Somos Felices Las Tres Capitulo 25

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Erika y Nuria duermen juntas y Belkis las visita al amanecer.
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Parte 25 de la serie de 37 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 09/24/2020
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... Erika se deleitaba ante la maravillosa sensación del contacto de la piel de su hembra y sonreía para sí al repasar todo lo que había logrado disfrutar en una sola noche de placer. Los duros pezones puntiagudos que rozaban su espalda y la mata de pelos que podia sentir contra sus nalgas coronaban su satisfacción. Después de un besito de buenas noches ambas mujeres entraron en corto tiempo en un dulce y muy profundo sueño. El desgaste físico y emocional de aquel día facilitó que ambas hembras durmiesen plácidamente por varias horas...

Después de haber dormido algunas horas, Erika necesitaba cambiar de posición en la cama, y darse vuelta para apoyar su cuerpo sobre el costado izquierdo esta vez, Nuria también hizo lo mismo. De esta forma ahora yacían sobre sus lados izquierdos, con Nuria ofreciendo su espalda a Erika, quien se pegó al cuerpo de su mujer, y con su mano derecha sujetó la teta derecha de Nuria. Mientras aún se mantenían ligeramente despiertas, los dedos de Erika jugueteaban con el pezón sin que ello significara una invitación a iniciar una nueva sesión de caricias y sexo. Era simplemente una manera de relajarse lo suficiente como para volver a conciliar el sueño. Y aquel dedo se movía y movía en todas direcciones, fascinada por la rigidez y prolongación de aquella punta de carne que coronaba la teta de su amor.

Sin embargo, era imposible que Nuria se relajara lo suficiente como para volver a dormir al recibir aquella caricia, que aunque tenue, generaba excitación, la cual podía comprobar con la humedad que empezaba a sentir entre sus piernas. Erika tampoco lograba dormirse tan pronto como esperaba y deseaba, mientras seguía jugando con aquel cautivante apéndice de carne tan diferente a los suyos.

Entonces Erika separó su mano de la suculenta teta derecha de su sierva y la deslizó hacia sus nalgas, acariciándolas muy lentamente, recorriendo cada centímetro cuadrado de la misma. Sentía la tentación de pellizcarla, pero prefirió seguir acariciando la suave piel de aquel lugar tan magnífico de la anatomía de su mujer. Lentamente, y sin haberlo planeado su dedo encontró la raja que separa ambas nalgas y allí se entretuvo, deslizándolo de arriba a abajo y de abajo a arriba, en una interminable caricia que pasaba por encima del ano y seguía de largo, sin detenerse en aquel orificio aunque ahora le pertenecía en carácter de exclusividad. En eso estuvieron bastantes minutos, pero en un momento dado, y sin haberlo planeado, ese dedo se deslizó un poco más lejos y pudo sentir la abundancia de secreciones que habían estado manando de la vagina de su mujer todo ese tiempo. Aunque fue una sorpresa, no le extrañó pues ella también sentía humedad entre sus labios vaginales.

Erika hizo girar su dedo en medio de aquel líquido viscoso y tras haber recogido una cierta cantidad de aquel lubricante natural, subió su mano unos pcos centímetros hasta que su dedo, impregnado de los jugos sexuales de Nuria estaba listo para penetrar su culito. Erika susurró en el oído de Nuria una orden, para que se separara las nalgas con las manos y así tener mejor acceso al orificio que iba a penetrar con su dedo. Lentamente Erika apoyó su dedo contra el ojete de su mujer y comenzó a frotar muy delicadamente aquella abertura, y cuando sintió que Nuria ya había relajado sus músculos, hundió su dedo hasta la tercera falange, pasando muy rápidamente más allá del esfínter.

Erika acomodó su cuerpo y su mano al mismo tiempo que le pidió a Nuria que ya podía soltar sus nalgas. Erika pudo sentir cómo esos dos deliciosos globos de carne comprimían su mano y atrapaban su dedo,hundido en el recto de su mujer. No quiso moverlo ni convertir aquel dulce momento de intimidad en el inicio de un nuevo acto sexual, por lo que ambas, lentamente y sin darse cuenta cayeron en los brazos del dios del sueño. Erika, apoyando su cuerpo contra la espalda de Nuria y ésta con un dedo enterrado profundamente en su culito, pensando que jamás había dormido con algo metido dentro de su culo, mucho menos un dedo, y que por primera vez en todos sus años de casada, era la primera noche en que no dormía conmigo.

