El Abogado. Cap. 06

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"Luciano, ¿cuál es su opinión de la demanda de divorcio que presentó Ernesto Mardones?" Preguntó Pablo, mientras encendía un puro.

"¿Se refiere al tema de la que eventualmente él está dispuesto a transferir a su esposa?" Pregunto a su vez Luciano.

"Si. Porque por información reciente que he obtenido a través de algunas personas de mi confianza, me parece que él no está informando todas las inversiones que debería tener." A continuación, le entregó detalles de conversaciones que había tenido con Ernesto, cuando las cosas estaban bien con su hija, en que le había pedido algunos nombres de amigos pudientes, los que le había dado ya que, según Ernesto, tenía unos proyectos para crear una empresa de inversión.

"Precisamente ya tengo la persona que puede realizar ese trabajo investigativo, para lo cual se requiere su conformidad."

"Aunque eso se lo ratificaré por escrito, cuente con mi compromiso para que lo contrate a la brevedad."

"Ves papaíto, que Luciano puede hacer un excelente trabajo. ¿Supongo que le contestarás mañana mismo?"

"Despreocúpate hija. Luciano tendrá mi respuesta por escrito, aunque tiene desde hoy mi aprobación para que se haga cargo de tu caso". Lanzó unas bocanadas de humo de su cigarro del cual que María Alejandra aventó con su mano, mientras sonreía a Luciano.

"Si no te molesta Luciano, los voy a dejar, hoy tuve un día muy duro en la embajada. Te dejo con mi hija para que le cuentes de qué manera manejarás los avances de tu trabajo. No, por favor, no te levantes. Estaremos en contacto. En todo caso, cualquier cosa que necesites no dudes en ponerte en contacto con mi hija para coordinar alguna reunión si así lo requirieras. Buenas Noches."

Luciano le dio la mano "No se preocupe. Lo tendré informado de todo lo que se vaya encontrando. Buenas noches"

María Alejandra tan pronto vio que padre se perdía de vista en el hall de distribución para subir al segundo piso, se dio vuelta y se arrodilló a un costado de Luciano que se había sentado en el sofá.

"¿Ves lo que dije? Ernesto está ocultando algo y necesito que tú lo descubras." Le dijo mientras colocaba una mano en el hombro de Luciano y la otra en el muslo.

"¿Cuento contigo´, como un amigo?" Le preguntó, acercándose mucho más a él.

"No te preocupes, soy tu abogado a partir de este momento, y cuidaré de tus intereses" Cuando decía eso, sintió cierto remordimiento de conciencia, ya que quien lo había contratado realmente había sido Ernesto, su compañero de universidad, aunque pensándolo bien, no tendría por qué ya que no tenía ningún compromiso legal con él, ya que tampoco era él quien estaba pagando sus honorarios.

"No. Quiero que actúes conmigo como un amigo, más que un abogado." Le dijo ella, esta vez, haciendo una movida que él no se esperaba en absoluto: María Alejandra se colocó a horcajadas sobre sus piernas, y colocando ambas manos sobre sus hombros, lo quedó mirando fijo a los ojos, esperando que él ratificara lo que le había pedido.

¿Qué haces cuando una mujer, con un rostro moreno casi angelical, con un cuerpo espectacular, cuyo trasero estás sintiendo que se encuentra apoyado ahora pleno sobre tú entrepierna razón por la cual tu verga, que ha despertado violentamente ante esa provocación sin que te lo hayas propuesto, ha comenzado a deslizarse lentamente por la pierna de tu pantalón como una serpiente que sólo busca un nido húmedo y caluroso?

Esa era la pregunta que Luciano se hacía en ese momento, fijando sus ojos sobre los de ella que lo miraban sonrientes, a centímetros de su cara.

La joven era tan solo un par de años mayor que él, pero siendo mujer y con la experiencia amatoria que ella tenía conforme a lo que le había contado Ernesto, se sentía como un adolescente frente a ella, por lo que sólo atinó a dar la única respuesta que se le ocurrió y que no tenía mucho de inteligente.

