Somos Felices Las Tres Capitulo 22

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Nuria le hace el amor a erika Parte 1 de 2.
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Parte 22 de la serie de 37 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 09/24/2020
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Erika se acomodó sobre la cama, en cuatro patas, y alzando el culo permitía que su mujer viera con todo detalle su culo y su cuca. Belkis aproximó el teléfono para mostrarme aquella cosa tan bella, antes que Nuria se ubicara detrás de ella para comenzar a hacerle el amor con su boca. Yo pude ver cómo la cámara se retiraba y aparecía la cabeza de Nuria, quien pegó su cara a aquella canal tan perfecta entre las nalgas de nuestra Dueña y Señora. Belkis se movió a un lado y me dejó ver cómo la nariz de Nuria estaba hundida entre las nalgas de Erika, apoyada contra su ano, y pude ver cómo su lengua comenzaba a lamerle la cuca desde arriba a abajo, generando los primeros gemidos de Erika, quien comenzó a mecer su culo suavemente, para facilitar un contacto mejor entre la lengua de su mujer y la cuca que iba a ser servida en los próximos minutos.

Nuria quiso comenzar a dar largos y lentos lenguazos a todo lo largo de la cuca de Erika, y pudo sentir cómo la humedad que se escondía entre los labios llegaba hasta las papilas de su lengua a medida que la acción de lamerla hacía presión sobre aquellos labios que fueron separándose más y más. Aquella era una nueva sensación para Nuria pues jamás en su vida su lengua se había posado sobre unos genitales femeninos, ni mucho menos tan libres de vellos como aquellos que se le ofrecían tan abiertamente.

A medida que la acción se prolongaba, la excitación de ambas crecía, y ahora los gemidos de Erika eran lo único que se escuchaba en aquella habitación. Debido a la posición que habían adoptado, no era tan fácil llegar y mantenerse en el área del clítoris, por lo que Nuria decidió esperar para más tarde dedicarse a la adoración oral de aquel botoncito minúsculo pero tan sensible de su ama. Por ello, ahora su lengua fue siendo más osada y buscó sentir la abertura desde la cual manaba aquel jugo tan sutil e íntimo de la mujer que amaba.

Cuando pudo palpar con la punta de su lengua el orificio vaginal, Erika reaccionó y de modo involuntario sus músculos se relajaron y Nuria pudo sentir aquella especie de espasmo muscular que aprovechó para hundir su lengua, ahora rígida, en el pozo de amor de su mujer. Erika se quedó quieta, esperando a ver qué tan profundo podría su mujer enterrar aquella lengua, y se relajó lo más posible. Nuria podía sentir que su lengua penetraba un par de centímetros más y palpaba los tejidos carnosos y muy tibios del interior de aquella vagina que se convertiría desde esa noche en la mayor fuerza de atracción obsesiva.

Nuria sentía que le estaba dando a su dueña lo mejor de sí, y hubiese querido tener una lengua más larga para hundirla aún más en aquella cavidad tierna y suave. Mientras tanto, trataba de girar la lengua, tratando de reconocer su interior a través de las papilas sensoriales de la misma. Con sus ojos cerrados, sentía como que podía ver el interior de aquel adorable tunel, del cual ahora manaba un caudal dulce y viscoso que pasaba directamente a su boca y al mezclarse con su propia saliva tragaba con pasión desbordada y amor. Se sentía ahora más entregada a la hembra que sería no solo su mujer sino su dueña y señora. ¡Que emocionada se sentía!

Obviamente, Erika no era indiferente ante aquellas caricias y pude ver en la pantalla de mi teléfono cómo su pelvis comenzó una especie de danza ondulante al mismo tiempo que sus gemidos ya no eran un murmullo, sino descarados alaridos que aumentaban nuestra excitación. No sé qué hizo Nuria, pero de repente Erika comenzó a temblar, y en medio de sus convulsiones se desplomó sobre la cama, despegándose de la boca de Nuria. Esta no se quedó tranquila, y mientras observaba las convulsiones de su ama acostada boca abajo sobre la cama, se lanzó al ataque de aquel culito y separando sus nalgas, comenzó a lamerle el ano. Erika quiso impedirlo, poniendo su mano sobre la cabeza de Nuria, queriendo apartarla, pero Nuria ignoraba aquel esfuerzo, y gemía con fuerza en su esfuerzo por entrar dentro de las nalgas de su mujer. Erika se entregó, dejandose lamer el culito, en una actitud pasiva y rendida ante las caricias que la lengua de su hembra le daban en un rincón que jamás en su vida había sido besado ni lamido de aquella manera. Era una primera experiencia para ambas y tomé debida nota, para imitar aquel acto de sumisión con mis dos mujeres. Me prometí ofrecerles a ellas mi boca y mi lengua para que la usaran para este tipo de caricias.

