Amor Adolescente

BETA PÚBLICA

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- Si amor --le dije sin pensarlo y me dio un poco de risa--

- ¿Qué? --se rio--

- Nada, me pareció raro decirte así

- ¿Cómo? --me besaba el cuello camino a mis senos-- ¿amor?

- Si --respiraba agitadamente--

- Me gusta como lo dices --pasando en medio de mis senos besando mi piel hasta el ombligo--

- Si --cerré los ojos-- te gusta

- Mucho --me separó las piernas desde los muslos-- dilo de nuevo

- Si amor ---volví a reírme, ni me lo podía creer--

Me empezó a besar los muslos y ya me temblaba todo, me acariciaba por el contorno de las tangas con sus dedos y me respiraba con su boca y nariz en mi sexo. Ese calor era reconfortante y muy poderoso, me sentía como si estuviera preparando la caldera de una locomotora a vapor. Pasó su dedo pulgar sobre el encaje y salté por las "cosquillas" que me produjo, un corrientazo que me hizo arquear la espalda.

- Ay Mateo

- ¿Qué pasa cariño? ¿quieres que pare? --con tono irónico--

- ¡NO! ni loca

- ¿Entonces puedo seguir?

- Si amor

Me corrió las tangas a un lado, apenas y sentí su dedo pulgar pasar de arriba abajo por mi labio derecho y me tapé la boca para no gemir demasiado duro.

- No, no, no te tapes

- Es que --su dedo paso sobre mi clítoris-- aaaaahhhhhh --me tapé de nuevo--

- Te quiero escuchar

- No quiero que nos escuchen

- Corazón no estamos en mi casa, eso no importa

Por la cantidad de calor, intuía que su boca se estaba acercando a mi sexo, me beso con sutileza dejando que me acostumbrara a la sensación, mi vientre se contraía de la emoción marcando mis costillas y mis pulmones ni siquiera eran capaces de aguantar mucho aire.

Su lengua pasó de abajo a arriba separando mis labios externos, se detuvo justo antes de tocar mi clítoris, respiro llenándolo de calor y luego lo acarició sutilmente con la punta de la lengua.

- Ay mateo, mateoooo

No iba a poder aguantar, me tocaba una vez más así y me iba a venir, me daba vergüenza que eso me llegara a pasar tan rápido y apretaba las piernas tratando de contenerme, pero eso también hacía que él no pudiera alcanzarme.

- Shh shhh tranquila amor, relájate

Se separó y me miró a los ojos con una gran sonrisa, me levantó las piernas y me sacó las tangas. Me volvió a abrir las piernas y se inclinó hacia mi sexo, aun sin tocarme me repetía

- Relájate amor, no te contengas, si te quieres venir hazlo

En la mente me hablaba de forma sarcástica «¿qué si me quiero venir? Ay mateito estas que me haces explotar»

- Shhh shhh --me movía las piernas para que no las tuviera rígidas-- eso eso, relájate amor, solo disfruta

Con calma me volvió a llevar lentamente, besando mis muslos, alrededor de mi sexo, pasando su lengua entre la ingle. Me sostenía de donde podía, si no encontraba de donde me agarraba los senos y los apretaba.

- Shh shhhh, relájate --me volvía a mover las piernas--

Esta vez lo hizo más despacio, con calma, centrándose más en mis labios que en mi clítoris, eso me daba la posibilidad de disfrutar un poco más sin el peligro de explotar en su cara. Miraba al techo, sin poder entender completamente lo que sentía, mis manos y mis piernas perdieron la fuerza, era como si de repente estuviera levitando.

Él se bajó del mueble, colocó una de mis piernas sobre su cuello y empezó a besarla de lado como si se tratara de mis labios, succionaba uno y luego el otro, se sentían como cuando flotas boca arriba en el mar y te sacuden las olas con suavidad. Estaba en otro mundo.

Con sus manos separó mis labios y metió su lengua en mi agujero, la metía en punta lentamente y al sacarla la movía en círculos pasándola por todo el contorno. Tuve que cerrar los ojos y morderme la mano igual que lo hice esa noche entre el pulgar y el índice. Ahí estaba de vuelta esa sensación extraña, el hueco de mi trasero palpitaba al ritmo de mis pulsaciones, quería que se desviara solo unos centímetros, pero no era capaz de decírselo.

