El Feriante. Parte 09.

BETA PÚBLICA

Nota: Puede cambiar el tamaño de la fuente, el tipo de fuente y activar el modo oscuro haciendo clic en la pestaña del ícono "A" en el Cuadro de información de la historia.

Puede volver temporalmente a una experiencia Classic Literotica® durante nuestras pruebas Beta públicas en curso. Considere dejar comentarios sobre los problemas que experimenta o sugerir mejoras.

Haga clic aquí

"Te sangra la nariz. Vamos a arreglarlo. Puedes tomarte el día libre... sin perder tu sueldo. Ed se encargará de tu noria."

Una multitud de miembros del equipo se había reunido alrededor mientras tanto. Miraban a Roy con incredulidad.

"No hay excusa para lo que he hecho aquí, así que no voy a tratar de justificarlo", dijo, claramente decepcionado de sí mismo, "Únicamente... todos... dirigíos a vuestros puestos... por favor... e intentad olvidar lo que habéis visto aquí. Son casi las diez."

Rápidamente, se disolvieron en medio de una algarabía de murmullos.

Esa noche Roy claramente todavía estaba conmocionado por lo que había hecho. Salió de la ducha y se estiró en la cama. Yo me fui a darme la mía.

Cuando salí todavía no se había movido. Estaba mirando al vacío.

Doblé mi almohada por la mitad para apoyarme y me estiré a su lado. Levantó la cabeza y deslicé mi brazo detrás de ella.

Él me miró. Su dolor por el incidente lo tenía totalmente bloqueado. Me coloqué sobre mi cadera y comencé a acariciar el vello de su pecho con la otra mano.

"Estoy seguro de que estará bien, Roy", lo consolé.

"Él no tenía derecho a decir tal cosa... ensuciarte con mi pasado... convertirte en una de esas putas con las que solía follar... me hizo enfadar tanto... que perdí la cabeza. Aun así, no tenía derecho a tumbarlo como lo hice. Tengo el doble de su tamaño".

"¿Algo roto?"

"Lo examiné bastante bien. No encontré nada. No le golpeé tan fuerte como podría haberlo hecho, pero aun así... He trabajado muy duro para ganarme la confianza de mi equipo. Probablemente todo se ha ido al carajo."

La imagen de la nariz ensangrentada y el rostro magullado de Frank flotaba en mi mente. ¿Cuánta fuerza más podría haber puesto Roy detrás de ese puñetazo? Una rápida mirada a la poderosa constitución me recordó por descontado que fácilmente podría haber dejado inconsciente al hombre, tal vez incluso matarlo.

Presionó su mejilla contra mi pecho y acuné su cabeza entre mis brazos.

"Apuesto a que no. Solo explícales que todo fue mi culpa. La situación nunca habría llegado a eso si hubiera esperado a que él terminara de revisar el altavoz como debería haberlo hecho".

"No hay necesidad que pienses así al respecto... y no fue TODO culpa tuya. Nadie, ni siquiera yo, esperaba lo que pasó. Además, Frank tenía que haber sabido que no podía ocurrir nada bueno pinchándome como lo hizo".

Roy se quedó en silencio mientras yo continuaba acariciando su cabello. Sentí que le debía algún tipo de explicación por lo que había hecho.

"Vosotros dos parecíais tan buenos amigos... y me he esforzado tanto por ganármelo. Solo pensé... tal vez si pudiera..."

De repente me pareció inútil y dejé el pensamiento ahí.

"Fue una tontería de tu parte", me reprendió Roy, "pero entendí incluso entonces por qué lo hiciste. Sé lo duro que ha sido Frank contigo".

"Sí, bueno... ya sabes... construye el carácter".

Fue una respuesta improvisada; una de las frases recurrentes de mi padre.

Le besé ligeramente la parte superior de su cabeza. Unos segundos después sentí su gran bulto temblando contra mí.

Pensé que había comenzado a llorar, pero luego su risa se hizo gradualmente audible. Miré hacia abajo para verlo sonriéndome.

"Te amo... que Dios me ampare, pero lo hago... ¡construye el carácter!", Roy repitió entre risas.

Se abrazó a mí. Giré su rostro hacia el mío y me incliné para besarlo.

Abrumado por lo sucedido comenzó a pasar su mano por mi torso. No pude evitar que se me pusiera erecta al ver esa enorme cosa explorándome. Envolvió su mano alrededor de mi pene y lo apretó suavemente.

"Te necesito tanto... fóllame... ¿por favor?", entonó suavemente.

Besé la parte superior de su cabeza y rodé fuera de la cama para buscar su botella de lubricante.

Follármelo requería que estuviera a cuatro patas en el suelo. Sus glúteos eran tan carnosos que era la única forma de abrirlos lo suficiente para que yo lograra una profundidad de penetración que él encontrara satisfactoria.

Agarramos todas las sábanas de la otra cama para almohadillarlo un poco y se puso en posición. Pensé en que era la primera vez que me pedía que lo hiciera.

Parecía un error que tal pináculo de masculinidad se arrodillara ante mí. Casi no podía mantener mi erección... es decir, hasta que me puse detrás de él y vi lo que me estaba ofreciendo. Nunca volví a pasar apuros por ello.

Esa fue la vista de la que me aproveché mientras untaba mi polla en el aceite.

Allí estaba, sobre sus rodillas y antebrazos. Empujó su culo hacia mí y su grieta forrada de piel se abrió para revelar su sorprendentemente diminuto agujero haciéndome un guiño. Debajo, sus enormes testículos quedaban colgando, casi tocando sus hermosas pantorrillas, de lo agachado que estaba.