Erika comenzó a ondular su cuerpo de nuevo. Un nuevo orgasmo se estaba gestando, gracias a las lamidas de culo que Nuria estaba dando sin descanso y con un frenesí apasionado, lleno de todo el amor que sentía por aquella hembra tan bella que la había seducido al amor lésbico que jamás había conocido y que ahora se arrepentía de no haberlo probado antes en su vida. Erika arqueó su espalda, se puso muy rigida y dando un alarido gutural, gimió como una leona mientras mantenía la postura para disfrutar más al máximo aquel orgasmo tan único y que jamás olvidaría... su primer orgasmo anal, y no por una penetración sino por una lengua de la única hembra que había logrado cautivar su corazón.

Para mí, que veía en la pantalla de mi teléfono las excelentes tomas que Belkis hacía con el teléfono de Nuria, era un espectáculo bellísimo. Las dos mujeres más cercanas a mí, amándose de aquella forma. Ni la más excitante de las películas de tema lésbico, de las muchas que había visto, se comparaba a aquello tan bello que me estaban mostrando.

Erika se dejó caer sobre la cama y Nuria se acostó encima de ella. Erika podía sentir el espeso mechón de vellos contra sus nalgas y los dardos de los pezones de Nuria clavados contra su espalda, mientras jadeaba y su respiración se iba haciendo más pausada al mismo tiempo que Nuria murmuraba palabras de amor en su oído, que ni Belkis ni yo podíamos escuchar. Sólo podíamos ver las sonrisas de Erika al escuchar lo que deben haber sido las más tiernas palabras de amor que habría escuchado tras experimentar un orgasmo tan especial para ambas.

Así permanecieron un buen rato, y de pronto el teléfono se viró y me mostró el rostro de Belkis, quien mientras caminaba, alejándose de la cama, para darle a aquel par de hembras enamoradas la intimidad que necesitaban, me dijo.

- Bueno Claudia, creo que has visto suficiente. Ellas seguirán haciendose el amor pero ni tu ni yo las veremos. Que tengas muy buenas noches y un feliz pajazo.

- Buenas noches, Belkis. Gracias por este regalo inesperado.

- De nada, muñeca... lo he disfrutado mucho... estoy mojadísima.

- Yo también, Belkis. Has hecho muy buen trabajo con la cámara. No creo haberme perdido nada.

- Lo único que no pudiste ver fueron cómo mis dedos me hicieron feliz a mí.

- ¡jajá! Imaginaba que no podías ser de piedra ante algo tan bello y excitante

- si... fue muy bello y mejor de lo que esperaba. Nos veremos muy pronto... tenemos una conversación pendiente.

- así será, amiga. Gracias de nuevo.

- de nada, muñeca. Buenas noches.,

Tras apagar la llamada de televideo Belkis regresó a la cama donde aquellas dos hembras ahora se besaban con locura. Se sentó en la cama, esperando que le dieran chance de hablar, no quería interrumpirlas. Al rato, Erika abrió los ojos y viendo a Belkis a su lado, dejó la boca de Nuria para hablarle:

- Gracias Belkis. Espero que Claudia haya disfrutado el show.

- Me dijo que estaba muy contenta, agradecida y excitada. Seguro ahora mismo se está haciendo la paja.

- Si, seguro

- Me tengo que ir. Gracias por permitirme ser parte de esto tan íntimo para ustedes.

- Belkis, quisiera pedirte un favor... mañana, cuando llegues a trabajar, ¿nos podrías subir el desayuno? Y también quisiera que me traigas una rasuradora y crema de afeitar, para poner más bella la cuquita de mi negrita.

- De acuerdo. Mañana me toca comenzar a las 10. Yo vendré como una hora más temprano, para desayunar con ustedes... y ayudarte con lo de la rasurada a Nuria.