Tomó rumbo en dirección contraria y suspiré aliviada, hasta que sentí como envolvía mi clítoris entre sus labios y pasaba su dedo de arriba a abajo entre mis labios empapado en mis jugos. Mis piernas empezaron a temblar y luego perdí el control del resto del cuerpo, hasta los dientes me castañeaban.

- Mateo --coloqué una mano detrás de su cabeza-- mateo, amor, amor, mateo mat...

Su dedo entró con cautela, acariciando la pared posterior a mi clítoris, lo hacía suave y delicado, apenas y presionaba con la yema de su dedo. Sentía un calor que llegaba de todas las extremidades de mi cuerpo y se acumulaban en mi vientre. No era capaz ni de hablar ni de respirar, ahí estaba con la espalda arqueada, los ojos en blanco, la boca abierta y con un calor en todo el cuerpo que me quemaba.

Una luz blanca inundó mi mente, sentía como si mi vida, como si mi alma no tuviera cabida en mi cuerpo, como si hubiera sido expulsada por mi vagina. Abrí los ojos y la habitación daba vueltas, ahí estaba él acostado sobre mí, acariciándome el rostro y llenándome de besos. Lo abracé con todas mis fuerzas, necesitaba aferrarme de algo para dejar de temblar.

- Ay mateo, me voy a morir --el corazón me latía demasiado rápido como si se me fuera a salir del pecho--

- jajajajjaa no mi vida, no te vas a morir

Él me abrazó más duro y eso me ayudó a calmarme. Su miembro palpitaba en una de mis piernas, no quería esperar más.

- Mateo, quiero estar contigo

- Yo también hermosa --me acariciaba el rostro con ternura--

- Quiero --le abrí los ojos irónicamente--

Él trató de separarse y yo lo abracé con más fuerza.

- ¿A dónde vas?

- Por un condón

- No --me dio un poco de vergüenza-- quiero sentirte de verdad

- Amor, pero... --le coloqué la mano en la boca--

- Solo la primera vez, porfa

Mateo, se acomodó entre mis piernas y colocó su miembro en mi sexo lo mojaba con mis fluidos pasando su glande de arriba a abajo, lo acomodó y ajustó, podía sentir como me separaba los labios, mi cuerpo le daba la bienvenida, pero me asusté tanto que empecé a temblar.

- ¿Me va doler?

- ¿Ágata, es tu primera vez?

- Si --dije tartamudeando-- si, lo siento

- No no, hermosa, no te disculpes, solo que no lo sabía

Él se movía hacía atrás separando su miembro de mi sexo, acariciándome las mejillas y llenándome de besos.

- Relájate, hablemos primero ¿sí? ¿por qué estás asustada?

- No sé, es que creo que me va doler

- Si puede que te duela un poco amor, pero no es nada insoportable, en realidad es más placentero que doloroso, además yo estoy acá para cuidarte

- Lo sé, por eso quería que fueras tú el primero

- Ay mi amor, eres divina

- ¿Lo intentamos?

- ¿Segura? ¿estás bien?

- Si amor --le di un beso y sonreí--

- ¿Te quieres hacer arriba?

- No, amor, quiero que tú lo hagas

- Esta bien

Él se volvió a acomodar, lubricó su miembro con mis fluidos, se recostó sobre mí. Nos empezamos a besar, a acariciar, nos mirábamos a los ojos. Sabía que su miembro estaba ahí, pero ni siquiera me dejaba pensar en eso, me comía a besos y me enloquecía con sus caricias.

Fue demasiado paciente y espero con calma cada una de las etapas para que su miembro entrara prácticamente solo sin que él lo tuviera que meter a la fuerza. Era una sensación extraña, mi cuerpo iba en una disyuntiva que se preguntaba porque eso estaba en mi interior y porque a pesar de que dolía un poco me hacía sentir tan bien. Él se quedó quieto, espero a que abriera los ojos y me sonrió, luego movió sus nalgas hacía adelante y término de meterlo, me arranco un gemido que retumbó más allá de las paredes, cerré los ojos, mis uñas se clavaron en su espalda y monté una de mis piernas detrás de la suya.

- ¿Te duele?

- No, hazlo de nuevo

Sentir salir su miembro fue muy raro, como si tu cuerpo ya extrañara algo. Volvió a empujar sus nalgas y su miembro recuperó el camino que ya había recorrido. Maldita sea, era tan delicioso.

