Champagne

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La mejor cura para el estrés es una buena sesión de juegos.
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Parte 13 de la serie de 46 partes

Actualizado 09/07/2023
Creado 08/08/2023
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Dejo salir una bocanada generosa de humo por la boca mientras espero a la salida del trabajo un uber que me lleve a casa. Hoy había sido un día difícil, la sala de urgencias estaba desbordada y me había tocado dobletear el turno. Se suponía que hoy iba a salir temprano para tener el tiempo suficiente para prepararme para la cena con mis amos, Agata y Axel. Al fin llegó el conductor, le doy una última calada, tiro lo que queda del cigarro y lo aplasto con la suela del zapato.

Le doy la dirección de mi casa y trato de esquivar sus temas de conversación. Me pierdo mirando por la ventana pensando cómo será la noche de hoy y se me dibuja una sonrisa pícara en los labios y me veo la cara de diabla reflejada en el cristal.

Llego a mi casa a la media hora, al parecer no ha llegado nadie más. Dejo las cosas encima de la mesa y voy directo a mi habitación, me quitó la ropa alcanzó la toalla y me sumerjo en la regadera para relajarme y soltar toda la tensión del día.

Salgo sin toalla, me encanta caminar desnuda por la casa cuando no hay nadie. Voy al closet y busco la bolsa de papel en la que tengo guardada la lencería que había comprado desde el martes para esta noche. Me veo hermosa al espejo y no me resisto a tomarme unas fotos. Me veo tentada a mandarlas a mis amos, pero arruinaría la sorpresa. Mejor las guardo para enviarlas después.

Estuve mirando en mi closet, pasando las prendas hasta que encontré un vestido negro que haría juego perfecto. Me queda más arriba de la rodilla, con una abertura a uno de los lados que coquetea con los ligueros y las medias veladas con encaje, pero lo que va matar a mi amo va ser este escote en uve sin sostén que lo va mantener antojado de pasarme la lengua.

Busco mis tacones negros marca Louboutin, esa suela roja me hace sentir más mala y atrevida. Para mi ama, recuerdo que le encanta verme con el cabello suelto, me veo al espejo como voy quedando y me encanta como mis rizos juegan coquetamente con mi cintura.

Me maquillo delineándome los ojos de negro, sombras oscuras, mascarilla y en los labios color rojo pasión. Para mi amo, algo que nunca me puede faltar, una gargantilla color negro para resaltar el cuello. Toques de perfume por aquí y por allá, una cartera pequeña donde llevo mis documentos y el teléfono.

Pido el Uber, mientras aprovecho para ir a la cocina y tomar una botella de champagne que había comprado. Sabía que hoy no iba a regresar temprano, inclusive era posible que no lo hiciera en varios días. Tomé una servilleta y le dejé escrita una nota a Cecilia mi compañera de piso para que no me esperara. Seguro la noticia le iba caer igual de bien a ella para estar más tranquila con su novio.

---

El conductor del Uber es un hombre bastante guapo y maduro, no deja de mirarme por el retrovisor y yo aprovechó para coquetear disimuladamente, si no fuera porque tengo esta cita a la que no faltaría ni loca, me atrevería aceptar una escapada.

Estoy ansiosa por verlos, tengo tiempo que no nos vemos, ya que siempre estamos ocupados en el trabajo y ha sido imposible hacer coincidir el día de descanso de los tres. Así que hay que aprovechar que se alinearon todos los astros y al fin vamos a poder tener una noche juntos. Después de unos 45 minutos llegamos al destino.

El conductor se baja del carro, me abre la puerta y caballerosamente me ayuda a salir para que no me vaya a caer con los tacones tan altos. Le agradezco el gesto, mientras camino a la entrada de la casa le meneo las caderas y antes de tocar le doy una mirada y le pico un ojo coqueteando.

Puedo ver como el hombre sonríe y se estremece a la distancia. Sonríe y se monta al carro, esperando hasta que me abran antes de arrancar. Se que tenía la esperanza de que no abrieran para poder buscar una carrera más larga que nos llevará a un motel.

---

Ágata abre la puerta. Esta igual o más divina, se nota que estuvo en reunión ejecutiva con una falda tubo negra, camisa blanca y collares dorados y largos que cuelgan de su cuello. Me encanta cuando se viste así, con ese aire de mujer poderosa. Ni siquiera me había acercado y ya sentía el calor en mi entrepierna.

