El Feriante. Parte 05.

Historia Información
La fantasía se vuelve realidad.
4k palabras
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Parte 5 de la serie de 12 partes

Actualizado 06/11/2023
Creado 03/08/2022
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Esta historia es una traducción del texto original The Carny escrito por BHART1. Al final del capítulo añadiré un enlace al original. Agradezco desde aquí a BHART1 por darme su permiso para traducir su historia y poderla publicar.

*****

Quinta parte:

Pensé que estaba cansado y dolorido después de la ráfaga de actividad de aquel primer domingo, pero el viernes me dio una nueva comprensión del concepto. Cuando Roy finalmente tuvo éxito en despertarme a las cinco y media aquella mañana, mi joven cuerpo estaba dolorido incluso en partes que ni me imaginaba que tenía. Lentamente, volví en mí e incluso la vista de su vasta desnudez cerniéndose sobre mí, no fue rival para el agotamiento que sentía hasta en el centro mismo de mi ser.

"¡Arriba y a por ellos, feriante!"

Roy tenía una gran sonrisa.

"¡Oh-h-h., DIOS! ¡No puedes hablar en serio!"

Me agarré a las sábanas e intenté cubrirme la cabeza con ellas.

"Yo puedo. Soy un feriante."

Con gran facilidad me las quitó de mis débiles manos y tiró de ellas en la dirección opuesta. Estaba demasiado cansado para preocuparme de que me hubiera expuesto por completo. La única cosa que me molestaba en ese punto era el frío de la habitación que encogía el escroto alrededor de mis testículos.

Cuando me disponía a tocarme los huevos con mi mano caliente, Roy la interceptó. Traté de luchar contra él, pero su muñeca peluda era demasiado gruesa para poder agarrarla con firmeza.

Con la otra mano esquivó sin esfuerzo las paradas de mi brazo libre y arrastró mis piernas por el borde de la cama. Luego me ayudó a sentarme con el brazo que me sostenía.

Su enorme barriga estaba justo en mi cara y sus voluminosos genitales estaban lo suficientemente cerca como para tocarlos con solo levantar una mano. No era que yo fuera inmune al encanto de lo que contemplaba; es que mis brazos estaban simplemente demasiado pesados para la tarea, incluso si me hubiera sentido tan valiente como para intentarlo.

Ejerció tranquilamente su autoridad.

"Vamos campeón, es hora de moverse. Esa gente está esperando a formar una cola para cobrar su paga a las ocho en punto exactamente. Nosotros DOS tenemos que estar allí en ese momento o todo el trabajo duro que hiciste ayer para ganártelos... y no creas por un minuto que yo no sé qué fue lo más duro que jamás hiciste, ... será totalmente en vano. Y esta vez espero poder desayunar antes."

Murmuré algo como respuesta que ni siquiera yo mismo pude entender.

"Cuando saque mi culo de esa ducha, más vale que tengas el tuyo listo para meterte. O de lo contrario el viejo abuelete te va a arrastrar fuera y te va a dar unos azotes... donde cualquiera que tenga curiosidad, podrá mirar."

Me imaginé que él estaba casi bromeando... pero solamente casi, por lo que pude ver. En cualquier caso, no lo conocía lo suficientemente bien en ese momento como para no considerar tal amenaza, y él era un tanque que habría sido incapaz de evitar que lo llevara a cabo si así lo decidiera.

Decidí no probar si era verdad.

A duras penas pude alzar la cabeza, mientras que en silencio, me extasiaban con sus piernas en movimiento mientras se daba la vuelta y se dirigía al baño. La niebla se aclaró lentamente y, por muy disgustado que estuviera con mi rudo despertar, en el fondo sabía lo afortunado que era de estar allí con él.

Cuando se abrió la puerta del baño, estaba esperando para cambiar de lugar con él. Tenía mi neceser colgado del hombro y mi erección todavía sobresalía descaradamente de mis ingles cuando su forma desnuda pasó rozándome.

"¡Buen hombre!", dijo sin darme una segunda mirada, "Sabía que podía contar contigo".

Antes de las seis y cuarto, ya estábamos desayunando. Hice un salto de fe y pedí lo mismo que él. Bebimos café como locos mientras esperábamos nuestra comida.