- Otra vez, hazlo

Era un movimiento uniforme, lineal, pero su pelvis iba de arriba a abajo y me tocaba en diferentes partes en el interior. Lo sacaba y extrañaba esa presión, ese calor, esa dureza dentro de mí y cuando regresaba mi cuerpo lo abrazaba con todo su deseo.

- Mi amor, mi amor

Mateo no paraba de besarme, de mirarme a los ojos, me tomaba de las nalgas y cada vez lo metía con más fuerza, pero a la misma velocidad. Ese calor se acumulaba de nuevo en mi vientre, sentía como si el palpitar de mis venas solo trabajaran para llevar toda la sangre hacia el mismo lugar.

Metí mi mano detrás de su cabeza entre su cabello, lo abrazaba con todas mis fuerzas, él gemía en mi oído y eso me volvía más loca. Ahora movía sus nalgas en círculos y su miembro entraba y salía en direcciones que no me esperaba, tocando cosas en mi interior que desconocía.

- Mateo, mateooo, amor amooooorrrrrrrrr aaaaaahhhhhhhh

Lo apreté con mis piernas y él no paraba de hacerme el amor mientras yo me venía, era imposible lo que me estaba pasando, cada que me lo volvía a meter sentía como si tuviera otro orgasmo, ya ni podía respirar.

- Agata, amor --me dijo un poco angustiado-- amor

Él estaba a punto de venirse, se estaba aguantando para no hacerlo adentro, trataba de separarme las piernas, pero yo no era capaz de soltarlo. Le clavé las uñas en la espalda y un último orgasmo me dejó sin aliento, él lo sacó apresurado y sentí su miembro bombear su semen caliente, desparramándose entre nosotros.

Los dos jadeábamos y reíamos, él me besaba con ternura y me acariciaba el rostro como si fuera su princesa.

- ¿Estas bien?

- No --con una sonrisa de oreja a oreja--

- ¿Te duele? --me dijo preocupado--

- No, estoy más que bien --me reí con el poco aliento que me quedaba--

Me abrazó descargando el peso de su cuerpo sobre mí, jadeando en mi oído tratando de recuperar las fuerzas al igual que yo. Nos acostamos de lado y él no paraba de mirarme, de acariciarme el cuerpo con la yema de los dedos.

- Gracias, por ser tan lindo

- Contigo no podría ser de otra forma

- No voy a olvidar esto ¡NUNCA!

- Créeme que yo tampoco

Nos dimos un abrazo fuerte y al separarnos sentimos nuestra piel unida por el pegote de su semen.

- ¿Nos bañamos?

- No, todavía no, déjame sentirte

Se acostó boca arriba, yo me acosté sobre su pecho, él dibujaba en mi espalda con sus dedos y yo con mis dedos en su semen, nunca había sentido ese tipo de textura, pero con el viento del balcón se empezó a secar y cambiar a una consistencia más pegajosa.

Mire su reloj. Maldita sea ¿por qué el tiempo pasa tan rápido cuando quieres que se detenga?

- ¿Qué hora es?

- La una y media

- Agata, me va matar su papá

- Relax que ya debe de estar borracho

- No creo, le apuesto a que no se va a dormir hasta que no llegues

Nos metimos a la ducha, él me enjabonó y me enjuago mientras yo me preocupaba por mantener mi cabello seco, me pasó una toalla y me sacó. Iba a cerrar la puerta y yo la detuve mirando su miembro que colgaba sin fuerza.

- ¿Acaso no puedo ver?

Él sonrió y se metió a la ducha, embadurnándose con jabón de la forma más sexy posible. Si antes me deleitaba viendo como pasaba vestido en la moto, ver como se bañaba completamente desnudo era todo un placer. Sus brazos, sus piernas, su espalda, sus bíceps y hay dios tengo que confesar me encantaba su miembro, se veía tan delicioso con la cara debajo del agua.

---

Salimos en toalla a la sala y nos comenzamos a vestir, me coloqué las tangas y cuando lo vi secándose el cabello alocadamente su miembro se meció de lado a lado, me provocó un poco de risa, era como ver a un bebe elefante.

Igual no me aguante, me hice de rodillas mirándolo a los ojos y acariciando su miembro.

- Agata

- ¿Qué?

- ¿Qué haces?

- ¿No puedo?

