Somos Felices Las Tres Capitulo 27

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Belkis rasura a Nuria y también penetra a Erika.
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Parte 27 de la serie de 37 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 09/24/2020
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DEL CAPITULO ANTERIOR...

Erika terminó de cepillarse, y tras enjuagarse la boca le dijo a Nuria

- Ya has oído que Belkis se ha hecho la paja y ha acabado. Seguro que está super mojada. Quiero que la limpies con tu lengua.

- ¡oh! ¡qué sorpresa, Erika!, no imaginaba que ibas a compartirla conmigo y pedirle a tu muñeca que me sirviera. Ven acá, zorrita, mámame mi cuca hasta dejarla limpia.

- Si, Belkis. Haré lo que mi dueña me ha ordenado. Espero poder hacerlo bien.

- Claro que lo harás, porque de lo contrario te castigaremos. Ven, arrímate más. Yo me voy a separar los labios para que tu lengua llegue lo más adentro posible.

UFFFFF! ¡qué rico! No pares, sigue así.... perdóname Erika, pero creo que tu hembrita me va a hacer acabar.

- No hay nada que perdonar. Te lo debemos por lo mucho que nos estás ayudando. Mientras Nuria te chupa la cuca, yo voy a encargarme de tus tetas. Voy a chupártelas hasta que te duelan.

- AAAAHHHHHHH! ¡pero que rico es todo esto! Sigan, sigan par de putas, sigan, que ya estoy a punto.

- Quiero que acabes rico en la boca de mi negrita, anda, llena su boca con tus jugos sexuales.

- ¡SSSSSSSIIIIIIIIIII! ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡aaaaaaaaaaay! ¡aaaaaaggggggggghhhhhhhhh! Allí voy, zorrita, abre bien tu boca que me vengo. ¡ay! ¡ay! ¡aaaaayyyyyyyyyy!

- No te lo tragues todo, mi negrita, que quiero besarte, para descubrir a qué sabe Belkis. Ven, levántate y déjame besarte.

Belkis se apoyó contra el gabinete del lavamanos, jadeando, con las piernas temblorosas y débiles y con una gran sonrisa, mientras veía al par de amantes devorarse sus bocas con un beso aguado y sonoro, compartiendo salivas y sus propias secreciones orgásmicas.

Después de haberse recuperado, Belkis se acercó a las mujeres que seguían besándose y poniendo una de sus manos en cada uno de sus respectivos culos se les acercó para susurrarle,

- ¡Niñas! Paren ya, que tenemos una tarea que hacer.

- Cierto, Belkis, es hora de preparar a Nuria para su primera gran depilación.

- Si... puedes desatarla mientras yo preparo la ducha para que se lave antes de que la llevemos a la cama para hacerle una labor de jardinería a ese matorral que lleva entre las piernas.

- Ja ja... ya le voy quitando las cuerdas... ¿cómo te sientes, mi amor?

- Bien, mi vida, pero ya me empezaban a doler los brazos.

- Eso es para que me quieras mejor... tus dolores serán tu ofrenda de amor para mí, como lo has prometido.

- Si, mi dueña... todo es por tí, y para tí nada más.

- ¡Pero que románticas se han puesto este par de puticas! Vamos, Nuria, hora de lavarte en la ducha, que Erika y yo te esperaremos en la cama.

- Si, Belkis. Gracias

Belkis tomó un par de toallas grandes del baño, y dejó que corriera el agua caliente del lavamanos para usarla en la labor a la que se dedicaría, a petición de Erika. También tomó cuatro cuerdas y las depositó sobre la cama, junto al instrumental que había traído: Una afeitadora eléctrica a baterías, dos tijeras de peluquería, un peine, dos rasuradoras y un pote de crema de afeitar. Cuando Nuria salió del baño, Erika la tomó de la mano y de modo cariñoso le dijo,

- Ven, mi amor, que te vamos a poner más linda de lo que eres. Te quiero mucho, y me emociona saber que tu cuca va a lucir aún más bella. Belkis se encargará de hacerlo, porque ya tiene experiencia. Yo espero aprender, para seguir haciéndotelo. Ven acá, mi cielo, acuéstate boca arriba encima de esta toalla en el centro de la cama. Ahora, obedece en todo a Belkis.

- Si, mi ama. Yo también estoy muy contenta porque vas a dejar una marca en mi cuerpo, la primera de muchas, me imagino. Hagan conmigo lo que quieran.