Era sin duda, una noche singular, irrepetible e inolvidable. A esa misma hora yo me masturbaba mientras veía un video porno de tema lésbico, interracial, imaginando que una escena similar ocurría entre mi mujer y mi dueña. Además, por primera vez yo mismo me había metido en el culo un objeto, en este caso una zanahoria que había sacado del refrigerador. Tuve un orgasmo explosivo, como pocos. Al rato, también caí rendido, envuelto mi cuerpo entre una dormilona de seda y por supuesto, medias panty y una pantaletica muy pequeña, que comprimía mi bichito, después de haber descargado mi leche, la que usé para brindar en honor a lo que estaba ocurriendo esa noche, tragué muy lentamente, aprendiendo a saborear su peculiar sabor.

Es obvio que en el transcurso del sueño, alguna o ambas mujeres se movieron, haciendo que el dedo de Erika se deslizara fuera del ano de Nuria. Cuando despuntó el sol por la mañana, y ambas despertaron, la mano de Erika reposaba encima de la cadera de su mujer, quien volteó su cara buscando besar a su dueña. La lengua de Nuria buscaba hambrienta la saliva de su amante y gemía de

ansiedad de entregarse con plena gratitud por todo lo que su dueña había planeado y ejecutado la noche anterior. Sentía que la amaba más todavía y quería entregarse sin restricciones a quien la había iniciado en un nuevo estilo de vida. Estaba dispuesta a todo, por su mujer, y así se lo confesó.

-Buenos días mi dueña. ¿Has dormido bien?

-Claro, mi negrita. El dulce contacto de tu morena piel y el ritmo de tu respiración fueron una excelente motivación para sentirme satisfecha y de ese modo disfrutar un dulce sueño.

-El primero de muchos que compartiremos, mi vida.

-Así es. Nos esperan muchas, muchísimas noches de sueño juntas, ahora que eres mi hembra, mi mujer, mi esclava.

-Eso mismo quería decirte. Te estoy tan agradecida que necesito confesarte algo que ya sabes, pero que te puedo decir sin tener mi mente afectada por la pasión. Ahora, que estoy en plena calma quiero declararte mi amor sin condiciones, mi vida. Y también declarar mi firme voluntad de someter mi voluntad a la tuya. Me emociona la idea de sentirme tuya, y que me subyugues de la forma en que desees y te produzca placer y gozo.

-Así sera, mi puta. Ayer te traté con cierta consideración, pero desde hoy te trataré con mayor dureza, como la perra que eres.

-Si, mi ama.

-No tienes ningún derecho a reclamar ni a quejarte. Además sólo podrás hablar cuando yo te lo permita. ¿Está claro, puta?

-Si mi dueña. Con todo respeto, ¿puede esta perra puta que te adora ir al baño?

-Anda, sucia ramera, que te acompañaré pues yo también tengo ganas.

-Es que me da mucha vergüenza, pues no es solo para orinar, mi ama

-Entonces ve tu sola, y cuando hayas terminado de cagar me llamas.

Nuria fue al baño, y descargó su vientre, como era su costumbre desde hacía ya varios años. Desde que nos casamos, yo comprendí esa necesidad de mi mujer y aprendí a respetar ese momento tan personal como íntimo, al mismo tiempo que admiraba esa capacidad de ser tan regular para atender esa necesidad fisiológica.

Después de haber terminado y limpiarse debidamente, llamó a su dueña y señora, quien entró al baño. Nuria esperaba de pie, en silencio, esperando instrucciones.

-¿Te has limpiado bien? Mira que ahora más tarde estaré tocando, besando y lamiendo ese culo tuyo, mi perrita.

-Si, mi ama. Después de terminar he usado una toalla mojada para eliminar cualquier rastro ofensivo para la mujer más bella del mundo y que adoro como mi dueña.

-Muy bien. Ahora, vuelve a sentarte, pero con las piernas abiertas.

-¿Así, mi ama?

-Si, pero mueve tu culo lo más atras posible, que me voy a sentar sobre tus piernas para orinar

-¿Quiere mi ama que la agarre para evitar que se caiga?

-Si. Buena idea, sujétame por la cintura. Me encanta sentir tus tetas de puta contra mis tiernos pechos. Ahora esperemos, hasta que me relaje un poco. Me excita saber que mi orina caliente va a caer sobre esa cuca peluda tuya, perra.

-Ahhhhh! Que rico se siente mi ama. Está supercaliente. Y qué forma tan extravagante de orinar. Me gustaría que lo repitas muchas veces, mi vida.

-Vamos ahora a la cama, putica

-¿No quieres que te limpie, mi vida?

-No. Simplemente limítate a obedecerme, puta. Ven a la cama que tengo algo que hacer contigo. Acuéstate boca arriba, a lo ancho de la cama.