- Agata, ya nos tenemos que ir

Empecé a darle lametazos en el glande y su miembro empezó a reaccionar, lo metí dentro de mi boca y mientras chupaba iba sintiendo como crecía y se endurecía. La verdad no sabía muy bien lo que hacía, me guiaba por lo que me habían contado mis amigas. Me encantaba ver las venas todas brotadas y seguirlas con la punta de la lengua, mi sexo se mojó de inmediato cuando me metí sus bolas a la boca y empezó a gemir.

- Vamos Agata, no quiero problemas con tu papá

- No nos demoramos

- Necia

- Si, mucho

Lo empujé en el abdomen para que cayera sentado y lo miré con cara de hambre mientras me montaba a horcajadas. Me corrí las tangas a un lado, agarré el miembro con la mano y me lo acomodé para meterlo logrando meter solamente su glande antes de que me tomara de la cintura y me detuviera.

- En serio, vamos

- ¿Y si consigo más tiempo?

Hizo mueca de duda, pero le gustó la idea. Me estiré para tomar mi teléfono sin que se me fuera a salir y al regresar aproveché para descargar el peso y terminar de meterlo, cerré los ojos y sonreí.

Le escribí un mensaje de texto a mi mamá "Má la fiesta está buenísima y todavía no me duelen los pies jajajaja ¿me puedo quedar un rato más?". Se lo mostré, tiré el teléfono a un lado y lo empecé a besar.

Él no dejaba de mirar el teléfono y aunque lo obligaba a verme, hacía repulsa con su cuello, esperando la respuesta.

- ¿Acaso no quieres? --lo miré enojada--

- Es que no soy capaz de concentrarme sin...

- Esta bien

Agarré el teléfono haciendo pucheros. En esa época era un fastidio, porque no podías saber si lo había leído o al menos si estaba escribiendo, solo te quedabas ahí mirando la pantalla y esperando.

Brincamos de susto cuando veo que en vez de mandar un mensaje me estaba llamando. Nos mirábamos sin saber que hacer, porque si contestaba de una se iba a dar cuenta de que no estaba en ninguna fiesta. Mateo reaccionó rápido, estiró la mano y le subió el volumen a la música. Le sonreí mientras presionaba la tecla verde y me tapaba un oído para poder escuchar.

- Hola má, no te escucho casi

- Hola mi vida, ¿estás pasando bueno? --me respondió gritando--

- Si má, estoy pasando muy muy --moviendo mis caderas-- muy bueno

Mateo fruncía las cejas para que me portara sería y me quedara quieta. Sinceramente creo que era mi forma de calmar los nervios que me daba esa llamada, nunca en la vida me imagine estar teniendo sexo y hablando por teléfono con mi mamá.

- ¿Qué bueno mi amor? ¿Están tomando?

- No má, solo bailando -- sin ropa, pero es una forma de bailar-- y pasando rico

- ¿y Mateo? ¿si te está poniendo cuidado?

- Claro má, no nos hemos despegado toda la noche --literalmente--

- Que rico mi amor

- Má --con voz mimada-- pero no me quiero ir todavía, ¿me puedo quedar un rato más? porfis porfis porfis ¿siiii?

- Solo una hora más ¿listo?, yo hablo con tu papá

- Gracias má, te quiero mucho

Colgué la llamada y respiré profundo por haber salido bien librada de esa mentira. Mateo le bajó el volumen y cogió mi teléfono para asegurarse de que si estuviera bien colgado.

- ¿Estas locas?

- Si, por ti

- ¿Ahora sí? --tome su rostro entre mis manos y los bese con pasión--

- Ahora si mamacita

Me cogió de la cintura y me atrajo hacía él, sentí como su miembro me entraba más de lo que imaginaba y me dolió un poco, pero cerré los ojos y me mordí los labios.

- Ay amor que rico es esto

Abracé su cabeza, acariciando su cabello, su cuello y su espalda. En un instante me tenía loca a punto de volver a llegar «¿maldita sea porque me provoca esto tan fácil?», se metía mis pezones en la boca y me movía de la cintura para llevar el ritmo.

- Ay amoooooooooohhhhhhhhh

Ni siquiera creía posible que me fuera a venir tan rápido después de la forma en que ya me había hecho venir con su lengua. Ese orgasmo me puso peor de caliente y esta vez fui yo la que empezó a marcar el ritmo.

Se sentía diferente en esa posición, entraba y salía un poco más fuerte y crudo, pero me gustaba un poco más esta combinación entre sexo y pasión, no era capaz de parar, no quería parar. No me importaba si me escuchaban o no, no tenía cabeza para pensar también en eso.