- Esa es la actitud, mi amor. Belkis, tú estás ahora en control

- Gracias, Erika. Nuria, lleva tu mano izquierda hasta el tobillo izquierdo, para amarrarte allí. Y después haremos lo mismo con el lado derecho.

- Si, señora.

- Te pido que desde ahora no hables nada, a menos que te lo pida tu dueña. Es parte de tu entrenamiento como una putica sumisa.

Después que Belkis ató las manos a los tobillos, tomó otra cuerda y rodeó el codo, dándole un par de vueltas para asegurarla con un nudo. Con el resto de la misma cuerda, la pasó alrededor de la rodilla, forzando a pegar el codo contra la rodilla. Le dió tres vueltas para asegurar un amarre consistente, para finalizar con un nudo. Ahora el antebrazo de Nuria estaba completamente pegado a la pierna. Belkis repitió el mismo ejercicio con la otra pierna. Erika se admiraba de la destreza y lo fácil que resultó inmovilizar a su hembra con tan solo cuatro cuerdas pequeñas. Ahora contemplaba a una Nuria completamente indefensa, con las piernas abiertas, sin posibilidad de cerrarlas y de ese modo Belkis podría ejecutar mejor su trabajo para eliminar todo el vello indeseado de la parte inferior de la cuca de Nuria. Erika buscó su teléfono, para tomar varias fotos de Nuria, para comparar el "antes y el después" de lo que en los próximos minutos iba a ocurrir.

Belkis le pidió a Erika que se sentara sobre la cara de Nuria, para que mientras era rasurada pudiese dedicarse a darle placer con la lengua tanto en el ano como en la vagina, y al mismo tiempo bloquear su vista, para aumentar aún más su sensación de indefensión y vulnerabilidad. Erika no se hizo de rogar, y enseguida se acuclilló sobre el pecho de Nuria para después dejarse caer sobre su cara. Lo hizo con cuidado, para evitar sofocarla. Belkis le pidió que le sujetara los pies, para abrir aún más sus piernas y ella poder realizar mejor su labor. Nuria no podía ver lo que pasaba, ni siquiera a través del espejo en el techo, porque el culo de Erika le tapaba toda visión. Decidió cerrar sus ojos y disfrutar el momento de la manera más sumisos y mansa posible, al mismo tiempo que comenzó a llenar de besitos el ano y la cuquita de su mujer.

Belkis tomó la afeitadora y al encenderla Erika le dijo,

- No quiero que quites nada de pelo por encima del clítoris, ni siquiera el vello que crece en la parte superior de sus muslos, a los lados del pubis. Solo quiero que quede como un bebé desde el clítoris para abajo, en los labios y la zona anal.

- Entendido, Erika. Sé que te gusta mucho esa melena de arriba, que dejaré intacta.

Dicho esto, comenzó a pasar suavemente la afeitadora eléctrica a lo largo de cada uno de los labios mayores. Una cantidad abundante de vellos se fue depositando sobre la toalla. Belkis hurgó hasta entre los pliegues de los labios, para eliminar la mayor parte de los vellos más largos. Era impresionante la cantidad de vellos que con esta simple acción habían sido eliminados, permitiendo ver más facilmente los labios inflamados de Nuria, quien disfrutaba la excitación que le producía la vibración de la afeitadora. Erika le dijo a Blekis,

- No botes esos vellos, quiero conservarlos.

- Tú si que eres rara, pero ya he descubierto que eres una mujer con mucha imaginación, y te complaceré. Te los voy a guardar en una bolsita plástica.

Después de haber despejado toda la zona de los vellos más largos y abundantes, tomó el teléfono de Erika para tomar varias fotos. Ya la cuca de Nuria dejaba ver mucho mejor sus grandes labios y prometía una grata sorpresa para Erika cuando terminase tu trabajo con las rasuradoras. Fue al baño y trajo dos toallas pequeñas, empapadas con agua caliente. Colocó una de ellas sobre la cuca de Nuria mientras desempacaba las rasuradoras de su estuche y preparaba la crema de afeitar. Con esto suavizaba la piel que iba a ser afeitada. Retiró la toalla, la puso a un lado y comenzó a untar la crema de afeitar, asegurándose que no quedara ni un pliegue ignorado. Nuria reaccionaba dando pequeños saltos en la cama, especialmente cuando al untar la zona anal, y sin que Erika lo notara, su dedo se entretuvo un poquito más de lo necesario en el esfínter. Era obvio que esa zona era de alta sensibilidad y envidió a Erika por haber conquistado una hembra con la que podría jugar muchas travesuras anales en el futuro.

