El Feriante. Parte 03.

Historia Información
La vida de carretera comienza, la tensión sexual crece.
3.9k palabras
4.33
512
1
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Parte 3 de la serie de 12 partes

Actualizado 06/11/2023
Creado 03/08/2022
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Esta historia es una traducción del texto original The Carny escrito por BHART1. Al final del capítulo añadiré un enlace al original. Agradezco desde aquí a BHART1 por darme su permiso para traducir su historia y poderla publicar.

*****

3ª Parte:

Me desperté a la mañana siguiente con la visión de los arrugados calzoncillos de Roy tirados sobre su vacía cama y el sonido del agua de la ducha ya corriendo. Había estado desnudo en la habitación conmigo otra vez y yo había estado dormido. Sentí una amarga decepción.

Mi mente se llenó con visiones de las gigantescas manos del grandullón pasando por los voluptuosos contornos de su majestuoso cuerpo. Metí una mano en mis calzoncillos y acaricié mi erección matutina mientras la escena se desarrollaba en mi mente.

Las tuberías sonaron cuando apagó la ducha. Escuché abrirse la cortina al deslizarse, y permití que mi imaginación se llenara de esas imágenes inspiradas por el aclaramiento de su garganta y los profundos gruñidos que provenían de detrás de la puerta cerrada. Un hombre tan enorme en una habitación tan pequeña tendría serias dificultades para poder secarse con esas toallas del tamaño de un sello postal, y poder alcanzar todas las partes de difícil acceso.

Abrió un poco el grifo del lavabo. Cuando lo apagó se oyó el conocido chorro de una lata a presión. Supe que estaba afeitando la densa barba que había crecido desde el día anterior.

En ese punto, cuando yo me afeitaba, era solamente porque habían salido algunos pelillos al final de mi barbilla y también esa pelusilla sobre mi labio superior que se empezaba a notar, era algo que hasta a mí mismo me avergonzaba mirar. Me pregunté si algún día tendría tanta necesidad de una cuchilla de afeitar como él. Su imagen con la parte inferior de su guapa y redonda cara cubierta de blanca espuma de afeitar, fue haciéndose más grande mientras continuaba meneando mi erección con delicadeza.

El agua empezó a colarse por el desagüe y el grifo se abrió brevemente una vez más. Salió del baño con una nueva muda de calzoncillos, su pecho y el pelo de la barriga todavía estaban húmedos y enmarañaban algunas partes de su poderosa corpulencia.

"¡Buenos días!"

"Buenas", grazné.

"¿Cómo has dormido?"

"Como un tronco... ¿Qué hora es?"

"Las nueve y cuarto."

Le vi vestirse. Se puso un par de calcetines de nailon negros transparentes a los que les costaba quedarse arriba en sus gruesas piernas, entonces se puso unos pantalones informales negros y se abrochó el cinturón sobre su perfecta barriga. A continuación, se puso una camisa beige de manga corta que mostraba magníficamente la modulación de sus brutales antebrazos y se la abrochó hacia arriba, solamente hasta el segundo botón de arriba, tal y como solía acostumbrar.

Unos frondosos mechones plateados de vello en el pecho se asomaban, apenas rozando su varonil papada, mientras brillaban a la luz de la mañana. Se dejó la camisa por fuera del pantalón. Nunca había visto un look informal tan sexy. Se sentó a los pies de su cama y se puso un par de mocasines Hush Puppy muy gastados, luego se puso de pie y me lanzó, lo que a mi parecer fue, una mirada muy larga.

"Iré a pagar la cuenta de la habitación mientras tú recoges."

Cogió su cartera y rápidamente contó el efectivo que tenía; entonces agarró la llave y se fue. Salté de la cama, agarré mi otra muda de ropa y luego corrí al baño para aliviar la rigidez de mi polla.

Machaqué con furia lo que necesitaba atención y que se erigía de mis ingles pensando en esa polla intacta saliéndose de su bragueta. La forma en la que se dejó caer sobre su regazo, como si quisiera mirarme, se repitió en mi mente una y otra vez. En cuestión de segundos exploté en un intenso y ruidoso orgasmo.

