Somos Felices Las Tres Capitulo 33

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Cuando se encontraba a apenas un par de metros de nosotras la mujer se detuvo y nos hizo señas de que quería hablar con nosotras. Nosotras nos paramos frente a ella, esperando. Cuando estuvimos más cerca nos dijo,

-Allí viene un policía y podría molestarlas por lo considerar que tienen un comportamiento impúdico en público.

-¿Qué hacemos?

-Vengan, vamos a sentarnos en ese banco que está allí en el borde, que por suerte está vacante.

El policía pasó de largo, aunque volteó para mirarnos y se sonrió.

-¡Menos mal! Gracias, amiga, nos ahorraste un momento incómodo.

-De nada. Es que ustedes se pasaron. Estan dando un expectáculo muy llamativo.

-¿Te parece? (a todas estas yo preferí guardar silencio para evitar ser reconocida por mi voz, y era Nuria quien seguía la conversación)

-- ¡Claro niña! Se te notan los pelos de la cuca por todos lados, aparte de que no cuesta mucho distinguir el resto de tu matorral allí abajo a través del tejido de tu bikini. Lo mismo con esos pezones tan grandotes que tienes. Y tu novia, también mostrando los labios de su cuquita.

-Es que tenemos que hacerlo.

-¿Por qué? ¿Están pagando por alguna apuesta que han perdido?

-No. No es eso. Es por otra razón. No sé si te lo deba decir.

-No entiendo.

-Bueno, no importa. Es que ambas hemos decidido ser esclavas de una mujer increible que ha planeado esto.

-¿En serio?

-Si. Posiblemente la puedas reconocer. Es una rubia que lleva un bikini blanco como los nuestros.

-¡Ah! ¡Sí! Ya la veo. Está tomando fotos y videos con su celular.

-Y tú, ¿qué haces por aquí, tan sola?

-Estoy de vacaciones con mi esposo, pero hoy ha salido de pesca con un amigo, en su bote, y no regresarán sino hasta el final de la tarde. Salí a caminar para entretenerme, y he tenido la suerte de encontrame con ustedes. ¿Cómo se llaman?

-Yo soy Nuria, y ella es Claudia. Y nuestra dueña, se llama Erika.

-Me llamo Salomé. Me gustaría conocer a Erika también.

Yo le hice señas a Erika para que se acercara.

-Hola Erika, soy Salomé y te quiero felicitar porque tienes eres la dueña de este par de bombones.

-Mucho gusto, Salomé.

-Le estaba contando a tus niñas que estoy de vacaciones con mi esposo, pero hoy estará todo el día fuera. Me gustaría invitarlas a que vengan conmigo al hotel donde nos alojamos, para que disfrutemos de la piscina. No tiene el inconveniente de la arena de la playa y tampoco hay un gentío. Allí lo podremos pasar bien rico.

-La verdad es que yo tenía otros planes, porque hasta comida y bebidas hemos comprado, pero no me parece mala idea.

-Anda, chica. No permitas que yo pase el resto del día sola y aburrida.

-Está bien. Vamos a aceptar tu invitación. Claudia, ve al auto y trae la cesta con nuestras toallas y los sandwhiches que compramos. No traigas las bebidas, que las podremos comprar allí en la piscina.

-Yo se los voy a brindar, pues son mis invitadas.

-Gracias, Salomé.

-Me vas a perdonar, Erika, pero antes de entrar en el hotel quisiera pedirte que Nuria esconda sus pelitos, al menos mientras pasamos por la recepción.

-Me parece razonable. ¿Por qué no lo haces tú?

-¿En serio? ¿No te importa que toque a tu nena?

-No. Anda, hazlo mientras Claudia llega.

-Ven Nuria párate frente a mí, que voy a acomodar esos pelitos tan negros que todo el mundo te ha estado viendo. Abre un poco las piernas, mi niña.

Salomé comenzó realizar aquella labor, sin importar que estábamos en la vía pública. Por suerte el banco al cual ella nos había llevado estaba hacia un costado del boulevard y cerca de un árbol que tapaba a medias la visibilidad. Sin embargo, algunas personas sí pudieron verla sentada frente a una mujer cuyas grandes nalgas podía ver y que permitía que la estuviese tocando, como que si estuviese arreglando su bikini. En realidad, lo que Salomé estaba haciendo era, halar y levantar primero el borde del lado derecho y empujar los vellos por debajo de la tela, hasta ocultarlos. Lo mismo hizo después con el otro borde, empujando con sus dedos los vellos que sobresalían.

A medida que no notaba ninguna resistencia por parte de Nuria, sino una total pasividad, se atrevió a extender sus dedos un poco más, y pudo comprobar que un poco más abajo la piel estaba lisa, libre de pelos. Volteó la mirada hacia Erika, quien vigilaba toda esta acción complacida y sonriente. Erika asintió con la cabeza, y le dijo que prefería esa zona libre de pelos para mamarle mejor su deliciosa cuquita. Salomé rió el comentario y procedió a estirar el bikini hacia arriba para ocultar los vellos que aún asomaban por el borde superior. Completada esta tarea, pasó su mano sobre toda el área, comprobando el efecto acolchado de la abundante mata de pelos, y aprovechó también para extender un dedo y acariciar la vulva, más abajo, pudiendo sentir claramente los labios vaginales de Nuria por encima del tenue material del bikini.

En eso llegué yo con el bolso, y Salomé me extendió la mano, mientras que Erika hizo lo mismo con Nuria. De ese modo nos fuimos caminando, de manos agarradas hacia el hotel que no quedaba tan lejos. Apenas unos doscientos metros, los cuales fuimos caminando, mientras Erika y Salomé iban conversando como que si fuesen viejas amigas. Nuria y yo permanecíamos calladas, dejando que ellas nos condujeran, pero al mismo tiempo preguntándonos qué tipo de experiencia iríamos a vivir con esta mujer recien conocida. Erika se sentía muy a gusto, y eso nos inspiraba confianza.

CONTINUARA... EN EL CAPITULO 34

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