Violada Por Dos Trabajadores

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Bàrbara es violada por dos trabajadores de su abuelo.
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Hola, mi nombre es Bárbara. Por fin las vacaciones llegaron y para liberarme de las preocupaciones de la escuela decidí pasar unas semanas en la granja de mi abuelo. Dejar la ciudad, tener unos momentos de tranquilidad y paz me harían bien, además, me gusta la vida en la granja, los animales y el aire limpio que se respira.

Una noche antes de tomar el autobús que me llevaría, arreglé mi maleta, puse unos cuantos pantalones y blusas además de ropa interior y vestidos veraniegos. A la mañana siguiente tomé el autobús y después de unas cuantas horas de viaje estaba en ese pueblo lleno de gente agradable, lejos de todo bullicio, el sonido de las máquinas y la vida a mil por hora. En cambio aquí todo era tranquilo, la gente se saluda en las calles, se desplaza a pie o en caballos y el olor a tierra mojada siempre está presente.

Al llegar a la granja, me encontré con la esposa de mi abuelo, una mujer de mediana edad, algo malhumorada y carácter fuerte. (Sinceramente, no sé qué vio mi abuelo en ella)

-- Hola, abuela Carmen, ¿Cuánto tiempo sin verla? ¿Ha visto a mi abuelo por aquí?

-- Al fin llegaste, te esperaba más tarde -me contestó de una forma sarcástica-.

-- Tu abuelo está en el granero con los trabajadores.

Sin pensarlo dos veces me dirigí hasta el lugar. Salí por la puerta de atrás, entre la casa y el granero están los establos donde ordeñan las vacas y en ese instante los trabajadores estaban sacándolas a pastar. Alguno de ellos me miraba y uno que otro se quitaba el sombrero cuando pasaba serca de ellos.

Cuando llegué encontré a mi abuelo discutiendo intensamente con dos hombres, "quizás sean sus trabajadores" -pensé-.

- No puede ser posible que hagan esas cosas aquí, mal nacidos, mira que drogarse... y en horas de trabajo. ¡Fuera de aquí!, no quiero volver a verlos cerca de mi granja.

-- Pero aún nos debe la paga de...

-- ¡He dicho fuera!... ¡después de esto aún piensan en que les voy a pagar!

Los dos hombres salieron del lugar y se cruzaron conmigo en la entrada del granero. Al sentir sus miradas en mí bajé la mirada y alcancé a escuchar que uno dijo.

-- Adiós mamita rica.

-- No lo tomé en cuenta e hice como si no lo había escuchado, siguiendo mi camino.

Mi abuelo es un hombre de 67 años, alto y fornido a pesar de su edad. Al verme, todo su enojo desapareció y me recibió con un fuerte abrazo.

-- Bárbara, mi niña, cómo has crecido, qué gusto tenerte aquí con nosotros.

-- Gracias abuelo, yo también te he extrañado mucho.

Después de nuestro momento de saludos pasamos a la casa a refrescarnos un poco. Mi tía, como de costumbre, regañaba a mi abuelo.

-- ¿Porque despediste a esos hombres?, te puedes meter en problemas con los Ortega.

-- Exageras mujer; yo puedo despedir a quien quiera, siempre que no esté haciendo bien su trabajo y esos dos se lo buscaron; ya les había dado una oportunidad.

Sin decir más nos sentamos a la mesa y disfrutamos de la comida que había preparado "mi abuela". Mientas comíamos mi abuelo y yo estuvimos platicando todo el rato, por lo que mi abuela parecía molesta. Hablamos sobre mi tía, mi situación con ella, que no iba muy bien; hablamos sobre mi madre, la favorita de mi abuelo, y mientras hablábamos mi abuelo me contaba viejos recuerdos de ella, al hacerlo podía notar la tristeza en su cara.

