Un Cliente Peculiar

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Una mujer como yo, puede hacer cumplir tus oscuras fantasias.
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Parte 17 de la serie de 46 partes

Actualizado 09/07/2023
Creado 08/08/2023
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A mí todavía me parece gracioso que traten de ponerle otros nombres para adornar lo que hacemos: prepago, acompañante, escort. Desde que empecé a hacerlo sé muy claramente lo que soy: una puta. Eso sí una puta exclusiva, de las que se dan el lujo de cobrar caro y elegir sus clientes.

Me he construido una muy buena "reputación" entre las personas de alta alcurnia por mi discreción y porque se pueden encontrar conmigo en cualquier lugar sin que los delate con una pinta bien loba que grita con luces de neón: ES UNA PUTA. Al contrario, soy educada, tengo encima una carrera de administración de empresas, sé hablar 3 idiomas: español, inglés y alemán. Además, me visto bien, elegante. Inclusive tengo clientes con los que me he reunido estando con sus esposas en el club para cerrar el trato y se quedan con la idea de que soy una ejecutiva y empresaria. Algo no muy alejado de la realidad.

No sigo el estereotipo repetido de moda, me gusta llevar la contraria, no verme igual a todas y eso les encanta a mis clientes, que ni de cerca me vean parecido a sus esposas ni mucho menos a sus mozas. Soy trigueña, de esas que con 5 minutos al sol adquiere un hermoso color canela. Mido 1.78 y el señor me ha regalado un cuerpazo con cintura pequeña, caderas amplias, un culazo grande y unas piernas gruesas para poderlo sostener. No soy muy voluptuosa y no aspiro a hacerme cirugía para tener las mismas tetas de todas, a mí me gustan las que tengo, un tamaño perfecto para lucir un buen escote, que cuando me desnude no se vean colgadas y se deleiten con mis deliciosos pezones color chocolate.

Dicen que todo eso es un extra, porque lo que más les encanta a mis clientes es mi rostro. Si, debo aceptarlo, tengo una cara hermosa con ojos grandes y negros, cejas gruesas, nariz perfilada, boca grande, sonrisa amplia y un lunar coqueto justo en el medio del mentón. Me gusta llevar el cabello corto, peinado de lado y patillas en punta porque me hace ver más alta y que mi cuello se vea estilizado. Una "sexy muñeca con poder" es como me han llamado.

Nunca me encuentro con desconocidos, si alguna vez llegas a mi es porque alguien con quien ya he estado varias veces te ha recomendado. La gran suma que pido, siempre la solicitó por adelantado con una semana de anticipación porque me gusta invertir parte de ese dinero en mis clientes. No me interesa solo satisfacerlos sexualmente, les preparo y entregó una experiencia completa.

Las sumas son elevadas, precisamente lo hago para garantizar la exclusividad, si no son capaces de cumplirlas es porque no tienen el dinero suficiente para contratar mis servicios. Además, porque a veces te pueden pasar cosas que no te imaginas... como la que estoy a punto de contarles con un cliente bastante peculiar.

---

Una tarde de Agosto estaba de vacaciones en Miami, acostada en la playa privada del hotel, aprovechando el sol para broncearme boca abajo y quitarme la parte de arriba para que no quedaran marcas. Recibí un mensaje en mi "número privado".

Mr. Smith un cliente de Estados Unidos se enteró que estaba de visita y me envió como recomendado a un empresario alemán que iba a estar en New York con el que estaba haciendo negocios. Estaba dispuesto a enviarme su jet privado, pagar todos los gastos de mis traslados, ropa, accesorios que necesitará y hasta hoteles con tal de consentir a Boris.

Me envió su foto del susodicho y me sorprendió lo guapo que era, dejé caer los lentes oscuros a la punta de la nariz y amplié la imagen para verlo con más detalle. Un hombre en sus cuarentas o empezando los cincuenta, con espalda amplia, recta y maciza, mandíbula cuadrada con una fina barba rojiza, ojos claros y el cabello pintando algunas canas. Un delicioso y malencarado teutón.

Debo confesarles que esos hombres maduros, fornidos, bien vestidos, que huelen rico, con ese aire de ser dueños del mundo y tener dinero hasta botar el dinero al cielo me hacen mojar y sé que la tanga de mi bikini ya debe haber delatado. Lo gracioso, es que a veces pienso que con ellos hasta lo haría gratis, pero negocios son negocios, además no tiene nada de malo en esta profesión combinar el deber con el placer.

