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- ¿Qué tal si mientras vos ves cómo me tiro a tu esposa, nos lanzas billetes?

- Este hijueputa avaricioso me cae bien --riendo a carcajadas--

Se levantó y se hizo en la cabecera de la cama apoyando el maletín a espaldas de su esposa. Le quitó el elástico a un fajo, lo colocó sobre la palma de su mano y con la otra la pasaba ligeramente por encima haciendo que cayeran.

Estaba como un tren viendo como ella se acariciaba el cuerpo con el dinero. Me comencé a desnudar para ellos, todavía no terminaba de descifrar las miradas de él. Me masturbe cogiendo unos cuantos billetes de la cama imaginando una vida llena de lujos sin límites, en una vida de derroche sin estar pensando como pagar las cuentas a fin de mes, justo como la envidiable vida de este par.

Saqué un condón del traje y le señalé a ella con mi mano que viniera. Ella se hizo en cuatro y camino como una linda gata, me quitó el condón de las manos y magistralmente me lo vistió con la boca.

La muy maldita era una experta y no solo en la forma que lo chupaba, también en la forma que se movía, miraba y jugaba con su cabello. Seguramente, una de las razones por las cuales ese hombre poderoso hacía todo lo que ella le pidiera.

La sonrisita de él seguía siendo indescifrable, a ratos se me quedaba mirando a los ojos, pero su expresión solo variaba cuando se concentraba en ver como su esposa me lo chupaba. «maldito pervertido» pensaba para mis adentros.

Le señalé uno de los costados de la cama. Dejó el maletín sobre el colchón y tomó un nuevo fajo de billetes. La separé de mí, le di un buen beso y luego con una palmadita en la nalga la envié a darle placer. No los dejé de mirar un segundo, mientras ella le aflojaba el cinturón, le bajaba los pantalones y quedaba colgando un delicioso miembro.

Ojalá él hubiera volteado a mirarme porque no pude esconder mi cara de antojo. Mi miembro daba salto de excitación, viendo como ella lo chupaba y su erección crecía. Este hombre cada vez se ponía más interesante y hasta mi culo se estremecía sin saber si le iban a dar una probadita.

Sin señales aún, decidí tomar el otro flanco. Me acomodé detrás de ella viendo como meneaba esas nalgas mientras hacia esos ruiditos, como saboreando, mientras se la chupaba.

Me incliné hacía adelante, pasé mi lengua de abajo hacia arriba asegurándome de ir de punta a punta, desde adelante hasta atrás. Si algo me encanta es chupar un buen culito, sus piernas se sacudían cada que daba vueltas alrededor de su agujero posterior.

Por los gemidos pude notar que no solo eran del agrado de ella, sino que él no me quitaba la mirada. Me concentré en darle placer en ese lugar y luego con mi lengua en punta trataba de meterla en su interior.

De vez en cuando volteaba a mirarlo, él me regresaba la mirada y con más esmero soltaba billetes sobre nuestros cuerpos.

El sonido de sus mamadas, hacia juego con las que yo le daba a ella. La saliva llenaba su hermoso crater y cuando rebosaba bajaba por su sexo, mi mano se encargada de darle placer y tratar con delicadeza su clítoris. La volvía loca cuando le metía los dedos y al sacarlos le pellizcaba los labios y los estiraba, solo era volverle a meter los dedos y sacudirlos vigorosamente para hacerla venir.

Su cuerpo empujaba hacia atrás, pedía, sin poder hablar, que se lo metiera de una buena vez. Me monté sobre la cama, la tomé de las caderas y lo acomodé sin metérselo. Ella interrumpió su labor y volteó a mirarme con ansiosa.

- No seas descarado, méteselo pues --me ordenó su esposo--

Empujé hasta el final, ella se inclinó hacia adelante descargando su cara sobre el colchón soltando un delicioso gemido.