Al terminar, me dirigí a mi recamara, acomodé mi ropa en los cajones y me quedé recostada sobre la cama, mirando fijamente el techo. De pronto se me vinieron a la mente los dos hombres de esta tarde y cómo mi abuela parecía algo nerviosa cuando hablo de ellos; sin embargo, el cansancio me fue venciendo poco a poco hasta quedar profundamente dormida.

Los días en la granja eran muy agradables, ayudaba a ordeñar las vacas por la mañana y a darle de comer a los animales. Mi abuelo se dedica a la crianza de toros y caballos, siendo una de las personas más reconocidas de la región.

En una ocasión me llevo a los establos y pude ver el proceso de extracción de semen, -aunque no era muy agradable de ver-. Mi abuelo me explicó todo el proceso, como si se tratase de uno de sus clientes. Pude ver todo el proceso de inseminación y los cuidados que se dan a los animales.

Al quinto día de haber llegado, mi abuelo salió del pueblo hacia la ciudad y no regresaría hasta tarde, por lo que me tocaba pasar el día con mi "adorable abuela".

La mañana fue algo movida sin mi abuelo; teníamos que hacer su parte y mi abuela más que ayudarme me ponía a hacer todo. Para las doce del día estaba exhausta y todavía me pidió que la acompañara al pueblo.

Fuimos al mercado a comprar despensa y cosas que hacían falta en la casa. En el camino casi no cruzamos palabras, ella no me cae bien ya que se casó con mi abuelo por interés más que por amor, y al parecer yo tampoco le caigo bien, o eso al menos me parecía hasta estos momentos.

Cuando ya regresábamos, la Sra. Carmen entró a una tienda de ropa y empezó a ver unos vestidos. Abrumada por el calor y las cosas que traíamos me quedé sentada en una silla. Al cabo de unos minutos me habla.

-- Bárbara, ven aquí.

Obedecí de inmediato y me traslade junto a ella. Al llegar, me dice:

-- Pruébate este vestido a ver qué tal te queda.

-- Estupefacta, entre al vestidor, sin saber el motivo de tanta amabilidad.

El vestido era muy bonito, de color rojo oscuro, con detalles de flores, un poco transparente en los hombros, con escote de espalda y de largo cuatro dedos por encima de las rodillas. Al verme con el vestido me dijo

-- Perfecto, nos lo llevamos, ya era hora de que te vistas como alguien de por aquí.

https://ibb.co/VD1K2xZ

Al llegar a la casa lo primero que hice fue acostarme en la cama y dormir un rato.

https://ibb.co/FnmDZhR

Eran las 18:00 horas cuando la Sra. Carmen me despertó --levántate escuincla y date un baño, necesito que me hagas un encargo.

-- ¿De qué se trata o qué?

-- Te digo que te levantes y cuando te bañes ponte el vestido que te compré.

Después de 5 minutos acostada me desnudé y me metí a la regadera. A pesar del calor que hacía, el agua estaba muy fría y me puso la piel erizada; comencé a enjabonarme la piel y cuando pasé el jabón por mis pechitos, note que mis pezones estaban erectos por efecto del frescor del agua.

Al salir de la ducha, me vestí y bajé a la sala donde me esperaba "mi abuela"

-- Necesito que lleves este paquete a esta dirección.

Me entregó una hoja con la dirección y la forma de cómo llegar.

-- Dile que es de mi parte y que con eso estamos a mano. Tu abuelo llegará en la noche, no te demores tanto.

El sol se estaba poniendo ya pero por las montañas de la región parecía más tarde, nunca había salido al pueblo yo sola pero tampoco era para asustarse ya que lo conocía bien.

El vestido era muy cómodo y ligero, manteniéndome fresca. Seguí la dirección que "mi abuela" me dio y al cabo de 15 minutos llegue a la dirección. La casa parecía algo descuidada y no parecía que viviera mucha gente en ese lugar. Llamé a la puerta pero nadie abrió, volví a tocar y lo mismo, para la tercera vez que toqué por fin me alguien abrió.

Un hombre alto, delgado y de piel morena me recibió. Su mirada era penetrante y tenía la sensación de haber sentido antes esa mirada.