La respuesta, más que obvia: nos vemos en 2 horas en el aeropuerto.

---

El mismo Mr. Smith me fue a recoger y aprovechamos el vuelo de regreso para divertirnos un poco. Si algo le encanta es mi boca y a mí me encanta complacer su fetiche al momento de aterrizar: tenerme de rodillas mientras me meto su miembro en la boca, lo miro coquetamente con las pepas negras que tengo por ojos y recibo su semen justo cuando las ruedas tocan la pista.

Al llegar al hangar, sacó una tarjeta de crédito de su bolsillo entre sus dedos índice corazón.

- Compra todo lo que necesites. Mañana te paso a recoger

- ¿A qué horas estoy lista?

- Empezando la noche

- Si señor --me incliné para darle un beso y para que metiera la tarjeta entre mis senos--

Ellos saben que cuando hacen eso se van a gastar una buena cantidad de dinero, igual tienen tanta que eso no les hace ni cosquillas a sus estados de cuenta, más de lo que lo afectan sus esposas. No me pongo a malgastar, eso no lo hace una puta fina y exclusiva, lo que compro lo hago pensando en su disfrute.

- Algo mas Madam

- Claro dime --me volví a inclinar apoyando mi rodilla en medio de sus piernas--

- Necesito que recojas algo --entregándome un papel doblado--

- Con mucho gusto --lo agarré con los dientes--

Al darme vuelta, incliné un poco mi cadera. El curvó su labio encantado por el gesto y me dio una buena nalgada que me impulsó a la salida del jet.

Me estaba esperando uno de sus conductores que me ayudó a bajar las escalas y tenía orden de llevarme a donde quisiera sin importar la hora o distancia. Primero nos detuvimos en el hotel para dejar el equipaje y luego estuvimos andando por unas cuantas boutiques comprando ropa, maquillaje, bisutería, zapatos y una pasadita de varias horas al paraíso: Victoria Secrets a comprar unos cuantos conjuntos de lencería.

Antes de regresar al hotel pasamos a la dirección que me había dejado anotada y me entregaron una maleta de cuero negra, no muy grande, no muy pequeña con un candado que no me dejaba abrirla. Eso no se sintió muy bien que digamos, me hizo dudar que tan lícitos eran sus negocios y si estaba usando mi belleza como distracción para hacer de las suyas.

Traté de husmear dentro del maletín en el hotel, pero fue imposible abrirlo. Era mejor no pensar más en lo que había ahí escondido. Mejor saqué las compras de las bolsas, probé cuál combinación me iba a quedar mejor y no me acosté a dormir hasta estar completamente satisfecha.

---

El siguiente día me recogieron temprano porque me tenían una cita reservada en un SPA, toda una mañana para consentir mi cuerpo y mi alma. No paraban las sorpresas, salimos para un salón de belleza a hacerme servicio completo de latonería y pintura. Salí hecha una diva rumbo al hotel para terminar de vestir y llevar la maleta misteriosa.

A eso de las 7 de la noche, envió a uno de sus escoltas hasta la habitación para acompañarme y para que no cargara ese maletín. Afortunadamente, porque no combinaba para nada con lo que me había puesto.

Llevaba un vestido blanco que contrastaba con mi piel, hombros y espalda descubierta, ceñido al cuerpo con un escote profundo que se cerraba en diagonal al frente y dos tiras más adentro que seguían las líneas superiores de mis senos. Dos aberturas desde los muslos hasta los tobillos en cada pierna. Una gargantilla de brillantes y aretes que le hacían juego con los brillos de mis sandalias de tacón alto. Maquillaje con colores sutiles, los ojos delineados un poco faraónicos y para los labios un hermoso coral brillante.

Mr. Smith esperándome con la puerta abierta en una limusina. Mientras caminaba hacia él sabía que por su sonrisa le encantaba lo que había hecho con su dinero y creo que hasta dudo por un momento no enviarme con Boris y robarme para él.

Colocó su mano en la espalda para saludarme de beso en la mejilla y me ayudó a subir caballerosamente al vehículo sosteniendo mi mano. Se sentó a mi lado y le recibió el maletín a mi acompañante. Al cerrar la puerta, metí su tarjeta de crédito en el bolsillo de su traje.

