Somos Felices Las Tres Capitulo 11

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Nuria descubre placer en el dolor causado por Erika en spa.
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Parte 11 de la serie de 37 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 09/24/2020
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Ambas amigas se acostaron en sus respectivas camillas, y se podían ver mientras se iniciaba el masaje pues la cortina que separaba ambos cubículos había sido dejada descorrida. Lily atendía a Nuria, y en cierto momento buscó una venda con la cual tapó sus ojos, prometiéndole que sus sensaciones serían mas deliciosas con un masaje a ciegas. Ella se dejó hacer, y Cindy mientras tanto le daba un delicioso masaje a Erika. Llegado el momento, Lily le hizo una seña a Erika, quien se levantó de su camilla.

Nuria se encontraba boca abajo y Lily masajeaba sus muslos. Nuria, la sinvergüenza, entreabría sus piernas, como invitando a un toque mas íntimo. Erika reemplazó a Lily y comenzó a masajear las nalgas y pasar sus dedos a lo largo de la raja. Metió su mano por debajo y comenzó a juguetear con los labios de la vulva de Nuria, quien gemia y alzaba el culo, para facilitar el acceso a su centro de placer. Erika acariciaba lenta y delicadamente el sexo de su amiga, quien ya gemía desvergonzadamente.

Erika acerco su cara a las nalgas de Nuria, se las besó, y comenzó a lamer su culo, dándole besitos mientras continuaba masturbándola con delicadeza. Con la otra mano le separó las nalgas y posó su lengua en el ano, provocando una reacción de Nuria quien colaboraba alzando aún más su pelvis para que esa otra caricia fuese lo mas profunda posible. Erika metió un dedo en la vagina de Nuria, mientras besaba y lamía su ano. Después fueron dos dedos, y mas tarde tres, mientras que con el pulgar comenzó a frotar su clítoris.

El climax de Nuria era inminente, y de pronto se puso tiesa, Erika tuvo que separar su boca del delicioso culo de Nuria y dando un alarido gutural Nuria comenzó a temblar sin control. Fue un orgasmo prolongado. Jamás había tenido uno igual, tan largo ni Erika había visto algo similar en su vida. Erika retiró los dedos empapados de la vagina de Nuria, y rodeando la camilla y poniéndose frente a su cabeza, los puso delante de su boca. Ella también acerco la suya, y entre ambas lamieron sus jugos vaginales, dando oportunidad para que sus lenguas se entrelazaran algunas veces. Luego, cuidadosamente Erika regresó a su camilla. Cuando Lily le retiró la venda de los ojos, pudo ver a Erika en la otra camilla, quien la miraba muy sonriente.

- Wow, Nuria, Lily te dio un verdadero "final feliz". ¿Qué tal?

- Delicioso, amiga. Nunca había sentido algo asi. Me siento débil, no se si podré ponerme en pie

- jaja, relajémonos un rato. A mi también me han tratado muy bien, aunque sin "happy end".

Ambas masajistas se retiraron, permitiéndole a sus pacientes un momento silencioso de descanso y relax. Pasado un rato, Erika le dio su mano a Nuria, quien se bajó de la camilla y se dejó guiar hasta la sala en la que estaban las colchonetas. Erika escogió un par de ellas, que estaban hacia un rincón, lejos de donde se encontraban otras mujeres durmiendo o charlando. No eran muchas, tan solo unas cuatro, pero Erika quería disfrutar un momento de intimidad con "su negrita".

- Ya vengo, Nuria, voy al locker a buscar un estuche de cosméticos.

- Esta bien, te espero aquí, recostada en esta colchoneta.

Un par de minutos más tarde regresó Erika y sentándose a los pies de Nuria se los tomó y comenzó su acostumbrada sesión de embellecimiento y pedicure. Nuria se dejaba hacer, recostada y desnuda, mientras se recreaba en la belleza de la amiga a quien ahora quería y deseaba más que nunca. Cuando Erika terminó su labor, intercambiaron posiciones y recibió un tratamiento similar. También gozaba con la mirada, observando cada detalle del cuerpo de Nuria. Todo esto transcurrió mientras guardaban silencio, todo lo contrario a la costumbre cuando lo hacían en casa de Nuria cada sábado por las mañanas, cuando charlaban sin cesar. Esta vez no necesitaban hablarse pues cada una se sentía muy unida a la otra. Lo que habían vivido era muy excitante y memorable, sus vidas ya no sería las mismas, lo mismo que su relación amistosa. Había surgido el amor entre ellas.