-- Traigo este paquete de parte de "mi abuela" La Sra. Carmen.

-- Ya veo; adelante, pasa bonita.

-- Está bien así, -contesté-, solo he venido a entregarles esto.

-- Me parece bien preciosa, pero necesito darte algo antes de que te vayas.

-- Me tomó del brazo y me introdujo a la casa.

Cerró la puerta detrás de mí y me dijo

-- Siéntete como en casa bonita y disculpa el desorden...

Y vaya que era un desorden, latas y botellas tiradas por el piso. No había muchas cosas que importaran en esa casa, a excepción de dos sillones y una mesa con cuatro sillas.

-- Fabián, ya llego el paquete de doña Carmen.

-- Excelente; ya me estaba muriendo de las ganas, -contestó una voz que venía de arriba-.

De pronto un hombre algo gordo, con un poco de cabello y barba bajaba por las escaleras. Al pasar frente a mí me miró de arriba abajo y se dirigió a la otra habitación con su compañero.

-- ¿Qué tenemos aquí? ¿Es la cantidad que le pedimos?

-- Sí; ya lo conté y además está la nieta del viejo.

-- Sí, ya la vi; se ve muy tiernita, ¿crees que aguante tanto?

Al escuchar todo eso un escalofrío me recorrió por toda la espalda y algo me decía que tenía que salir de ahí, pero cuando estaba a punto de hacerlo, los dos hombres me lo impidieron.

F-- A dónde vas tan pronto preciosa, aun te falta pagar la otra mitad.

D-- No sé a qué se refieren, yo solo tenía que traer el paquete.

E-- ¿Qué estamos esperando?; ¡vamos a divertirnos con ella!

Sin darme tiempo a reaccionar me pusieron contra la pared y me taparon la boca con una cinta. El más alto de ellos y al parecer más fuerte, Fabián, me levantó como si nada y me tiró sobre la mesa de la cocina. Forcejeé y traté de gritar, pero eran muy fuertes.

E-- Cálmate, estúpida escuincla, o no saldrás de aquí completita.

Golpeo fuertemente con su puño la mesa de manera amenazante. Sin más que hacer, entendí y dejé de moverme.

F-- Qué niña tan bien portada, así me gusta, que hagan lo que se les ordena a la primera.

Mientas me decía todas esas cosas, con sus manos recorría lentamente mis piernas. Podía sentir sus manos ásperas sobre mi piel y cómo poco a poco subía mi falda hasta mi entrepierna.

F-- Mmmm... qué ricas piernitas tienes amorcito, blanquitas y firmes, de seguro sales a correr todos los días para tenerlas así.

E-- Quítale de una vez el vestido Fabián; me muero por verla desnudita.

Lentamente Fabián fue recorriendo todo mi cuerpo con sus manos y levantando mi vestido al mismo tiempo, cuando llegó a mis pechos se detuvo.

F-- Eres una niña exquisita, tienes un cuerpecito esplendido, nos vamos a divertir mucho contigo.

De pronto miro al otro sujeto y le dijo:

-- Esteban, quítale el vestido y el sujetador; yo me encargaré de quitarle lo demás.

En un dos por tres quedé completamente desnuda sobre la mesa de madera, los dos tipos me miraban como si fuera un platillo delicioso, y con ganas de devorarme.

Fabián me tomó de las piernas y lentamente las fue abriendo hasta que mi conchita quedo completamente expuesta. Aunque trataba de mantenerlas cerradas lo único que ocasionaba era que me fuera cansando más rápido y por otro lado a los dos hombres gozaban con mis intentos fallidos de resistencia.

F-- Qué rica cosita tienes entre tus piernas... mmmm... rosita y con poco pelito, así me gustan más. --Con sus dedos empezó a masajear mi clítoris, lo que ocasiono que diera pequeños respingos por la sensación de sus dedos ásperos. -Déjame besar tus labios.

