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- No sé, todavía, pero no te quiero lejos

Nos fundimos en un beso apasionado y tierno, mi corazón retumbaba de nuevo como el de un ratón, coloqué su mano sobre mi pecho para que lo sintiera y ella hizo lo mismo con la mía.

- ¿Estas asustada?

- Demasiado, porque no sé qué decirte

- Alguna vez...

- ¡NO! ¡NUNCA!

- Yo tampoco, pero no puedo negarte que me encanto que fueras vos la primera...

Me volvió a callar con un beso. Sabíamos que las respuestas eran sinceras, no nos guardábamos secretos y ninguna alguna vez paso por una etapa lésbica o curiosa, no hasta hoy, no hasta tenerla bailando desnuda para mí.

La empujé dándole la vuelta y bajé mi mano buscando su sexo. Su ropa interior estaba destilando humedad, las hice a un lado mientras miraba las facciones de su rostro deformarse por la excitación.

- Me gusta ver tu cara de placer, me excita demasiado

- A mí me gusta lo que estás haciendo

Empecé a besarle el cuello y los senos mientras me encargaba con mi mano de darle placer. Me sentía torpe tratando de devolverle el favor y no lo estaba haciendo muy bien, pero gracias a la confianza de nuestra amistad ella bajo sus manos y me mostró la forma en que a ella le gustaba.

Me quedé ahi cerquita, solo viendo su cara angelical, con los ojitos cerrados, su boca entreabierta, sus frenéticos y agudos gemidos, su pecho llenarse y sus pezones endurecer como piedras.

- No pares por favor, así así, sigue así

- No pienso hacerlo, hasta ver tu cara de placer, quiero recordarte así cuando no estés

Abrió sus ojos, me miró directo a los míos con un brillo que me confirmo que esta no era solo una noche de locura, esa mirada era de amor. Ella trataba de sonreír para ocultarlo, pero los gemidos no se lo permitían por mucho tiempo.

- ¡Te amo! --le dije de la nada--

Ella sonrió me dio un beso, cerró los ojos, cruzó las piernas y colocó su mano sobre la mía, mientras su cuerpo la hacía estremecer en oleadas cada que un orgasmo explotaba en mi mano.

Apenas y caí en cuanta de la gravedad de las palabras que le acababa de decir. Sin filtro alguno escupí lo que mi cerebro gritaba sin siquiera pensarlo. Tenía la cara roja por la vergüenza y cuando ella abrió los ojos y me vio así me sentí peor.

- Dilo de nuevo --con sus ojos brillando y una sonrisa de felicidad--

- ¡Te amo! --lo dije de nuevo muerta de susto--

- Yo también ¡TE AMO! --grito como una loca sin importar quien la escuchara--

Nos dimos un gran abrazo y escondimos nuestros rostros detrás de nuestro cuello sin mirarnos. No era algo fácil de aceptar.

- Manu

- ¿Que?

- Eres lo mejor que me ha sucedido en la vida --hizo una pausa extensa-- de verdad

- Si sientes lo mismo que yo siento por ti, te creo

Nos quedamos mirando frente a frente, sin cerrar los ojos con la convicción de unas palabras sinceras. Toda la vida la vi como mi complemento, como mi mejor parte, orgullosa de como nos apoyábamos y animábamos a salir adelante. Ahora entiendo cuando de verdad dices de corazón a alguien que lo amas por encima de todo.

- Hele, esto es verdad ¿no estoy soñando?

- No, esto es de verdad y si fuera un sueño, entonces no quiero despertar

---

No dormimos en toda la noche, hicimos el amor y aunque éramos algo torpes por la inexperiencia, no importaba porque no se trataba de sexo, se trataba de aprender lo que nos hacía falta conocer de la otra, se trataba de hacer el amor.

La luz del día llegó, desnudas en la cama, envueltas en las sábanas, acariciándonos el rostro con cara de idiotas enamoradas no sabíamos que hacer, que seguía para nosotras.

El despertador sonó a las 8 de la mañana anunciando que ya era hora de prepararse para su vuelo. Ella estiró la mano la apagó y me abrazó más fuerte colocando su pierna detrás de mis caderas pegando su frente a la mía.