- Vamos a recostarnos, cariño.

- Si, Nuria, pero primero déjame arrimar mi colchoneta a la tuya.

Ambas se acostaron boca abajo, pero sus cabezas giradas a un costado por lo que sus caras quedaban muy cerca. Comenzaron a hablarse en una voz muy suave, practicamente susurrándose las palabras.

- ¡qué rico lo hemos pasado! ¿verdad?

- si, mi negrita. Yo suponía que iba a ser algo bueno pero no tanto.

- es que haberlo compartido contigo lo ha hecho muy especial

- yo pienso lo mismo, Nuria. Tu compañía lo ha hecho mejor que si hubiese venido sola

- te quiero mucho, Erika

- yo también a tí, mi negrita

- me encanta cuando me llamas así

- no sé, de repente me salió hace un rato, y me gustó como sonó... eres "mi negrita".

- tengo que pensar en cómo te voy a llamar, cariño

- ya lo has hecho. Me has llamado "cariño".

- si, pero eso se lo digo también a veces a otras personas, incluso en mi trabajo

- ya encontraremos un sobrenombre para mí, no te preocupes.

- ¿me podrías abrazar?

- claro, mi negrita. Tu piel es tan sexy y me provoca tocarte y deslizar mi mano por tu cuerpo moreno.

- ¿te acuerdas cuando fuimos al cine? Aquella vez me gustaron mucho tus caricias, aunque fueron muy castas en comparación con lo que estamos haciendo hoy.

- a mí también me gustó sentir tu piel sedosa, y la tranquilidad con la que aceptaste mis caricias aquel día, y hoy también.

- te tengo que confesar algo. Espero que no te moleste

- ¿qué, mi negrita?

- es que le he contado todo a Claudio.

- ¿o sea que él sabe todo lo que te he hecho y lo que tú me has hecho a mí?

- si, perdóname

- no tengo nada que perdonarte, mi negrita. Al fin y al cabo es tu esposo.

- es que nunca ha habido secretos entre nosotros.

- ¿estás segura? ¿y no habrá algo que él haya hecho y no te lo haya contado?

- yo prefiero pensar que no me esconde nada

- me alegro mucho por tí

- me gusta mucho que me acaricies mis nalgas como lo estás haciendo ahora, cariño

- es que son muy gorditas, redondas y acariciables

- ¿te gusta mucho que te toquen allí atrás?

- si, me encanta. Por cierto, ¿sabes que Lily me lo ha besado y lamido?

- ¿en serio?

- si, no sabes lo rico que se siente, sobre todo cuando su lengua quiso penetrar mi agujero

- ¡wow!

- Ya tengo ganas de volver otro día, para que me lo vuelva a hacer

- ¿y por qué no se lo pides a Claudio?

- no creo que le guste hacerlo por allá atrás. Tan solo lo hace por delante, pero siento que es muy breve y falto de imaginación, aunque la última vez lo hizo mucho mejor, como si le hubieran dado instrucciones.

- ¿y te ha querido penetrar por atrás?

- si, lo hemos intentado algunas veces, pero es que lo tiene demasiado grueso

- o sea, que tu hoyito sigue siendo virgen

- si, aunque algunas veces me he metido un dedo y una vez estaba tan excitada que me introduje el mango de un cepillo... pero solamente un poquito.

- ¿y te quedaron ganas?

- si, aunque no como para morirme. Si algún día se presenta la oportunidad, no me opondré a experimentar con esa parte de mi cuerpo.

- ahora que tengo mi mano allí atrás, te gustaría que mi dedo juegue con tu ano?

- si, claro, pero me da pena con aquellas otras mujeres.

- no te preocupes, que nada han dicho desde que te estoy acariciando las nalgas

- soy toda tuya, cariño

- ven aquí, mójame los dedos, déjame meterlos en tu boca, me los chupas y con la lubricación de tu saliva te acariciaré ese bello culito sin que te duela.

- dame tus dedos, cariño, y juega conmigo todo lo que quieras

- si te duele, me dices

- ¡qué rico, cariño! Así, sigue así, atrévete a penetrarme

- ¿no te duele?

- no, y si me doliera no te lo diría, porque ya has descubierto mi secreto con respecto al dolor. Ni siquiera Claudio lo sabe.

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