- Me parece una muy buena idea. Pero mejor ven como a las ocho, para que disfrutemos tu compañía por más tiempo.

- Así será. Recuerda que tengo llave, así que no tocaré la puerta, sino que abriré y entraré.

- ¡Excelente! Gracias por todo Belkis. Hasta mañana.

- Hasta mañana... que gocen mucho esta noche... después me cuentan...

Después que Belkis cerrara la puerta tras salir, Erika se levantó de la cama y le pidió a Nuria que la acompañara al baño, para orinar. Nuria también sentía deseos y se lo dijo a nuestra Dueña y Señora, quien le cedió el lugar, para que lo hiciera primero. Erika se arrodilló delante de Nuria, apoyando sus brazos cruzados sobre las rodillas de Nuria, a quien le costaba relajarse. Jamás en su vida había orinado en presencia de alguien, y mucho menos, tan cerca. Erika se hizo la loca y le daba conversación, para distraerla, hasta que se pudo escuchar el ruido del chorro cayendo sobre el agua del inodoro. Entre ambas se estableció una enorme sonrisa, de complicidad.

Después de terminar, Erika haló una tira de papel higiénico y Nuria creyó que Erika la secaría, pero se la dio a Nuria, para que que ella misma se limpiara. Después de eso, cambiaron de posición. Esta vez Erika abrió sus piernas mientras Nuria de rodillas ante ella, podía ver cómo de entre los labios de su amante salía disparado el chorro del líquido dorado. Cuando éste dejó de salir, Nuria, diligentemente tomó papel higiénico y secó los labios de la cuquita bella de su mujer. Erika tomó de la mano a Nuria y la llevó a la cama. Al recostarse Nuria le pidió a Erika,

- mi Señora, me gustaría estudiar cada detalle de tu cuerpo... ¿me dejarías?

- Claro, mi vida. Ven aquí, yo me quedo quieta y puedes tocar, halar, inspeccionar cualquier rincón de mi cuerpo. Me parece algo muy sensual.

- Déjame comenzar por tu bellísmo rostro, mi vida. Me encantan tus cejas, tan perfectamente delineadas, y los párpados, tan redonditos y abultados... ¡me enloquecen!... mira que naricita tan cuchi tienes, respingada, pequeñita y con unos hoyitos tan pequeños... ¿cómo haces para respirar, mi vida? Jaja.. y estos labios, tan diferentes a los míos... son delgaditos, pero tan perfectos y sensuales... tu barbilla también me enloquece mi vida, mira qué sexy ese hoyito que se te forma al sonreir... ¡eres bellísima, mi vida!

- Eres una exagerada, mi amor...

- No... eres la mujer más bella, y soy tuya... ¡qué suerte la mía!... y mira este cuello tan alargado, elegante y sensual... déjame besártelo, mi vida...

- mmmmmmmmmm qué rico se siente... besa mi axila también

- Si, mi vida... es tan lisa, tan suave al contacto... que bella es, como todo lo tuyo, mi hembra

- mmmmmmmmmm sigue, no pares, pasa tu lengua y dame pequeños mordiscos, con cariño, que esa zona es muy erógena...

- Me parece increible que sea tan perfecta... quisiera que me hagan el mismo tratamiento que te hicieron a ti, para dejar esta piel tan perfecta.

- Tengo planes para ti, mi amor. Ya te diré lo que vamos a hacer con esa parte de tu cuerpo... pero sigue, no pares, que me excita mucho que me hagas el amor con tu boca allí debajo de mi brazo.

Nuria se dedió por un largo rato a lamer, besar, chupar y arrastrar sus dientes contra aquella piel tan tersa y a la que pocas personas prestamos atención. Después de varios minutos de este juego sensual, Nuria decidió continuar con la exploración del cuerpo de nuestra mujer,

- Y voy ahora por esos pechitos tan distintos a los míos y que me parecen una obra de arte. Me encanta apretártelos como estoy haciéndolo ahora. Se sienten duritos, no carnosos como los míos. ¡Cómo te envidio, mi vida!

- y yo envidio los tuyos, mi amor. Quisiera tenerlos tan grandes como los tuyos.

- pero no podrían ser tan perfectos como estas dos teticas tan bellas. Y ni qué decir de tus pezoncitos. Tan rosados, y pequeñitos. No están brotados como los míos, pero ahora te los voy a lamer y chupar para que se te paren...

