Somos Felices Las Tres Capitulo 24

Historia Información
Erika y Nuria juegan con pipi antes de dormir juntas.
3.8k palabras
4.88
937
00

Parte 24 de la serie de 37 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 09/24/2020
Compartir este Historia

Tamaño de fuente

Tamaño de Fuente Predeterminado

Espaciado de fuentes

Espaciado de Fuente Predeterminado

Cara de fuente

Cara de Fuente Predeterminada

Tema de Lectura

Tema Predeterminado (Blanco)
Necesitas Iniciar sesión o Registrarse para que su personalización se guarde en su perfil de Literotica.
BETA PÚBLICA

Nota: Puede cambiar el tamaño de la fuente, el tipo de fuente y activar el modo oscuro haciendo clic en la pestaña del ícono "A" en el Cuadro de información de la historia.

Puede volver temporalmente a una experiencia Classic Literotica® durante nuestras pruebas Beta públicas en curso. Considere dejar comentarios sobre los problemas que experimenta o sugerir mejoras.

Haga clic aquí

... Muy lentamente, y bajo el peso de su mujer que la arropaba con su propio cuerpo Erika fue recobrando la normalidad. Pero ninguna de las dos pronunció palabra. Solo intercambiaban el calor de sus cuerpos y sentían la respiración de la otra. Fue un momento de intimidad como jamás habían vivido en todas sus vidas. Definitivamente, a partir de aquel momento mágico sus vidas se habían juntado de una manera exótica, romántica y bella. Ahora podían decir que eran pareja. Ahora podrían decir que se amaban con profunda convicción y no como una simple declaración de palabras...

Cuando hubieron recobrado la normalidad, Nuria se deslizó hacia la cama, dejando a Erika acostada boca arriba, contemplando en el espejo en el techo la imagen de dos mujeres muy distintas, una blanca rubia, de cuerpo esbelto, como el de una modelo y a su lado, agarrando su mano una mujer muy sensual, de proporciones exhuberantes, de piel canela con unas tetas muy diferentes a la de su amante, más voluminosas y con pezones prominentes y oscuros coronando unas aureolas bastante anchas, comparadas con las teticas perfectas que eran adornadas con un pezón rosado pálido, de tamaño casi infantil; su mujer gozaba de una cadera más ruidosa que acunaba una espesa mata de pelos que ocultaban los labios vaginales que en cambio sí se podían notar en su hembra, completamente depilada. El contraste entre ambos cuerpos se extendía no solo a la cabellera, una dorada con mechones que juguetonamente se enredaban entre la cabellera negro azabache de su mujer, quien también miraba aquella inolvidable imagen reflejada en ese espejo. También la estatura de la mujer dominante era varios centímetros más alargada que la de su sumisa y enamorada hembra.

Erika soltó la mano de Nuria y la movió hasta la mata de pelos de su cuca, y sus dedos comenzaron a jugar con ellos, sin mostrar planes de moverse más abajo. Era simplemente una caricia, haciendo que sus dedos se internaran dentro de la espesura de los largos y espesos vellos púbicos de su hembra, mientras seguían conversando.

- Me parece increible, mi negrita, todo esto que estamos viviendo. Jamás en mi vida imaginé que podría entregarme y disfrutar tanto el sexo con otra mujer.

- Lo mismo digo yo, mi vida. No te voy a negar que he tenido algún tipo de experiencia previa, en un par de ocasiones, con otras mujeres. Pero aquello era más bien una especie de juego experimental, no planeado.

- Si, Claudia me contó lo de la escena en la ducha y la de la masajista.

- Veo que entre Claudia y tú no se guardan secretos.

- Y así debe ser, y seguir siendo, entre nosotras tres. Nada de lo que hagamos alguna de nosotras debe permanecer oculto a las otras dos.

- Estoy de acuerdo, mi vida. No hay razones para celos, ni desconfianza, ni nada que impida que entre las tres el amor reine, y nos hagamos felices unas a otras.

- Yo voy a ser la que controle y domine, porque tanto Claudia como tú me han otorgado ese poder voluntariamente. Pero todo, absolutamente todo, debe ser abierto al conocimiento de todas. Nada nos podrá dar vergüenza ni sentir miedo o asco, siempre que todo lo que hagamos ocurra dentro de los límites de salud y seguridad y respeto a nuestra dignidad de personas.

- Te prometo que por mi parte así será, mi dueña y señora. Y te podría asegurar que Claudia piensa igual y se someterá a tí tanto como yo lo pienso hacer. Nada ni nadie me obliga, y he escogido voluntariamente concederte poder y autoridad sobre mi vida. Sé que me vas a usar sin que eso me cause ningún perjuicio.