- Alice muy buenas noches --me mira de arriba a abajo-- wow que bella te encuentras

- Ágata preciosa muy bien, pero tú no te quedas atrás estas divina como siempre

Me da una sonrisa que termina de derretirme. Es una mujer hermosa de carácter fuerte, pero de un corazón enorme y noble. Tiene su cabello hasta los hombros perfectamente peinado, maquillaje sencillo y su boca va de un rojo parecido al mío.

Atrás aparece Axel con su traje de ejecutivo, todo de él es pulcro, todo lo que él viste le queda, pero ese traje siempre me hace morder los labios. Su loción me alcanza y aspiró profundo cerrando los ojos, llenado mi pecho de aire y exhalo con fuerza de forma sonora.

- Alice buenas noches, por favor pasa

- Gracias Axel

Les doy un pico en la mejilla a cada uno. Se que con ellos no es necesario disimular de los vecinos, la verdad no les importa si los ven recibiendo una mujer hermosa en su casa, pero me gusta tener ese primer contacto un poco lejano que le da suspenso a lo que viene más tarde.

Le entregó el champagne a Ágata y me quedé mirándola mientras lo llevaba a la cocina. Axel ni se mueve, atentó a mis reacciones. Dirijo mis ojos hacia él y veo esa mirada fría y morbosa que me pone con los nervios a millón. Mis panties se acaban de mojar. Maldita sea, ni me han tocado y me vuelven nada.

- Pasen al comedor, ya voy a servir la cena --dice Ágata--

- déjame ayudarte y no acepto un no por respuesta

- jajaja está bien hermosa

Axel arreglaba la mesa y nos recibía los platos para acomodarlos. Con Ágata es fácil hablar de cualquier cosa, me siento cómoda con ella. También sabe cómo ponerme nerviosa, me mira fijo a los ojos sin parpadear como si me estuviera leyendo la mente y es capaz de mantenerme la mirada hasta que yo la quito y luego hace esa mueca de burla para reírse de mí porque sabe cómo me excita que lo haga.

Se mueve por la cocina de un lado para otro entre alacenas, despensa y nevera sin dejar de menear su delicioso trasero, ya me ha descubierto un par de veces tratando de disimular las miradas. Se para tras el horno, voltea a verme y sonríe, prende la luz interior y se inclina mostrando esa provocativa forma de corazón para que me da gusto. Voltea a mirar sobre su hombre con esa risita maldadosa.

- Yo creo que ya está lista --meneando su trasero--

Axel nos observa con una copa de vino sentado en el mueble de la sala, ha estado callado, a lo mejor tuvo un mal día. Lo puedo notar porque golpea incansablemente el anillo de matrimonio contra la copa.

Ágata empieza a servir y nos invita a sentarnos en la mesa. La comida como siempre una delicia ¿algo le saldrá mal a esa mujer? Tal vez lo que tenía mi amo era hambre, su cara cambia un poco, aun se le ve un poco tenso. Se da cuenta que no le quitó la mirada de encima y que suspiro cada que corta un trozo de carne lo mona en sus juegos y luego lo mete a la boca. Suspiro, emocionada, me excita demasiado ver sus manos, el voltea a mirar mi pecho hinchado que resalta mi escote, lo desafió con la mirada y le sonrió de forma coqueta. Regresa su vista al plato y corta lentamente otro trozo con una sonrisa curvando su lado derecho. Mierda de nuevo estoy mojada y es probable que haya dejado la evidencia en la silla. Ágata se da cuenta y su risa es aún más perversa. Me siento en evidencia, mis mejillas arden y siento que la temperatura aumenta en mi cuerpo.

Terminamos de cenar y pasamos a la sala. Mientras Agata lleva los platos a la cocina, yo alcanzo la botella de vino y me ofrezco a llenar su copa, inclinándome hacía adelante para que sus ojos se pierdan entre mis senos.

Axel pone música, una canción ya conocida por los tres, aunque más para nosotras dos. Ágata y yo nos volteamos a mirar y empezamos a cantar, acercándonos mientras movemos los cuerpos, nos abrazamos dando vueltas, ella me pasa las manos por la cintura y yo las paso por su cuello. Axel se levanta y nos deja solas. No me molesta que lo haga, también necesito esos momentos románticos con ella. Le acarició el rostro admirando su belleza y acarició sus labios con mis dedos.