Lo besaba, le mordía los labios y le gemía mirándolo a los ojos. Él se apoyó en el respaldo del mueble, me gustaba su mirada morbosa, mirando mi cuerpo y mis caras mientras estaba encima de él.

- Me encantas mamacita hermosa

Estaba a punto de venirme de nuevo, lo abracé y traté de quedarme quieta unos segundos, pero eso fue peor, él solo movió su pelvis unos centímetros y una serie de espasmos me delataron. Lo besé y miré a los ojos algo apenada.

- No mamacita, me encanta

Me agarró de la cintura y en plenos espasmos él me penetraba sin parar, yo apretaba inconscientemente cada que entraba y vi su cara de placer, le gustaba. Sus manos fueron a parar a mis caderas y desde allá me atraía hacía él, movía más y más rápido mi cuerpo, sus manos fueron bajando hasta agarrarme de las nalgas.

Definitivamente algo pasaba con esa parte de mi cuerpo que me hacía enloquecer y fue peor cuando las agarraba con sus dedos y las separaba. Mi culito de nuevo estaba palpitando y si me llegaba a tocar ahí me iba a morir. Sus dedos en cada apretón iban más cerca, más cerca, más cerca y más cerca, no llegaban a donde quería y me daba vergüenza pedírselo.

Nos movíamos de forma salvaje y gemía sin control. No entendía cómo pude vivir antes sin esto y cómo no lo había probado antes, esto era el paraíso.

Su último apretón estuvo tan cerca que podía sentir como se separaban los pliegues anales, ese calor que antes sentí se empezó a acumular en mi vientre, se iba acumulando la energía desde cada extremidad, cerré los ojos y sentí como si me cayera un rayo.

- Ohh ohhhh aaaayyy aaaayyyyy ddddddddioooooooooooooooooooooooosssssssssssss

Abracé su cabeza, metiéndola entre mis pechos, ni siquiera sabía que me estaba pasando, pero mi sexo no paraba de bombear, casi como la sensación del primer orgasmo, pero no había terminado uno y seguía otro y otro y otro y otro. Apretaba mi sexo esperando que la sensación se detuviera, pero al contrario se hacía más intensa, brincaba como si me cogiera la luz y luego todo el cuerpo me empezó a temblar.

Mateo me abrazó y trató de quedarse quieto, solo me acariciaba el cabello y con su otra mano me acariciaba la espalda, esperando pacientemente a que todo pasara. No era capaz de abrir los ojos, me sentía avergonzada por no haberme podido controlar. Trató de poner su rostro frente al mío y yo lo abracé más fuerte tratando de evitarlo.

- Shhh shhh --me acariciaba la espalda con dulzura-- déjame verte amor

- No, me da pena

- ¿Pena? ¿por qué si no hiciste nada malo?

Aflojé mis brazos y lentamente me hice frente a su rostro. Él me corrió el cabello detrás de las orejas, me acariciaba las mejillas y me llenaba de besos.

- Perdóname

- No tengo nada que perdonarte ¿estás loca?

- Me deje llevar y...

- Esa es la idea amor, disfrutar al máximo

- Tu ni siquiera te has venido

- No y no me importa, me acabas de dar el regalo más grande de mi vida y yo no soy el que está cumpliendo años

- ¿En serio?

- ¿En serio? dices --se ríe y me contagia-- estas locas mi amor

Me empecé a mover, no quería que él se quedara sin terminar, pero para serles sincera mi sexo estaba tan encalambrado y adolorido que no se sentía bien.

- No no no, quédate quieta --me abrazó-- ven acá déjame escucharte --pegó su oído a mi corazón--

- Pensé que se me iba a salir

- Aún está que se te sale

- Amor, no quiero que quedes empezado

- No te preocupes amor, además no teníamos condón

Con las pocas fuerzas que me quedaban, me levanté y acomodé de rodillas a un lado de él en el mueble.

- No te voy a dejar así

- No hace...

Me incliné metiendo su miembro en mi boca y él se quedó callado. Traté de simular con mi boca los mismo que con mi sexo, apretando al entrar y un poco más suelto al salir.

- Ufff Agata, me matas

Su miembro estaba completamente empapado con mis jugos, podía oler y saborear mis orgasmos. Recordé que una amiga me decía que les encantaba que los masturbaran a la vez y jugaran con sus bolas y por la forma en que gemía parecía ser verdad.