Un ligero resquemor de uno de sus comentarios anteriores todavía me daba vueltas en la cabeza.

"¿Por qué estás seguro de que lo de ayer fue el trabajo más duro que yo jamás haya hecho?", le pregunté con un tono acusador.

"Porque nadie en mi equipo trabaja más que yo, y soy un buen juez para ver a lo que es capaz la gente de gestionar. Quieres que tus compañeros de equipo te respeten... así que te mantuve conmigo... con los trabajos más duros... y te puse trabajos que te llevasen al límite. ¿Lo juzgué mal?".

La pregunta al final sonaba confiadamente retórica. Levanté mi taza para tomar otro sorbo mientras evaluaba lo que había dicho.

"¿y bien?".

"No, lo juzgaste estupendamente bien. No creo que fuera capaz de dar un paso más una vez que llegamos a tu camioneta anoche."

Una vez que comprendí completamente el favor que me había hecho y acepté su habilidad para evaluar mis capacidades, le lancé una sonrisa.

"Gracias."

Me dio una risa amistosa, pero mantuvo sus ojos en mí.

"De nada. Aquí viene nuestra comida."

Roy empezó con sus típicas bromas amistosas con la camarera mientras llenaba nuestra mesa. Yo estaba demasiado agotado para participar. Cuando ella nos dejó, me lanzó una sonrisa comprensiva.

"Tengo una última cosa para que la digieras mientras comemos, campeón. No voy a cejar en ello. Estuve realmente muy orgulloso de ti al ver que aprovechabas la oportunidad que te lancé ayer para que te ganaras el respeto de ellos ayer. Ahora, si tienes en mente mantenerlo..."

Tenía la habilidad de un maestro zen para saber cuándo dejar que la persona a la que se dirigía terminara su pensamiento. Asentí.

Tenía tantísima hambre que conseguí zamparme tres cuartos del enorme desayuno antes de que Roy saltara y decidiera ayudarme a 'limpiar el plato'. Cuando terminó, me apretujé en su camión cerca de él. Me sonrió.

"Sigue así y algún día serás tan precioso como yo."

Giré la cabeza y deleité mis ojos con su complexión robusta pero sólida.

"Después de verte trabajar, comprendo la dieta que haces mucho mejor," confesé, y entonces, como una ocurrencia tardía, "y espero que este muchacho lo haga bastante mal para llegar a ser tan precioso como tú."

Estalló de la risa y le dio a mi sufrido muslo una bofetada que casi dolió.

Estábamos en su oficina antes de las siete y media. Abrió la caja fuerte y me puso a contar el efectivo mientras rápidamente cogía los libros y ponía etiquetas a los sobres con los nombres de los miembros del equipo. Entonces fue pasando uno a uno los sobres diciéndome cuánto dinero tenía que poner en cada uno de ellos.

A las ocho menos cinco nos hicimos paso entre la multitud agolpada en la gran carpa. Roy fue nombrándolos y entregándoles los sobres conforme se iban acercando. Antes de las ocho y media, todos habían recibido su paga y nos dispusimos a prepararnos para abrir.

El grandullón cumplió su palabra y me mantuvo ocupado, pero la mayoría de tareas que me asignó fueron meditadas y acertadas a la hora de ser elegidas, para que mis músculos doloridos se pudieran recuperar del día anterior. Tras recoger las recaudaciones de la tarde, fuimos a cenar y luego de vuelta a la habitación.

Mis músculos todavía estaban bastante doloridos y los dos muertos de cansancio. Empezamos a desnudarnos como habitualmente Cuando nos quedamos en calzoncillos le miré, y él a mí. Era como si en la incertidumbre de esas miradas, se hubiera llegado a un acuerdo hacia una nueva normalidad. Nos los quitamos.

Nos estiramos en nuestras camas. Roy fue el primero en girarse hacia mí y entablar conversación. Permanecí boca arriba con las manos detrás de la cabeza y las piernas cruzadas a la altura de los tobillos.

"Te estás convirtiendo en un gran feriante, Eddie."

"Pues esta mañana no tenía tal seguridad."

"¿Por qué? ¿Fue demasiado duro?"

"No, tú estuviste bien... fue por mí. Estoy avergonzado de cómo actué."

"No lo estés. Reaccionaste igual que cualquier hombre que hubiera sido puesto a prueba con la misma dureza que te puse yo ayer."

