Somos Felices Las Tres Capitulo 21

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Erika castiga a Nuria y planean feminizacion del esposo.
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Parte 21 de la serie de 37 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 09/24/2020
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Después de un buen rato. Erika se deslizó del cuerpo de su mujer y se sentó en la cama, diciéndole a Nuria,

- Vente, vamos al baño que necesito hacer pipí.

- Si, mi ama. Te acompaño.

- Ahora, mientras me siento para mear, tú arrodillate frente a mí, y no dejes de mirarme a los ojos

- Si mi ama

- De ahora en adelante, cada vez que yo necesite usar el baño vendrás conmigo y adoptarás la misma posición que tienes ahora.

- Si mi ama

- Bueno, ya terminé. Ahora toma un trozo de papel higiénico y sécame.

- Si, mi ama

- Listo. Me encanta la forma tan delicada en la que has hecho tu labor. Hazlo siempre de esta forma, mi negrita. Ahora ven conmigo al sofa, que quiero darte tu primer castigo. Trae el cinturón que dejé sobre la mesa.

- Si, mi ama.

- Yo me sentaré aquí, y quiero que tu te acuestes sobre mis piernas. Apoya tu vientre sobre mi regazo, para poder darte mejor las nalgadas que quiero darte. Ese culo tan suculento tuyo es demasiado tentador y de verdad quiero ver como reacciona al castigo que te voy a dar, primero con las manos y después con ese cinturón.

Erika comenzó a darle nalgadas a su hembra, primero suavemente y la intensidad y frecuencia de sus golpes fueron creciendo. De vez en cuando paraba, para sobar aquellas nalgas tan apetitosas, las apretaba entre sus dedos, para reanudar el castigo. Cuando sintió que sus manos estaban cansándose y adoloridas tomó el cinturón, el cual dobló y antes de comenzar a golpear aquel trasero que ya estaba ligeramente enrojecido le dijo a Nuria que fuese contando los golpes, pues quería medir hasta cuantos golpes podía resistir hasta que se escuchase el primer ¡ay!. Esto ocurrió a la cuenta de 23, y ya se podía notar sobre la superficie de aquella piel que tanto le cautivaba el trazado de algunas líneas entrecruzadas producidas por los bordes de la correa. Nuria gritó su queja y lamento y Erika agregó dos golpes más para completar los primeros 25 correazos. Nuria gemía de dolor y algunas lágrimas brotaban de sus ojos por el dolor, que soportaba estoicamente.

En eso, se abrió la puerta, y era Belkis trayendo la comida, tal como habían acordado un par de horas antes. Nuria sintió una gran vergüenza de ser vista en aquella postura y con evidentes signos de haber recibido un doloroso y humillante castigo.

- Hola Belkis. Gracias por venir y traer nuestra cena.

- Hola Erika. Veo que te estás divirtiendo con tu muñeca morena.

- Si. Nunca había hecho esto. Bueno en realidad nunca había hecho nada de lo que hemos hecho esta noche.

- ¡UUUY! Pero si le has dejado marcado el culito a tu hembra... pobrecita... ¡jaja!

- ¿Te gustaría ayudarme a castigarla un poco más?

- Claro que me gustaría... se ve tan suculenta. Me encantaría mucho, pero no esta noche. Quiero respetar que se trata de algo muy íntimo entre ustedes dos. Es vuestra noche de bodas.

- Bueno, será en otra oportunidad.

- Si. De hecho, me gustaría que me la prestaras una noche para yo divertirme con ella.

- ¿Tienes experiencia con esto?

- Si. Lo he hecho desde hace mucho tiempo y tengo algunas chicas que se ofrecen para que yo las castigue y las use. Algunas veces hasta me sirven de ayudantes. Tengo mi propio harén de jovencitas que son muy obedientes y uso a mi conveniencia y placer.

- ¿en serio? No me imaginaba que te gustasen las mujeres

- me gustan las mujeres pero no en plan romántico, como ustedes, sino en plan de usarlas y hacerles sentir humillación y dolor. Disfruto mucho el saberme dueña de ellas y ellas me sirven con entusiasmo y hasta amor.