- Ay jueputa que rico, como me gusta la verga

La tomé de la cintura y me la empecé a comer con un ritmo ni muy rápido ni muy lento, más bien con bastante sabor, que le diera tiempo de sentir como entraba y salía de su cuerpo, de sentir las estrías del condón y la forma del glande abrir y cerrar su sexo.

- ¿Te gusta ver como se comen a tu esposa? ¿cierto?

- Si, me gusta verla saciada de placer

- ¿Y a vos? ¿Solo te excita el dinero?

Tirando el resto de billetes que le quedaban en la mano contra mi pecho.

- Eso y otras cosas

La jalé a ella del pelo y la empujé hacia su miembro para que se lo volviera a meter.

- ¿Cómo qué?

Al fin ya se iba soltando, un poco tímido para mi gusto, pero poco a poco me lo iba a pedir. Ya lo sabía, pero lo iba a dejar sufrir un rato.

Sacó otro fajo de billetes y al quitarle el elástico, agarré una de sus manos y la coloqué en mi cuello.

- Que me ahorquen, por ejemplo

Apretó con sus grandes manos y sé que me salió la cara de maricon, pero me encantaba.

Levantó su otra mano llena de billetes y dudo un segundo en hacer lo que pensaba.

- ¡Hágalo!

Se dejo llevar, dándome cachetadas en la cara y los billetes salían volando para todos lados.

Me ponía tan caliente, que lo miraba a los ojos con furia. Juntaba mis cejas, lanzaba un gruñido y con rabia se lo metía a su esposa hasta el fondo agarrándome de sus nalgas.

La cama ya estaba completamente cubierta de billetes y con su mano desnuda trato de golpearme, pero lo pare en seco.

- No no, nada de eso papito, azóteme con billete todo lo que quiera

Me soltó por un momento para recargar sus manos de billetes. Aproveché su descuido me incliné hacía adelante colocando mi cara sobre el hombro de su mujer viendo el gusto con el que se lo mamaba y gemirle al oído.

- Que rico ¿compartes?

Volteo a mirar a su esposo y se sonrió. Se lo sacó de la boca y se hizo a un lado.

Entre los dos le empezamos a chupar el glande pasándolo de boca en boca, chupando su longitud lado a lado.

Él resoplaba sin mediar palabra o abrir los ojos. Ella reía encantada y disfrutaba tener su miembro entre ambas bocas, luego él lo quitaba por un momento, nuestras lenguas se unían y el regresaba para sepáranos con su glande y un profundo suspiro.

Mas fajos salían del maletín, nos los tiraba en la cara y el cuerpo.

Me encantaba mamárselo, mientras que me la comía agarrándole los senos, bajando las manos hasta su sexo y escuchando en mi oído como gemía mientras movía en círculos mis manos acariciando su clitoris hasta hacerla venir.

- Ay jueputa que rico es esto ahhhh ahhhh

- Si, tan rico que es que se lo coman a uno ¿cierto? --dije mirándolo a los ojos--

Me azotaba la espalda y las nalgas con los billetes que le quedaban en las manos.

Ella se lo empezó a chupar super rico, duro, atragantándose y al salir lo chupaba duro para que sonara. Él me levanto del cabello para que no la interrumpiera y volteé a mirarlo con la boca chorreando de saliva.

Le levanté una ceja retándolo a que me hiciera lo mismo. Cerro los ojos, reí y me empujo detrás de la cabeza. Si su esposa era buena para mamar, aún no sabía lo que le esperaba con un hombre que lleva años perfeccionando la forma de darle placer a otros hombres.

El muy maldito gemía delicioso, me empujaba cada vez más fuerte la cabeza y como buen traga espadas me lo metí hasta desaparecerlo en mi garganta.

Su esposa me miraba asombrada y yo entre ahogado casi me partía de risa. Lo sacó con prisa, se notó que estuvo a punto de venirse. Quedé con la boca abierta, chorreando saliva mirándolo fijo con los ojos aguados.