- No me quiero ir, me quiero quedar para siempre así, quiero despertarme todos los días y saber que estas a mi lado, no quiero que este día termine, no quiero

- Yo tampoco mi vida --hice una mueca-- todavía se siente extraño decirlo

- Dilo de nuevo

- ¡TE AMO¡ --grite con todas mis fuerzas-- ¡TE AMO HELENA FLOREZ!

- ¡TE AMO MANUELA OCHOA! --grito ella después de mi--

Nos besamos y dimos un abrazó que nunca voy a olvidar, me llenaba el cuerpo y el alma.

- Vamos o vas a perder el avion

- Dejame hacerte el amor la última vez

- ¿Acaso es posible decirte que no?

Nos empezamos a besar y la respiración entre cortada nos hacía reír, ella se hizo encima dándose la vuelta entregándome su sexo en la boca y poso la suya en el mío.

Olíamos a sexo y saliva, no nos molestaba para nada saber que estábamos saboreando una vez más el placer infinito de la noche anterior. Ella sin duda, tenía un talento natural para hacer sexo oral a una mujer, yo por el contrario aún tenía mucho que aprender.

- Manu ¿te puedo pedir algo un poco --hizo una pausa-- extraño?

- Lo que quieras

- Me meterías un dedito

Saqué mi mano por debajo de su pierna y metí mi dedo índice en su sexo.

- ¿Así? --mientras lamía su sexo y metía y sacaba el dedo--

- Asi es rico, pero yo... --con tono de vergüenza--

No fue necesario que dijera más, entendí porque le costaba decirlo. Llené mi dedo de saliva y empecé a tocar el agujero en su trasero. Cuando intenté meterlo igual que por delante, me encontré que era algo muy diferente y que no iba a entrar fácil.

- Suave, suave me dijo, sin prisa

- Te va dejar el avión

- Tenemos tiempo

Me metía el dedo en la boca, lo llevaba de saliva constantemente y regresaba a acariciar los pliegues de su agujero con cuidado escuchando sus gemidos atenta a descifrar la forma en que más la excitaba.

Poner la punta del dedo mojada y presionar suavemente era lo que más le gustaba y tenía razón en que me tomara el tiempo. Ese movimiento fue estimulando su trasero y empecé a sentir como si estuviera chupando hacía adentro, abri los ojos para ver, su culito se abría y cerraba hasta que empezó a succionar mi dedo al interior.

- Ay amor, si si así, exactamente así

Dejé mi dedo completamente quieto y me concentré en comerme su sexo con la boca. Ni siquiera me di cuenta cuando el dedo termino por completo adentro y ella empezó a mover su trasero de adelante hacía atrás para que saliera y entrara al ritmo que prefería.

Mi clitoris estaba completamente encalambrado, no había tenido descanso toda la noche y ella se concentraba de una forma tan puntual en el que me hacía perder el ritmo. Gemía tan delicioso que me antoje de saber que era lo que la enloquecía de esa manera.

- ¿Me puedes meter uno a mí?

Dejó de succionar mi clitoris y sentí como escupió una gran cantidad de saliva, usando exactamente el mismo proceso en el mío para prepararme antes de meterlo.

Manuela, ya había tenido un par de experiencias de sexo anal, pero en mi caso todas las veces que lo intenté cuando trataban de meterme el dedo o algo más me arrepentía. Con ella en cambio, entendí que se trataba de darle tiempo, de disfrutarlo. Nunca trato de metérmelo de una como ellos lo hicieron, espero al proceso natural.

- ¿Quieres que te meta otro? --me preguntó--

Para mí era suficiente, me estaba dando demasiado placer solo con un dedito y no quería que me empezara a doler y arrepentirme. Caí en cuenta de que tal vez más que una pregunta era una invitación. Coloqué un dedo al lado del índice y empecé a acariciar su trasero con la yema del dedo y ella empezó a gemir sin control.

- Si amor, si, ese mételo de una

Le hice caso. No fue capaz de seguir dándome lengua, se acercó a uno de mis muslos y ahogó los gemidos clavando sus dientes y sin siquiera meterlo hasta el fondo estaba abriendo la boca para recibir su orgasmo. Ella regreso a mi sexo, me separó las nalgas y no sé qué me tocó por detrás que me hizo venir de inmediato.