- Entonces me podrás enseñar algunas cosas.

- Claro que si, Erika. La primera cosa que debes aprender es nunca golpear por encima de la raja del culo. Podría afectar nervios importantes e incluso los riñones. Debes concentrar tus golpes a las nalgas y la parte superior de los muslos..

- O sea, por toda esta área...

- exacto. Y los puntos en los que el dolor es más acentuado están en la parte baja de las nalgas, donde se produce el pliegue con el muslo.

- ¿aquí?

- si, allí mismo. Y también es muy doloroso en la cara interior de los muslos.

- Pero es que en esta posición se me hace muy difícil golpera allí.

- Si. Por eso te voy a enseñar una posición más conveniente. Esclava, ¡ponte en pie!

Nuria había estado escuchando aquella conversación completamente avergonzada y humillada, pues hablaban ignorando su presencia. Y ahora aquella extraña le hablaba en aquel tono imperativo y para colmo la llamaba esclava. Pero ella obedientemente hizo tal como se le acababa de ordenar.

- Ahora siéntate sobre tu ama, dándole la espalda, como cabalgando, con tus rodillas apoyadas en el asiento.

- Y yo, ¿qué debo hacer?

- Espera, Erika, deja que tu esclava se acomode como yo le he dicho.

Nuria se trepó al sofá, apoyando sus rodillas a cada lado de Erika, dándole la espalda, y esperaba más instrucciones de aquella visitante.

- Ahora dobla el cuerpo hacia las piernas de tu ama. Apoya tus manos en el suelo y te vas deslizando hasta que tus grandes tetas se apoyen contra las piernas de Erika.

- Y yo, ¿qué hago con mis piernas, las dejo juntas o las separo?

- Espera hasta que tu negrita esté apoyada en el piso con sus manos y las puedes abrir para que no tengas que cargar con su peso.

- Ahora veo mejor lo que tu querías. Desde este ángulo tengo sus dos nalgotas frente a mí, puedo ver sus dos orificios y sus muslos también están abiertos para que yo se los pueda castigar.

- Muy bien dicho. A esta posición la llamamos "la carretilla" y es mi favorita, pues puedo jugar por horas con mis víctimas.

- ¡Está buenísima! Por favor pásame la correa

- ¿Cuantos golpes le habías dado?

- veinticinco

- Bueno, dale ahora solamente otros 25, mientras yo me siento aquí para observar

Erika tomó la correa, la dobló y le dio tres golpes en cada nalga. Después decidió golpear en la cara anterior de los muslos, dando cinco golpes en cada uno. Nuria chillaba del dolor y quiso cambiar de posición, pero la mano izquierda de Erika empujó su cintura y la inmovilizó.

- Llevas 16. Trata de darle los restantes 9 más espaciados, pero más fuertes. Que sienta cómo crece el miedo ante el siguiente golpe. No le avises donde caerá cada golpe. El factor sorpresa aumenta la sensación de pánico que hace falta.

Nuria se sentía sumamente humillada. Cuando le había prometido sumisión y obediencia a Erika, jamás se imaginó que sería sometida a una situación tan vergonzosa como esta. Le daban ganas de arrepentirse y rebelarse, dejando todo hasta aquí. Más por respeto humano que por otro sentimiento, y sabiendo que solo faltarían 9 golpes más decidió morderse los labios y hacer un esfuerzo sobrehumano para que no se escuchase en aquel cuarto ni un solo quejido de su parte.

Erika lanzó el primer golpe sobre el muslo izquierdo. Belkis le hizo señas para que hciera el segundo contra la nalga izquierda. Después le indicó que lo repitiese sobre la misma nalga. Belkis marcaba el tiempo y el lugar. Mis mujeres ignoraban cuanto se demoraría y donde sería el siguiente golpe. Belkis disfrutaba el control que sobre ambas ejercía y el dolor que hacía padecer a Nuria. Para los dos últimos ya no aguantaba las ganas y rompiendo su promesa, le pidió a Erika la correa. Entonces, desde su posición de pie pudo darle un vigoroso y salvaje golpe a Nuria sobre el muslo derecho. Le hizo deñas a Erika para que separara las nalgas de Nuria y entonces lanzó un fuerte correazo en toda la raja que hizo chillar a Nuria por la sorpresa y el dolor agudo al haber sido castigada en una zona tan sensible de su cuerpo.