- Otra cosa, Nuria. Claudia me contó que te penetraba por detrás. Yo quiero reservarme tu precioso culo para mí. No quiero que más nadie use tu culo, sino yo. Me pertenece, y yo decidiré si lo comparto o no.

¿Está claro?

- Si mi ama.

- Y en cuanto a la relación entre ustedes, por ser esposos, he decidido no intervenir. Ustedes podrán hacer todo lo que les guste, menos sexo anal.

- Gracias mi vida. Confío en tí, y te amo, no podría ser de otro modo, mi dueña.

- Gracias, mi negrita. Yo jamás te perjudicaré. Pienso usarte para mi placer personal porque sé que eso también te va a gustar. Habrán momentos en los que castigaré tu cuerpo y te causaré dolor, pero nunca te ocasionaré un daño permanente. Cualquier daño causado podrá durarte horas o unos pocos días, pero jamás algo que tengamos que lamentar.

- Te confieso que me da cierto temor, sobre todo por la promesa de causarme dolor, pero es que si no me entrego del todo a tí, nuestra felicidad no será completa. Si me atreví a entregarte mi vida, no puedo guardarme ciertas cosas para mi propia voluntad. O es todo, o nada. Me alegra mucho saber que tienes plena conciencia que desde hoy soy tuya, que te pertenezco y que mis gustos, mi voluntad y todo mi ser estarán sujetos a los tuyos. Tómame y úsame, mi dueña.

- Eso haré, mi negrita. Algunas veces tal vez consulte contigo, pero la mayoría de las veces, seré yo quien decida el tratamiento que recibirás. Lo voy a disfrutar mucho. Jamás pensé que sería la dueña de otra persona, y te confieso que me excita mucho esta idea, y esta nueva etapa de mi vida.

- Gracias, mi dueña. Quiero que sepas que te seré fiel, y que solamente haré lo que tú me exijas y lo que me autorices. Y solo tendré ojos para tí.

- Así debe ser. Tú me perteneces, pero yo no te pertenezco a tí.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Que yo no tengo por qué guardarte fidelidad. No lo tengo pensado, porque tú me satisfaces mucho, pero si algún día me atrae otra persona, no tendrás el derecho para reclamar o sentir celos. ¿Está claro?

- No me gusta mucho la idea, pero al haberte jurado sumisión y obediencia, no puedo mas que aceptar lo que decidas. ¿Buscarías otra mujer?

- No lo sé, mi negrita. A lo mejor nunca ocurre. Quien lo sabe. A mí las mujeres jamás me atrayeron sexualmente, aunque siempre he admirado la belleza femenina. Muchas veces me he recreado en un bello rostro o en un cuerpo seductor, pero sin sentir deseos carnales por esas otras mujeres que han halagado mis ojos por su belleza. Me gusta mucho contemplar bellos culos de las mujeres, pero nunca he sentido atracción por sus dueñas. En tu caso, es distinto, tu culo me enloquece, me gusta muchísimo.

- ¿Y buscarías otro hombre?

- Lo veo más difícil. No es que me disguste una buena cogida por un buen macho, pero contigo he descubierto por qué siempre sentía un vacío en mis relaciones con hombres. Sentía que faltaba algo, y lo estoy encontrando en el sexo contigo, mi negrita. Aprovecho para decirte que jamás Claudia me ha cogido, ni lo podrá hacer. No lo quiero ni lo deseo. Sinceramente no me llama la atención. Podría ser, eso sí, que alguna vez nosotras compartamos un macho que tenga sexo con nosotras, pero será solo eso, sexo. No me veo teniendo una relación con un hombre. Lo que he descubierto contigo es muy superior, y eso que apenas lo estamos descubriendo. Sé que iremos escalando momentos de mayor placer y diversión entre las tres.

- ¿Me podrías halar los pelos que tienes entre los dedos, mi vida?

-¿así? o ¿más duro todavía?

- ¡AAAAAAAAYYYYYYYYYYYYY! AY AY AY AY ¡AAAAAYYYYYY! Me dolió mucho...

- me alegra... esa era la intención... y conste que has sido tú quien lo ha pedido. Cada vez me gusta más escuchar tus quejidos de dolor... es algo extraño, pues nunca me lo había imaginado. Me excito mucho cuando veo el dolor reflejado en tu cara y escuchar tus quejidos... Gracias por dejarme jugar contigo, mi negrita.

