Victoria

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La sensualidad de unos pechos pequeños.
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Victoria siempre estaba quejándose del tamaño de sus pechos, no se daba cuenta de la increíble sensualidad que irradiaba todo tu cuerpo. Todos lo hombres del trabajo fantaseaban con follarla. Con levantar en peso su pequeño cuerpo y penetrarla lentamente apoyada contre la pared y mil cosas más. Lo sé, porque yo era uno de esos hombres que se quedaban embobados viéndola caminar.

Sin embargo ella solo pensaba que sus pechos eran pequeños, se quejaba medio en serio medio en broma, pero eso no la cortaba para que llevara escotes amplios por los que más de una vez pude ver sus sujetadores de encaje. Cierto, sus pechos eran pequeños pero se adivinaban redondos y duros, como pequeñas manzanas; y yo al menos estaba deseando tener una oportunidad de probarlos.

Esa oportunidad llegó una mañana que los dos nos quedamos solos en el trabajo.

Vicky, ahora que estamos solos, podemos hacer unas cuantas travesuras tu y yo- le dije en tono de broma, para poder excusarme si se enfadaba. Pero ella se limitó a sonreír coqueta y siguió trabajando.

Volví a lo mío pero no podía dejar de pensar en que iba a perder esta oportunidad, pero por otra parte ella no me había dando pie para que continuara. Pasaron dos horas antes de que me decidiera a jugármelo todo a una sola carta.

Victoria estaba de pie junto a una mesa y me acerque por detrás y reuniendo valor la abracé por la espalda, acariciando su vientre por encima de la camiseta.

¿Qué haces, tonto? Déjame trabajar.-pero no hizo nada para apartarme.

Nunca te he dicho cuanto me gustas, lo mucho que te deseo- le susurre al oído y comencé a darle besos en la nuca y en los hombros; mientras que mis manos se colaban debajo de su camiseta.

¿Sí? Pero mis tetas son muy pequeñas. No te pueden gustar.- dijo en un tono mimoso.

Me encantan, no sabes como me gustan.

Mis manos subieron hasta atrapar sus pechos por encima del sujetador, cabían perfectamente dentro de mis palmas, pero eso solo los hacía más provocadores.

- Me gustaría poder acariciarlos y chuparlos para demostrarte lo hermosos que son.

Ella estaba respondiendo a mis caricias y se arqueaba hacia atrás, apoyándose en mi y acariciándome el pelo.

-Esta bien, pero ahora no podemos. Ven esta noche a mi casa.- y se separo riendo como si todo hubiera sido una broma.

Durante la tarde me asaltó la duda. ¿Y si todo hubiera sido una realmente una broma? Porque después Victoria se había comportado como si nada hubiera pasado, ni tan siquiera una mirada de complicidad a pesar de que estábamos solos. Y es que Vicky, tenia un carácter alegre y bromista, a veces demasiado. Como aquella vez que mezcló pimiento chili con el café y a todos los compañeros se le hincharon los labios de forma muy dolorosa.

Pero al llegar la noche ya estaba en la puerta de su casa. Me abrió la puerta vestida con unos pantalones militares dos tallas demasiado grandes y una camiseta de colores que dejaba a la vista su ombligo.

-Ya creía que no vendrías.

Estaba descalza y tubo que ponerse de puntillas para besarme en la boca. Primero solo rozándome los labios y luego con desesperación, llegando a morderme el labio inferior. Me deje llevar hasta su dormitorio cogido por la mano como un niño pequeño. Lo tenia todo preparado. La habitación estaba iluminada por un montón de pequeñas velas colocadas en cualquier parte y tenia puesta música New Age.

Victoria se coloco delante de mí y se desnudo sin dejar de mirarme a los ojos. Primero la camiseta; no lleva nada debajo y cuando sus preciosos pechos quedaron al descubierto, sintió un poco de vergüenza e hizo un amago de querer taparlos. Eran realmente hermosos, pequeños y deliciosos. Con pezones que miraban al frete, desafiantes y pidiendo ser chupados y mordisqueados.

