Me vas a pedir que te folle delante

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Diana se preocupo al escuchar este mensaje, las circunstancias empeoraban para ella. Sus condiciones ideales hubieran sido un viaje lo mas normal posible, con el servicio de comida, duty free, etc, que habrían hecho el viaje mas corto y ameno, y ahora anunciaban que no servirían nada de eso, y que todo seria tranquilidad, e incluso oscuridad, las peores premisas que podían darse. Debió de inquietarse tanto, que al ver su cara, Pedro le dijo:

P: No te preocupes Diana, no pasara nada que tu no quieras que ocurra...

Lo dijo afable y cordialmente, a la manera del mejor Pedro, del que la había hecho disfrutar en la sala de espera con su conversación y su simpatía, con su sonrisa encantadora, y eso la tranquilizo bastante. Al fin y al cabo, estoy en un sitio publico, lleno de gente, no me puede forzar a hacer nada, si intenta propasarse conmigo puedo montarle un escándalo. Además, le había ayudado a cargar con su marido, nunca mejor dicho lo de cargar, porque José se había convertido en un peso muerto, y sin su ayuda, no habría podido emprender este viaje. quizás estaba cargando una culpa a Pedro, que no era suyo, quizás incluso los mensajes no venían de su móvil, todo había sido una confusión, y ese comentario de que eran marido y mujer, una estratagema para ayudarla con su marido. Quizás Pedro solo era un buen chico, que además estaba muy bueno, que demonios, no tenia porque pasar un viaje asustada y temerosa como si fuera una viejita,

D: Muchas gracias por ayudarme, no se que habría hecho sin ti, gracias Pedro.

P: No tienes porque darme las gracias, como te dije antes, haría cualquier cosa por ti, eres una mujer increíblemente atractiva, y te mereces pasar un viaje y unas vacaciones inolvidables

De nuevo, Diana volvía a escuchar al mejor Pedro, al chico que casi la hace perder el control, al chico que casi la hace caer en la tentación, y el chico ante el que de nuevo estaba empezando a ceder en su firmeza...

En ese momento, debieron alcanzar la velocidad de crucero, porque las luces se apagaron. Poco a poco, la gente también empezó a tranquilizarse, y cada vez se escuchaba menos ruidos y voces, lo cual era lógico por otra parte. Todos habían estado esperando que partiera el vuelo, con el temor y el nerviosismo que no fuera posible, y ahora que el avión volaba a su destino, el nerviosismo había dado paso a cierta relajación, y al cansancio que el estrés había producido.

P: Que te parece si tomamos algo para celebrar que por fin hemos empezado el viaje, y que comenzaras estas inolvidables vacaciones...

D: Pero si habían dicho que no ofrecían ningún servicio, que no habría bebidas,

P: Seguro que eso es algo que se puede arreglar con una buena propina, y que José seguro que estaría encantado en invitarnos, saca su cartera, que voy a llamar para que nos traigan algo.

Diana se quedo pasmada cuando escucho esto. Por un lado, como mujer racional, no entendía que pudieran plantearse pedir algo, cuando ya habían avisado que no servirían ningún servicio. Por otro lado, y aun mas sorprendente, Pedro, descaradamente le estaba pidiendo la cartera de su marido, como se atrevía? Durante un momento pensó en negarse, aunque inmediatamente se le vino a la cabeza todo lo que había montado su marido, emborrachándose, amistándose con Pedro, y embarcándola, nunca mejor dicho en todo este lío, así que cuando vio que la azafata se acerco, ante la llamada de Pedro, ella toma la cartera de su marido del bolsillo, y se la paso, sonriendo, por esa pequeña venganza, que estaba perpetrándole a José.

Cuando la azafata llego, pregunto que podía hacer por ellos. Pedro se hizo cargo de la situación

P: Hola Olga ( el nombre aparecía en una solapa que la chica llevaba puesta, y Diana se sorprendía de nuevo de la naturalidad el chico), veras Diana y yo vamos de luna de miel, y siempre pensamos que nuestro viaje empezaría con un brindis con champagne, no seria posible que nos trajeras un par de botellitas para cumplir nuestro sueño? O: Lo siento señor, pero ya ha oído la información, en este vuelo no se servirá ninguna copa.