Habiendo sido saciada temporalmente mi excitación por ese raro espécimen de bestia humana, volví a mi ser e hice como me había dicho. Cuando salí del baño, estaba sentado en la mesilla junto a la ventana. Me alegré de haberme vestido, ya que la cortina estaba totalmente abierta mientras estudiaba un mapa.

"¡Te ves perfecto, campeón!"

"Gracias... tú también," dije mientras me sentaba a los pies de mi cama para ponerme los zapatos.

Cuando terminé, nos levantamos al mismo tiempo.

"¿Hambre?", preguntó.

"¡Como un oso!"

Intenté al máximo imitar su grave y sepulcral tono copiando sus palabras del viernes por la noche.

La bonita barriga de Roy se estremeció de la risa y parecía genuinamente halagado por mi atención de imitarle al detalle. Cogió nuestras bolsas, salió de la habitación y las lanzó en la parte trasera de su camión.

Aparcó en frente de la oficina y me lanzó la llave de la habitación.

"¿Te importa devolverla tú?"

"Volveré enseguida."

Cuando volví, condujimos hasta el Gold Star para desayunar, tal y como esperaba.

Probablemente debido a la generosidad de su propina, la misma camarera de las anteriores dos visitas se apresuró a ocuparse de nuestra mesa. Pidió el mismo desayuno que anteriormente. Yo me lo pensé mejor y pedí uno que, aunque era más de lo que comía normalmente, era decididamente menos abundante que el de él.

"Aprendes rápido cariño," dijo con un guiño y una sonrisa.

Nos lo engullimos todo y pronto estábamos de vuelta en la carretera en busca de la I81.

El sistema de autopistas interestatales era todavía una algo relativamente nuevo por aquel entonces y me sorprendió ver lo poco usado que parecía el pavimento. A Roy le gustaba mucho el tiempo que se ahorraba y lo fácil que eran estas autopistas para ir con la caravana de una parada a otra, pero habló con nostalgia de las viejas rutas escénicas por las que solía ir cuando empezó a trabajar allí.

"No vamos con ninguna prisa. ¿Te importa si te enseño lo verdaderamente bonito que es este país?"

"Eso me gustaría."

Estaba agradecido por cualquier oportunidad de alargar mi tiempo en un sitio tan pequeño con él.

Era el tiempo antes de que las salidas interestatales se hubieran estandarizado por los marcadores de la milla siguiente. En la salida 1C de Virginia, nos salimos y encontramos un lugar para pícnics junto a la carretera para poder localizar el lugar en el mapa.

"No he hecho esto en algunos años, así que necesito refrescar mi memoria."

Mis ojos estaban pegados al contorno ondulado de sus enormes antebrazos mientras aplanaba el mapa a la mesa y trazaba con ese dedo índice del tamaño de una salchicha sobre la complicada página. Observé en silencio hasta que dobló el mapa.

"Ya lo tengo," anunció mientras se incorporaba, "pero necesito expulsar de parte del café, ¿Y tú qué tal?"

"Me has leído el pensamiento."

"Entonces vamos a ese grupo de árboles."

No fue hasta que estábamos ya de camino cuando me di cuenta de lo que iba a suceder y me entró el pánico de que se me pusiera dura cuando se sacara esa polla suya a la luz del día. Casi me acobardo, pero la perspectiva de echarle un segundo vistazo fue tan irresistible que continué caminando a su lado.

"Aquí está bien," anunció y se paró.

Nos bajamos la cremallera y con prisa me saqué la polla con mis dedos pulgar e índice. Pensé que cuanto antes la pudiera meter otra vez para dentro, mejor".

No debí haberme preocupado. Cuando vi la suya salir, la sensación de ser algo inadecuado que sentí la noche anterior, me dominó hasta tal punto que sorprendentemente, no pude controlar una erección.

Se sacó esa cosa con forma de enorme plátano fuera de su portañuela y la cogió entre los dedos índice y medio de su mano derecha como si fuera un puro. Cada uno de esos dos dedos parecían más gruesos que mi polla flácida, pero seguían pareciendo dedos al lado del grosor de esa cosa que sujetaban. Estaba asombrado.

Se dio cuenta de que yo estaba mirando cuando tiró de su prepucio para atrás para revelar su hipnotizante y enorme ranura. Mi chorro empezó justo entonces y para mi descanso, era uno bien grande.