Fabián hundió su cabeza en mi entrepierna y comenzó a besar mis labios vaginales. De vez en cuando me daban unas pequeñas mordidas con sus labios por lo que ligeros espasmos comenzaron a correr por mi espalda como la vez que mi vecino me folló en mi casa.

E-- Qué sexy te ves desnudita preciosa... qué bueno que la vieja esposa de tu abuelo te mandó con nosotros. Hace muchos meses que estamos sin probar un cuerpecito, lo que significa que andamos llenos... y tu solita nos vas a vaciar.

Me quitó la cinta de la boca y sin darme oportunidad de gritar me empezó a besar por la fuerza.

Mientras lo hacía, tomó mis pechos con sus manos y me los empezó a apretar y amasar. Su lengua se movía dentro de mi boca rosando mi lengua y alcanzando a llegar a mi garganta lo que provocaba un poco de nauseas. Me tenían completamente dominada y lentamente comencé a sentirme un poco excitada a pesar de que no estaba disfrutando de los ultrajes que cometían en mí.

Cuando por fin el tipo que se estaba comiendo mi chochito sintió el sabor de mis juguitos en su boca paró de inmediato. --Mira Fabián, que delicia de puta. --Decía mientras le mostraba dos de sus dedos empapados con mi excitación. Fabián inmediatamente dejó de besarme para dirigirse debajo de mí.

Al ver que mi conchita estaba empapada tomó con sus dedos un poco de mis juguitos y se los llevo a su boca. Volteo a ver su compañero y ambos rieron victoriosos. Sin previo aviso, Esteban introdujo dos de sus dedos dentro de mí lo que me ocasiono un poco de dolor, sin embargo, poco le importo y siguió metiendo y sacando cada vez más rápido hasta que de mi sapito empezó a brotar una gran cantidad de mis juguitos.

E-- Está lista Fabián, yo por enfrente y tú por la boca, después cambiamos de lugar.

Esteban dejó de folloarme con sus dedos y ambos comenzaron a desabrocharse sus pantalones hasta quedar ambos desnudos de su abdomen para abajo. Yo por mi parte estaba tendida sobre la mesa sin poder hacer nada, estaba un poco aturdida por todo lo que me habían hecho hace unos instantes cuando de pronto vi que ambos me miraban de una manera perversa.

El tamaño de sus pollas era algo grande para mí y aunque traté de rogarles que me dejaran, poco fue el caso que me hicieron. Fabián me tomó de las piernas y me abrió completamente, coloco su verga en la entrada de mi vagina, mientras que Esteban me tomó de la cabeza y trataba de meter su polla en mi boca.

E-- Vamos, putita; no me hagas esperar y trágate todo esto que tengo.

Su verga, golpeaba mis labios, como cuando alguien golpea una puerta y espera que le abran.

De pronto sentí cómo el pollazo de Fabián me penetraba fuertemente. Fue tal el dolor que dejé escapar un fuerte sollozo, cosa que aprovechó Esteban para penetrarme por la boca.

E-- Eso putita, qué te costaba, si tienes una deliciosa boquita y estás haciendo un excelente trabajo.

Sus palabras estaban llenas de burla y me sentía humillada, por segunda ocasión, pero no podía hacer nada más que dejarlos disfrutar de mí.

El tener una polla dentro de mi boca y otra en mi coñito, no era nada agradable, pero sin que yo pudiera evitarlo comencé a excitarme más y más, cada vez que sentía sus pollas entrar y salir dentro de mí. El roce del pene de Fabián dentro de mi coño había ocasionado que mi conejito comenzara a desbordar mas juguitos y que mis pezones se pusieran completamente duros.

F-- Mírala Esteban; está bien caliente la nenita, parece que el efecto de tener dos vergas para ella sola le gusta. Puedo sentir toda la verga cubierta por sus jugos.

F-- ¿Te gustaría probar el sabor de tu miel preciosa?