P: Si, Olga ya lo escuche, pero estoy seguro que no dejarías a un par de tortolitos enamorados sin su capricho, además no se enterara nadie, todo el mundo esta durmiendo, y mira a mi estupenda y flamante mujer, crees que no se merece cumplir con su fantasía..

La azafata miro a Diana, que no pudo reprimir una sonrisa de corderita enamorada, para seguirle el juego a Pedro, divertida con toda esa ocurrencia.

Pedro tomo 50 euros de la cartera, y se los dio a Olga, que sonriendo, contesto:

O: Enseguida estoy aquí

Cuando se alejaba, Pedro le dijo

P: Ves, no hay nada imposible, todos los deseos se pueden hacer realidad, solo hay que anhelarlos...

Diana lo miro, con una expresión entre divertida y curiosa. Volvía a ser el chico entretenido y adorable que podía ser en sus mejores momentos, el chico que podía conseguir lo imposible, el que hacia sentirse bien a las personas, el que sacaba el lado entretenido y ameno de las cosas, el chico con el que cualquier mujer podría tener una aventurilla, y porque no podría ser ella esa mujer. Entretenida en esos pensamientos, no vio a la azafata acercarse, en medio de la oscuridad, hasta que apareció ante sus asientos:

O: Aquí les traigo lo que me pidieron. Pero por favor sean discretos, nadie debe enterarse de esto

P: Tranquila Olga, este será nuestros secreto, y puede que no sea el único, a lo mejor nos toca compartir algún secreto mas, muchas gracias.

La azafata los miro sonriendo, y se marcho. Pedro, se encargo sigilosamente de abrir las botellitas, monto los vasos, y ofreciendo una copa a Diana, propuso el brindis..

P: Por que tengas un viaje inolvidable...

Diana, divertida y atrevida, le contesto

D: Por ti que todo lo puedes conseguir..

Bebieron, mientras se miraban, con el ruido de fondo de los motores, y al terminar con el trago, Pedro acerco su cabeza a la suya, y la beso. Fue un beso, suave y tierno al principio. Diana estaba sorprendida al principio, aunque lo pretendía y lo deseaba, no dejaba de sorprenderle su atrevimiento, y aunque se mostró un poco reacia, acabo cediendo y disfrutando del beso. Hacia mucho tiempo que no le besaban así, con pasión y con suavidad, con cariño y con esmero. Aún así, la situación era un poco complicada, porque tenia la copa en la mano, y estaba muy limitada en sus movimientos, pero acabo disfrutando del beso.

Cuando se separaron, Pedro le pregunto:

P: Te ha gustado

Diana no sabia que contestar, claro que le había gustado, pero a la vez estaba en una situación muy comprometida. Miro a su marido, que estaba al lado, durmiendo la mona, y conociéndolo sabia que estaría así por mucho tiempo, pero todo seguía siendo una temeridad, estaban en un avión, el vuelo duraría tres horas...

Pedro insistió:

P: No me contestas...

D: Eres un chico muy majo y simpático, pero yo soy una mujer casada, y mi marido esta aquí al lado, durmiendo, entiéndeme, esta situación es imposible.

P: lo que me estas contando no esta respondiendo a mi pregunta, una cosa son las circunstancias, y otra cosa es mi pregunta

D: No insistas, por favor, esto no puede ser, no puede pasar, no aquí en estas circunstancias.

P: Estas son las circunstancias que tenemos, las únicas que hay, se toman o se dejan, se aprovechan o se dejan marchar...

Después de decir esto, volvió a llenar la copa con lo que quedaba e las botellas, y volvió a proponer un brindis

P: Por que aproveches las oportunidades, y no las dejes escapar...