Cuando Belkis comenzó a pasar una primera vez la rasuradora, Erika inició una conversación,

- Me gustaría mucho saber tus planes con Iris

- Todavía no lo tengo claro, pero hoy se hicieron grandes avances en mi interés por seducirla, hacerla una lesbiana furibunda y sometida a mí, para mi goce personal.

- Es una niña muy tierna.

- Si, tiene tan solo 19 pero representa menos... no tiene casi senos y su contextura es pequeña y frágil. Después de seducirla, la voy a mantener depilada, como a todas mis mujeres, y va a parecer una niña pre-adolescente. Voy a entrenarla a que sea extremadamente sumisa y dependiente, para tenerla conmigo para siempre.

- UUUY!

- ¿Qué pasó?

- Nada, que Nuria me metió la lengua muy adentro... ¡qué rico!

- Yo creo que mejor se dedique solo a tu ano por un rato, para evitar que acabes y en tus temblores sueltes sus piernas y pueda cortarla, ahora que la estoy rasurando.

- No veo bien, pero parece que estás haciendo un trabajo artístico, por como sacas la lengua mientras lo estás haciendo.

- Ni te imaginas la belleza que estoy destapando por aquí.

- Nuria, no me chupes más la vagina, mi amor. Concéntrate solo en mi culito. Hazle el amor con tu lengua, mi negrita.

- Si, mi vida.

Belkis continuó rasurando primero todos los labios mayores, hasta dejar la mayor parte de la cuca de Nuria al desnudo. Ahora comenzó a rasurar con mayor detenimiento los labios menores. Por suerte las aletas eran bastante flexibles, y podía estirarlas para pasar la rasuradora en cada uno de sus lados, pero sin apoyar demasiado la rasuradora. Había pequeños rincones en los que tenía que esforzarse más, para lograr despejar totalmente los vellos. Finalmente pudo contemplar por primera vez aquella preciosa vulva en su mejor esplendor, y tomando la toalla que previamente había mojado en agua caliente, limpió toda el área, para retirar cualquier resto de crema de afeitar. Después de eso, acercó sus ojos y con los dedos iba repasando las superficies, y notando dónde debería repasar para obtener una superficie tan lisa como la piel de un bebé.

- Dime cómo te va con la lengua de Nuria

- Delicioso... me ha relajado tanto que hasta siento que me mete un poquito su lengua.

- Disfrútalo... pero no vayas a soltar sus piernas en un descuido, pues la podría cortar.

- Descuida. Lo está haciendo muy suave y lentamente. No creo que me vaya a hacer acabar.

- Algún día me la tienes que prestar para que me haga lo mismo...

- Ya veremos, ya veremos, amiga.

Belkis e levantó de la cama, fue al baño y volvió a empapar en agua caliente la misma, para regresar y dejarla colocada sobre toda la vulva, para suavizar la piel.

Mientras esperaba un minuto, Erika le preguntó,

- Háblame de tus mujeres, si no te importa.

- Claro que no me importa. Las tres son diferentes, cada una tiene lo suyo. Doris, por ejemplo, es una bestia sexual. Es insaciable, y siempre quiere más. A veces la tengo que controlar, pues de otra forma terminará dominando ella. Le encanta hacer cualquier cosa que sea excitante. Es la loquita del harén, y siempre está cantando y bailando. Llena nuestra casa de música y alegría. Odalis es más bien tranquila, extremadamente sumisa, y adora servirme, y hacerme feliz. Siempre me está preguntando qué puede hacer por mí, y está pendiente de mis asuntos personales, es una especie de secretaria, me recuerda todo lo que necesito tener en orden, se encarga de llevar al día las cuentas de la casa. También disfruta cuando me baña y me asiste cada vez que voy al baño, para cualquiera de mis necesidades fisiológicas.

- ¿En serio? ¿todas?

- Si. Hasta cuando voy a evacuar. No le da asco, y me acompaña mientras meo o cago, y siempre me limpia sin pudor. Es muy especial. Las otras no se atreverían a hacerlo de modo voluntario, tendría que obligarlas, pero nunca lo he pedido, pues es algo que no es necesario, pero con Odalis es diferente... ella fue quien un día me sorprendió pidiéndome que la dejara hacerlo, y desde entonces siempre lo ha hecho, y yo me dejo hacer, es algo muy especial y muy íntimo que nos mantiene muy unidas.