"Por supuesto, María Alejandra. Puedes confiar en mí como tal." Y metiendo rápidamente su mano al bolsillo de su chaqueta, sacó su celular

"Qué haces?" Le pregunto ella.

"Voy a llamar un UBER"

"Vamos. Yo te llevo"

"Como se te ocurre"

"Si se me ocurre" Dijo ella levantándose de sus rodillas y del sofá, "Espera, ya vuelvo" y se dirigió hacia el segundo piso para volver a los pocos minutos con un pequeño bolso de cuero. Traía puesta una chaquetilla corta y un pañuelo de seda de color alrededor del cuello.

"Estoy lista. Acompáñame" Le dijo y se dirigió hacia la salida de la casa para después conducirlo hacia uno de los estacionamientos cerrados que había al costado de la casa. Accionó un botón y el portón se elevó ocultándose en la parte superior del dintel de la puerta, dejando a la vista un flamante automóvil porsche modelo 911 de color blanco. Ella le pasó una tarjeta que eran la llave del vehículo y le dijo "Conduce tú."

Mientras conducía por la carretera ella le dijo "Si logras manejar bien este juicio, te prometo que te podrás quedar con él" Ante su expresión de asombro ella le dijo "Si se comprueba que Ernesto me está engañando respecto de las inversiones que creo que tiene, podrás aplicar la tarifa que se acostumbra en estos casos. Si, no me mires así. Hice un poco de investigación y los abogados se quedan con el 10% de lo que logran rescatar". Iba agregar 'y es posible que te quedes con su dueña también' pero prefirió dejar eso para más adelante.

Cuando llegaron a la casa de Luciano, él se bajó y fue hacia el lado del pasajero para abrirle la puerta y cuando ella se bajó del automóvil, le paso las llaves del vehículo. "¿Es que no me vas a invitar a entrar a tu casa?" Le dijo ella, sin aceptárselas.

Azorado Luciano dijo apresuradamente "Si por supuesto". Accionó el cierre automático del automóvil y la guió hacia la entrada de la casa.

Entraron y ella examinó todo con detención. De pronto se escucho una voz desde el segundo piso "Luciano eres tú"

"¿Y quién otro, papá?" Le gritó Luciano.

"¿Y quien viene contigo?" Se volvió a escuchar.

"¿Y cómo sabes que vengo con alguien?" Dijo mientras sonreía a María Alejandra.

En ese momento, apareció el padre de Luciano, vistiendo una bata de levantarse.

"Vi el automóvil en que llegaste"

"Veo que no pudiste resistirte de saber con quién vengo" Dijo Luciano, sonriéndole.

"Bueno, claro. Si nunca habías traído a alguien a la casa. ¿Y no me la vas a presentar?"

"Perdona, la señorita María Alejandra"

"Hola" Dijo ella,

"Hola, soy el padre de este pelafustán. Julio, mucho gusto" Dijo dando la mano a la hermosa morena que se presentaba frente a él.

"Ya papá, ya resolviste tu curiosidad"

"Si por supuesto. Queda en su casa María Alejandra" Y dándose media vuelta volvió por donde había aparecido, dirigiéndose al dormitorio.

Luciano la invitó a sentarse mientras se dirigía a la cocina. Volvió a los pocos minutos con una bandeja con dos tacitas de café.

"Espero que te guste este café. Tengo entendido que ustedes en Puerto Rico tienen cafés mucho mejores que los que conseguimos aquí." Le dijo, sentándose al lado de ella.

Ella tomó la tacita y dándole un sorbo le dijo: "Si está bien. Ahora, cuéntame algo más de ti, aparte de que vives con tu padre."

"¿Cómo qué cosas?"

"Que por qué estas soltero, por ejemplo. Ya que por lo que acaba de decir tu padre nunca has traído a nadie a esta casa. Y eso me halaga".

"Si. Eres la primera clienta que traigo a la casa".

"¿Por qué insistes en lo de 'clienta'? Te dije que quiero ser tu amiga." Le dijo ella, mirándolo con cierta coquetería.