Esta vez, Diana no contesto, y simplemente bebió su copa. Cuando bajo la cabeza, después del trago, esperaba, temía o anhelaba, ella misma no sabia muy bien cual era su sentimiento, el beso de Pedro, pero este no llego. El se limito a colocar el vaso y la botella en el bolsillo del asiento delantero, y se retrepo en su asiento. Esto la desilusiono un poco aunque por otra parte era coherente, el quería que ella se implicara, y a ella no le faltaban ganas, pero también debería ponerse en su lugar, comprender su situación, tenia a su marido al lado, lo que estaba haciendo, o lo que podía hacer, era una locura, aunque eso si, una bendita locura, una quimera imposible, o quizás no, una fantasía, una de sus fantasías sexuales, que podían convertirse en realidad. Atormentada por todos estos pensamientos, miro a ambos lados, a su derecha estaba su marido, ausente, sin dar señales de vida, al otro lado su chico, su muchacho, su niño, el hombre que le había hecho sentirse deseada, sentirse mujer, sentir que sus utopías sexuales podían convertirse en realidad. Tragándose todo su orgullo, y quizás achispada por el efecto del champagne, se acerco a su oído, y le dijo

D: Si, me ha gustado, me ha gustado mucho, me ha encantado, hacia años que no me besaban así...

Pedro se volvió hacia ella, y sonriente, le pregunto:

P: Te gustaría que lo repitiéramos?

Ella, sintió como empezaba una espiral, que no sabia como podía terminar, entendió, que el estaba empezando un juego muy peligroso, y que ella estaba entrando a saco en ese juego, pero pensó que la recompensa valía la pena, y contesto:

D: Si por favor, bésame otra vez...

Sus cabezas se reclinaron, y sus labios se encontraron. Esta vez el beso fue mas intenso, mas vehemente, mas apasionado, si el beso anterior había sido un beso de enamorados, este fue un beso de amantes, sus lenguas se exploraban, descubriendo cada rincón de sus bocas.

Ahora, tenían ambos las manos libres, y las aprovecharon. A pesar de la estrechez del lugar, se abrazaron, y se acariciaron, tranquila y pausadamente, al principio. Diana sentía que estaba realizando un sueño, y quería disfrutar de ese sueño. Estaba con un chico joven, fuerte y guapo, simpático y ocurrente, despierto y ávido de ella, justo lo contrario del marido, que tenia al lado, dormido y casi muerto...Pedro, mientras tanto, tampoco se había quedado quieto, había empezado a acariciar sus piernas por encima del vestido, tranquila y suavemente, sin prisas, tal y como ella suponía que debía ser ese momento...

En ese momento se oyó un carraspeo..., era Olga la azafata..

O: Puedo retirarles ya las botellas

Diana se asusto un poco y se corto bastante, aunque no conociera a la chica, y no volviera a verla nunca, se había sentido descubierta, y a pesar del ardid que había tramado Pedro haciéndola creer que era su esposa, se sentía avergonzada...

Pedro por el contrario, tomo la situación con mucha soltura:

P: Si, claro que si, Olga, muchas gracias, llévatelas, como vez andamos un poco estrechos de espacio, y ya tenemos algo de prisa por empezar nuestra luna de miel, verdad cariño

Diana, no pudo mas que asentir, un poco incomoda con ese juego

O: Bueno, les dejo, y sean un poco discretos, aunque no los vean, están rodeados de gente...y sonriendo se perdió otra vez e la penumbra...

D: Esto es una locura, no podemos seguir adelante...

P: Te recuerdo que estábamos haciendo lo que tu habías pedido....

Diana estaba en una encrucijada, por un lado, su lado mas formal, mas prudente, le pedía parar, pero por otro lado, el beso, los besos y las caricias del chico la estaban enervando, la estaban haciendo sentir, como hacia tiempo que no se sentía...

Pedro, que se percataba de las dudas que surgían en ella, aprovecho para tomar la iniciativa, y empezó a acariciarla suavemente las pantorrillas, directamente por debajo del vestido,

P: Si quieres que pare, solamente tienes que decírmelo...

Ella, sentía solamente la sensación agradable que sentía al tacto en sus piernas..., una sensación que poco a poco le estaba provocando una adición insuperable

Aprovechando su silencio, Pedro se retrepo del sillón, y se volvió había ella, y mirándola a los ojos, acerco sus labios para volver a besarla, aunque se sorprendió al notar, que era ella ahora la que tomaba la iniciativa de los besos, la que metía su lengua hasta la última comisura de su boca, la que aprovechaba para explorar toda su cavidad bucal...