Erika también se sorprendió y le brotaron unas lágrimas de lástima por su mujer y agachando la cabeza y llenaba de besos aquel culo glroioso de su mujer y que tanto había tenido que sufrir. Belkis dijo

- Bueno, ya el castigo está completo. Esclava, levántate y sirve la mesa que vamos a comer.

- Si, señora. Y sobándose las nalgas se levantó y servía la comida mientras Erika no sabía que decir. Casi que se arrepentía por haber permitido que Belkis castigara a su pequeña hembra. No estaba preparada para verla llorar de dolor después de aquellos últimos dos correazos. Belkis mientras tanto fue al baño. Erika se acercó a Nuria y abrazándola le dijo

- Estoy muy orgullosa de tí. Has demostrado control y soportado más de lo que me hubiese imaginado.

- Para mí no ha sido fácil, mi vida. Lo he soportado sólo para ofrecerte mi muestra de amor de esa manera, pensando que te haría feliz.

- Y así ha sido, mi negrita. Perdona si ha sido demasado para tí.

- No tengo nada que perdonar. Tu eres mi dueña y tienes derecho a usarme como mejor te plazca.

- Si, pero también te prometí que te protegería.

- Yo no me he sentido en peligro, mi dueña y señora. Es más, si algún día quieres volver a vivir la experiencia, no tienes ni que consultarlo conmigo. Yo te he dado ese poder y autoridad sobre mi. Lo hago porque te amo.

- Yo también te amo, mi vida. Eres lo más adorable que he tenido en mi vida. Te quiero muchísimo.

- Me siento cada vez más tuya.

- Es que hoy te he hecho mi mujer.

- ¡si! Y del modo más delicioso posible. Quiero devolverte tus caricias.

- Ahora más tarde, después de comer, quiero que me hagas el amor.

- ¡Ay! ¡qué rico! Te voy a comer...

- Si... eso mismo deseo, que me comas.

Cuando Belkis regresó del baño, se sentaron en la mesa, pero Nuria esperó a que Erika se sentara para preguntarle,

- ¿me puedo sentar sobre tu regazo?

- Claro, mi vida. Ven aquí, siéntate sobre mí.

- Gracias mi ama.

- Me encanta mi vida, además puedo sentir contra mi muslo la humedad que brota de tu preciosa cuquita... y tú Belkis, ¿cómo lo estás pasando?

- Bien, Erika. Me siento como si las conociera desde siempre.

- Si. Se nota. Por cierto, quiero pedirte que cuando te dirijas a Nuria, no la llames "esclava" sino por su nombre

- Está bien así será

- Gracias. Por lo menos hoy, que estamos celebrando nuestra unión. Si algún día decidimos que te la preste para que la uses y castigues, allí podrás llamarla como quieras, pero por favor esta noche no.

- No hay problema... no te imaginas lo bellas que se ven así las dos desnudas compartiendo conmigo la comida. Ese contraste entre las dos pieles es tan maravilloso. También la voluptuosidad de Nuria contrasta con tu esbeltez... ¡que bello!

- ¿Te tienes que ir pronto?

- No. No tengo ninguna obligación de llegar temprano, pues vivo sola.

- Que bueno, porque quisiera pedirte un favor. El esposo de Nuria está en su casa y debe estar ansioso por saber lo que estamos viviendo, y quiero sorprenderle con una transmisión en vivo cuando Nuria me haga el amor dentro de un rato.

- Claro que si. Me dará mucho placer. Por cierto, noté que hablaban de él llamándolo Claudia. ¿Por qué?

- Es que nos ha dado permiso para feminizarlo y hemos cambiado su nombre de Claudio a Claudia

- Ahora entiendo. Y ¿qué han hecho para hacerlo una mujer?

