Somos Felices Las Tres Capitulo 16

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Después de avanzar con Nuria, Erika comienza mi feminización.
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Parte 16 de la serie de 37 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 09/24/2020
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Me quedé un buen rato contemplado aquella bellísima escena, de las dos mujeres más importantes de mi vida, desnudas, abrazadas, durmiendo en mi cama. Era mucho más de lo que esperaba. Yo me hubiese contentado con un simple acto sexual lésbico entre ellas, pero esto iba mucho mas lejos y superaba el mejor de mis sueños. Decidí aprovechar el tiempo para salir a la tienda a comprar algunas cosas que hacían falta para la casa, para regresar en un par de horas.

Cuando Nuria despertó, Erika aun dormía, y se entretuvo contempnado cada detalle de su cuerpo, su pelo, sus orejas, sus labios, sus pezoncitos, el culo perfecto, libre de celulitis, redondo y liso, sus pies, con unos dedos proporcionados a los que tanto gustaba pintar. Comenzó a acariciar su dorada cabellera lo cual sacó del sueño a su Dueña y Señora. Acercó sus labios a los de ella, y se dieron primero un beso y después una multitud de pequeños besitos al mismo tiempo que sus manos acariciaban sus repectivos cuerpos. Erika dijo

- Mejor paramos aquí, porque podríamos terminar haciendo el amor, y eso lo quiero reservar para el gran momento que viviremos este viernes. Pero sí quiero que me lamas y beses las axilas, mi negrita

- Si, mi amor

-que rico se siente, me encanta... te doy permiso para que me des suaves mordiscos también, mi negrita

- claro, mi Dueña y Señora

- Mmmmmm, que rico... bueno, ya está, que necesito ir al baño. Acompáñame

- Si mi Dueña y Señora

- Quiero que te arrodilles frente a mi mientras yo orino, y me veas a los ojos. A partir de ahora, cada vez que me den ganas, vendrás conmigo, y al terminar serás tu quien tomará el papel higiénico para secarme

- Si, mi Dueña y Señora me dará mucho gusto servirte de este modo tan íntimo

- Muy bien... gracias mi negrita... pero para ya, no quiero que me hagas la paja, jaja, solo sécame mi amor

- Es que me parece una tentación tan grande, tener a la altura de mis ojos la cuquita más bella que he visto

- Jaja, como que si hubieras visto muchas... Bueno, ahora me tengo que vestir para ir a casa.

Nuria buscó la ropa de su Dueña y Señora y la ayudó a vestir, entre besos y caricias. Ya en la puerta, Erika empujó contra la pared a Nuria y le dió un beso profundo, salvaje y violento, y sin decir mas nada ni siquiera volver a verle la cara salió de la casa para montarse en su carro. Nuria desde la puerta la despedía con la mirada, hasta que se percató que estaba desnuda y con la puerta completamente abierta... por suerte ningún vecino pasó en ese momento, y sobrevivió ese breve susto... pero reconoció sentirse excitada por la posibilidad de haber sido vista desnuda por algún extraño... era una sensación extraña, que nunca había experimentado.

Al día siguiente, que era lunes, al llegar a mi oficina, Erika ya estaba instalada en su escritorio, trabajando y al abrir la puerta me llamó,

-¡Claudia! Ven aquí

- Hola, Erika, buenos días

- Dame mi besito, Claudia

- Hola. No te imaginas lo contento que me siento después de lo vivido este fin de semana. Quiero darte las gracias porque has hecho posible que mi fantasías se vayan cumpliendo.

- Y mucho más allá de lo que esperabas, Claudia. Ahora tenemos que empezar con la tercera, en la que tú te vas a someter a mi autoridad y poder. ¿Sigues interesado?

- Si, mi Dueña y Señora. Al igual que Nuria, he decidido rendirme a tus pies, cumplir tu voluntad y complacer tus caprichos.

- ¡Qué bien! Quiero estar segura de que comprendes lo que significa que a partir de ahora seré yo quien mande en tu vida. Yo también aspiro a gobernar en esta oficina. Tienes que tener muy claro que va a producirse un cambio en la dirección de la empresa.

- Yo lo entiendo, y también sé que estás tan interesada como yo en mantener productiva nuestra fuente de ingresos.

- Así es. Yo tengo algunas ideas, pero a pesar de convertirme en tu Dueña y Señora, en los asuntos importantes compartiremos opiniones, estudiaré tus propuestas, pero la última palabra será la mía.

- Si, mi Dueña y Señora, yo continuaré siendo el dueño de la empresa, pero serás tu quien la dirija a partir de hoy.

- Ya iremos haciendo algunos cambios y mejoras. Pero antes, quiero que te desnudes. Tengo curiosidad de ver el resultado del trabajo de Nuria anoche.

- ¿Y cómo lo sabes?