El ahora, mas seguro de la situación, se atrevió a dar un paso adelante...

P: Si no dices nada tendré que parar, supondré que no te apetece seguir...y empezó a parar sus manos...

D: No, no pares, sigue

Ella dijo eso de una manera espontánea y franca, probablemente si lo hubiera pensado un instante le hubiera pedido lo contrario, pero ahora no quería pensar, no quería razonar, solo quería sentir

El, entretanto, había continuado con sus caricias, y acercándose a su oído le dijo:

P: Apóyate en el sillón y relájate, yo me ocupare del resto

Ella, obediente, se retrepo en el asiento, y cerrando los ojos, se dispuso a disfrutar. No quería ver lo que pasaba a su alrededor, no quería mirar a su marido, no quería pensar que estaban en un avión, solo quería sentir la mano de Pedro, rozando sus piernas, subiendo y bajando, acercándose a su triangulo mágico y alejándose, haciéndole percibir estímulos desconocidos para ella, desde hace mucho tiempo... Cuando por fin la mano se poso sobre su sexo, por encima de las braguitas, ella no pudo reprimir un gemido de placer, al que el respondió.

P: Tranquilízate, no querrás despertar a tu marido...

Ella siguió con los ojos cerrados. Estaba empezando a entender su juego, pero aunque al principio le había incomodado esta situación, sus caricias en las piernas la estaban volviendo loca, la estaban haciendo olvidar todos sus temores, y solo quería que siguieran...

Pedro continuo tocándola por encima de las bragas, apenas rozándola, aumentando y disminuyendo tanto la presión, como la velocidad de sus movimientos..

P: Tus braguitas me están molestando...

Diana, que cada vez se sentía mejor, sabia que ya no había vuelta atrás, y respondió

D: Quítamelas

P: Tu ya eres muy mayorcita, y puedes hacer las cosas solita, no necesitas ayuda para todo, no?

Ella, como una zombie, bajo sus manos, levanto su culo y empezó a bajarse las bragas, pero el retuvo sus manos, y le dijo:

P: No tan rápido señorita, quiero que me explique lo que vas a hacer...

D: Voy a quitarme las bragas, como me has pedido...

P: Vamos, vamos Diana, tu ya no eres una niña, quiero que me des algunos detalles mas, quiero que me digas donde estas, con quien estas, para que lo vas a hacer, no me hagas enfadar, sino tendremos que terminar con esto.

Cuando escucho esto, ella pensó que estaba ante la ultima oportunidad para pararlo todo. quizás todo estaba yendo demasiado lejos, una cosa era una aventura, una fantasía, su fantasía, y otra cosa era someterse a lo que quisiera Pedro. Recordó cuando todavía estaba en el aeropuerto, en la tienda , probándose ropa, cuando pensó que las cosas podían hacerse a su manera, y recibió ese segundo jodido mensaje, en el que le quedo claro que las cosas no se harían a su manera, y ella tomo la decisión de que entonces no se harían, pero ahora estaba en el avión, a punto de caramelo, se sentía muy excitada, sentía que no había marcha atrás, pero que eso podía representar consecuencias para ella...

Mientras tanto, Pedro, que aún seguía con sus tocamientos, le dijo.

P: Como quieras, si lo prefieres lo dejamos aquí, y retiro su mano

Ella advirtió, que si el paraba, no podría quedarse como estaba, necesitaba seguir con esas sensaciones, no podía concluir, tenia dependencia de esas caricias, y claudico

D: Espera, espera, me voy a bajar las bragas, al lado de mi marido, en un avión lleno de gente, para que tu puedas seguir tocándome...

P: Muy bien, esa es la mujer que yo esperaba, la que tiene clara sus ideas, y no duda en expresar lo que quiere...

Diana se avergonzada por lo que escuchaba, pero a la vez se reconfortada con el contacto de la mano de Pedro. Otra vez, se retrepo, para subir su culo, y bajarse las bragas, tal y como le había pedido, le había ordenado su amante. Cuando retiraba las bragas, noto como estaban mojadas, y cuando las dejo caer para abajo, entre sus piernas, sintió que estas se iban manchando de toda la humedad que había acumulado. Eso la sofoco aún mas. Ella nunca había sido de las que se mojaban, de las que segregaban líquidos, y ahora, estaba mojándose entera, como una adolescente ante sus primeras caricias. El, no dejo pasar la oportunidad para comentarlo...