- Ese polvo que se acaba de guardar, me lo deberías estallar en el culo --le dije con descaro--

- Ay jueputa, sí que rico amor --replicó ella--

Me soltó con desdén y se dio la vuelta caminando lentamente alrededor de la cama, viendo cómo me follaba a su esposa y con movimientos exagerados movía las nalgas hacia atrás para que las viera bien abiertas.

Ella inclinó su cuerpo hacia adelante, levantando sus caderas para que yo quedara en la misma posición, metió su mano por debajo y me apretó los testículos jalándolos hacia adelante.

Él se tomó su tiempo viendo como mi asterisco se abría y cerraba con emoción mientras él se vestía un condón.

Se hizo detrás y cerré los ojos esperando que me lo metiera con rabia. Pero por sorpresa paso frotándose contra el mío, hasta presionar su glande contra el clítoris de su mujer.

- ¡A mí no, quiero que te lo comas a él! --gritó--

Pude sentir sus manos posarse en mis nalgas, ahí estaba de nuevo ese escalofrío, siempre había sido una premonición de algo, yo lo sabía.

Al parecer aún seguía indeciso, algo que un "macho" no pude hacer. Ni siquiera voltee a mirarlo para que no se espantara. A falta de lubricante me llené de saliva los dedos y lo deposité en mi agujero, meneé mi trasero esperando que al fin se decidiera, pero no pasaba de ahí, solo se masturbaba con mis nalgas.

Ya no aguantaba más, pasé una mano hacia atrás lo acomodé y yo mismo fui el que lo guie. Me levanté apoyándome en los hombros de su mujer y terminé de empujar las nalgas hacia atrás para metérmelo todo.

- Que grande lo tiene este HP

- Si es delicioso --respondió su esposa entre gemidos--

No sé si lo hicieron de gusto, pero se quedaron bien quieticos para que fuera yo el que me tuviera que mover. Para adelante sentía como se lo metía ella y mi trasero respiraba un poco, pero luego empujaba hacia atrás y esa deliciosa sensación al sentir como se volvía a llenar mi cavidad, mi esfínter se estiraba al máximo, sus bolas chocaban contra las mías y el sexo de ella me apretaba el glande como en oleadas.

El tipo me cogió al fin de la cintura y me lo empezó a mover siguiendo el mismo ritmo, pero en dirección contraria.

- Ayyy diooos que rico papi, sí que rico, dame por el culo papi que rico

Lo volteé a mirar y al fin tenía esa mirada perversa y segura de saber que ya no lo duda más, era imposible disimular que era algo que le encantaba.

- ¿Te gusta? ¿Te gusta que te den por el culo?

Tipica pregunta de hombre indeciso que después de probar hombre y verlo a uno llevado de placer quiere probar, pero aún no se anima.

- Me encanta estar en la mitad, no hay nada mejor y entre más duro mejor

Uff, me agarró durísimo de las caderas y con más y más fuerza me lo metía. Su pelvis chocaba contra mis nalgas, había un eco repetido cuando su cuerpo chocaba contra el mío y luego yo lo hacía contra el de ella.

Ella me soltó las bolas para masturbarse y se empezó a venir tan delicioso, no fui capaz de aguantarme más y le solté todo mi semen.

- Ahhhh ahhhhhh

- Oh siiii sí que rico

Caí rendido a un lado de la cama, con una super sonrisa porque los billetes se me quedaban pegados del cuerpo por el sudor.

Él se quitó el condón, la corrió hacia atrás de la cintura arrastrándola por la cama y se la siguió comiendo con la misma intensidad que lo hizo conmigo, pero quedando de pie.

Ella me buscó con sus labios, con sus gemidos, miradas, risas y caricias me volvió a poner a tono.

Me metí boca abajo y con su cabellera cubriéndome la cara, me dijo entre risas.