- Madam, está usted hermosa --sirviendo un vaso de whiskey--

- Gracias Mr. Smith pero la mitad de esta obra es gracias a usted

- Me alegra saber que soy útil

Aunque el servicio no era para él igual me gusta coquetear y dejarlo antojado, es un hombre bastante apasionado para el sexo y siempre disfruto prestarle mis servicios. Cruce mis piernas para que mi muslo saliera por la abertura de la falda y pudiera ver la lencería, con el dorso de su mano y para nada morboso me acarició con suavidad.

- Que afortunado es Boris

- Cuando quiera Mr. Smith

- Ya estaremos celebrando pronto

Sacó una pequeña llave de su bolsillo y le quitó el candado al maletín, creo que fui demasiado obvia al demostrar mi interés por ver qué había adentro. Abrió el cierre y me dejó darle un vistazo, yo creía que iba a estar lleno de bloques de polvo blanco, pero resultaron ser un montón de juguetes sexuales.

- Son para que se diviertan

- Tiene gustos exóticos --sonreí-- tomando una fusta

- Yo los escogí, seguro me acabo de delatar querida

- ¿Usted o yo? --sonreí pícaramente golpeando la palma de mi mano--

- Ay Madam, siempre sabes que decir...

- Yo estoy acá para complacerlo

- Hoy necesito te necesito para algo diferente...

Se levantó de la silla, alcanzó un portafolio. Hizo rodar los números de la clave y un doble clic de los seguros sonó al abrirse. Sacó una carpeta y me la entregó abierta.

- Si logras que firme este acuerdo, te podrías ganar una buena comisión

- mmm despediste a tu abogado --le solté una risa burlona--

- Le quedó grande --se rio de vuelta--. Necesito enviar la artillería pesada y por eso llamé a la mejor

Agarré el folder, le di una mirada a los papeles y los metí dentro del maletín. En estas esferas es hasta grosero preguntar de cuánto sería la comisión, pero sí lo conozco bien puede llegar a ser que en una noche me haga ganar lo que hago en un año. No lo iba a rechazar.

---

La limusina se detuvo y al bajar del vehículo me di cuenta de que la zona era un lugar de carga apartado cerca al muelle. Justo el tipo de lugares que siempre trato de evitar porque si se presenta una emergencia no vas a poder pedir ayuda a nadie.

Uno de sus guardaespaldas se bajó de una camioneta que nos seguía y con una seña Mr. Smith le pidió que me acompañara.

- Madam --tomó el dorso de mi mano para besarla-- cuando termines tu trabajo le dices a John que me llamé y te pasamos a recoger

- Sí señor --contesté nerviosa mirando para todos lados--

- ¿Pasa algo muñeca?

- Mr. Smith este lugar --hice una mueca de incomodidad--

- No es lo que parece Madam, pero te aseguro que está a la altura

- Esta bien --recibí la mano del guardaespaldas para ayudarme a salir--

- Igual no estés asustada que John está acá para protegerte --entregándole el maletín de cuero--

- Si señor, gracias

Mr. Smith se subió a la limusina alejándose del lugar y el carro de los escoltas se quedó parqueado en el mismo lugar con las luces apagadas. John me enseñó el camino, íbamos entre un laberinto de contenedores apilados en varios pisos y de no ser por las marcas en el suelo, ya me habría perdido.

Llegamos a una especie de callejón, el guardaespaldas tocó la puerta de uno de los contenedores de forma peculiar, como una seña secreta, sonaron varios cerrojos, palancas de hierro y una de las pesadas puertas chirrió hasta abrirse.

- ¿Qué demonio es...? --me quede callada y sorprendida abriendo la boca--

---

Nunca alguien imaginaría que algo así estuviera en este lugar. El interior del lugar estaba formado por tres contenedores que habían sido soldados juntos en el suelo. Un lugar excesivamente detallado en lujo.

Borís me ofreció su mano, al hacerme pasar al interior me levantó la mano y me hizo girar para poder verme de arriba abajo.

- Que buen gusto tiene Mr. Smith, por favor adelante --con tono amable--

Le recibió el maletín al guardaespaldas y halo las pesadas puertas para cerrarlas, pasando una pesada varilla de hierro como cerrojo. Esto era casi como viajar en el tiempo y llegar a la habitación de un castillo, lujo exuberante pero finamente cuidado de no ser vulgar, muebles tipo Luis XV tapizados en un elegante terciopelo rojo y obras de arte con desnudos renacentistas.