"¿Cómo es eso?"

"Cansado hasta la médula," afirmó con precisión milimétrica.

Hice una pausa para admirar su confianza en su capacidad para evaluar a las personas que lo rodeaban.

"Así estaba. Y así estoy," admití.

Bajé la mano y perezosamente me rasqué las pelotas. Con el frío de la habitación, les sentó muy bien el calor de mi mano. La dejé allí, esta vez no rascando, sino pasándome los dedos por ellos mientras calentaba mi polla encogida por el frío con la palma.

"¿Pasé la prueba?"

"¡Con honores!", me aseguró.

"Gracias."

Finalmente, me giré sobre el costado para darle la cara y vi que sus ojos me miraban como dardos. Entonces me di cuenta de que se estaba poniendo duro, no totalmente, pero se estaba empezando a levantar de la comodidad de su abultado escroto.

Tan ingenuo como suena, la idea de que podría haber tenido algo que ver conmigo nunca se pasó por mi mente.

"Creo que es importante dejar que la gente sepa cuando ha hecho un buen trabajo."

Estaba sonriendo y totalmente a gusto mientras se exponía.

"Sin embargo, eso no es excusa para la forma en que traté a mi jefe".

"No me causaste dolor. ¿Y yo a ti?"

"Para nada."

Arqueó una ceja. Me había descubierto de nuevo. Sonreí.

"Bueno... de momento, no."

Se rascó los huevos.

"¿Jugamos a las cartas?"

"¡Vamos a ello!"

Agarramos nuestras camisas para cubrir los asientos y nos dirigimos a la mesa para otra sesión de póquer. Me dejó una vez más sin ninguna cerilla y dimos por terminada la noche.

A medida que nuestro tiempo en la feria de Christiansburg se acercaba a su fin, algunas de las tareas de Roy para mí se volvieron más desafiantes. De hecho, me hizo comenzar a relevar a algunos de los operadores de la atracción, lo cual fue muy divertido y atrayente para que mi confianza se asentara.

Otros encargos también fueron desafiantes, pero no de la misma manera. Por ejemplo, se aseguró de que el mayor número de compañeros tuvieran la oportunidad de verme quitar la mierda de la atracción de los ponis con la pala.

"¡Veo que el negocio está mejorando con tu trabajo, Eddie!", se burlaban a menudo mientras pasaban caminando.

Comprendí el favor que me estaba haciendo Roy, así que siempre les ofrecía una buena y natural sonrisa natural respondiéndoles con cosas como, "¡La envidia no es buena consejera!"

Incluso algunos de los más difíciles de roer comenzaron a relajarse y empezaron a verme como otro feriante tratando de salir adelante. Roy sabía exactamente lo que estaba haciendo y rápidamente aprendí a admirar el tamaño de su cerebro tanto como su enorme cuerpo.

El miércoles por la mañana, él y yo íbamos a viajar a la siguiente parada por la autopista I81. Me levanté sobre las cuatro y media de esa mañana sudando profusamente bajo mis sábanas. Me levanté y comprobé el aire que entraba por la ventana de la habitación. Era la temperatura exterior. Se debió a que nuestro aire acondicionado había muerto.

Los ronquidos de Roy sonaban irregulares. De puntillas me acerqué para mirarle.

Incluso con la poca luz que entraba por nuestra ventana desde las farolas de la calle, pude ver que sus brazos sobre las sábanas, al igual que su cara, estaban sudando. Enrollé su colcha y la fina manta bajo los pies de su cama.

Con mucho cuidado de no perturbar su sueño, doblé su sábana hacia atrás, dejándolo con todo respeto cubierto de cintura para abajo. Hice una pausa para admirar el movimiento de su pecho y vientre mientras roncaba.

Volviendo de puntillas a mi cama, me acosté sobre mis sábanas y traté de dormir un poco más. Logré dormir al menos una hora más antes de empezar a sentirme nuevamente incómodo y despertarme.

Era esa parte gris de los primeros rayos de la mañana y, cuando miré a Roy, pude ver que se había quitado la sábana de una patada. Se había acomodado sobre su espalda con las piernas y los brazos abiertos.

Allí estaba. Arqueándose sobre su bajo vientre y ligeramente inclinado en mi dirección estaba su polla erecta... ¡su polla TOTALMENTE erecta!