"Mientras dure el juicio, eres mi clienta. Y debemos manejarlo así" Insistió él.

"Pero que sea solo en público ¿te parece?" Dijo ella.

"Está bien. Solo en público" Luciano miró su reloj y dijo "Se hace tarde para ti María Alejandra."

"¿Me quieres echar?"

"Es que es un poco tarde para que andes sola"

"¿Y por qué no me invitas a que me quede?" Dijo ella, mientras dejaba la tacita vacía sobre la mesita de centro, acercando más hacia él.

"Pero, ¿y qué le dirás a tu padre? Pregunto él, buscando rápidamente por un pretexto. Las cosas estaban yendo demasiado rápido para su gusto.

"Le diré eso que estás diciendo, que se hizo muy tarde para andar sola conduciendo. Que además tu padre me pidió que me quedara, Y finalmente porque querías conversar sobre algunos aspectos del juicio." Y levantándose y tomando la tacita que él mantenía en la mano la dejó sobre la mesita de centro, se sentó sobre sus piernas en la misma pose que había adoptado en su casa y agregó "Aunque respecto de lo que supuestamente dijo tu padre, no se lo diré porque no me gusta mentir. Y en cuanto a lo del juicio, tampoco, porque a partir de ahora, todo lo que yo o tú digamos, forma parte del secreto profesional que debe existir entre cliente y abogado".

Luciano la miró y colocando sus manos en la cintura de la joven le preguntó "¿Y qué tienes pensado decirme, para empezar?"

"Quiero continuar con lo que comenzamos, hablando de ti. Ya que te escabulliste de la pregunta"

"¿?"

"¿Por qué no te has comprometido? Porque sé que no eres gay"

"¿Y por qué piensas que no lo soy?"

"Por dos razones. La primera que puedo sentir tu erección bajo mi trasero"

Luciano se sonrojo, pero se atrevió a preguntar "¿Y la segunda?

"Porque por la forma en que me miraba tu secretaria cuando te di el beso de despedida anteayer en la mañana, estoy segura de que tienes algo con ella. ¿Pero, sabes qué? No me importa, porque ahora estás donde quería tenerte. Ahora pregunta tú"

Luciano se sintió aliviado que no siguiera haciendo preguntas acerca de Romina, por lo que se apresuró a preguntar, para cambiar el foco de la conversación "¿Cuál es la razón por la que te estás divorciando?"

"¿De verdad que deseas que saberlo? Porque es demasiado íntimo" Dijo ella, moviéndose sobre sus piernas y apretándose más hacia él, lo que hizo que su vestido delgado, se arremangara dejando sus muslos al descubierto.

"¿Cómo, no dijiste que deseas que fuera tu amigo?"

"Bueno. Te lo diré. Yo lo engañé. Con dos de sus amigos"

"¿Con dos?"

María Alejandra en lugar de responderle verbalmente, lo hizo de tal manera que todo el control que Luciano creía tener de la situación se diluyera como arena entre los dedos, ella apoyó uno de sus pechos contra su torso y su cara en el hombro de él, casi como si quisiera ocultarse, y comenzó a hacer su relato:

"Hace dos años atrás Ernesto viajó a New York por su trabajo, como tantas "veces lo había hecho en el pasado. Habíamos llegado a un acuerdo tácito en "el sentido de que si él, por razones de su trabajo o estudio no pudiera "acompañarme a alguna fiesta a la que fuéramos invitados, yo iría con alguna "amiga. Sabía que él por su parte, cada vez que salía al extranjero, no le "faltarían las compañías femeninas. Sin embargo, levábamos un año de "casados y él confiaba en mí tanto como yo en él.

"Esa noche en que él viajó, después de dejarlo en el aeropuerto cosa que "siempre hacía en donde nos despedíamos como dos enamorados, me volví a "la casa de una amiga, pensando que pasaríamos juntas una noche de largo "cotorreo, nos tomaríamos unas copas y nos iríamos a dormir.

