El Feriante. Parte 08.

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El camino llega a su fin aumentando la perspectiva del amor.
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Parte 8 de la serie de 12 partes

Actualizado 06/11/2023
Creado 03/08/2022
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Esta historia es una traducción del texto original The Carny escrito por BHART1. Al final del capítulo añadiré un enlace al original. Agradezco desde aquí a BHART1 por darme su permiso para traducir su historia y poderla publicar.

*****

Roy y yo cruzamos de regreso a Tennessee el lunes 30 de julio. Me fastidió ver ese cartel de bienvenida cuando pasamos junto a él. En ese momento, era de todo menos bienvenido.

Nuestra primera parada daría inicio ese viernes 3 de agosto. El 24 de agosto mi aventura como feriante, todos los amigos que había hecho en el equipo, el hombre que estaba diseñando mi transformación de niño a hombre, todo desaparecería en el espejo retrovisor de mi vida según los planes que mis padres y mi tío tenían asignados para mí.

Temía volver a la vida que había conocido antes, donde todos todavía me llamaban Eddie y esperaban que me sintiera como en casa en esa habitación. Era un tanto reconfortante que rápidamente escaparía de ese recuerdo de mi infancia al poderla sustituir por una habitación en una residencia de estudiantes.

No es que mi vida allí fuera desgraciada antes de irme en mayo. De hecho, había sido perfectamente feliz, aunque había estado un poco solo. Pero para entonces, todo parecía haber quedado atrás, y la universidad realmente no me atraía en comparación con la vida que disfrutaba con Roy.

Encontré cada vez más difícil mantener a raya los pensamientos de la separación, incluso en sus brazos. Una parte de mí quería comenzar a alejarme de él en ese momento, para soportar la mayor parte del dolor y la angustia mientras todavía tenía su fuerza y sabiduría para poderme apoyar.

Y, sin embargo, esas eran las mismas cualidades que seguían siendo mi mayor fuente de euforia en nuestro tiempo a solas. De alguna manera, una vez que nuestra química sexual hervía, siempre lograba encontrar una manera de descansar mentalizándome de que el 24 de agosto nunca llegaría.

Quizás Roy estuviera experimentando lo mismo. No lo sé. Sé que, por la pura fuerza de su voluntad, conseguimos que todos los quehaceres preliminares se pudieran finalizar el martes para tener el día siguiente libre.

Me desperté el miércoles por la mañana con él acurrucado en mi espalda, la cabeza de su erección matutina firmemente presionada contra una de mis nalgas. Era una sensación increíblemente tranquilizadora y simplemente me quedé allí disfrutándolo.

Aquel martes nos dejó reventados, pero aun así me pareció adecuado rematarlo con una mamada. Me entregué con tal entusiasmo que solamente al finalizar, se quedó desplomado y dormido sin poder hacer nada más.

Se me hizo la boca agua de nuevo por el sabor agrio y el emocionante contorno de su miembro, y la alegría que me producía dar a su deliciosa leche un lugar de descanso dentro de mí. Empecé a inquietarme por el hecho ineludible de que se acercaba rápidamente el momento en que Roy ya no estaría al alcance de la mano para hacerme sentir completo de esa manera que sentía que solo él podía conseguir.

Tan aterrorizado como estaba ante la idea de perderlo, resistí el impulso de atiborrar mi boca de nuevo y decidí dejar que se despertara solo. Su brazo estaba sobre mí como de costumbre.

Al final me atrajo hacia él mientras exhalaba un suspiro reconfortante. Se estaba espabilando.

"Lo siento... no duré mucho después de que acabaras conmigo, ¿verdad?"

Moví mi culo sobre su rabo mientras se inclinaba contra mí y se estiraba para jugar con mis dedos en él.

"No me importó. Estabas cansado."

"¿Qué hora es?"

"Casi las nueve."

Roy se deslizó y me dejó rodar sobre mi espalda a su lado. Levanté la vista hacia su mirada aturdida y abrí la boca. Se inclinó lentamente y me la llenó con su lengua.

Presionó su palma contra mi tensa erección y me la meneó mientras recibía su dulce 'beso de buenos días'. Duró una eternidad. Su sonrisa irradiaba satisfacción el levantar su rostro del mío.