- Nuria me envió las fotos que te tomó anoche, vistiendo el camisón y la tanga que compraste en la tienda por la tarde mientras dormía con mi esclava Nuria. Te ves de lo más sexy, sobre todo después de haberte rasurado todo el vello púbico. Ahora se te ven más lindas tus pantaletas.

- Bueno, mira... y estas panties las compre también ayer. Son de talla M, más pequeñas, como tú lo has querido,

- Si... te ves bella, Claudia. Después vamos a empezar a usar talla S para forzar tu bichito a que vaya reduciendo su tamaño y cada vez más te vayas pareciendo a una mujer, que es lo que todas queremos.

- ¿Reducir el tamaño? ¿y eso es posible?

- Si. Hay una técnica de compresión permanente y cotidiana que irá transformando ese pequeño bichito en un clítoris. Es más, lo llamaremos "clitty" en vez de "bichito" o "pene" a partir de ahora. Ven acá, bájatela y date la vuelta.

- ¿Así, mi Dueña y Señora?

- Si, ahora dobla tu cuerpo y separa tus piernas un poco.

Erika se levantó de su escritorio y se dirigió a la mini nevera que tenemos en la oficina, y yo me erguí para ver qué hacía.

- ¿Te he dado permiso para que cambiaras tu postura?

Y me largó una cachetada. Yo de inmediato retomé la posición, mientras esperaba que ella se volviese a sentar, con mi culo expuesto. Jamás en la vida me habían abofeteado, y para mí fue una sorpresa. Mi primer pensamiento fue el de rebelarme y exigir respeto, pero pudieron más los recuerdos de los que había ocurrido entre Nuria y Erika, y la promesa de lo que vendría, así que asimilé la humillación en silencio. No sería la única ni la última vez en recibir una cachetada...

Sentí que me frotaba el ano con una sustancia gelatinosa, y me introdujo la punta de un dedo. Después sentí algo frío que comenzaba a penetrarme.

- ¿Qué haces, mi Dueña y Señora?

- Tu calla, y déjame terminar. Ahora te explico todo. Te estoy introduciendo una salchicha, un poco más gruesa que un dedo. Es importante que te acostumbres a ser penetrada. Tal vez te resulte incómodo las primeras veces, pero como toda mujer, sentirás gusto y buscarás ser penetrada. La otra vez te metí un par de dedos, pero estabas mojada. Ahora que no estás en el jacuzzi necesitamos el lubricante que acabo de aplicarte.

Ven acá. Relájate, que te voy a coger un rato con esta salchicha. He querido escoger algo blando en vez de alguna pieza plástica dura y rígida. Así sentirás una textura similar a la de un pene. Ya iremos aumentando el tamaño y preparándote para el gran día en que un hombre de verdad te coja. Y eso ocurrirá en presencia mía y de Nuria. Pueden pasar muchas semanas, pero ocurrirá. No te podrás escapar de esa experiencia, que iremos planenado a su debido tiempo. Ese día lo disfrutarás y te sentirá completamente mujer, Claudia.

- Me duele un poco, mi Dueña y Señora...

- Es porque no estás relajada, Claudia. Un truco para relajarte cuando te cogen por el culo es pujar como si quisieras evacuar, pero no oponiéndote a que entre en tu culo el instrumento de penetración. Vamos, inténtalo.

- No sé... duele, y siento como que quisiera evacuar.

- Eso pasa siempre. A mí me pasó la primera vez que un novio me penetró analmente. Tuve que superar ese primer instinto, pero luego de superarlo, una se acostumbra... hasta llegar a disfrutarlo.

- O sea que sabes lo que estás diciendo.

- Sí. Yo he vivido experiencias muy interesantes. Solo me faltaba estar con una mujer, y este viernes se cumplirá el deseo mío y de Nuria.

- Ahhhh... ahora sí me gusta, mi Dueña y Señora. Cógeme rico con esa salchicha.

- ¡Qué puta eres, Claudia! Bastaron unos minutos para que te gustara esto que te estoy haciendo.

- Es una sensación novedosa para mí. Nuria me ha acariciado el ano, pero nunca penetrado. No imaginaba que pudiese ser tan rico.

- Que bueno que te gusta, porque hoy es la primera de muchísimas veces en que serás penetrada, Claudia. Desde hoy no lo llamaremos "ano" sino "cuca". La cuca de Claudia. Lo que no me gusta es que aunque anoche Nuria te afeitó el frente, necesitamos liberar de pelo toda esta zona... lo haremos al mediodía. Ahora vamos a trabajar...

- Si, mi Dueña y Señora.

A mediodía, Erika vino a mi oficina y me dijo,

- Claudia, baja a la farmacia y compras un paquete de afeitadoras y crema de afeitar. Mientras tanto yo voy preparando nuestro almuerzo.