- Ay Helena, me mataaaaaaaaaaahhhhhhhhhhs

Se dio la vuelta, me levantó las manos por encima de la cabeza y compartimos los fluidos con la lengua mientras que ella simulaba mover su pelvis como si me estuviera penetrando.

- Ay Manu, me encantas, no te imaginas lo que acabas de hacer

- Que cosa, date mi virginidad de culito

- No, volverme más adicta a ti

Me soltó las manos y dimos vueltas por toda la cama riendo.

- ¿Me prometes que me vas a ir a visitar?

- Amor ese viaje no tengo como pagarlo, pero te espero, eso si te lo prometo

- Acaso vas a terminar con...

- Ya no puedo estar con nadie más que no seas tu Helena

- ¡TE AMO! ¡TE AMOOOOOO! --gritaba como loca--

Al fin logré sacarla de la cama y meternos a la ducha, donde obviamente tampoco nos aguantamos a darnos los últimos toques de placer y besarnos bajo el agua caliente.

---

Llegamos al aeropuerto justo a tiempo para hacer el check-in. La chica que nos estaba recibiendo las maletas se le veía esa cara de asco al notar nuestra cercanía, sin dejar de reparar que las dos teníamos el cabello mojado.

Fue raro, sentirme por primera vez juzgada y tal vez repudiada por ser lesbiana. Las dos nos miramos y sin siquiera hablar sabíamos lo que teníamos que hacer. Me abrazó de frente, me corrió el cabello detrás de la oreja, me miró con ternura y me dio un par de besos empalagosos.

- Te voy a extrañar mucho, mi amor

- Yo más, mi vida

Le di un abrazó y ocultamos la risa detrás de la cara de la otra, al darnos cuenta que ella se había dado la vuelta para no vernos. Timbró el tiquete con la información de las maletas y le pidió al siguiente que pasara regalándonos una sonrisa hipócrita.

La hora más corta de mi vida, la tuvimos en la sala de espera, es como si ese tiempo hubiera desparecido. La llamaron a abordar, nos abrazamos muy muy fuerte y nos quedamos ahí con los ojos cerrados llorando.

- Prométeme que me vas a esperar

- Te lo prometo mi amor y tú no te vas a conseguir otra por allá ¿cierto?

- No, tú eres y serás la única mujer de mi vida

- Hombres tampoco, promételo

- Ni hombres ni mujeres, solo te quiero a ti conmigo. Te lo prometo

- ¿Me vas a llamar todos los días?

- Todos y te voy a decir un montón porquerías --se rio con fuerza--

- ¿Y me vas a dejar verte bailar como anoche?

- Si me dejas ver como te tocas, todas las veces que quieras

Nos miramos a los ojos, se nos salieron las lágrimas y nos regalamos el último beso.

- Señorita, ya van a cerrar las puertas --nos interrumpió con amabilidad una de las azafatas--

Nos dimos el último abrazo, la llené de mil besos y por poco no somos capaces de soltarnos de las manos, hasta el último segundo nos tomamos de los dedos.

- Helena, eres mi mejor amiga y mi compañera del alma

Soltó su mano, se montó a la banda transportadora y mientras se alejaba vi esa mirada de amor infinito.

- ¡TE AMO! ¡TE AMO MANUELA OCHOA!

Me robo la última sonrisa mientras me sacaba las lágrimas.

---

Nuestra relación continuó a distancia y como nos prometimos TODOS los días hablamos o hicimos video llamadas.

A Helena le fue demasiado bien en el intercambio, tanto así que le ofrecieron una beca para hacer una maestría y hasta empleo para mantener sus gastos.

Pese a la gran oferta no se aguantaba más tiempo sin estar juntas y cuando rechazó el puesto y le preguntaron el motivo. La misma universidad consiguió un permiso para recibirme de intercambio y si era igual de estudiante que ella me daban los mismos beneficios de la beca, lo único que teníamos que pagar era el tiquete de avión.

Conseguimos la plata prestada entre amigos y familiares y hace 2 años que vivo en Canadá con mi mejor amiga y el amor más grande de mi vida. Aprovechando que acá es legal el matrimonio de personas del mismo sexo dentro de unos meses nos vamos a casar.

Esa es la historia que me cambio la vida, la historia que nos hizo descubrir que a veces, tu gran amor siempre ha estado a tu lado.

---

Escrito: Manuela

Editado: Agata

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