- Eres muy hermosa Ágata

- Gracias Cachorra --me susurra al oído mordiendo mi lóbulo--

Me dan escalofríos, ella lo nota al pasar su mano por mi espalda. Luego pone la palma de la mano sobre mi corazón para sentir mi taquicardia, sonríe, aprieta mi seno gentilmente metiendo su rodilla entre mis piernas y siente la humedad de mi sexo en sus piernas y termino por mojarme aún más. Le doy una sonrisa lascivia, la miro a los ojos, me acerco a sus labios, pero no la beso, tomó un mechón de su cabello y se lo colocó detrás de la oreja.

- Mi ama, desde que llegué he querido besarte ¿será que me da ese privilegio?

- Me encanta que pidas permiso, pero ya estabas tardando mucho --curvea su sonrisa, mira entre mi escote y luego fijo a los ojos--

Coloco mis manos al lado de su rostro y la traigo hacía mí. La besó emocionada, ni rápido ni lento, pero si con mucho deseo. Chupo, muerdo, saboreo y meto la lengua para jugar con la suya. Se le sale un gemido delicioso y sonrío sintiéndome victoriosa. Ágata me agarra por la nuca para retomar el poner, intensifica al beso, me roba el aliento y dejo caer mis manos para sostener sus senos. Nos separamos sonriendo con los labios hinchados. Siento a alguien por detrás y quedó en medio de ellos.

- Quieta cachorra --escucharlo me pone mal, se me seca la garganta--

Pasa su mano a mi boca, llena su dedo con saliva y le limpia a Ágata los restos de mi labial que le habían quedado regados fuera de sus labios.

Pasa un listón rojo y grueso de seda por el frente de mis ojos. Solo veo sus manos sosteniéndola y el perfume de sus muñecas invadiéndome.

- Te voy a cubrir los ojos

- Ok --asiento con la cabeza--

Cubre desde mi frente hasta un poco más abajo de mi nariz. La anuda delicadamente, baja sus manos por mi espalda dibujando líneas con sus dedos, con una de sus manos me hace girar un poco y la otra baja hasta mis nalgas apretando y enterrando sus dedos. Me da una nalgada que me hace brincar y siento crecer ese ardor que tanto me gusta.

- ¿¡ok!? ¿Cómo se dice cachorra? --la manera en que me reprocha hace que se me erice la piel--

- Ok, amo

- No --recibo otra palmada--

- Ok, MI amo

Me tomó de la cintura y me hace caminar, no sé a dónde, pero me supongo que es a su habitación. Siento los pasos de los tacones de Ágata que van tras de nosotros y el corazón me late a mil por la emoción.

Se detienen y me dejan ahí de pie. Los escucho abriendo cajones y puertas, algo no está en el lugar que esperaban y buscan desesperados. Hasta que los ruidos se detienen y hablan en susurros entre ellos.

Mi amo se coloca frente a mí, siento sus manos en mis brazos, me acaricia con sus manos fuertes hasta mi cuello, me levanta un poco brusco del mentón y siento el calor de su aliento muy cerca de mi cara. Mi respiración se agita, sus manos bajan a mi cuello lo aprieta ahorcándome, se me sale un gemido y se aparta de mí. Estaba tan concentrada en lo que sentía que ni siquiera pude escuchar hacía donde se había movido, completamente desorientada muevo mi rostro de lado a lado tratando de descubrir dónde están.

El muy condenado se ríe, lucifer se queda corto a su lado. Siento unas manos delicadas encargándose de mi vestido, me acaricia con maldad en mis puntos más débiles disimulando con que solo lo hace para dejarme sin ropa, únicamente con la fina lencería que había comprado para ellos.

Toma las tiras del brasier sobre mis hombros y las jala con crudeza dejando mis senos al aire. La tanga es tan diminuta que en vez de tapar algo solo hace que me resalte la fina línea horizontal de vellos que tanto me ha pedido mi ama que me deje en ocasiones anteriores. Mi pecho sube y baja por la excitación y escucho un gruñido de aprobación por parte de ambos.

