida cuando quieras

En esas sentí la voz de mi mejor amigo que nos pasó los brazos por encima del cuello.

- ¿Qué hacen tan sólitas?

- Nada, conociéndonos mejor --le respondí--

- Entonces mejor me voy --se rio--

- No no, yo no quise dec... --respondí afanada queriendo corregir y con la cara roja--

- Excusa no pedida --me interrumpió con tono jocoso--

Se soltaron a reír, Tati le dio otro sorbo al vaso mirándome a los ojos.

- Upa, esa miradita --nos dijo molestando-- ¿a poco si se gustan?

- ¡Calla Fer! --le recrimine, mientras miraba al fondo a su esposo que se veía molesto--

- ¿Digan que no y las dejo en paz?

- ¡CALLA FERRRR! ¡no más! --le di una palmada en la mano--

- A las dos las conozco hace años y si ninguna dijo que no, entonces...

- ¿A quién no le va gustar esta mujer? --me atreví a contestar--

- Vos tampoco dijiste que no --le recrimino a la vecina--

Ella se quedó callada, se escudó detrás del vaso con una mirada que me hizo dar escalofríos y me percate que mi ropa interior hasta se había humedecido.

- A ver un besito entonces --dijo Fer que seguía tonteando--

- ¡Calla Fer!, te escucha su esposo y me mata, se nota que le caigo mal

- No qué va --lo volteó a mirar-- David lo que te tiene es celos

Nos soltó del cuello y se metió con la botella de Ron casi vacía a bailar con los demás. Nosotras nos quedamos mirando en un silencio incómodo sin saber que decir. Tratábamos de esquivar la mirada, pero apenas y nos volvíamos a encontrar, nos reíamos como un par de adolescentes.

- ¿Vamos a bailar? --me dijo para cambiar el tema--

- Si que rico, me encanta como te mueves --mi cerebro me delata y ni siquiera pienso antes de hablar--

Me tomó de la mano y me llevó cerca de su esposo. Estaba peor de mal encarado apoyado contra una pared, no nos quitaba el ojo desde que nos quedamos solas en el balcón, prestando atención a todo lo que hacíamos.

La seguí moviendo la cadera al ritmo de la música. Sonriendo y cantando, tratando de disimular que ya me tenía con el corazón a mil. Fuimos un poco más descaradas, ya no era un baile normal, era un juego de seducción total.

Me levantaba el cabello sobre la cabeza con ambas manos para que resaltara mejor mi figura al bailar. No sé si era yo o el alcohol, estaba más arriba que las nubes por la forma que me veía. Era única, sentía como se detalla cada movimiento con esa sonrisa perversa que me enloquecía.

Fer se dio cuenta de nuestro juego, me picó un ojo, gritaba animando a los demás y empezó a prender y apagar las luces como un strober. Todos gritaban con la adrenalina arriba y gracias a Fer ni se fijaban en nosotras.

Nos abrazamos de frente, moviendo la cintura, acariciándonos disimuladamente, mirándonos a los ojos. No parábamos de reír, ya me ardían las mejillas. Ella me cogió de las caderas y me dio la vuelta pegando su cuerpo a mi espalda, con su esposo de frente que no perdía su amargura.

Yo me paralice porque no sabía cómo reaccionar. Ella empezó a subir las manos, por la cintura, los brazos y atenta a cuando se apagara la luz metió sus manos muy rápido entre mi escote y la volvió a sacar. Cuando se prendió la luz estábamos muertas de risa y por fin a David se le escapó una risa instantánea pero casi de inmediato se arrugó como una pasa, que amargado es ese señor.

Las luces se prendieron y ella volvió a bajar las manos, me movía de las caderas y restregaba mi trasero en su pelvis. Que calor hacía en ese lugar con ella tan cerca, me estaba derritiendo. Subió lentamente hasta mi cuello, levantó mi cabello y esperó la oscuridad intermitente. Unos labios carnosos, un mordisco y una lengua me dejaron con los ojos cerrados, la boca abierta y todo el cuerpo erizado.

Fer muy atento y cómplice dejó la luz apagada mientras animaba y distraía a los demás. Me apretó por la cintura y mientras me mordía el lóbulo me dijo.

- Ay Alice ¿te puedo decir algo?

- Si --respirando fuerte--- dime

- Vos me gusta de haces tiempo

Me acariciaba los senos, buscaba mi pezón para pellizcar y me besaba con descaro el cuello. Se me escapó un gemido y ella entre risas me tapo la boca.

- Shhhh, que nos descubren

- Ay Tati, vos también me gustas

- No sabes las ganas que tenía de que vinieras --hizo una pausa-- y besarte

- ¿Qué estás esperando?

- Un lugar más privado

- ¿y sin nos vamos a "retocar" al baño?

- Ay Alice --se rio mordiendo el pabellón de la oreja-- no vamos a divertir mucho --me dijo casi gimiendo--

- No lo dudo

Fer es el alcahuete mayor y como es el buen amigo de todos, si propone algo todos le siguen la corriente. Bajó el volumen de la música y todos voltearon a mirarlo.

- Bueno bueno se nos está acabando el licor ¿vamos a comprar más?. Yo invito, pero vamos todos

- ¡SIII! --gritaron en coro--

Cogió el parlante portátil al hombro y todos salieron por la calle, bailando y haciendo un trencito, quedamos solas con su esposo.

---

No más cerraron la puerta, me di la vuelta y la miré jadeando, no me importaba que dijera su esposo mal-encarado. Era tan inevitable el beso como el choque de dos trenes en el mismo carril. Nos miramos con ese desespero y juntamos nuestros labios con desespero y ansiedad.

Tati me tenía sujetada desde la mejilla, yo agarrándola de la nuca atrayéndola más hacia mí para poder meter la lengua. Chupe, saboree, jugué, mordí y tiré de sus labios robándole un delicioso gemido.