"Sin prepucio," me dijo como si nada, mirándome mientras esperaba que comenzara su chorro, "no sabes la suerte que tienes, campeón."

El orgullo en la fuerza de mi chorro me duró bien poco. Una vez que el suyo se arqueó, era al menos el doble de grueso y alcanzaba el doble de distancia.

"Nunca he visto una con piel como la tuya," confesé.

"Si, no solían hacer el corte en la época cuando yo nací... los chavales de campo como yo solíamos nacer en casa de todas formas."

"¿Les hacían un corte? ¿Quieres decir que tenían piel antes?"

Estaba realmente confundido.

"Si señor, por supuesto que sí. Y créeme... es un verdadero fastidio."

"No tengo recuerdos de eso. Creo que debería acordarme de algo, pero no."

"Los médicos lo llaman circuncisión", dijo con una carcajada, "Lo hacen ahora para todos vosotros, chavales... prácticamente tan pronto como salís del útero. Es por eso por lo que no lo recuerdas."

"¿Y por qué es fastidioso?", pregunté mientras me la agitaba y la volvía a meter.

Me intrigó lo que había dicho y no tenía sentido intentar ocultar mi ignorancia en ese asunto.

"Hay que estar todo el tiempo pendiente de mantenerla limpia... pis, leche, ese zumo resbaladizo que sale cuando nos ponemos calientes... todo se queda atrapado aquí abajo... y se convierte en un desastre apestoso y desagradable."

"Yo creo que nunca he pensado en limpiármela salvo cuando le echo jabón en la ducha."

"Exactamente. En realidad, yo tampoco lo hacía... hasta que fui a los Marines durante la gran guerra."

Concluyó su impresionante espectáculo y metió su miembro de vuelta a los pantalones. Me tuve que registrar en el reclutamiento tras cumplir dieciocho el pasado noviembre, así que su mención a los marines me llamó la atención.

El reclutamiento terminó en enero, pero la universidad tenía tan poco encanto en ese punto que la idea de alistarme había empezado a dar vueltas en mi cabeza. Con la guerra de Vietnam acabando por aquel entonces, pareció una opción segura y respetable para ganar tiempo y averiguar lo que yo quería de la vida. Había estado intentando decidir qué rama escoger.

"¿Qué tienen que ver los Cuerpos con esto?

En el campo de entrenamiento siempre haces un amigo MUY especial. Se llama tu instructor de reclutas. Mi instructor era como un pequeño huevo hervido no más alto que esto," extendió una mano a la altura del hombro mientras volvíamos hacia el camión, "Ni siquiera parecía llegar a la mitad de mi tamaño, pero era todo músculo... ¡Tenía miedo de él como a nadie más! ¡El hijo de puta más malo que he visto en mi vida!"

Roy se rio cuando se percató de mi horror ante la descripción de ese hombre. Intenté imaginar a un gigante como él, asustado de alguien y era algo que no me entraba en la cabeza.

"Mientras hagas lo que te digan, todo te irá bien. En realidad, una vez que me fui al extranjero, siempre quise darle las gracias. Fue el mayor favor que nadie me haya hecho nunca. Como te decía, muchos de nosotros por aquel entonces teníamos prepucio, y nunca le dimos mucha importancia a una adecuada higiene ahí. Nos hizo entender rápidamente diciendo '¡NO ESTÁ TOTALMENTE LIMPIO HASTA QUE NOS OS IMPORTE TENER ESA MALDITA COSA EN VUESTRAS BOCAS, GUSANOS!' Deja que te diga que eso se nos quedó grabado a la mayoría de nosotros.

Me reí con él, pero el pensamiento de lo que se sentiría al tener un trozo de carne con un tamaño como el suyo en mi boca... y cómo sabría... me atormentó durante el resto del viaje. Tuve que lidiar con la incomodidad de mi incontrolable miembro erecto durante el viaje mientras Roy orgullosamente me señalaba la belleza del paisaje que pasaba.

Debido a nuestra lenta y serpenteante ruta, no llegamos hasta Christianburg hasta poco antes de las dos de esa tarde. Roy decidió que le haría una breve visita a la oficina del condado para averiguar con quién tendría que hacer negocios al día siguiente.