- Me alegra saber que te complace, mi dueña. Para mí también es algo nuevo. Solo te pido que tengas paciencia conmigo, pues necesito aprender a aguantar mejor el dolor.

- La mejor forma es mediante la práctica, mi negrita. Por eso, debes estar preparada a que cuando a mí me dé la gana, voy a abusar de tu cuerpo. Pero no esta noche. Ha sido muy romántica, y es nuestra noche de bodas. Pero mañana... ya verás.

- Si, mi ama.

- Necesito mear... ven conmigo

Como ya estaba haciéndose costumbre, Erika se sentó en el toilet y Nuria se arrodilló frente a ella, escuchando el chorro de su dueña caer. Cuando Erika terminó, Nuria no tomó esta vez papel higiénico para limpiar a su dueña y señora, sino que acercó su boca a la cuquita de Erika, y comenzó a lamerla. Erika se sorprendió, pero se dejó hacer.

- Ya está limpia, Nuria. No sigas, que no me estás haciendo el amor, sino limpiándome.

- Si mi ama.

- ¿Es esta la nueva forma que usarás para limpiarme?

- Fue un impulso, pero debo confesarte que me gustó mucho. Pienso hacerlo todas las veces que orines, mi ama.

- ¿Incluso cuando tenga el periodo?

- No lo sé... así como ahora he actuado por un impulso, a lo mejor me atrevo a probar también ese otro fluido que mana de tu exquisita vagina, mi ama.

- Yo tampoco estoy segura... y nunca te lo exigiré. Y si algún día se te ocurre hacerlo, debes pedirme primero permiso, ¿entendido?

- si mi ama.

- Ya que tocamos el tema, debemos sincronizar nuestros dos periodos, para que tengamos siempre la menstruación al mismo tiempo. ¿De cuantos día es tu ciclo?

- entre 29 y 30 días

- ¿eres bastante regular?

- si mi ama.

- Que bueno, pues yo también. ¿Cuando te vendrá el siguiente?

- La semana que viene.

- A mi me vendrá la otra semana. No va a ser tan difícil que sincronicemos nuestros periodos, mi negrita.

- Me encanta la idea, pues también podremos apoyarnos emocionalmente, aparte de tener disponible más días en el mes para que me uses sexualmente, mi ama.

- Mañana nos sentaremos a planear eso, mi cielo. Vamos de nuevo a la cama.

- Si mi ama.

- Ven acá... dame un beso, mi amor

- Si mi ama... gracias por pedirlo, porque me estaba muriendo de las ganas.

- Que obediente y sumisa eres, mi amor. Me gustas mucho por la forma en que te comportas. ¡Te amo!

Erika abrió sus piernas y Nuria entendió que debía montarse sobre su mujer. Erika disfrutaba no solo del beso, sino del cepillado que la cuca de su hembra hacía contra su pubis depilado. A medida que el beso se prolongaba, los gemidos se multiplicaban y de forma instintiva ambas mujeres comenzaron a frotarse entre sí. Erika abrió sus piernas para acoger el cuerpo de otra hembra. Ese gesto tantas veces usado con sus anteriores amantes cobraba un especial significado al hacerlo por vez primera con otra mujer. A pesar de ser su dueña, en este momento se estaba entregando a Nuria. Nunca se lo diría, pues a pesar de jugar el papel dominante en la relación que estaba iniciándose, en su subconsciente disfrutaba entregarse para ser usada, como ahora lo iba a hacer su amante.

El prolongado clítoris de Nuria se introducía entre los pliegues de la cuquita de su dueña y señora, quien alzaba su cadera para intensificar ese contacto íntimo, que fue creciendo en vigor y frecuencia. Era inevitable la escalada de excitación que ambas iban sintiendo y los tiernos gemidos se convirtieron en jadeos. Nuria comenzó a restregarse con más presión y ritmo contra el cuerpo de Erika, quien disfrutaba aquella manera de amarse, y ahora alzaba sus piernas, rodeando con las mismas la cadera de Nuria.

Cada una recibía una estimulación por partida doble, en lo mental, al saberse entregadas la una a la otra, sintiendo el roce de sus pieles, la desnudez que compartían, la actividad sexual a la que habían finalmente llegado luego de tanta preparación y espera, y la sensorial, pues sus vaginas al frotarse entre sí y sus respectivos clítoris, con sus abundantes terminaciones nerviosas, transmitían a sus respectivos centro de placer en el cerebro una señal explosiva que no podía terminar en otra cosa que en un explosivo orgasmo. Erika podía sentir cómo aquel pequeño apéndice que brotaba de la cuca de su hembra frotaba su diminuta pepita a la vez que su vulva sentía la cascada de secreciones que manaban del sexo de su hembra. Aquel frotamiento producía además otra estimulación adicional, que era el chasquido de la abundancia de jugos concentrados en las áreas de mayor contacto. Entre los gemidos, los jadeos y el chasquido de sus respectivas vulvas el cuarto se inundaba de sonidos propios de un acto sexual tan violento como apasionado. Ambas contribuían a aquel estímulo adicional y lo disfrutaban plenamente.