Erika se montó arriba de su mujer, acercando su cuquita mojada a la boca de Nuria, quien enseguida entendió los planes de Erika, quien posó sus rodillas a cada lado de la cabeza de Nuria y dejó caer su cadera contra la boca de su esclava, quien comenzó a lamer, besar y a chupar la cuquita de su amor. Erika se fue excitando y comenzó a mecer su cuerpo para restregarse contra la boca de Nuria. A medida que la lengua de Nuria iba no sólo repasando el área genital (y anal) de su dueña, su movimiento se hacía cada vez más experto y eficiente para estimular a su mujer. Poco a poco fue descubriendo los puntos que más estimulaban a su hembra, como por ejemplo la boca de la vagina. Allí su lengua se aplanó contra ese orificio para lentamente irse doblando y poniéndose rígida como para penetrar quel túnel y de paso arrastrar ese fluido blanquecino que brotaba de las entrañas de la mujer que adoraba y deseaba servir, el cual saboreó antes de tragar.

Cuando Erika comenzó a sentir los primeros cosquilleos de un orgasmo, apretó sus piernas contra la cabeza de Nuria. Sus muslos oprimían los oídos y no podía ya escuchar los jadeos de su dueña, por lo que sólo podría confirmar un orgasmo cuando esa deliciosa cuquita comenzara a contraerse y con sus espasmos liberar los jugos sexuales cuyos sabores ya estaban comenzando a ser familiares a a la vez que adictivos.

Justo en ese momento se abrió la puerta del cuarto y Erika pudo ver que era Belkis, a quien le hizo un gesto de que guardara silencio. El orgasmo que iba a explotar se interrumpió, pero Erika sabía que muy pronto se vovería a disparar. Sabía que su esclava no habría sido capaz de escuchar la puerta y mucho menos detectar la presencia de una tercera persona en la habitación. Erika le hizo un gesto a Belkis, invitándola a jugar con sus dedos en la cuca de Nuria. Belkis hizo un gesto para indicar que primero se iba a lavar las manos, pues venía de la calle.

Mientras tanto, Erika se inclinó sobre el cuerpo de Nuria y tomando sus rodillas las elevó un poco. Nuria comprendió que su dueña quería que abriese las piernas, apoyando sus pies contra la cama. Erika entonces apoyó sus manos sobre las rodillas ahora alzadas justo cuando Belkis se acercaba al otro lado de la cama para comenzar a jugar con la cuca de Nuria.

Cuando Nuria sintió que la estaban tocando, su reacción de sorpresa fue enorme, y quiso dar un salto, pero Erika se lo impidió, haciendo mayor presión sobre las rodillas en las apoyó todo el peso de su cuerpo. Nuria no entendía lo que estaba ocurriendo, y se hacía mil preguntas, pues no entendía cómo era posible si sentía las manos de su dueña posadas sobre sus rodillas y al mismo tiempo algo o alguien la estaba tocando y acariciando en su cuca.

Erika apretó aún más sus rodillas contra las orejas de Nuria, bloqueando cualquier ruido o sonido, lo que hacía aún más difícil la situación. Nuria no podía ver nada que no fuesen las nalgas de su hembra y estaba sometida a una privación total del sentido del oído. Pero las manipulaciones de Belkis fueron progresivamente estimulando su sexo y lentamente se dejó hacer. Al fin y al cabo estaba en las manos de la mujer a quien había jurado total sumisión y sabía que nunca permitiría que le pasara algo malo. Decidió disfrutar lo que alguien le estaba haciendo y al mismo tiempo del placer que ella le estaba provocando a Erika, quien al contemplar lo que Belkis estaba haciendo se excitó todavía más y pudo sentir como estaba al borde de un gigantesco orgasmo.

Belkis gozaba la oportunidad de jugar con los pelos y los labios de Nuria al mismo tiempo que deslizaba sus dedos por la hendidura cada vez mejor lubricada. Llegado un momento decidió hundir un dedo de una mano mientras que con el pulgar de la otra comenzó a acariciar su prominente clítoris. No pasó mucho antes que un segundo dedo hiciese compañía al que venía ejecutando la penetración. En este punto ya la cadera de Nuria comenzaba a moverse involuntariamente, lo que excitó aún más a Belkis, quien quiso agregar un tercer dedo, lo cual no le resultó muy difícil, pese a lo estrecho del pasaje vaginal de Nuria. Nuria se sentía llena al estar siendo cogida por aquellos tres dedos de Belkis.