La señora regordeta de la recepción debía tener su edad y pareció que se puso a flirtear con él. Roy jugó con ella y le sonsacó toda información que le pudiera dar sobre los distintos oficiales con los que tendría que interactuar. También tuvo éxito en conseguir de ella la dirección de uno de sus hoteles favoritos.

Le gustó la privacidad que ofrecían y encontró que los diseños al estilo de apartamentos que tenían los moteles modernos, eran demasiado estridentes para su gusto. Así que nuestra siguiente parada era asegurarnos una habitación. Rápidamente, cogimos nuestras bolsas y desempacamos.

Ya que eran casi las tres y media, sugirió que nos relajáramos un poco primero y luego saldríamos para tomar una cena temprano. Yo, cada momento que pasaba, estaba más enamorado de él, así que estaba contento de hacer cualquier cosa que decía. Nos estiramos en nuestras camas.

"¿Te gustaría que te encendiera la televisión?"

Dios, habría sacado brillo a sus zapatos, le hubiera hecho la colada... cualquier cosa que quisiera.

"No, no hay nada ahora mismo salvo culebrones y concursos. De todos modos, gracias".

Así que solamente charlamos. Nuevamente, era la sensación de estar en un sueño. Le saqué más información sobre el campo de entrenamiento y él con toda libertad, respondió todas mis preguntas.

No abordé el tema de la guerra con él. Mi padre había servido en la Segunda Guerra Mundial también y nunca mostró ningún interés en revivir esos recuerdos. Así que asumí lo mismo para Roy y efectivamente, a pesar de su franqueza sobre su iniciación y experiencias en el campo de entrenamiento, nunca sacó ninguna información referente a su tiempo en la guerra.

Mientras me llenaba de datos del campo de entrenamiento, me di cuenta de que tenía que haber tenido más o menos mi edad, pero yo seguí imaginándomelo con la misma apariencia del presente. Simplemente, no podía imaginármelo de otra forma que siendo el gigante con barriga en forma de balón, como lo veía con mis ojos. Nunca pensé que una criatura tan majestuosa hubiera sido un chaval como yo.

Anunció que tenía 'hambre como un oso' nuevamente así que nos fuimos a buscar comida. Empecé a acribillarlo a preguntas sobre cómo era él a esa edad; cómo se veía entonces, qué tan grande era y cuánto pesaba, qué tipo de cosas pensaba, de qué hablaban él y sus amigos "en ese entonces".

Con mirada retrospectiva, era un bombardeo totalmente implacable, pero estaba totalmente consumido por él. Puede que fuera el deseo de una débil esperanza para que algún día yo me convirtiese en el tipo de hombre que él se me representaba.

Roy fue increíblemente tolerante durante todo el tiempo. Esto siguió así durante toda la cena e incluso en el camino de vuelta a casa.

Él tenía exactamente mi edad, dieciocho, cuando se alistó. Admitió que su estructura extra grande era puramente obra de la Madre Naturaleza.

"Nadie, salvo la gente rica, tenía bastante comida durante la Depresión para ponerse gordo. Esto no me sucedió hasta que volví de regreso del Pacífico," explicó.

Ni siquiera sabía su peso hasta que fue admitido porque "las básculas de un centavo no se podían encontrar tan lejos en el país como vivíamos, y las básculas de baño todavía eran una cosa del futuro en ese entonces". Según su recuerdo los marines lo registraron como "estilizado y elegante de 106 kg".

Estaba impresionado. Su peso a mi edad, atribuible casi enteramente a su estructura gracias a la Depresión, todavía me sacaba 36 kg de diferencia.

Según decía, se tenía que afeitar diariamente antes de cumplir catorce y casi todo su vello corporal surgió solamente un poco más tarde de esa edad. Su voz aparentemente descendió a barítono sobre la misma edad.

"Parece que todo pasó de la noche a la mañana", dijo con un desconcertado movimiento de la cabeza.

Claramente, tenía envidia de haber conseguido tantas características de hombre adulto a esa joven edad tan evidentemente.

"Puedes pensar que era algo bueno, pero me hizo parecer como una atracción de feria... demasiado grande para acoplarme con chicos de mi edad y demasiado joven en grupos de mayores que me veían como un niño. Pero créeme, todo el mundo sintió la obligación de mirar y comentar," dijo con una buena carcajada natural.