- Primera vez que él, ya sabes

- Yo sé --esbozando una gran risa--

Me metí por debajo de su cuerpo chupando sus senos danzantes, continúe el camino por su vientre hasta su sexo donde veía entrar y salir su miembro a toda prisa. Apenas me metí en su sexo, ella hizo lo mismo con mi miembro quitándole el condón para poder saborear los rastros de semen que habían quedado en el mío.

Me intercambiaba para darle placer a ella y entre apoderarme de sus bolas metiéndolas en la boca, pasando mi lengua en ocho entre ellas. Intenté más de una vez ir más allá pero no me lo permitía, de una sacaba su miembro, me lo metía en la boca para darle unas cuantas chupadas y lo regresaba a su mujer.

Ella cada vez más me ahogaba con su sexo y pude notar que él la había tomado de las manos hacia atrás y la levantó separándola de mi miembro dejando su cuerpo suspendido.

- Ay Ger me vas a matar, que rico hijueputaaaaaaa aahh ahhh que ricooo si si asi duro mi vida duro

Su cuerpito empezó a temblar apretó las piernas y con sus muslos me dejo sin poder respirar, hasta que...

- Aggghhh ahhhhhhh ahhhhh

Me empapó la cara con su orgasmo y acto seguido empiezo a notar como de su sexo brotaba por los lados del miembro de su esposo un espeso liquido blanco.

Él la soltó y ella cayó sobre mí, dejando su sexo abierto con una espesa lava blanca que brotaba de su interior y con prisa acudí a saborearla, ella se metió mi miembro a la boca, chupaba con fuerza, se golpeaba la lengua con mi miembro y gritaba...

- Dámelo, dámelo

... tras un par de buenas mamadas le regalé una dosis igual para que los dos pudiéramos disfrutar de tragarnos un buen polvo caliente.

---

Nosotros nos quedamos ahí en la cama saboreando el botín, mientras que él se apresuraba a vestirse y contestar el teléfono que repicaba sin cesar.

- Si si, ya sé que vamos tarde --respondió con voz agitada-- ya bajamos

Pasó por el lado de la cama y evitando mirarme o sostener la mirada la tomó de la mano y la hizo levantar. Ahí debe ir con su dualidad e indecisión entre lo prohibido y el deseo.

Mientras se levantaba ella me dio las gracias sin pronunciar sonido y una risita cómplice. Me incliné hacia un lado y del traje tomé la tarjeta de acceso.

- Van a necesitar esto para salir. Fue un placer hacer negocios con ustedes

- Lo mismo digo Rafa, nos vemos luego --dándome un último beso compartiendo el sabor del semen que nos quedaba en la boca-- en la inauguración oficial

- Ya vámonos --insistió el hombre--

---

Me quedé tumbado en la cama con los brazos detrás de la cabeza viendo mirando hacia el techo con una sonrisa que hasta me dolía la cara. Acababa de cerrar el negocio más grande de mi vida y hasta me había llevado una excelente comisión, en especie.

Nunca en la vida me había divertido tanto recogiendo desorden, reunir de nuevo todos esos billetes, organizarlos y oler como habían quedado pasados con el aroma de nuestro encuentro.

Una lástima que solo una parte de ellos fuera para mí, pero con esta venta al fin iba poder consolidar mi propia inmobiliaria. Algún día sé que voy a tener tanto dinero como para comprar una casa igual o mejor para hacer unos bacanales descomunales en los que todos quieran, pero solo algunos invitados e invitadas exclusivas y pervertidas puedan estar.

No les voy a negar que de esa noche me quedé un tantico iniciado y con ganas de desvirgar el culito de ese man por primera vez, pero quien quita y en esa fiesta él me dejé inaugurar algo más que su nueva casa.

---

Con cariño, Rafa. Espero que les haya gustado. Un beso enorme para todos y todas.

Un saludo especial al esposo de Agata que esta como quiere. Si algún día se animan a probar cositas nuevas, me avisan que yo encantado.

---

Relato: Rafa

Edición: Agata

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