Las manos tenían vida propia, nos levantábamos las faldas para agarrar las nalgas, corríamos tirantes y abríamos botones para coger los senos, la espalda, los brazos. Le metí las manos debajo de la camisa, le corrí el sostén a un lado y jugaba con sus pezones endurecidos.

Siquiera no estaba nadie más porque esos gemidos nos habrían delatado, aún si me hubiera hecho caso de meternos en el baño. Abrí los ojos y David seguía con su cara de mierda, no sé qué le pasa a este tipo, solo nos miraba apoyado en el muro con su cerveza en la mano.

- Creo que me va matar --le dije entre risas--

- No, solo tiene celos

- Celos de mi ¿si soy mujer?

- Precisamente, pero está enojado

- Que mala eres

- A nosotros nos encanta tener invitadas para compartir

- Yo no tengo problema con eso --la miré con picardía--

Lo dejó sufrir otro poco, me daba besos muerta de risa y simulaba decirme secretos al oído para sacarle la rabia.

- ¿Por qué esa cara de puchero amorcito? --le preguntó--

- Porque --tomó el último trago de la lata y la apretó con sus manos-- no invitan

- Amor, ella es la que tiene que aceptar, no yo

- ¿Necesitas una invitación por escrito o qué? --le respondí irónica-- venga pues --le estiré mi mano y ella hizo lo mismo--

Su carita arrugada de celos al fin cambió, estaba feliz. Ella lo recibió con un beso y después con su mano lo direccionó a mi boca. Teníamos poco tiempo y traté de acelerar las cosas. Los atraje a los dos a mi boca, los besaba con desespero y emoción.

Tati luchaba por mis labios, los chupaba, mordía. Mientras ella me besaba el labio inferior David se tragaba el labio superior. Era una batalla de poderes y terminamos arrinconando a David contra el mesón de la cocina.

Cogí a Tati de la camisa y la empujé de espaldas a él, me le tiré como una loca a comerle la boca mientras le quitaba los botones de la camisa, a besarle el cuello, morderle la clavícula, me tenía mil con sus gemidos. Metí mi mano entre sus senos y cuando fui a buscar el broche del sostén ya su esposo los había liberado.

Los cogí desnudos entre mis manos, no podía creer lo delicioso que estaban con sus pezones durísimos. Brincaba de uno a otro chupando, mordiendo, saboreando y apretando.

David se sentó sobre el mesón y la levantó por las axilas encima de él, colocándola sobre una de sus piernas. Ella le pasó la mano por detrás del cuello, se empezaron a besar y yo me hice de rodillas abriendo sus piernas.

Pude notar una marca más oscura en su ropa interior, estaba empapada en sus juegos. La corrí a un lado y pasé mi lengua por toda la longitud de su raja para probarla.

- Ay Alice por dios

Le bajé las tangas despacito, las apreté en la mano, las llevé a la nariz y aspiré cerrando los ojos, acababa de inundar mis sentidos con sus feromonas. Me reí y se las tiré a su esposo en la cara, pero las dejó caer, estaba más interesado en coger una de sus piernas y abrirla para mí.

- ¿Así o más directo? --lo miré con picardía--

Me metí en su sexo degustando su humedad y calor. Le chupe los labios externos e internos, estire, metí la lengua primero en el derecho, después en el izquierdo sin tocar su clítoris aún. Estiraba sus labios delicadamente con mis dientes y más duro gemía. Pasé mi lengua despacito desde su nies y comencé a subir despacito, ella respiro profundo, ya era mía.

- Alice, me matas, hazlo

Descubrí con la lengua la piel alrededor de su endurecido botón, me llene de saliva la boca y lo succione con delicadeza.

- Así, que rico, joder

David la seguía besando, pero no me quitaba la mirada de morbo, le encantaba como clavaba la boca en su mujer y salía con el rostro brillante empapado con sus fluidos. Apenas y había notado que él se había sacado el miembro y se masturbaba mirándome el trasero, me gustaba lo que veía y sin pensarlo me pasé la lengua alrededor de los labios, ya me hacía falta mamar una buena verga.

Su sexo se abrió para mí y un par de dedos fueron a buscar la rugosidad de su punto G.

- Alice, Alice --me empujó de la cabeza-- Aaaaaaahhhhhhhhhhlice

Su sexo palpitaba, sus paredes vaginales se apretaron y sentí su paz en mi boca. Que deliciosa es esta mujer. Levanté la cara mirándola a los ojos sin dejar de pasarle la lengua y producirle espasmos al tocar su clítoris con la punta de la lengua, ella temblaba y se reía.

Se bajó del mesón y se me tiró encima, las dos quedamos acostadas en el suelo, me beso para saborear sus juegos, levantó sus ojos redondos me miró con picardía y se metió debajo de mi vestido, me apoyé en los antebrazos para poderla ver.

- Joder vecina que rico

No se imaginan cuanto soñé con este momento, me masturbe mil veces en soledad imaginando su lengua dándome placer, cerré los ojos y me deje llevar y cuando los abrí estaba su esposo a mi lado masturbándose, lo empuñaba duro, apretando con fuerza su cabeza gruesa y brillante.

Lo miré a los ojos y le abrí la boca, él se acercó y me dejó probarlo. Tati no perdió el tiempo, se escupió los dedos del medio y los metió realizando fuertes movimientos. Le agarré el miembro con mi mano, lo escupí y lo metí a la boca, chupando con fuerza y cogiéndolo fuerte como me había mostrado que le gustaba. Él me agarró el cabello he hizo una cola con su mano y me empezó a penetrarme por la boca, mientras Tati chupaba con más fuerza, metía y sacaba sus dedos a toda marcha.

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