- Si, mi Dueña y Señora.

Después de regresar de la farmacia, antes de sentarnos a comer, Erika me ordenó que me desnudara. Yo me sentía extraño, comiendo desnudo mientras ella permanecía aún vestida. Hablamos de un par de cosas de trabajo que necesitábamos resolver, antes de repasar lo que había ocurrido en estos dos días y los planes de feminización que me esperaban.

- Verás cumplido tu sueño de convertirte en mujer, Claudia

- Si. Me parece increible contar no solo con el apoyo moral de mi esposa, sino con la colaboración y asesoramiento de ustedes dos.

- Por eso te digo, sin duda alguna te transformaremos en mujer, como siempre lo quisiste

- Yo siempre envidié a mis primas porque podían hacer cosas y vestirse con prendas que no me estaban permitidas. Mi deseo viene desde mi niñez y adolescencia. Pero como nací con signos corporales de varón no me quedó otra alternativa que cumplir mi función de hombre.

- Y ¿Alguna vez te gustó un hombre?

- A mí siempre me gustaron las mujeres. Nunca me sentí atraído por un varón.

- O sea que vas a ser una lesbiana cuando te transformemos.

- Pero, ¿Seguro que no te han atraído los hombres?

- Debo confesarte que hubo una vez en que más que atracción fue más bien curiosidad. Tenía un compañero en la universidad que había venido de Africa y era muy amigable, y nos juntamos muchas veces a repasar las clases juntos. Era muy inteligente, pero también bastante atractivo. Tenía ojos verdes, lo que contrastaba con su piel tan oscura, y una sonrisa perfecta. Sin duda, era muy atractivo, y no le faltaban chicas que revoloteaban a su alrededor. Pero yo siempre tuve mucha curiosidad acerca de su pene. Muchas veces era evidente el gran bulto que ocultaba bajo su ropa entre las piernas, y yo me preguntaba cómo lo tendría, porque siempre he oído decir que los negros tienen un miembro muy grande.

- ¿Pero se lo viste? ¿te animaste a tocarlo alguna vez?

- No. Nunca me atreví, ni se dió la oportunidad. Siempre me quedé con la curiosidad.

- Interesante... Bueno, ahora vamos a mi baño que te voy a dejar ese culo liso como el de un bebé.

Erika abrió la llave de agua caliente, mientras abría el paquete de afeitadoras y producía una abundante espuma. Me hizo doblarme y me untó la espuma por todas las nalgas y de manera más profusa en la zona anal. Tomo la rasuradora y me fue afeitando primero las nalgas, después la raja y finalmente el ano. Tuvo que aplicar espuma de nuevo, "para repasar" y me volvió a rasurar, pasando esta vez la afeitadora en dirección contraria. En la zona anal se dedicó a dar pases suaves pero numerososo en todas direcciones, hasta que quedó satisfecha. Me dió una toalla y me dijo,

- Anda, lava cualquier resto de crema de afeitar y aprovecha para que palpes lo suave que te ha quedado la piel. Después te aplicas esta crema humectante que siempre llevo en mi cartera para las manos, para suavizar tu piel, ahora que no estará protegida por el pelo que hasta hoy has tenido en tu trasero.

- Gracias, mi Dueña y Señora.

- Quiero que te rasures al menos dos veces por semana tanto por delante como por atrás. De ese modo acostumbraremos tu piel a la acción abrasiva de las hojillas de afeitar y se te irritará cada vez menos. Necesitamos que como toda mujer estés libre de pelos en todo tu cuerpo. Ya hablaré con Nuria para que entre las dos lo vayamos haciendo.

- Muy bien, mi Dueña y Señora

- Ahora vístete y volvamos a nuestra labor.

- Si, mi Dueña y Señora

El resto del día transcurrió con la rutina habitual del trabajo. Al final de la tarde, cuando Erika se despedía me dijo que en la nevera había separado seis salchichas del paquete de doce, para que me las llevara a casa. Ella había compartido con Nuria lo que me había hecho por la mañana, y me daría el mismo tratamiento cada noche con esas salchichas, para entrenar mi ano a recibir a diario un par de penetraciones, una en la mañana a manos de Erika y la otra, por la noche por Nuria. Debo confesar que le encontré gusto a aquello y lo disfruté muchísimo.

El resto de la semana transcurrió con esta nueva rutina en la que ambas mujeres me usaron de tal manera que yo deseaba ser humillado y abusado de aquella manera. De igual modo, Nuria fue eliminando día a día todo mi vello corporal, un día las piernas, otro día el pecho, después la espalda y también los brazos. Ya para el viernes mi cuerpo estaba libre de vellos, y Nuria comenzó a aplicarme cremas suavizantes, y a vestirme como mujer mientras estábamos en la casa, y por las noches debía dormir con medias panty, para darle gusto a mi esposa.

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