"Mmmmm, todavía tienes mi sabor. Cualquier hombre seguramente podría acostumbrarse a esto".

"Supongo que yo también estaba bastante cansado... olvidé cepillarme".

Era mentira. Una vez que comenzó a roncar, simplemente no pude resistirme a saborear lo que quedaba de él en mi lengua mientras escuchaba su reconfortante sonido.

Volvió a sonreír y se inclinó para morderme el lóbulo de la oreja, tal vez para hacerme saber que él sabía hacerlo mejor. Su mano se deslizó sobre mi polla lo suficiente como para empezar a jugar con mi perineo usando su dedo medio.

"¿Qué te gustaría hacer hoy?", le consulté.

Mis caderas comenzaron a contonearse en respuesta a su estimulación. Deslizó su enorme mano desde mis genitales hasta mi pecho y la presionó lo suficientemente fuerte como para encenderme con su fuerza.

"Solamente... estar... contigo", suspiró, su voz de barítono resonante era casi un susurro.

Hice rodar su prepucio hacia atrás y jugué con mis dedos sobre su fuerte porra. Gimió y se inclinó para otro beso.

"¡Delicioso!", reiteró cuando se apartó.

"Puedes tenerme cuando y como quieras... ¡es todo tuyo!"

Deslizó su mano por mi modesto vientre y levantó mi polla en el hueco entre su pulgar y su dedo índice.

"¿Seguro?"

"¡Mucho!"

Estudió mi duro y furioso miembro durante bastante tiempo, moviéndolo de un lado a otro bajo su intensa mirada. De repente se cambió de posición en la cama y se la metió en la boca por primera vez desde que empezamos a tener sexo.

Hasta entonces siempre me había dado una mano u ofrecido su barriga para estimularme con el propósito de correrme. Nunca pensé que estaba siendo egoísta o irreflexivo, sino que estaba complaciendo mi evidente fascinación con esos atributos físicos tan particulares.

Pero ahí estaba, mamándomela con un hambre claramente igual a la mía por él. Su succión era intensa.

Sabía que no podría durar mucho. Se reafirmó a sí mismo de una manera que desafió por completo lo que había percibido como el orden natural de nuestros roles sexuales hasta ese momento; los más pequeños y débiles al servicio de los más grandes y fuertes con devoción.

Cerré los ojos cuando Roy me empujó rápida y hábilmente hasta el borde. Gemí y aullé en respuesta al ardor que surgió causado por su lujuria hacia mí.

Cuando los abrí, me sorprendió de nuevo lo pequeño que me hacía sentir el fornido hombre-montaña. ¿Cómo podría un hombre tan magnífico encontrar algo en mí que motivara tal acto de sumisión?

En ese momento simplemente, no existía lugar en mi mente para tales preguntas. Se estaba volcando en la tarea con todas sus fuerzas, y para un hombre de su tamaño eso era una barbaridad.

Puse mis manos sobre su cabeza y entremetí mis dedos en su hermoso cabello plateado. Un gemido profundo y satisfecho se le escapó. Y empezó a hacerlo todo todavía con más ahínco.

No pasaron más de dos minutos antes de que tuviera los flashes disparando en mi cabeza y sucumbí impotente a su ferviente ardor. Debí lanzar una docena de descargas en el vacío increíblemente apretado de su sujeción oral antes de recuperar mis sentidos.

Roy obedientemente se quedó sobre mí hasta que estuvo seguro de que había regresado a la tierra. Se le ocurrió darme un sorbo y admiró su obra por un momento antes de dejarse caer sobre su almohada con una sonrisa de satisfacción.

Aturdido por su actuación, me levanté y me apoyé en mis manos para mirar por mí mismo. Acostado en mi abdomen inferior, brillando hasta la raíz en una gruesa capa de saliva de Roy mezclada con mi semen, estaba mi pene medio erecto y completamente saciado. Todavía goteaba.

Lo miré, incapaz de disimular mi sorpresa por lo que había hecho. Él se rió y se lamió los labios. Me sumergí en un beso.

Todo lo que acababa de decir sobre nuestro beso de buenos días, lo llegué a entender con claridad cristalina. Cuanto más encontraba sabores míos en él, más se disparaba mi pasión. Me rodeó con los brazos y me apretó más fuerte que nunca.

Cuando me alejé, me sonrió y se dio una palmadita en el vientre.

