Somos Felices Las Tres Capitulo 35

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- No, eso me lo reservo para que de vez en cuando me coja.

- Y tu, Claudia, ¿has estado alguna vez con un hombre?

- No nunca he tenido sexo con otro varón.

- ¿Y no te gustaría?

- No es que me sienta muy interesada, pero debo admitir que sí lo he pensado, más que nada como una curiosidad.

- Seguramente te sentirías más hembra si tienes sexo con un hombre que te trate como una mujer y hasta te coja por el culo.

- Muy posiblemente.

- Debo confesarte algo... Así como yo he sentido curiosidad por el sexo lésbico, Ulises me ha confiado su curiosidad por estar con una transgénero. ¿Crees que esa pudiera ser una posibilidad?

- No se... ¿qué piensas, Nuria?

- A mí me encantaría que experimentes como yo lo hice... fíjate los buenos resultados que he tenido.

- Y tú, Erika, ¿aprobarías que tu Claudia sea la chica de mi esposo Ulises?.

- Claro que sí. Pero ustedes no viven por aquí.

- Correcto, pero no nos iremos hasta dentro de un par de dias. ¿Por qué no aprovechan que mañana será feriado y aprovechamos para que Claudia conozca lo rico que es cuando a una la cojen?

- Lo pensaré, lo conversaré con Nuria y Claudia y esta misma noche te daré mi respuesta.

En eso repicó el teléfono de Salomé. Era su esposo, para anunciarle que ya venía de regreso.

-Venga, vamos a tomar una ducha, antes que llegue Ulises.

-Vamos, tengamos ese último momento de diversión.

-Claudia, no te molestes, pero preferiría hacerlo solo con Nuria.

-Esta bien. No hay problema. Disfruten esa ducha juntas.

-Claudia, mientras ellas se duchan, ven aquí para que sirvas a tu dueña.

-Si, Erika. ¡Gracias! Tú bien sabes lo mucho que me gusta chuparte esa bella cuca tuya.

Mientras Nuria y Salomé se bañaban, y por supuesto, se besaban, se tocaban y jugueteaban por última vez, yo estaba de rodillas ante Erika, lamiendo su cuca, besándola con cariño, devoción y gratitud por todo lo que había hecho en mí. Por primera vez sentí gestos de ternura de su parte, pues me acariciaba la cabeza suavemente mientras yo la estimulaba oralmente. Hasta llegó a pronunciar palabras de orgullo por nuestro comportamiento obediente. A mí me sorprendió mucho, porque como su sumisa mascota no me consideraba con derecho a gozar del privilegio de un reconocimiento por parte de nuestra dueña. Ello me motivó a hacerle el sexo oral lo mejor posible, buscando hacerla lo más feliz posible. Cuando comenzó a estremecerse por el orgasmo que le venía apretó sus muslos contra mis orejas y yo hundí aún más mi boca y mi lengua contra su vulva palpitante, y aprovechando para recibir en mi boca el flujo de sus secreciones orgásmicas. Así me mantuvo por dos o tres minutos, tras lo cual me liberó, yo me separé y le pregunté si podía besarla, a lo cual me respondió afirmativamente. Fue un beso tierno, de cariño mutuo, En ese beso no había dueña ni esclavo, tan solo dos mujeres que se amaban y que desde ese día vivirían como parte de una familia de tres.

Después del beso me preguntó,

-¿Qué piensas de la propuesta de Salomé?

-No tengo aún una respuesta, mi dueña.

-Se trata de algo que nunca habíamos considerado

-Así es. Hasta ahora yo me visualizaba tan solo como una mujer lesbiana para ustedes dos.

-Pero como mujer, tarde o temprano esa opción iba a tener que ser tomada en cuenta.

-Es verdad, y lo acepto. Pero me ha agarrado sin estar preparada para esa oferta.

-Si Nuria y yo lo decidimos, ¿estarías dispuesta a probar esa experiencia?

-No te digo que no, pero tampoco lo podría rechazar por completo

-Mejor lo conversamos más tarde, ¿te parece?

-Gracias, mi dueña. Si tú me lo ordenaras, sabes que yo lo haría para complacerte.