Erika contemplaba aquella escena, tratando de reprimir su propio orgasmo, pues necesitaba ver hasta donde podría ser capaz su hembra de admitir dedos dentro de su vagina. No tuvo que esperar mucho porque Belkis sacó los tres dedos, para unir los cuatro dígitos de su mano derecha y hundirlos de modo violento dentro del túnel sexual de Nuria, quien soltó un alarido, el cual sintió como una fuerte exhalación dentro de su propia cuquita. Esto resultó ya demasiado para Erika, quien comenzó a gemir y suspirar gracias al orgasmo que finalmente explotó, descargando en la boca de su hembra una marejada de secreciones que casi ahogaron a Nuria, quien además se deleitaba por la cogida que le estaban dando. Belkis reemplazó el pulgar que acariciaba el clítoris por el pulgar de la misma mano que la estaba penetrando. En una especie de pinza, los cuatro dedos dentro de la vagina de Nuria se doblaban hacia su punto G mientras el pulgar apretaba desde el exterior, sobre el clítoris de Nuria, quien comenzó a llorar. Era un llanto incontrolable, que jamás en su vida había expirementado al disfrutar un placer orgásmico. Belkis no suspendió sus esfuerzos y al primer orgasmo se le unió un segundo, casi sin pausa entre ambos. Erika trataba de mantenerse en su posición a pesar del gasto de energía experimentado por su reciente gran orgasmo, pero es que no podía dejar de contemplar aquel bello espectáculo de ver a su mujer siendo estimulada de un modo salvaje e implacable.

Los ojos de Belkis buscaron los de Erika y encontró en ellos un gesto de aprobación y de admiración por lo que estaba haciendo. Un leve movimiento de la cabeza de Erika sirvió de señal para que Belkis dejara de coger a Nuria con su mano. Esa mano salió de la vagina impregnada de un fluido espeso y blanquecino que Belkis quiso llevar a su boca, pero una carraspera de Erika le advirtió de no hacerlo, y Belkis entendió que debía ofrecer ese manjar a la dueña de la hembra que jadeaba bajo sus piernas. Erika chupó primero y después lamió lentamente los dedos de Belkis, saboreando y capturando hasta la más mínima gota de los jugos de Nuria.

Después de esto, se bajó de encima de Nuria, quien todavía jadeaba vigorosamente y pudo ver la autora de aquella travesura. ¡Claro! No podía ser otra sino Belkis. Ya había olvidado que la noche anterior habían planeado esta visita. Le brindó una enorme sonrisa de gratitud, pues sus labios aún eran incapaces de pronunciar palabra.

Erika bajó de la cama, para saludar a Belkis y cuando fue a darle un beso en la mejilla, se sorprendió cuando ella le puso la mano en la nuca y le estampó un fuerte beso en sus labios. Erika no lo esperaba, ni mucho menos Nuria. Era la primera vez que besaba a una mujer distinta a la suya, y por su parte Nuria sintió celos, por lo que se levantó de la cama, y acercándose a Belkis le preguntó,

-¿y a mí no me saludas?

-Claro, belleza, ven aquí

Belkis tomó la cara de Nuria entre sus manos y también le dio un beso en la boca, solo que esta vez forzó con su lengua los labios, para que los abriese y así meter su lengua. Eso también sorprendió a ambas mujeres, pero ninguna se ofendió ni se opuso. El beso de Belkis era profundo, y Nuria sintió que era una mujer muy experimentada en este tipo de besos, y se entregó, sin tener conciencia del tiempo, hasta que Erika las interrumpió tocándo sus hombros,

-Bueno, ¡ya está!... suficiente, suficiente, suficiente.

Los ojos de Nuria buscaron los de Belkis y entre ambas se disparó una mirada profunda. Ambas se sentían a gusto con lo que acababan de hacer. Entonces Belkis se dirigió a Erika,

-Perdona, amiga, pero es que tu hembra me atrae mucho, Esta tan rica y es tan bella y sensual. Me gusta mucho, y no me pude contener.

-Esta bien, no te preocupes. Solo recuerda que es mía y que yo soy su dueña.

-Jamás intentaría robártela, auqnue ganas no me faltan, porque es que es tan bella y está buenísima.

-Si, mi negrita esta bien buena... y sabe muy rico.

-Me imagino, aunque no me dejaste saborear sus jugos, ¡maluca!

-Ya lo harás algún día... ten paciencia. No he olvidado tu petición de que te la preste. Eso vendrá, pero todavía no, amiga.

-Ojalá sea pronto... es que verla así desnudita y tan frágil me excita mucho.

-Bueno, veo que has llegado con un maletín. ¿Qué has traido?

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