- Nuria, cuéntale tú.

Entonces Nuria describió todo lo que tanto Erika como ella me habían ido haciendo para despertar en mí el deseo de transformarme en una mujer.

- Que interesante. Y ¿han pensado en darle hormonas?

- La verdad es que nunca lo hemos considerado. Solo pensabamos vestirlo de mujer.

- Pero es que si quieren algo más efectivo, las hormonas le harán crecer pechos, le cambiarán la voz y su piel se hará más femenina. ¿Quieren ustedes esto como una diversión o de verdad quieren hacerlo una mujer?

- ¿Qué dices tú, Nuria? Tu eres su esposa

- Creo que me gustaría y a Claudia también. Por suerte no tuvimos hijos y esa transformación serviría solo para unirnos aún más.

- Y a mí con ustedes dos. Recuerda que desde esta noche somos un matrimonio de tres... ¡tres mujeres!

- Yo les pregunté porque mi hermano ya recorrió ese camino

- Cuéntanos, Belkis.

- El siempre fue muy delicado y en su adolescencia me confesó que quería ser mujer. Yo le guardé el secreto y lo apoyé. Le daba de mi ropa y después lo acompañaba a comprar conmigo. El vivía su feminidad solo conmigo. Cuando nos independizamos, nos mudamos aparte y me pidió que lo llevara a un médico para un tratamiento de hormonas. Yo lo apoyé, y así fue como comenzó a cambiar para siempre. Hoy es toda una mujer. Le crecieron los senos y es muy atractiva. Hasta tuvo marido. Un amigo se enamoró de ella y formaron una pareja, hasta que se les acabó el amor. Ahora vive sola. Se llama Yajaira.

- ¡Qué interesante! Nuria, cuando hables con Claudia para preguntarle si quiere ir por ese camino, podría invitar a Yajaira para que le explique todo, si a tí, Belkis te parece bien.

- Por supuesto. Yajaira es muy simpática y amigable. Ya la conocerán.

- Seguro que sí. Bueno, ya hemos comido y es hora de que esta negrita sabrosa me coma a mí. Vente mi vida, vamos a la cama.

- Si, mi ama

- Pero antes llama a Claudia por Facetime, para que nos pueda ver.

Cuando Nuria me llamó se sorprendió de verme sin barba

- ¡Wow! ¡ni te reconocía! Jamás te habí visto sin barba... es increible cómo cambia una cara

- Déjame ver, Nuria

- Si, mirala, Erika

- ¡Claudia! Que bella luces ahora... Mañana te vamos a maquillar para realzar la belleza de tus rasgos

- ¿Verdad que se ve bella, Erika?

- Si. Es muy atractiva. Claudia, te has ganado un premio. En unos minutos nuestra mujer me va a hacer el amor y lo podrás ver todo. Ponte cómoda para que te hagas la paja bien rico mientras nosotras jugamos en la cama.

- ¡que buena noticia! No me lo esperaba... y quise quitarme la barba para darles la sorpresa mañana cuando regresaran. Me siento distinta, más femenina.

- Mi amor, tenemos algo bueno que contarte y que tal vez te guste saber

- ¿De qué se trata?

- Es algo que Erika y yo discutiremos contigo mañana, pero me tiene muy excitada. Es acerca de nuestro plan para feminizarte.

- Me muero de las ganas de saber de qué se trata.

- Yo también de decirtelo todo, pero mejor esperemos. Sé que te va a gustar mucho.

- Bueno Nuria, ven a la cama que te estoy esperando.

- Allí voy, mi ama. Toma Belkis, te encargo mi teléfono para que nos muestres teniendo esta bella relación sexual.

Yo me encontraba en shock. No esperaba esta llamada, ni siquiera imaginaba que las podría ver "haciéndolo". Y además la participación de una tercera persona, Belkis, quien se encargaria de apuntar la cámara para que yo no me perdiera ningún detalle del primer sexo lésbico de mi mujer... corrijo, de "nuestra" mujer.

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