Yo también había comenzado a quitarme la ropa. Ella se desabrochó los pantalones, que cayeron por si solos al suelo. Ahora estaba completamente desnuda frente a mí. Increíblemente bella, como una diosa. Tenia un cuerpo perfectamente torneado y el bello de su pubis tenía forma de punta de flecha, con una finísima línea de pelusa que subía hasta el obligo.

-Mira lo que he hecho para ti.- Dijo girándose.

En su espalda destacaba un complicado dibujo hecho con hena verde. Un conjunto de arabescos formando una especie de triangulo invertido que empezaba entre los omoplatos e iba estrechándose en una extraña filigrana hasta terminar en una sola línea ondulante justo unos centímetros antes de llegar a su culo. El dibujo, que desaparecería por si solo en unas semanas, resaltaba la estreches de su cintura y era muy sensual.

Me agache para besar sus tetas, eran duras y suaves a la vez. Podía meterme casi la mitad en la boca y descubrí que Victoria tenia una sensibilidad extrema en sus pezones. Cualquier roce con la lengua o con la yema de los dedos hacia que se retorciera poniendo los ojos en blanco. Primero me atraía para que le diera lametones o los rozara con los dientes y luego intentaba apartarme cuando la sensación se volvía demasiado intensa. Pero yo no estaba dispuesto a sepárame de sus pechos. ¿Cómo podía tener complejos? ¿Es que no se daba cuenta de lo hermosa que era?

Le levante en peso y ella me abrazó con brazos y piernas. Así la penetre por primera vez, estaba chorreando flujo y mi polla entró fácilmente. Luego me senté en el borde de la cama haciendo que ella gimiera de placer al sentirse ensartada hasta el fondo. Empezamos un movimiento lento, hacia delante y hacia tras, mientras que yo no podía dejar de chupar sus pezones y acariciar su espalda sintiendo el relieve de los dibujos de hena.

No sé cuanto tiempo estuvimos así, pero el tiempo pareció pararse, solo existíamos ella y yo. Al final ella tubo una serie de pequeños orgasmos y quedo rendida, acurrucándose sobre mí y escondiendo la cara contra mi cuello.

Nos acostamos en posición fetal. Victoria cogió mi brazo para usarlo como almohada y hacerme cosquillas en la mano. Desde atrás, con la mano libre acariciaba sus caderas, recorría con la punta de los dedos el dibujo de la espalda o volvía a recorrer el valle de su vientre.

Poco a poco, y entre risas, las caricias se fueron volviendo más intensas. Conseguí escurrir mis dedos entre sus piernas y me encontré con un clítoris hinchado y tan caliente que me sorprendió. Ella movió las caderas buscando más contacto y comencé a masturbarla ayudado por su propia humedad, mientras que le susurraba al oído obscenidades que la hacían reír. Al poco ella levantó la pierna para facilitarme que la penetrara desde atrás.

Te quiero dentro de mí.

¡Joder! Su interior estaba ardiendo; y cuando la metí todo lo que podía en esa postura ella cerro las piernas con fuerza, haciendo que las paredes de su vagina atraparan mi verga y ajustándose como un guante; multiplicando la intensidad de cada embestida. Tuve que esforzarme para no correrme enseguida. Vicky empezó a chupar los dedos mi mano izquierda mientras que la derecha seguía haciendo círculos sobre su clítoris. Entraba y salía, una y otra vez en esa pequeña mujer que era la mitad que yo. La tenía envuelta en mi abrazo y no dejaba de pedirme que la follara más y más fuerte. Pero la postura nos obliga a mantener un ritmo lento que nos torturaba y a la vez nos hacía gozar como nunca.

Intente aguantar, lo intente con todas mis fuerzas, pero la situación era tan excitante que termine abandonándome un orgasmo que me sacudió de arriba abajo. Me quede quieto, con mi polla aun dura dentro de Victoria y seguí acariciándola hasta que ella también llegó al orgasmo. Se volvió y quedamos cara a cara, mirándonos a los ojos.

-Ha sido maravilloso.

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