- ¿Y Anaís?

- Esa es mi esposa. Es la más femenina de todas, toda una hembra, coqueta y amorosa. Es la primera que me recibe con un beso, se sienta siempre a mi lado cuando vemos TV, apoyando su cabeza en mi hombro y agarrando mis manos. Siempre está peinada y arreglada para agradarme. Es única, muy romántica y muy mujer. No hay mejor palabra para definirla que la de "esposa". Es quien lleva la casa, prepara las comidas y la única que no trabaja en la calle. Es la única que siempre duerme conmigo. Tenemos una cama tamaño king, y siempre dormimos tres mientras una de las otras dos lo hace en otro cuarto. Anais jamás ha dormido en otra cama, siempre lo hace conmigo. Compartimos la cama, y el closet. Esa es nuestra habitación, y las otras la usan como invitadas. Raras veces hace el amor con las otras, aunque yo no se lo prohibo. Siento que está sinceramente enamorada de mí, y yo de ella. Ella comparte nuestra cama con la otra que esté de turno esa noche. Es, como te dije, mi esposa. Fue la primera de mi harén, pero jamás ha sido celosa ni ha abusado de mis otras dos mujeres. Tenemos juntas casi 10 años. Yo fui su primera mujer y desde que perdió su virginidad conmigo no ha tenido otra pareja. Ella ha recibido con entusiasmo a las otras mujeres mías, y sé que hará lo mismo con Iris, cuando la lleve a vivir con nosotras después de seducirla.

A todas estas Belkis ya había untado con crema de afeitar de nuevo toda la vulva de Nuria y tomando la segunda rasuradora iba repasando suave y lentamente cada espacio de piel tanto en los labios mayores como en los labios menores, llegando hasta el ano, Al haber terminado, volvió a limpiar de espuma toda el área con la toalla mojada, y después secó con la otra toalla. Después de eso tomó una botellita con aceite de coco y comenzó a aplicarlo por toda la superficie recién rasurada. Cuando terminó, exclamó,

-¡coño! Que belleza de cuca tiene tu negra, Erika. Te vas a desmayar cuando la veas... es tan preciosa, así, suculenta como es toda ella... es que hasta provoca darle un mordisco... ¡qué gordita y perfecta es!

Cuando Belkis se retiró, Erika se bajó de la cara de Nuria y dio la vuelta para contemplar la primera y única cuca que había amado en toda su vida. No podía creer lo que sus ojos veían. La perfección simétrica de los labios a cada lado de aquella sonrisa vertical, un clítoris completamente visible ahora sin la abundancia de pelos que lo ocultaban antes a pesar de su gran tamaño, y un ano cerrado, con sus estrías perfectamente visibles y adorables.

Realmente era aún mejor de lo que había imaginado. El impulso lógico no se hizo esperar, y acercó su boca a aquella obra de arte y la comenzó a llenar de besos, mientras Nuria al mantener sus manos y piernas amarradas solo podía dejarse hacer, completamente expuesta e indefensa, por lo que cerró sus ojos llenos de contento y dejando que su dueña, aquella hembra que la había cautivado desde que yo se la había presentado, hiciera con ella lo que deseara, sabiendo que el resultado tendría que ser algo muy bueno y memorable. De vez en cuando abría sus ojos para mirar la escena en el espejo, pero disfrutaba más cuando los cerraba, aumentando su sensibilidad a las manipulaciones de su dueña.

Mientras Erika besaba cada rincón del área genital y anal de su hembra, Belkis observaba la escena con una sonrisa de satisfacción, mientras también hurgaba en su maletín hasta encontrar lo que buscaba: Un arnés al cual se le podían instalar un dildo. Ella tenía un conjunto de varias piezas de distinto grosor, por lo que escogió uno de tamaño mediano, no tan largo ni tan grueso. Después de acoplarlo a la base del arnés, llamó la atención de Erika, quien al volver la mirada abrió los ojos demostrando la enorme sorpresa al ver a aquella mujer amiga con un falo que se suspendía desde su entrepierna.

- Quisiera darte una buena cogida mientras tu lames, besas y mamas la cuca de tu negrita.

- Yo siempre estoy dispuesta a que me den una buena cogida. No me lo esperaba, pero ¡dale!