¡Era impresionantemente hermosa! No podía imaginar lo que se debe sentir al mirar hacia abajo y ver algo tan impresionante como eso surgiendo de tus propias ingles.

Tenía la raja abierta entre los bulbos gemelos que su piel había enrollado hacia atrás para mostrarla. Parecía tan corpulenta como el hombre al que estaba unida.

Mi propio pene saltó hacia arriba como un resorte en un segundo mientras lo contemplaba. Casi me sentí culpable por no poder quitar mis ojos de él. Me hizo sentir como un ladrón mientras roncaba suavemente sin darse cuenta de mi anhelante y asombrada mirada.

Fijé mi mirada ansiosa en él durante mucho tiempo antes de que el cese de sus ronquidos me indicara que estaba volviendo en sí. Su rostro aún estaba girado hacia el otro lado cuando se agachó y se rascó vigorosamente el escroto peludo que colgaba fuera de la vista entre sus muslos poderosos. Su tallo gordo y rígido se tambaleó como respuesta en una especie de danza seductora.

Rodando sobre mi espalda antes de que pudiera verme, fingí dormir.

"Gracias por quitarme las sábanas, campeón", retumbó en su tono bajo sepulcral, haciéndome saber que sabía que estaba despierto.

Lanzó un suspiro.

"¡Qué calor hace aquí, ¿verdad?!", observó.

"verdad."

Esperaba que el falso graznido de mi voz lo convenciera de que acababa de despertarme cuando abrió los ojos. Se levantó de la cama y luego escuché cerrarse la puerta del baño.

Supe con certeza en esa ocasión que el silencio que siguió, fue él obligando a esa erección bestial a calmarse. Y, sabía a ciencia cierta exactamente cómo era. Su chorro contundente finalmente estalló y lo escuché con satisfacción, dejando que mi imaginación proporcionara la imagen de esa forma tan sexy de agarrarla como si fuera un puro.

"¿Tienes que mear?", preguntó con consideración desde la puerta cerrada cuando acabó.

"Puedo esperar. Dale a la ducha."

Estaba un poco preocupado de que se hubiera percatado de que había estado admirando su erección. Pero la preocupación que ya no existía era de que se quedara pasmado al darse cuenta de que el resultado era que yo también tenía otra.

La situación actual era que los dos teníamos pollas, y que algunas veces se ponían duras y que no había que prejuzgar nada cuando eso sucedía. Era algo totalmente liberador y me encantaba.

Su forma desnuda emergió del cuarto de baño.

"No hace falta que te quedes aquí. Toda para ti."

Mi polla tiesa abrió el camino cuando inicié mi turno de forma casual.

No eran todavía las siete cuando pagamos el hotel y nos marchamos buscando el desayuno. Con nuestras barrigas llenas poco después, cogimos la carretera.

Ese tramo del circuito subía por la I81 a través de tres pueblitos más cuyos nombres hace tiempo que olvidé. El último no estaba muy lejos del intercambio I64, momento en el que nos dirigiríamos al oeste hacia la parte baja de Virginia Occidental y luego a mi estado natal de Kentucky.

Cuando llegamos, había estado viajando con Roy y viviendo con él como feriante durante más de tres semanas. Nuestra relación era más profunda día a día. Ya no me sentía como un niño acompañante en su presencia.

Tampoco parecía que yo fuera uno. Mi reflejo en el espejo mostró que estaba empezando a coger peso y ganar volumen gracias a los entrenamientos intensivos en mano de obra que me brindaba el trabajo. Llegamos a una farmacia nuestro primer día allí para recoger un rollo de antiácido para Roy, y vi una balanza de un centavo junto a la puerta principal. Metí una moneda mientras él miraba.

"¡MALDITA SEA!"

"¿Cuánto te sale?"

"¡78 kilos!", dije con una sonrisa de oreja a oreja.

"Estás ganando músculo, ¿a qué sí?"

El enorme hombre se sintió tan orgulloso como yo. Gracias a su fe en mí para cumplir sus exigentes expectativas, había ganado 7 kilos de solidez en mi aspecto.