Inmediatamente, los dos tipos cambiaron de lugar. Teniendo la polla de Fabián en mi boca probé por primera vez el sabor de mi excitación, un sabor dulce y un poco acido. Sin saber por qué, el sabor de mis juguitos me gustó y comencé a mover mi lengua alrededor de la verga de Fabián.

Me estaban follando duro y por los movimientos desincronizados de ambos tenía que retorcerme en la tabla sobre la que estaba, acomodando mi cuello para no ahogarme y arqueando mi espalda para evitar que la verga de Esteban me lastimara.

Al parecer el movimiento de mi lengua le gustó y sentía cómo su pedazo comenzaba a vibrar. De pronto sentí que algo caliente golpeó en mi garganta y poco a poco me empezó a llenar toda la boca.

Inmediatamente Fabián sacó su polla de mi boca y algunos chorros de semen fueron a caer en mi cara y mis pechos. El sabor era horrible y el olor nauseabundo, sin embargo, agradecía que ya no estuviera dentro del coño.

E-- Que putita tan rica me estoy follando, a pesar de estar tan pequeña bien que aguantas que te follen dos, además, tu carita, tus piernas, tus pechitos, todo es perfecto en ti, estas bien follable mmmm... aahhh...

Y sin decir más sacó su verga de mi conchita y un chorro de semen golpeó directo en mis labios, otro en uno de mis ojos y en un instante chorros de leche comenzaron a cubrirme desde mi abdomen hasta mi cara.

Terminé cubierta de semen sobre una mesa y con dos hombres a mi lado, totalmente agotados; tenía las piernas entumecidas de lo duro que me cogieron esos dos tipos.

Como pude, me puse en pie pero mis piernas apenas podían sostenerme. Al verme, los dos hombres se rompieron de la risa.

E-- Puedes irte putita, has cumplido con la parte del trato; dile a la vieja de tu "abuela" que gracias por este pastelito que nos envió.

Sintiéndome humillada me puse el vestido sin siquiera preocuparme por mi ropa interior. Salí de inmediato de ese lugar y me dirigí a la casa de mi abuelo.

Afuera, las lámparas de la calle iluminaban la oscuridad de la noche. No ponía atención a mí alrededor y por mi mente solo tenía recuerdos de los momentos que había vivido hace algunos instantes.

La poca gente que se topaba conmigo se me quedaba mirando, algunos hombres al pasar a su lado se giraban a verme mientras seguía caminando y es que aún había restos de semen en mi cara y mi pecho, incluso sentía cómo el semen que descargaron dentro de mí bajaba por mis piernas.

Al llegar a la casa mi abuela estaba esperándome en la entrada. Al verme toda desarreglada y cubierta de semen me metió de inmediato a la casa.

-- ¿Dónde estabas escuincla? son casi las 9 de la noche, tu abuelo ya casi llega...

-- ¡¿Dónde más iba a estar?!... ¡Con esos dos patanes con los que me vendiste para que me follaran! ¡¿Cómo pudiste hacerme eso?! Cuando mi abuelo se entere...

De pronto mis sollozos fueron silenciados por una bofetada.

-- ¡Escuincla mal agradecida! ¡Deberías estar feliz de que haya cambiado tu cuerpo por la vida de tu abuelo! ¡Esos dos hijos de puta fueron los que tu abuelo despidió hace días! ¡Pensaban hacerle lo impensable a tu abuelo! Menos mal que llegué a un acuerdo con esos dos y a cambio me pidieron que te entregara como pago.

Estaba en shock después de escuchar todo eso, no podía creerlo, no sabía si estar feliz o llorar de tristeza, mire a mi "abuela" sin saber que decir.

-- Ahora sube a darte una ducha niña, que aun tienes el semen seco de esos dos en toda la cara, sin mencionar que apestas a sexo. No es necesario que me des las gracias por lo que hice, a fin de cuentas tú fuiste la que salvo a tu abuelo.

Sin decir más por el momento subí a mi cuarto a tomar una larga y tranquila ducha.

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