Resulta que él nunca había sido un niño como yo, al menos no desde que tenía la edad que yo tenía cuando llamó mi atención por primera vez.

Cuando volvimos a la habitación, hizo su habitual striptease. Su referencia a la atracción de feria me hizo darme cuenta de repente que eso era lo que había atraído a mi tío a aquella carpa enorme. Me reí para mis adentros ante la imagen mental de Roy moviendo las caderas mientras se quitaba los velos multicolores a un lado y luego al otro.

Teniendo una semana entera para pasar en un mismo lugar, había desempacado apropiadamente mis pertenencias y decidí unirme amablemente a mi anfitrión en su estado de desnudez; tal vez no hasta mi ropa interior como lo hacía él tan cómodamente, pero al menos hasta uno de los jeans cortados que había traído.

Todavía me sentía lamentablemente más expuesto que él debido a mi falta de una generosa asignación de vello corporal como la suya, pero parecía la mejor solución para compartir su semidesnudez y al mismo tiempo, poder ocultar mis erecciones. En él era todo sonrisas mientras mi interrogatorio seguía.

En lugar de hacerme callar la boca una vez que ya había aguantado bastante, giró la mesa y empezó a preguntarme lo que era tener 'esa edad' en el año 1973. Las profundas patas de gallo provenientes de su incesante sonrisa y el brillo en sus preciosos ojos, nunca desaparecieron.

Me di cuenta de que estaba empezando a verle como un amigo, y no tanto como un compañero. Pero ciertamente nunca había hablado de mí mismo con tanta libertad con un adulto anteriormente, ni siquiera con el tío Bruce. Había algo decididamente diferente en la relación que estábamos desarrollando.

Incluso me indujo a admitir que yo había intentado beber cerveza. Le confesé que no me había gustado demasiado el sabor, pero que había disfrutado de la sensación de mareo que me había dado.

"Esa también fue mi reacción," me dijo en confianza.

Entonces me lanzó una sonrisa picarona y añadió, "Pero si tú eres como yo, ese horrible sabor va a empezar a gustarte cada vez más."

No deseaba nada más que llegar a ser como él.

El término 'barriga cervecera' era bastante familiar para mí en ese sentido. Inmediatamente empecé a preguntarme si eso sería el origen de aquella magnífica cosa que dirigía su paso poderoso, y que llegaría a sentarme tan bien y de la misma manera.

Con mi propio y aceptado cuerpo de muchacho a la vista, me sentí menos obligado a mirar para otro lado cuando se rascó las pelotas, o su barriga, o esos pezones de aspecto delicioso. En realidad, empecé a sentirme cómodo haciendo lo mismo. Sin embargo, todavía sentía la necesidad de ser como un furtivo a la hora de lanzarle miradas a su bragueta abierta. La única emoción nueva que me dio en esa tercera noche fue cuando levantó uno de sus enormes brazos sobre su cabeza y se rascó la axila.

Era un montículo grueso, con una forma muy parecida a las de su pecho en forma de barril, o a la robusta barriga en forma de pelota que le daba ese aire de autoridad. El pelo que la cubría parecía tan densamente poblado como el de su pecho y panza, pero la ratio de plateado a negro se había inclinado más en favor del negro.

Gradualmente, desvió hábilmente la conversación de los temas que anteriormente había considerado demasiado tabú para compartir con cualquier adulto anterior a él. Levantó el espectro de nuestros pocos días libres en las próximas semanas y me preguntó cómo quería pasarlos. Le confesé que ni siquiera había pensado en ello y le aseguré que confiaba en su juicio.

"Vale, le echaré una pensada. Mañana será un gran día. Supongo que es mejor que descansemos para ello."

Me quité los vaqueros y me quedé bajo las sábanas, recostándome sobre mi lado para mantenerlo bajo mi mirada.

Se giró sobre su espalda y empezó a meterse bajo las sábanas. Esperé con gran expectación para ver si su incomparablemente gorda polla hacía otra aparición. Pero no. Levantó la mano para apagar la luz entre nosotros y la habitación se quedó a oscuras.

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