"Ha sido un muy buen aperitivo, pero aún me vendría bien un poco de desayuno", me informó bromeando.

Pasé mi mano sobre el montículo peludo y me hinché de orgullo al saber que en algún lugar dentro de su vasta extensión estaba mi carga. Una parte de mí estaba en él y sentí que el vínculo entre nosotros se fortalecía más allá de mis sueños más descabellados.

Parecía muy orgulloso de sí mismo.

"¡Sí señor!", estuve de acuerdo con un gemido entrecortado.

"Tranquilo con lo de 'señor'. Acabo de chuparte la polla, señor".

Todavía no me lo podía creer.

"¡Y tanto que lo has hecho! ¡No sabía que hubiera algo que me pudiera hacer sentir tan BIEN!"

Su risa satisfecha flotó en el aire.

Suerte de los irlandeses, supongo.

"¿Qué quieres decir?"

"Ese fue mi viaje de iniciación", confesó, sonrojándose ligeramente.

Casi no podía creer lo que oía. La idea de que algo sobre nuestro sexo pudiera ser nuevo para él, nunca se me había pasado por la mente. Mi reacción de asombro provocó otra risa en él.

"Es verdad", me aseguró.

Sentí un hormigueo por su confesión. Explorando dentro del monumento de la masculinidad a mi lado, encontré el mismo deseo de complacer que erróneamente, creía que era exclusivamente de mi rol en nuestra dinámica sexual. Me quedé estupefacto ante el pensamiento.

Me abrió los brazos y caí en su abrazo. Acurrucándome con el gigante, de repente me di cuenta del excepcional honor que me había otorgado.

"Pero ¿por qué?... ¿por qué yo?, quiero decir".

Se quedó en silencio, contento de acunarme en sus brazos. Me levanté sobre su enorme pecho mientras se expandía en un suspiro pensativo.

"Es una pregunta justa. Todo esto ha sido una gran sorpresa tanto para mí como para ti, y siento que hay cosas que debes saber sobre mí antes de que vayamos más lejos. Pero, ¿podemos desayunar primero?", preguntó en su típico tono jovial.

Picoteé sus labios con un beso.

"Lo que tú digas, Roy"

Nos duchamos juntos y nos vestimos Parecía estar flotando en el aire todo el tiempo, pero de vez en cuando su expresión parecía algo pensativa.

Una vez que terminamos de comer, nuestra camarera nos preguntó cómo pagaríamos la cuenta. Le dije que todo junto y que me la trajera. Roy pareció conmovido por mi gesto y lo aceptó sin protestar.

De vuelta en la habitación nos desnudamos de nuevo. El saber que le había proporcionado una primera experiencia de alguna manera, hizo que la experiencia, incluso la sensación de su piel contra la mía, pareciera aún más especial. A pesar de toda su imponente presencia física, de alguna manera me hizo sentir similar al él en ese vínculo que habíamos formado.

Roy apiló nuestras almohadas detrás de él para apoyarse y yo me acurruqué a su lado. Crucé mis brazos sobre su vientre y apoyé mi barbilla en ellos, mirándolo. Me acarició el pelo.

"Eres terriblemente guapo, Ed."

No puedo precisar cuándo se produjo ese cambio. Algunas personas en el equipo comenzaron a llamarme así y se extendió como un resfriado hasta que nadie, incluido Roy, se dirigía a mí como Eddie.

Fue un cambio bienvenido en lo que a mí respecta. Eddie había comenzado a sonarme como un nombre de niño, y descubrí mientras intentaba dormir en mi antigua habitación, que ya no me consideraba así.

"Tú también, Roy," dije, pasando mis dedos por los pelos de su barriga.

Esas palabras parecieron deleitarlo. Sus ojos brillaron entre esas hermosas patas de gallo.

"Eres el primer hombre que me ha hecho sentir de esa manera... guapo, quiero decir".

No sabía qué decir. Seguramente un hombre tan llamativo lo sabría, pensé.

"Siendo de mi tamaño... a veces es difícil... la mayor parte del tiempo, de verdad. Probablemente no puedas imaginarlo. La madre naturaleza consideró adecuado mezclarte con la mayoría de las personas. No importa a dónde vaya, sobresalgo un peñasco en una llanura... siempre ha sido así".