Tuvimos otro día libre inesperadamente y finalmente logramos tropezar con otro pozo de natación adecuado para nadar desnudos. Ningún pensamiento de modestia pasó por mi mente esta vez. Solamente tenía un sentimiento de seguridad andando sin ropa con él, mientras contemplábamos el hermoso escenario que nos rodeaba.

Caminé hasta el borde del agua y luego miré por encima del hombro a Roy, su pedazo de polla encapuchada descansando majestuosamente en su trono testicular. Arqueándome un poco, me incliné por la cintura y perezosamente pasé los dedos por el agua.

No vi ninguna razón para preocuparme de que mi esfínter le saludara haciéndole un guiño por encima de mis pelotas y polla colgando. Estaba disfrutando inocentemente de la corriente de aire sobre él.

"¡Está estupenda, Roy! ¡Te va a encantar!"

Me giré para ver que se acercaba hacia mí. Lucía una sonrisa incrédula mientras adoptaba su característica pose de 'brazos en jarras'. Asomándose por debajo de su gran barriga estaba esa incomparable polla completamente erecta.

Nuevamente, yo era demasiado inocente para ver la conexión entre su condición actual, y mis palabras y acciones.

"¡Voy para allá!"

Se puso a andar poderosamente y observé cómo el hermoso apéndice se balanceaba y bailaba rítmicamente a medida que se acercaba. Yo también estaba duro sin ningún pudor.

"Te dije que era contagioso" observó sin darle importancia, desviando respetuosamente la atención sobre la obviedad.

Nadamos un poco juntos y, una vez el agua que nos llegó a la cintura, ambos empezamos a nadar a perrito hacia el centro. Nos detuvimos y nadamos en el agua por un rato, comentando cosas que notábamos sobre nuestro entorno; tipos de árboles que reconocíamos y tipos de pájaros que nos sobrevolaban.

Nadamos nuevamente hacia la orilla hasta que el agua nos llegó a la cintura para empezar a salpicarnos agua el uno al otro y a 'darnos una zurra', como decía con tanto cariño. Esta vez parecía más un compañero de juegos grande y patoso, en lugar de la figura mentora que siempre había visto a él y que me inició en el baño en pelotas.

Al final del día estábamos de vuelta en nuestra habitación. La señal de la tele era bastante buena, ya que estábamos pegados a Lexington, así que nos sentamos desnudos como pajaritos y vimos una película. Cuando se acabó, nos metimos bajo nuestras sábanas y nos deseamos las buenas noches el uno al otro.

Me dispuse a escuchar su relajante ronquido para que me ayudase a dormir mientras algunas escenas de ese día se repetían en mi mente.

"¿Campeón?"

"Si, Roy."

"Tengo algo en mi cabeza y no me lo puedo quitar de encima."

"¿Qué es?"

Escuché las sábanas crujir sobre él y la luz se encendió. La expresión de su cara era algo que nunca había visto antes en él.

Obviamente estaba sumido en sus pensamientos, pero algo me decía que había incertidumbre, o incluso un poco de vergüenza en él. Era como si estuviera reuniendo valor.

Hubo una significativa pausa antes de que volviese a hablar.

"Si estoy equivocado sobre ti entonces... por favor, perdóname por lo que estoy a punto de decir. Si quieres, podemos empezar a coger habitaciones separadas... o bien seguir haciendo tu trabajo, pero yendo con la gente del equipo si es lo que prefieres."

Nuevamente, se quedó en silencio y cerró los ojos.

"Pero... si estoy en lo cierto... entonces... sería un honor para mí si pudieras venir aquí y compartir la cama conmigo."

Mi pulso comenzó a latir en mis oídos más fuerte que cualquier bombo que hubiera escuchado. Quería saltar de mi cama a la suya y allí estaba yo congelado. Tenía nula experiencia con esa clase de intimidad.

No puedo decir cuánto tiempo esperó mi respuesta mientras un millón de deseos y temores corrían simultáneamente por mi mente. El silencio debió ser insoportable para él, echando la vista atrás.

"Yo, el gran bocazas," dijo finalmente, sonando abatido, "Lo siento, campeón. Debería haberme callado la boca. ¿Voy a coger otra habitación?"

"Tú no... Roy... tú no estás equivocado sobre mí, quiero decir."

Mi voz temblaba y mi respiración era desigual.

"Solamente... estoy asustado."

Parecía aturdido.

"¿De mí?"

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