La venda se cae y me encuentro con la mirada fría y dura de mi amo. No lleva el saco, ni la corbata, los puños de su camisa están doblados exquisitamente hasta los codos. Agata está detrás de él, mirándome como de forma malintencionada, abriendo tres botones de su camisa, metiendo sus manos para acariciar su torso y dejar marcadas las uñas en sus pectorales.

- Cachorra

- Amo

- Te has portado muy mal cachorra

- Pero amo --lo mire pidiendo compasión-- yo no...

- Calla cachorra --junta sus cejas-- no te he dado permiso para hablar

- No amo --miro al suelo-- lo siento

- De rodillas

Lo hago sin siquiera titubear, dejando la mirada en el suelo. Agata baja sus manos y agarra su miembro marcándolo sobre el pantalón, se me llena la boca de agua esperando que me ponga a mamar. Ella sube a abrirle el cinturón y le quita las manos. Maldita sea, porque me hacen sufrir tanto.

- Ágata por favor pasarme la gargantilla

El amo me toca con un dedo la barbilla y me hace subir la cara para que lo vea directamente a los ojos. Me hace el cabello a un lado y se toma su tiempo para ajustar las correas detrás de mi cuello, pasa su dedo índice por la argolla y jala un poco hacía los lados para comprobar que no se vaya a girar. Engancha una cadena plateada de ella, la levanta y siento el frío en mi rostro, no me ha ordenado moverme y sé que es mejor quedarme quieta. Toma la cadena con ambas manos hasta que levanta el peso de mi cuerpo hasta tenerme de pie.

- ¿Qué es esto? --señalando el vello en mi sexo--

- Un regalo amo

- ¿Para quién?

- Para mí ama

- Ah, para tu ama --tensó la cadena acercándome a su cara-- muy bien

- Amo yo...

- ¡Silencio Alicia!

- No amo, yo soy su cachorra

- No, las cachorras son obedientes y te dije que siempre te quiero ver completamente depilada

- Amo, pero...

- ¡Silencio! esto lo haces de gusto ¿cierto? para que te castigue

- No amo, si quiere ya mismo me lo quito

- No, no, no --con disgusto-- dejemos que tu AMA disfrute de su regalo

Le entregó la cadena a Ágata y le señaló una silla que tienen en la habitación. Me hizo apoyar con las manos en el espaldar, montar las rodillas y levantar el trasero. Rayos pensé que le iba a gustar, las manos me sudaban y el corazón lo tenía a mil, tenía un poco de susto, pero también de excitación.

- ¿Cuántos azotes quieres Alicia?

- ¿Azotes amo?

- Si azotes

- Los que usted considere amo, pero por favor dígame cachorra

- Muy bien cachorra --me acarició la cabeza-- ¿cuántos?

- Los que usted qui...

- ¿¡CUÁNTOS!?

- Diez mi amo, diez

Se arrancó el cinturón del pantalón, metió la hebilla entre su mano y le dio algunas vueltas apretándola.

- Quiero que los cuentes

- Si amo

Traté de disimular que se me quebraba la voz al responder y oculté mi cara entre las manos para que no fuera a notar que en realidad estaba emocionada por recibir sus azotes, sino con seguridad me hacía vestir y me mandaba para mi casa.

Siento el primer azote, justo debajo de las costillas, la punta del cinturón alcanzó a dar la vuelta hacia adelante y golpear debajo de uno de mis senos. Eso ardió como un demonio y me tuve que morder el brazo para no gritar.

- ¡No escuche!

- Uuu... --respire-- uunooo amo

Me azota la espalda a la altura de los hombros, no me dio chance ni de contar cuando ya estaba recibiendo uno más en el otro hombro.

- Doo, dooosss, tres amo --con la respiración entrecortada--

- Cuatro

- Cii --demonios eso ardió-- cinncooo

Agata me jala de la correa para que saqué la cara de mis manos y poder verme la cara. Siento un azote más en mi trasero, cierro los ojos y trato de simular dolor.

- Siete amo --no fui capaz de ocultar mi sonrisa--

Obviamente se da cuenta que lo estoy disfrutando. Sin que Axel se dé cuenta me coge con rabia de las mejillas y presiona con fuerza hasta que mi boca se abre. Se me acerca al oído.

- A mí no me engañas

Me soltó con desgano, se hizo detrás de la silla y se aseguró de que levantara muy bien la cara y le mostrara cómo me encantaba que él me castigara.