Envolví mis brazos alrededor de su vientre y lo abracé tan fuerte como pude.

"No hay peñasco que sepa tan bien como tú."

Soltó una risita y puso ambas manos en mi espalda. Escuché la reverberación dentro de él con la oreja que estaba presionada justo debajo de su pecho.

Era un sonido mágico y me encantó. Continuó acariciando mi cabello y pensó un poco más.

"Me molesta cuando las personas me miran y empiezan a actuar... de forma extraña... asustada... como si fuera una especie de animal salvaje al que tienen que apaciguar hasta que puedan ponerse a salvo".

"Quieres decir como esos idiotas con los que fui a la escuela secundaria".

Sonrió.

"También te diste cuenta, ¿eh?"

Puse los ojos en blanco y no me molesté en contarle lo que había ocurrido después de que nos hubiera dejado.

"Escucha, campeón... Veo mi reflejo cuando estoy desnudo. Incluso yo entiendo lo que les hace reaccionar así".

Su voz no era arrepentida ni autocompasiva.

"Joder, esos cazadores dedicados a la caza mayor se divierten matando cosas que se parecen a lo que veo en mí mismo"

Cerré los ojos y le di otro abrazo a su barriga.

"Bueno, no me malinterpretes. No estoy sugiriendo que el pensamiento de lo que hice por ti nunca pasó por mi mente. Carajo, he pasado noches en vela soñando cómo sería encontrar a un hombre. Pero, ningún hombre que haya conocido al que le gusten los hombres, me dio el más pequeño indicio de que yo era ese hombre para él".

Quería preguntarle si se le había pasado por la cabeza que yo pudiera ser ese hombre. Decidí no interrumpirlo.

"Mira estas cosas".

Levantó esas enormes manos suyas hacia mí; esas manos increíblemente fuertes y tranquilizadoras que adoraba.

"¿Quién en su sano juicio sueña con ser abrazado y acariciado por un par de jamones del tamaño de estos?"

Tomé uno de ellos entre los míos y lo acerqué a mi cara, plantando un beso en su palma. Él sonrió y las puso sobre mi espalda de nuevo.

"Lo sé", dijo con una sonrisa agradecida, "y estoy llegando a lo que realmente te quiero decir, campeón... lo prometo. Pero necesito que me escuches".

Apoyé mi cabeza sobre él y miré hacia arriba para hacerle saber que todavía tenía mi atención.

"Después de que regresé del extranjero en el '45, busqué por todas partes a ese tipo, pero nunca apareció. Al final, me rendí en mi búsqueda. Después de comenzar mi vida de feriante en el '49, me di cuenta muy rápido de que - incluso si no hubiera un hombre por ahí que quisiera tener y abrazar a alguien como yo - había muchos tipos que al menos harían casi cualquier cosa por dinero".

Volvió a quedarse en silencio y cerró los ojos.

"No es agradable decir esto... Pero creo que durante los siguientes quince años me follé a casi todos".

Abrió los ojos para comprobar mi reacción. Besé su barriga para hacerle saber que estaba bien con lo que había compartido conmigo.

El alivio se mostró en su rostro y continuó acariciando mi espalda.

"Algunos de ellos también eran bastante guapos... pero ninguno tan guapo como tú, por descontado. Pero algunos eran lo suficientemente agradables como para unirnos como pareja si me hubieran dado la oportunidad. Aunque nunca llegué a ser nada más que el símbolo del dólar para ellos."

"Su pérdida, mi ganancia", lo consolé.

"Hay más."

"Lo siento. Continúa."

"Esta es la parte difícil de mi pasado. No quiero que lo descubras por terceras personas... si no lo has hecho ya".

"No he oído nada de nadie excepto cuánto mejoran las cosas ahora contigo a cargo".

"Bien."

Pensó un poco más en cómo quería abordar el tema conmigo.

"Bueno... a un hombre le cuesta un poco pensar que no puede tener sexo sin el todopoderoso dólar de su lado. Puede hacerlo sentir amargado... engañado en la vida".

Asentí.

"Le hice cosas a algunos de esos chicos... cosas de las que no estoy orgulloso... cosas de las que me arrepiento ahora".

Yo estaba confundido y él podía verlo.