"Mi amiga había terminado con su novio hacía algo así como un mes, y la "veía bastante tranquila. Sin embargo, yo no sabía que me había preparado "una sorpresa. Estábamos en su habitación conversando en pijama en su "cama, cuando sonó su celular, contestó la llamada y cuando cortó me miró y "me dijo lacónica <> "

En ese momento ella miró a Luciano, y un leve estremecimiento recorrió por su cuerpo. No supo si achacarlo a la cercanía que tenía con el cuerpo de ese hombre, cuyo calor podía sentir a través de la delgada tela de la ropa que ambos llevaban, o lo que estaba por contarle.

"En ese momento no sopesé las implicancias que tendría esa invitación, lo "cierto es que acepté. Nos pasaron a buscar, y Teresa y yo hicimos todo el "viaje apretadas en el auto deportivo de Cacho Morales. Prácticamente "sentadas en la falda de dos de sus amigos. Cuando llegamos al puerto de "embarque, nos esperaba una lancha que nos llevó a bordo. Esa misma noche "comenzó la juerga. No sé en qué momento, pero comenzamos a fumar "marihuana y pronto se pasó a drogas duras."

Nuevamente María Alejandra buscó la mirada de Luciano, como queriendo comunicarle con los ojos, algo que no podía darle a conocer a través de su relato. ¿Buscaba justificar lo que estaba relatándole? Ella se acurrucó en su pecho y continuó.

"El yate tiene tres cubículos que hacen las veces de dormitorio, con camas "enormes en cada uno. La bebida y la droga nos tenía a todos en un estado "de total excitación. Hacía mucho que todos estábamos semidesnudos y los "cambios de pareja comenzaron mucho antes de que nos diéramos cuenta. "Cuando desperté esa mañana, me encontré desnuda entre Cacho Morales y "otro de sus amigos cuyo nombre olvidé. Y me di cuenta de lo que había "pasado. ¡Había tenido sexo con dos hombres a la vez!"

María Alejandra se irguió y mirándolo le dijo: "Te juro, Luciano que no recuerdo nada. No se si fue la vergüenza o qué, pero lo cierto que mentiría si te dijera que tengo idea de la que pasó esa noche. Sin embargo, y eso si que es cierto, me sentía tremendamente excitada. Y sí debo decirte que cuando el amigo de Cacho Morales se levantó y nos dejos a solas, hicimos el amor esa mañana y las dos noches siguientes."

Esta vez ella sí miró a Luciano y le dijo "A partir de ese momento, nuestra relación con Ernesto había muerto irremediablemente. ¿Crees que hubiera podido ser de otra manera?"

"No. No podía haber vuelta atrás. La pregunta que me cabe es ¿Estuviste realmente enamorada de él?"

Ella puso sus manos sobre los hombros de él y le dijo. ¿Qué sientes tú por tú secretaria Romina? ¿Porque así se llama, no es verdad?"

"Sí. Y sé adónde apunta esa pregunta. La diferencia entre el amor y la excitación que puedas sentir por una persona"

"No escabullas la pregunta, una vez más. Si me respondes, yo te respondo" Dijo ella.

"No voy a escabullirme, pero te haré otra pregunta, ¿desde qué punto se inicia una relación o mejor, en qué momento puedes decir que te has enamorado de alguien?"

"¡Touché! ¡Eso es ponerme en jaque! " Le dijo ella, dándole un pequeño golpe de puño en el torso de él. "¿Eso es como preguntar en qué momento estás engañando a tu pareja?" Agregó ella.

"Algo así." Concedió Luciano.

Entonces ella hizo la segunda movida que terminó de desarmar a Luciano. Movió sus caderas en un pequeño vaivén, lo que permitió que su trasero se moviera a lo largo de su erección que se había deslizado no hacia arriba por su bragueta, sino por su pierna, que era lo que ella había sentido minutos antes. "¿Con algo así, estamos engañando a alguien?" preguntó ella.

Para Luciano, le pareció que eso daba término a las preguntas y respuestas entre ellos.

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