Movió su culo con anticipación y me emocioné al verlos balanceándose como un badajo. Golpeaban la parte posterior de sus muslos con tal fuerza que pensé que en realidad podría comenzar a tocar.

Me senté a horcajadas sobre sus piernas y me agaché lo suficiente como para levantar su pesado escroto hasta que pude hundir mi polla en él. Sus testículos se abrieron y acurrucaron mi erección. Los notaba tan grandes y cálidos.

Temblé. Y él también.

"Me encanta cuando haces eso", suspiró.

Me retracté y los dejé caer. Usando los dedos aceitosos de la mano que deslicé para abrirle, me alineé y me hundí profundamente en sus bolas.

Suspiró con tremenda satisfacción una vez que llené su recto. Me quedé quieto.

La vista de su ancha y poderosa espalda extendiéndose ante mí siempre me provocaba peligrosamente para que me corriera. Se burló de mí con algunos apretones juguetones.

"¡Oh, Dios! ¡Roy, no lo hagas!"

Se rio y me dio tiempo para recuperarme. Apoyé mis manos en sus piernas y probé su agujero con algunos golpes cortos.

Gimió y empujó su agujero hacia mí para aliviar su resistencia. Lo probé de nuevo con algunos golpes más largos.

"Así está bien", le informé.

Encontré un ritmo constante que se adaptaba perfectamente a la libertad de movimiento que me estaba dando. No fue ni tan lento como para robarle la emoción que estaba buscando, y ni tan rápido como para defraudarme de las emociones que me ofrecía.

Todavía era bastante nuevo en la tarea entonces, pero creo que me las arreglé para darle unos buenos cinco o seis minutos de golpes constantes y completos antes de hundirme tan profundamente como pude y vaciar mis bolas.

Cuando salí, le levanté sus enormes testículos para comprobar su estado y, tal como esperaba, estaba duro como una roca. Casi me hizo correrme de nuevo cuando vi que mi carga comenzaba a gotear de los labios de su agujero y se acumulaba en su escroto.

Le lamí la polla y luego le ofrecí mi boca para correrse. Rápidamente, la llenó con un chorro.

Nos aseamos y volvimos a la cama. Siguió una larga sesión de furiosos besos con la lengua antes de acurrucarnos para pasar la noche con él a mi espalda.

"Gracias, Ed. Me siento mucho mejor pensando que mañana, cuando tenga que ver a Frank cara a cara, tendré ocasión de ver si puedo reparar el daño".

"Estoy seguro de que puedes. Él también tiene que reconocer el daño causado."

Sabía que Roy nunca habría dicho nada sobre nuestro amor al personal, pero no podía dejar de preguntarme qué nos había delatado. Mi miedo era que de alguna manera había sido obvio hasta el punto de ponerlos sobre aviso.

"¿Cómo crees que Frank supo de nosotros?"

"No lo sabía. Es por eso que no tenía derecho a decir lo que hizo. Como te dije, todos los veteranos sabían acerca de mí folleteo con chavales. No hay forma de que no se percataran viéndolos entrar y salir de mi tráiler. Y con todo el ruido, estoy seguro de que algunos de ellos se hicieron una idea bastante clara de cómo lo hacía a veces. Seguramente hubo chismorreo sobre lo que escucharon esas noches tan pronto como las cuadrillas se ponían en camino. Pero también saben que dejé de pagar por esos servicios hace diez años. Lo que dijo estaba fuera de lugar".

"Pero tenía razón."

Roy pensó por un minuto. Deslizó la mano que descansaba sobre mi frente hasta que se deslizó debajo de mi mejilla. Girando mi cara mientras levantaba la cabeza, pudo establecer contacto visual conmigo.

"Lo que tú y yo tenemos es tan diferente de lo que él estaba hablando como es la noche en comparación con el día, Ed. Nosotros nos amamos. Nos cuidamos el uno al otro... aprendemos el uno del otro. Eso no nos convierte en maricones o pervertidos. Nos convierte en dos hombres que tuvieron la suerte de encontrar a alguien que les ayudara a dar sentido a este mundo mezquino y loco".

Luego plantó un tierno beso en mi mejilla.

"Eres el hombre más inteligente que he conocido, Roy McManus. Te amo más que a nada... supongo que siempre lo haré. Buenas noches."

Deslizó su mano hacia abajo sobre mi incipiente vientre y me acurrucó contra él. Crucé mis brazos sobre él y me deleité con la delicia táctil de su tamaño y el cabello erizado que lo decoraba.

"Conozco la sensación... bueno", confió, "Que duermas bien, campeón. Te veo por la mañana".

Me acurruqué en la comodidad de su pecho abultado y ese vientre maravillosamente firme. El vello que los adornaba se notaba un poco áspero. Presionó sus genitales suaves y voluminosos contra mi trasero. Me gustó.

Seguro en la calidez de su abrazo, esperé pacientemente a que me llegara el sueño.

*****

Texto original: https://www.literotica.com/s/the-carny-pt-09

12
Por favor califica esto historia
El autor agradecería tus comentarios.
  • COMENTARIOS
Anonymous
Our Comments Policy is available in the Lit FAQ
Postear como:
Comparte esta Historia

LEER MÁS DE ESTA SERIE

El Feriante. Parte Información de la Serie

SIMILARES Historias

La venganza de Tsunade Tsunade da una lección muy cruel a Jiraiya.
Abusé de un moribundo Me aproveché de un chico que iba a morirse.
Mi Doctor y Yo Mi revisión médica fue un poco diferente.
El Cura y Yo Mi mujer me deja cuando se entera de lo que hice con el cura.