-Pero es que algo tan importante merece que estés de acuerdo. No sería bonito ni placentero si lo haces por obligación. Si ocurre, tiene que ser una experiencia bella para ti, mi amor.

-Gracias, mi dueña... eres lo máximo.

En ese momento Salomé y Nuria regresaron al cuarto, sonreidas y muy contentas. Era obvio que allí en el baño habían pasado un momento muy agradable. Nuria buscó la ropa que vestíamos al salir de la casa y Erika le dijo que se pusiera el pantalón y la blusa pero sin nada más debajo. A mí sí me mandó que me pusiera el bikini y después la ropa, cosa que también hizo ella. Comenzamos a recoger nuestos bolsos, y cuando ya estábamos a punto de salir, llegó Ulises.

Al ver a su esposa desnuda y con otras tres mujeres en el cuarto se quedó boquiabierto y volvió la mirada hacia su esposa, como pidiendo una explicación. Salomé de lo más tranquila se acercó a él, lo besó y nos presentó como unas amigas que había conocido esa mañana, con quienes había pasado un rato muy agradable. Una a una nos presentó por nuestro nombre, y a mí me dejó de última. Cada una de nosotras lo saludó con un beso en la mejilla, y cuando yo lo hacía, Salomé se puso a mi lado y me agarró y pellizco una nalga. Yo dí un ligero salto de sorpresa, y Ulises preguntó si me pasaba algo, a lo que se me ocurrió decir que me había dado una punzada en el estómago, que me disculpara, a lo que él respondió, "no hay nada que disculpar a una chica tan bella como tú". Tras aquella introducción Salomé nos acompañó hasta la puerta, donde nos despidió a cada una con un ligero beso en los labios, ante la mirada impertérrita de su esposo, a quien le tendría que explicar todo aquello.

Mientras íbamos caminando hacia nuestro carro, comentábamos todo lo que había ocurrido en las últimas horas, llenas de excitación y muchas risas, pues nos hacíamos bromas por lo que cada una había experimentado. El tema pendiente, el de mi entrega a Ulises, pesaba en el ambiente pero ninguna de las tres lo quiso tocar. Mientras caminábamos por la calle, antes de llegar a nuestro auto, muchas miradas, tanto de hombres como de mujeres se centraban en Nuria, quien vestía aquella combinación de blusa y pantalón de algodón blanco, muy tenue, que permitía ver las sombras de cada uno de sus pezones y el triángulo de su abundante cabellera púbica. Ella se sonrojaba, pero sonreía, pues ya iba aprendiendo a disfrutar las miradas morbosas de los demás.

Cuando llegamos al auto, al arrancar, yo le pedí a Erika que se detuviese de nuevo en la tienda en la que antes habíamos parado para comprar suministros, pues pude ver que eran las cinco, la hora a la cual la dependiente saldría del trabajo. Al llegar, yo quise bajar junto con Nuria, pero Erika me dijo que mejor me quedara en el carro, para que solo Nuria entrara a comprar unas botellas de agua para las tres.

Al quedarnos solas en el carro, Erika tocó el tema y sus palabras fueron de intensa motivación para que considerara seriamente la propuesta de ser mujer para un hombre por primera vez. Yo no estaba completamente decidida pues no sabia qué esperar de un encuentro de esa naturaleza, pero la curiosidad me estaba comenzando a obsesionar. Le dije a Erika que estaba casi decidida a hacerlo, pero que no lo haria sin el consentimiento y apoyo abierto y claro de Nuria. Si por alguna razón ella mostrase algún tipo de reserva, yo no daría el gran paso, pero si por el contrario ella misma me animara a hacerlo, que contara con mi aceptación a probar esa nueva experiencia.

Cuando Nuria volvió, se le notaba en la cara un ceño de estar bastante alterada. Apenas se montó en el carro, le preguntamos si había pasado algo, a lo que respondió,

-No se imaginan el disgusto que tengo

-¿Qué pasó?

-La mujer me estaba esperando, según la conversación que habíamos tenido en la mañana.

-Pero ¿seguía en el mostrador?

-No, ya había terminado sus horas de trabajo y estaba haciendo tiempo para ver si volvíamos.

-¿y entonces?