Nuria besaba aquel par de pechos, chupaba su piel, y se movía a cada pezón, para literalmente hacerle el amor. Los envolvía con su lengua, los agitaba moviendo la lengua como un pequeño látigo carnoso, para entonces besarlos, y cubrir con su boca completamente abierta la mayor parte del seno, para luego dejar resbalar sus labios hasta que solo el pezón quedaba oprimido entre sus labios. Los apretaba lo más que podía, para después sorprender a Erika con un leve mordisco. Este ritual se repetía del pecho izquierdo al derecho, del derecho al izquierdo, de modo interminable.

No se podría decir quien de las dos estaba disfrutándolo más. Lo cierto es que era un momento muy bello, en el que ambas se amaban y disfrutaban la entrega que se estaban dando la una a la otra en aquella noche tan especial. Nuria comenzó a succionar con fuerza cada pezón, hasta lograr que sobresalieran más de lo normal, llegando a erguirse como pocas veces Erika había podido verlos. Su grado de excitación era tal que sus pezones se habían llenado de sangre y estaban enrojecidos tanto desde adentro como por fuera, por las caricias de su hembra, quien sintió que debía chuparlos con mayor fuerza, y sellando su boca contra aquel pecho, succionaba con fuerza, casi que con violencia. Erika ya no podía contenerse más...

- mmmmmmmm. No pares, sigue, mi amor. Qué rico cuando me chupas con fuerza... ¡así! ¡coño, que delicioso eso que me estás haciendo, mi amor!... no pares, no pares, no pareeeeeees!

Erika jamás en su vida había alcanzado un orgasmo por excitación de sus pechos, y Nuria lo acababa de lograr. Para ambas resultó una sorpresa, y Nuria se irguió, arrodillada al lado de su hembra, contemplando en silencio su belleza y los temblores que de manera incontrolada su cuerpo experimentaba. Con sus ojos cerrados Erika disfrutaba aquel orgasmo tan romántico y lleno de amor. Nuria pensaba al mirar a su Dueña y Señora que sin duda alguna, aquella sería la mujer de su vida. Una relación estaba naciendo que le haría sumamente feliz. Se sentía en las nubes, llena de gozo. Quería pertenecer a aquella hembra que yacía ante ella, y a quien había procurado un bellísimo orgasmo, uno de los miles que se prometió provocar a la única mujer que en su vida había contemplado sexualmente. Estaba enamorándose como una chiquilla de aquella hembra tan bella, tan blanca, tan perfecta y que había sabido seducirla e introducirla en el amor lésbico que desde ahora sería lo más importante en su vida. Más que su propio matrimonio con Claudia.

Después de un rato, cuando Erika ya había saboreado en silencio aquel orgasmo y su respiración se había normalizado de nuevo, Nuria se atrevió a inclinarse de nuevo sobre el cuerpo de su hembra, y apoyando su rostro contra el vientre, besaba aquella piel tan rubia y perfecta. Su pequeños besos se convirtieron en caricias con su lengua y chupadas de la piel a medida que iba haciendo su recorrido hacia el sur, hacia aquel centro de la sexo de la hembra que sería su dueña y señora.

Al llegar al ombligo, su lengua juguetona se entretuvo en una caricia sensual, tratando de penetrar y hundir su lengua lo más dentro posible. Aquella caricia hacía que Erika ondulara su cuerpo, en respuesta a las sensaciones que por debajo de su piel, en las profundidades de su vientre, provocaban ligeros espasmos y estimulaban una secreción abundante de deliciosos fluidos vaginales cristalinos que comenzaban a inundar el espacio entre los labios de su vulva, algo que la lengua de Nuria habría de comprobar muy pronto.

Lentamente Nuria fue besando el vientre de su hembra, saboreando su piel, chupando a veces, más que besando, y lamiendo cada centímetro a su paso. Sentía una gran emoción pues por primera vez en su vida sus labios se posarían sobre la cuca de una mujer. Y no se trataba de cualquier mujer, sino de la suya, por la cual estaba sintiendo un amor impensable tan solo un mes atrás. Ahora deseaba hacer feliz a su hembra y al mismo tiempo, recrearse con el contacto para el que faltaban apenas segundos y que tanto había soñado hacer durante esa semana previa de preparación a esta noche de bodas que tan gratos recuerdos estaba dejando para mis dos mujeres.

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