- Vamos a voltear primero a Nuria, pero antes necesitamos desatarle las cuerdas que unen las rodillas con sus codos, pero manteniendo sus manos y piernas atadas. Ahora vamos a darle vuelta para que se apoye con sus rodillas y su cabeza y le quede el culo al aire, expuesto, para que la mames como te de la gana mientras yo te cojo.

Entre ambas le dieron vuelta a Nuria, poniendo un par de almohadas bajo su vientre para asegurar que la posición ideal se mantuviese aunque le llegaran algunos orgasmos, tal como planeaba Erika. Al apoyar su cabeza, ladeó la misma de modo que pudo contemplar en un espejo lateral la escena. Allí estaba ella, con su culo levantado y sus manos y piernas inmovilizados. Erika tomando su posición para comenzar a usarla y detrás de ella, parada al borde de la cama estaba Belkis con aquel falo artificial con el cual se iba a cojer a su dueña y señora.

Erika se disponía a comer ese banquete que se le ofrecía, libre de todo tipo de obstéculos. ¡No se lo podía creer! La cuca de su hembrita lucía tan limpia, tan bella y tan frágil e indefensa, y ella podría hacerle lo que le viniera en gana. Nada la podría detener, y a eso se disponía, cuando sintió los dedos de Belkis explorando su propia cuquita, comprobando que no sería necesario el uso de un lubricante ya que estaba empapada después de la excitación acumulada durante la pasada hora.

Erika se inclinó para comenzar a besar primero los labios mayores, y lamerlos, sintiendo la deliciosa sensación de una piel perfectamente lisa. Era una sensación deseada y ansiada pero nunca imaginó que fuese tan placentero el tacto lingual con aquel centro de placer de la hembra que ahora era suya y podría usar tantas veces como quisiera y de cualquier forma. Era delicioso saberse dueña de aquella cuca tan sabrosa, tan gordita, tan bella y tan jugosa. Ya los jugos de Nuria comenzaban a fluir libremente, sin encontrar vellos que obstaculizaran su tránsito al exterior. De no haber estado la boca de Erika pegada a esa vulva, la sábana de la cama estaría recibiendo un goteo incesante de aquellos jugos que para Erika eran un magnético manjar.

Al haberse inclinado, Belkis pudo contemplar la perfección de aquellos pequeños labios vaginales de Erika y lo apretado de su ano, que también resultaba tentador. Se prometió a sí misma que algún día iba a penetrarlo. Pero ahora resultaría imprudente hasta el simple gesto de presionar sus dedos contra aquel orificio tan bello, tan aparentemente virgen y tan rosado.

Erika pudo sentir cómo las piernas de Belkis, quien permanecía de pie al borde de la cama rozaban sus tobillos, y abrió más las piernas, ofreciéndose a Belkis para que se la cojiera mejor. Un instante después pudo sentir cómo el dildo que colgaba de la cadera de Belkis recorría suave y lentamente toda su vulva, de arriba a abajo, de abajo hacia arriba, estimulando y excitando aún más sus sentidos.

Mientras tanto, trataba de concentrarse en la tarea que tenía por delante, la de comerse la cuca recién depilada de su hembra. La posición no le resultaba todo lo cómoda que hubiese preferido pues debía torcer el cuello para hacer mejor contacto con su lengua, que se movía a lo largo de los labios mayores, y ya comenzaba a presionar para separar y abrir los labios internos, los cuales no solo lamía sino que también chupaba, y aprisionaba entre sus dientes suavemente y los halaba. También se recreaba con el alargado e hinchado clítoris de su hembra, el cual chupaba con fuerza, provocando escandalosos jadeos y gemidos de Nuria.

De pronto pudo sentir que el falo artificial estaba siendo presionado contra la boca de su vagina, y suspendió momentaneamente sus acciones sobre la cuca de su amada mujer, para sentir mejor y disfrutar lo que Belkis estaba haciendo. Belkis se tomó su tiempo e iba contemplando y gozando con la mirada cómo aquel falo iba desapareciendo a medida que se enterraba dentro del vientre de su amiga. Fue empujando con delicadeza hasta que sintió que había entrado todo, y su muslo se apoyaba contra las nalgas de Erika, quien estaba quieta, expectante y paralizada, esperando a ver que iba a pasar. Como Belkis no se movía, apretaba sus músculos contra aquel instrumento invasor, y ese juego de apretar y aflojar fue provocándole las sensaciones de un inminente orgasmo, por lo que prefirió dejar de hacerlo, para prolongar al máximo la sabrosura de aquel contacto íntimo que llenaba su túnel de amor..

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