Progresivamente cada una de ellas, casi al mismo tiempo comenzaron a sentir esa especie de cosquilleo interno que suele anteceder al clímax, y acentuaron aún más los movimientos de aquella especie de danza del vientre que tan sincronizadamente venían ejecutando. Cuando Nuria sintió los primeros temblores del cuerpo de Erika, algo en su interior se disparó, provocándole unas convulsiones muy diferentes a todas las que había saboreado previamente. Su vientre se movía involuntariamente, como respondiendo a las convulsiones que debajo de ella eran producidas por el cuerpo de la única mujer capaz de hacerle sentir lo que ahora estaba sintiendo.

De pronto sintieron la inmensa necesidad de besarse, de enredar sus lenguas y mezclar sus salivas tal como sus vulvas habían mezclados sus respectivos jugos sexuales. La boca de cada una recibía los gemidos de placer mientras aquel concierto de temblores y convulsiones no paraba, y tal parecía que jamás acabarían porque cada una, y al mismo tiempo, pudo sentir cómo un segundo orgasmo se estaba aproximando. No dejaron de moverse y su mutua estimulación continuaba, pues ninguna quería que aquel placer tan exquisito llegara a su fin. A pesar de la energía derrochada en este baile horizontal con sus respectivos sexos unidos por fuerza de los movimientos que ejecutaban y de la viscosidad de líquidos que contribuían a mantener pegadas sus vulvas. Por eso después del segundo orgasmo, y casi sin pausa se gestó un tercer orgasmo. Y después otro más. Ambas mujeres estaban enloquecidas y sin ánimo de parar. Pero el gasto de energía ya había sido demasiado para ambas, por lo que muy suavemente el ritmo frenético fue decayendo, hasta que simplemente Nuria yacía sobre el cuerpo jadeante de su hembra, quien disfrutaba de esa sensación extraña de casi no tener fuerzas y tener sobre sí el peso del cuerpo de otra persona, de la mujer que ahora amaba aún más.

Lentamente fueron recuperando el aliento, y cada una podia sentir y disfrutar la respiración de la otra calentando su piel y también cómo entre sus cuerpos se extendía una capa húmeda de sudores mezclados. Nuria comenzó a darle besitos en el cuello a Erika y a medida que bajaba, encontró en el hoyuelo del cuello de su dueña y señora un diminuto pozo de sudor, el cual atacó con su lengua. Erika notó lo que estaba hacienda y le dijo

- ¿Pero qué haces, mi vida?

- Estoy saboreando y bebiendo de tu sudor, amor mío.

- Pero, ¿no te da asco?

- Claro que no, mi amor. Todo lo que venga de tí me parece bueno y me atrae un montón

- Eres incredible, mi vida. Jamás imagine encontrar una persona como tú. Y mucho menos que fuese una mujer.

- Yo tampoco me había atrevido a hacer las cosas que he hecho, y las que pienso hacer, con otra persona. Ni siquiera con mi esposo.

- Querrás decir tu "esposa". ¡jaja!

- Tal vez sería más apropiado decir "nuestra esposa", porque hasta hoy ha sido solamente para mí, pero a partir de ahora tú formarás parte de nuestro matrimonio y compartiremos la cama con Claudia.

- Si, mi vida. Claudia será nuestra compañera de vida y de cama. Pero yo tendré sexo solamente contigo.

- Lo tengo claro, mi ama. Ahora déjame seguir lamiendo el sudor de tu cuerpo. ¡me encanta!

Entonces Nuria pasó del cuello a las teticas de Erika, lavándo con su lengua los restos de sudor. Era inevitable que de allí pasara a las axilas, que estaban todavía más impregnadas de aquel sudor que había cautivado el interés de Nuria. Ese descubrimiento del sabor salado de las secreciones del cuerpo de su mujer era una sorpresa, pues nunca lo había planeado, ni siquiera imaginado. Estaba pasando como una ocurrencia, un sorpresivo impulse y descubrimiento que a partir de aquella noche formaría parte del repertorio de actos eróticos y sensuales que se darían entre sí.