- Ocho --la miré descaradamente a los ojos y ella se mordió los labios--

- Nueve --me quejo, pero mi cara le dice todo lo contrario--

- Ayyy Diez --le pico el ojo--

No pude aguantar que se me dibujara una sonrisa el verle la cara a mi ama de solapada y ni siquiera me di cuenta de que Axel me estaba viendo.

- ¿De qué te ríes cachorra?

- De nada amo disculpe

Agata me jalo de la cadena hacia abajo para que ocultara mi rostro. Pasó sus manos por encima acariciando las marcas que había dejado en mi piel, hasta llegar a mis nalgas y apretarlas a su gusto.

- Me gusta cuando te vistes de rojo --comentó irónicamente--

- A mí también ama

Por detrás se acerca mi amo, me jala del cabello y me tira el rostro hacia atrás para que lo mire. Sin esperarlo Ágata me coloca una pinza en los pezones y se me escapa un gemido que ella atrapa con su boca mordiéndome los labios. Creía que estaba de mi lado, pero siempre me equivoco, ellos dos siempre conspiran contra mí.

El amo me levanta y ella me pasa la lengua por los pezones llenándolos de saliva y aliviando un poco el dolor. Abre y cierra la otra pinza frente a mí para que la vea, mete mi otro pezón en su boca, lo chupa muerde, estira y luego de una última mirada maldadosa lo abre al máximo y lo deja cerrar.

- Ayyy juepuuu... --mi amo me tapa la boca con su mano--

- Te delatas cachorra, siempre lo haces --pegándole con un dedo a una de las pinzas--

Me levanta de la silla, cargada por la cintura como si fuera una muñeca de juguete y me tira a la cama donde caigo rebotando. Agata le pasa unas sogas rojas y como si fuera un ternero me mueve como le da la gana, me amarra anudando mi tobillo izquierdo con la muñeca izquierda y así lo mismo con las otras extremidades dejándome bien abierta y expuesta para ellos.

Toma a Ágata de la mano, se la lleva al mueble donde me tenían, él se baja los pantalones y se sienta, la hace poner de rodillas y ella feliz se mete su miembro en la boca.

- Si te llegas a venir, ya veras

- Ok a...mo

La hace dar la vuelta y que se ponga de pie, se abre la camisa arrancando los botones. ¿Cómo coño quieren que no me venga si solo con ver ese par de tetas en ese brasier de encaje y esa cara de diabla me quiero morir? Se levanta la falda y de espaldas se sienta sobre él metiendo la mano entre sus piernas y agarrando su miembro para guiarle la entrada. Su cara de placer, maldita sea no voy a aguantar.

Axel le corre el cabello a un lado y por encima de su hombro me mira fijo a los ojos, mientras ella lo cabalga. Es como si el mismísimo lucifer me mirara con deseo y lujuria. Sabe exactamente como calentarme y está atento a mi sexo para comprobar que no me venga. Se ríe de mí porque sabe que me domina y probablemente no aguante.

Tenían sexo fuerte, se notaba que hace rato lo querían, pero no lo habían hecho porque me estaban esperando. Le termina de quitar la camisa, su sostén vuela y sus manos aprietan sus senos con un gusto abrumador. Le besa, muerde el cuello. Ágata se da la vuelta para buscar su boca, sus senos brincaban al ritmo que lo cabalga y él no deja de mirarme.

Maldita y puta delicia lo que estoy viendo. Estoy acelerada, húmeda y me palpita el clítoris, no veo la hora de que me lo meta. No pierdo un detalle de sus besos, de sus manos y de cómo se arrancan la ropa el uno al otro y terminar sudando abrasados por su pasión.

Ella se da la vuelta, se sostiene de su cuello y mueve sus nalgas en círculos. Axel la levanta pasando sus manos debajo de sus piernas y la descarga sobre uno de los muebles tirando todo lo que había encima al piso. La empuja para que se recueste y mete su lengua en su sexo llenando su cara de fluidos, ella me mira, arquea su espalda y sonríe encantada, pero lo que quiere es que la penetre. Lo empuja para que se levante de nuevo. Axel toma sus tobillos, los coloca por encima de sus hombros y la penetra con fuerza e insistencia. Sus senos van y vienen sin destino marcado, ella gime como loca hasta tener su primer orgasmo.

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