"No quiero decir que los golpeé ni nada. Pero cuando eran demasiado profesionales... tanto como para fingir que de alguna manera disfrutaban estar conmigo... más allá de su ganancia financiera, eso es... me hacía enojar".

Asentí de nuevo y me quedé callado.

Algún tiempo después me di cuenta de que no estaba realmente enojado con ellos... lo estaba por las cartas que me tocaron jugar en la partida con la Madre Naturaleza".

"Creo que te dio una escalera real, Roy," le interrumpí.

Él se rió y acarició mi cabello de nuevo.

"Y seguro que me atraes, Ed... pero en aquel entonces..."

Sus ojos se clavaron en los míos.

"... en ese entonces, no podía ver con tanta claridad... y descargué mi frustración con ellos... obligándolos... bueno, pagándoles... para que hicieran las cosas más degradantes que estuvieran dispuestos a hacer. Y si eso era lo único que querían, entonces al menos iba a tener la satisfacción de hacerles pagar algún tipo de precio por el privilegio de tener mi polla en sus manos... refiriéndome a su autoestima, quiero decir."

Mi curiosidad en cuanto a qué podrían haber sido esas cosas, obviamente se mostró en mi rostro.

"Confía en mí... es mejor que no lo sepas. Tendré que llevármelo conmigo a la tumba".

Asentí.

"En los casi veinticinco años que he estado en este negocio, me he ganado una gran reputación. Es preciso que sepas eso. Es posible que alguien te vea reflejado en todo esto."

"No me importa lo que la gente piense de mí excepto tú, Roy", le aseguré.

"Mi punto es este. Ahora me doy cuenta de que... si me hubiera quedado en mi asiento en la mesa hasta que se repartiera la última mano de la partida, ninguna de las culpas que siento por mi comportamiento pasado estaría pesando sobre mí en este momento. Un muchacho guapo... el más guapo que he visto en mi vida... el hombre de mis sueños... finalmente apareció".

Abracé su vientre nuevamente ante el reconocimiento y presioné mis labios contra él en un tierno beso.

"Hicieron falta años para que llegase aquí... pero cuando me mira... me siento como el hombre más guapo, sexy y con el estilo de Sean Connery que haya sobre la Tierra".

Pasé mis manos con aprecio sobre la vasta extensión de su poderoso torso y luego cambié mi posición para estirarme a su lado. Coloqué mi palma sobre su barbilla recién afeitada, giré su rostro hacia el mío y tomé su labio inferior entre mis dientes. Pasé mi lengua por él.

"Lo eres", le susurré al oído.

"¡Ahí! ¡Ahí justamente! Es por eso por lo que 'eres tú'. Simplemente, tenía que decirte cómo... cómo de bien me haces sentir... y cuanto..."

Apretó sus brazos a mi alrededor y me besó en la mejilla, como si eso pudiera ayudarlo a encontrar el coraje para continuar.

"... cuanto te amo."

Su voz aterciopelada tembló levemente cuando pronunció esas últimas tres palabras. Lancé mis brazos alrededor de su cuello.

"Oh, Roy... yo también te amo. He tenido tanto miedo de decirlo, pero te quiero. Algo me hace pensar que siempre lo he hecho", confesé.

Nos quedamos en silencio y nos quedamos en los brazos del otro durante la mayor parte de otra hora, simplemente saboreando el contacto de nuestra piel. Ningún acto sexual podría compararse con los sentimientos que experimentamos al finalmente compartir esas tres simples palabras entre nosotros.

Volví a subir encima de él. Todavía había una cosa que me preguntaba, pero no sabía si era el momento adecuado para mencionarla.

Deslizó el dedo medio de su mano derecha en su boca y lo hundió profundamente en mi agujero. Su hermosa sonrisa se mostraba increíblemente juguetona y no podía imaginar nada más maravilloso que ser suyo.

"¿Roy?"

"¿Si, campeón?"

"La noche que me invitaste a tu cama..."

"¿Sí?"

"... dijiste algo que me he estado preguntando desde entonces".

"¿El qué?"

"Dijiste algo acerca de que fueron años... y pensar que nunca volverías a sentir ese sentimiento... así que debe haber habido alguien antes que yo".

Él movió perezosamente ese enorme dedo dentro de mí y pensativamente suspiró de nuevo.

"Eso fue hace mucho tiempo."

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