-Nos saludamos con una gran sonrisa, y su mirada me devoró por completo. Sin ningún tipo de disimulo, sus ojos me desnudaron. Se fijó en mis tetas y en mi cuca e hizo un gesto con la lengua. Yo fui hasta la nevera para sacar las botellas de agua y me siguió. Cuando me agaché a sacar las botellas se me pegó, y me pasó las manos por el culo. Yo miré alrededor, para ver si alguien más nos estaba viendo, pero por suerte, en ese pasillo no había nadie más.

-Y ¿donde está lo malo?

-Cuando me erguí de nuevo, me agarró la mano y me arrastró hacia el baño. Cerró la puerta y se avalanzó sobre mí. Metió sus manos por debajo de la blusa y me agarró las tetas, pero muy bruscamente. Me las apretó durísimo, y me pellizcó los pezones mientras me besuqueaba el cuello y buscaba mi boca pero yo no me sentía cómoda ante esa agresión. Después haló mis pantalones hacia abajo y sus manos buscaron mi cuca. Me metió mano de un modo brusco, me halaba los pelos y pretendía meterme el dedo en seco, y eso me dolió. Yo le decía que mejor lo dejábamos para otra vez, en que pudiéramos hacerlo con más calma. Por única respuesta se bajó los pantalones y la pantaleta y me quiso obligar a arrodillarme para que se la mamara, pero yo no lo quería hacer, suponiendo que después de un día entero de trabajo no estaría tan limpia como para yo disfrutarlo. Aprovechando que tenía los pantalones abajo, yo abrí la puerta y salí, dirigiéndome a la caja para pagar. Al ratico vino detrás de mí y me pidió perdón, pero yo estaba muy brava y no le respondí.

-¿Todavía tienes su nombre y su número telefónico?

-Si... aquí tienes el papel que nos dio...

-Yo la voy a llamar después. Ahora tranquilízate y no dejes que este mal rato nos haga olvidar las deliciosas experiencias del día.

-Si, mi dueña.

Erika puso en marcha el coche, y entre nosotras había un silencio total. Cada una sumergida en sus propios pensamientos. Nuria, repasando el momento recién vivido, yo por mi parte, pendiente de la gran decisión que tendría que tomar y Erika, maquinando en su mente las próximas travesuras a las que nos llevaría próximamente.

Fue Erika quien rompió el silencio,

-Nuria, Claudia y yo hemos estado hablando acerca de la posibilidad de que esté por primera vez con un hombre, en este caso, el esposo de Salomé.

- Y ¿qué han discutido?

- Yo pienso que Claudia debería dar ese gran paso de ser mujer para otro hombre.

- Y ¿qué piensa Claudia?

- Ella esta entre indecisa y curiosa. Pero quiere escuchar tu opinión.

- Claudia, mi amor. Tú sabes que lo que a tí te haga feliz, a mí también me gustará. ¿Crees que disfrutarías la compañía de un hombre?

- Creo que si, mi vida. Me atrae mucho la idea de ser consentida, cortejada y tratada como una chica por primera vez.

- Pero es que hay algo más que eso. Seguro querrá tener relaciones contigo.

- Lo sé. Pero aunque me inspira cierto miedo a lo desconocido, estaría dispuesto a probarlo. Solo necesito saber que no te opones, y que cuento con tu apoyo.

- Mi vida, te voy a pedir que lo intentes. Nunca sabremos si es bueno o no hasta que hayas vivido la experiencia.

- Pero ¿no sientes celos de que esté con otra persona distinta a Erika?

- Si me da cierta cosa, pero es que te mereces vivir la experiencia. Sé que mientras estés con él, yo me sentiré ansiosa, preguntándome qué estará ocurriendo entre ustedes.

- Pero yo estaré contigo, Nuria, para distraerte y disipar tu ansiedad. Mientras a Claudia la estén cortejando y cogiendo, nosotras estaremos haciendo el amor de la manera más romántica y apasionada.

- Esta bien. Me parece un buen plan. Claudia, cuenta con mi apoyo y te deseo de todo corazón que sea una bella experiencia para tí y que disfrutes la compañía de un hombre tanto como yo lo hice cuando nos conocimos.

- Gracias, mi amor. Ahora, al llegar a casa, llamaremos a Salomé para confirmar mi aceptación a la invitación a ser la hembra de Ulises esta misma noche.

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