P: Vaya, parece que Diana esta muy excitada, nunca había visto una mujer que segregara tanto no...

Ella asintió con la cabeza, y siguió disfrutando de las caricias de el

El insistió

P: Vamos, vamos, explícame que te pasa, ya sabes con detalle...

D: Me has excitado mucho, y me estas poniendo muy cachonda, y me he mojado entera...

P: Muy bien, así me gusta

Diana ya no se preocupaba en asimilar estos comentarios hirientes, ya había asumido su papel, y no le importaban, lo único que le importaba era disfrutar, y eso si que lo estaba consiguiendo

El mientras tanto, subía y bajaba su mano, tocando ya sin tapujos su sexo, que seguía emanando líquidos, con cada caricia, aprovechaba para tocar sus labios vaginales, para separarlos, y a continuación volvía a acariciar sus glúteos, en un trabajo lento y concienzudo, del que sabe bien lo que hace.

Cada vez que su mano pasaba entre sus labios, su clítoris pararía querer salir, aumentaba su tamaño, como si tuviera vida propia, y el roce con la mano, multiplicaba el regocijo que ella sentía.

Ella, a su vez, aceleraba su respiración, se movía intranquila, no era capaz de estarse quieta, estaba sintiéndose subir al cielo no solo el cielo material, por donde el avión surcaba su rumbo, sino al cielo del placer, al monte del gozo, al sumun de la satisfacción.

Hacia mucho tiempo que no tenia relaciones con su marido, y esa necesidad de placer, que de alguna manera había quedado larvada, ahora emergía en todo su apogeo, en su máximo esplendor, y aunque ella había programado el viaje para esto, no lo había previsto de la manera en que estaba ocurriendo, pero ello no iba a ser un problema, para que lo disfrutara.

Diana, sentía como poco a poco su momento llegaba, como comenzaban esas descargas eléctricas que empiezan a recorrer todo el cuerpo, y comenzó a respirar mas agitadamente...

Pedro, se dio cuenta de su estado y de repente para sus caricias..

D: Que haces, no pares, sigues por favor...

P: Vamos Diana, ya somos los dos mayorcitos, piensas que esta aventura va a consistir en que yo te haga una paja en el avión, que no somos unos adolescentes...

D: Entonces que quieres...

P: Esa es la pregunta, pero yo no soy la persona que tiene que contestarla...

Diana se dio cuenta de lo que le estaba pidiendo, Pedro ya no era mas el chico encantador y jovial, el chico resuelto y simpático, era el cabronazo de los mensajes, el tipo que quería que las cosas se hicieran a su manera, y lo peor de todo es que ella no estaba e condiciones de negarse, había perdido el control de sus fantasías, ya no le pertenecías a ella, le pertenecían a el...

D: Quiero que me folles...

P: Hay, hay, hay, que lenguaje mas feo usas, las mujeres como tu no deberían usar esas palabrotas, sobre todo cuando no describen las condiciones en las que quieren que se realicen...

A ella ya no le importaba nada, tenia claro lo que quería

D: Quiero que me folles delante de mi marido...

P: Uff que fuerte, que fuerte, nunca pensé cuando te vi en la cola para embarcar que me fueras a pedir eso, me parecistes una mujer muy integra y cabal, una mujer incapaz de engañar a su pareja..

D: No importa lo que pensaste, quiero que me folles delante de el, por favor no me dejes así...

P: Muy bien, pero ya que me lo pides lo haremos a mi manera, de acuerdo?

D: Si, como tu quieras, pero hazlo ya de una vez...

P: Bien, para empezar, te vestirás como yo te he pedido antes, te acuerdas?

Diana no entendía nada, como diablos iba a vestirse para follar? En cualquier caso, se tendría que desnudar, y eso es algo que no le hacia muy feliz, aunque en las circunstancias en las que estaba, le daba igual todo