- ¡Qué rico, mi negrita! Es lo más sensual que me han hecho en mi vida.

- Yo te adoro, mi ama. No solo disfruté saborear tu cuerpo mojado en sudor, sino sentir tu bellísima blanca piel en mi lengua. Te prometo que lo repetiré tantas veces como pueda.

- Y yo me encargaré de recordártelo, mi vida. Ahora que he descubierto esta delicia, me hare adicta a tu peculiar forma de lavar mi cuerpo.

- ¡qué rico! Gracias por desear que lo vuelva a hacer.

- Yo no sé tú, pero este Viernes ha sido un día largo, y me siento un poco cansada. Creo que deberíamos dormir.

- Como tú digas, mi ama.

- Pero antes vamos a bañarnos, mi vida.

- Si, mi ama.

Ambas mujeres se bajaron de la cama, y abrazadas entre sí caminaron hacia el baño. Erika abrió la llave de la ducha para esperar que saliera el agua caliente, antes de entrar a tomar la ducha. En ese momento Nuria fue a sentarse en el toilet, y Erika le preguntó,

- ¿Qué piensas hacer, mi negrita?

- Necesito mear. No lo he hecho desde que salimos hacia este hotel.

- No, no lo hagas. Espérate un minuto, que quiero experimentar algo contigo.

- Como tú digas, mi ama.

- Ahora el agua ya sale tibia, ven, vamos a entrar.

- Si, mi ama.

- Primero voy a cerrar la llave de agua, y quiero que abras un poco tus piernas

- ¿Así mi ama?

- Así esta bien, ahora voy a meter mi pierna entre las tuyas..

- Si mi ama

- Ahora cierra tus piernas, aprisionando la mía.

- Y ahora, ¿qué vamos a hacer?

- Yo quiero que orines.

- ¿Estás segura, mi vida?

- Si. Quiero sentir tu orina caliente golpeando mi cuquita y resbalando por mis piernas

- Voy a intentarlo. Nunca he hecho una cosa así.

- Anda, relájate. Sá que te va a costar un poquito, pero si te relajas podrás mojarme.

- No puedo, mi vida. No me sale.

- Ven acá, vamos a besarnos. De ese modo te distraerás y al relajarte podrás liberar esa vejiga, ya verás.

Ambas comenzaron a besarse con mucha pasión, pero al mismo tiempo tiernamente, sin cambiar la postura que habían adoptado, con sus piernas entrelazadas. Al cabo de un par de minutos Erika pudo sentir un débil chorro del líquido caliente resbalando por su cuquita, pero no dejó de besar a su hembra. Un instante más tarde aquel débil chorrito inicial se convirtió en un fuerte caudal de orina que resbalaba por sus piernas. Erika quedó sorprendida por lo caliente que se sentía, y además por lo prolongado de aquel escandaloso acto. Nuria gemía de placer al haber podido lograr liberar su vejiga y por haber complacido a su dueña y señora, quien en silencio disfrutaba de la experiencia.

- ¡Tú si que eres loca, mi ama!

- Eres tú quien me pone así, mi negrita

- Y ahora, ¿qué hacemos?

- Ahora quédate quieta, que me toca a mí.

- Uuuuuy! Que calientico se siente, mi vida

- Si, es muy rico. Lástima que ya se me acabó lo que tenía. No tenía tanto como tu.

- ¿Puedo meter mi mano, para tomar un poquito y llevarlo a mi boca?

- Claro, mi vida. Es Bueno que te vayas acostumbrando a mi sabor, pues tengo planes muy traviesos para tí.

- No es que sepa muy delicioso, el sabor está entre salado y amargo. Pero todo lo que venga de tí, siempre me va a gustar.

- Mucho cuidado con lo que dices, que se me pueden ocurrir cosas muy locas, negrita.

- No me importa. Te adoro, y al hacerte mi dueña sabré aceptar todo lo que quieras hacer. ¿Qué quieres que haga ahora, mi bellisima rubia peligrosa?

- Abre la llave de agua, para lavarnos. Ahora lo necesitamos más, jajaja

- ¡Sí!... ¡qué locura hemos hecho!

- Y las que faltan, amor mío. Ya se nos irán ocurriendo más travesuras, ya verás cómo vamos a disfrutar nuestra nueva relación.

- ¡qué rico, mi vida! Me encanta lo que me haces, lo que me has hecho hacer y el amor que ha nacido entre nosotras. ¡qué feliz me siento!

- Yo también estoy super excitada y super alegre, amor mío. Ahora, enjabóname y lava mi cuerpo

12