La exquisita presencia de ese hombre que olía a dioses, impecable en su trato y vestimenta me hicieron sentir bienvenida. Descargo el maletín en una barra llena de botellas.

- ¿Deseas tomar algo?

- Whiskey, por favor

Tomó un par de vasos anchos y lo sirvió hasta alcanzar sus dos dedos. Se dirigió hacia mí y en el camino se disculpó.

- Hielo ¿cierto? ¿Acá lo toman así?

- Yo no, un buen whiskey no se debe contaminar con agua

- Creo que me acabo de enamorar --con una sonrisa divina--

- No soy el tipo de mujer que hace eso

- Bueno, si sigues diciendo esas cosas igual terminó por pedirte matrimonio

- jajajaja --me reí como loca--

Al menos era un buen conversador, sabía cómo romper el hielo y hacerme olvidar de todas esas preocupaciones y nervios que tenía minutos atrás. Estuvimos hablando un poco sobre su país natal y hasta pude practicar un poco mi oxidado alemán. El hombre era un caballero total.

Colocó unos cuantos valses de música clásica y estuvimos bailando por un rato. Me encanta este tipo, no solo me contrato para una noche de sexo, le gusta cortejar a las mujeres y ponerlas en un pedestal. Si que me voy a divertir esta noche.

Los pies me dolían un poco, me invitó a sentarme y me quitó con delicadeza las correas de los tacones. Apoyó su rodilla en el piso y mientras me miraba con esa sonrisa embobadora me masajeaba los pies y las pantorrillas.

- Que viejo zorro es Mr. Smith

- ¿Por qué? --pregunté tratando de hacerme la estúpida--

- Artillería pesada

- No entiendo

- Apuesto a que te dijo que eras artillería pesada y tiene razón

- jajajaja como lo supiste

- Ya lo conozco hace unos años, además es una persona que obtiene lo que quiere

- Eso si no lo dudo

- Lo extraño es esto

- ¿Qué?

- Ceder una de sus mujeres más hermosas

- Yo no soy mujer de nadie

- ¿Acaso no estás trabajando para él?

- Es más un favor

- Bueno, yo también quiero un favor

- El que quieras --le sonreí pícaramente inclinándome hacía adelante para que viera mi escote--

- Pero primero son los negocios...

- ...y después placer --lo interrumpí--

- Exacto

- ¿Puedes sacar un folder que hay en ese maletín?

Me dio un beso en cada pie y descargo mis piernas con suavidad en el piso. Tomó los vasos y mientras los rellenaba de líquido dorado me miraba inquisitivamente. Me levanté hacía el mismo lugar, contoneando mi cuerpo a cada paso y sonriendo al mirarlo fijo a los ojos. Me agarré de su cinturón metiendo mis dedos y empiné un poco para robarle un beso.

- Te lo has ganado

- Algo hice bien

- Varias cosas

Gire hacía el maletín, abrí el cierre, sacando el folder para colocarlo sobre la barra de mármol negro.

- Mr. Smith quiere cerrar este negocio hoy mismo

Tomé el vaso, deslicé sobre la mesa el papel y di un trago viendo su expresión mientras leía su contenido.

- Viejo Zorro es poco --riendo a carcajadas-

- ¿Vas a firmar?

- Con este contrato él y yo nos forramos, pero ¿vos qué ganas?

- Lo que más me gusta

- ¿Dinero?

- No, ganar dinero haciendo lo que me gusta hacer

- Me encantas mujer, necesito una negociadora como vos para mi próxima empresa

- Bueno, ya sabes cómo encontrarme

- Entrevista rápida --tomó un trago sonriendo-- ¿cómo puedes mejorar este contrato? --me pasó la hoja--

- No soy abogada --se la regrese sin leerla-- y ni me importa lo que dice

- Cambiemos un poco la pregunta ¿cómo puedes mejorar este negocio?

- Haciéndome ganar más dinero, obviamente

- ¿En serio no te interesa el matrimonio?

- No, ese es el peor negocio del mundo --soltamos la carcajada--

- Es cierto, es cierto ¿cómo ganarías más dinero?

- Primero, necesito que firmes esto --señalando la línea del papel--

Sacó una pluma de su traje, lo firmó rápidamente, metió en la carpeta y deslizó hacía mi lado. Eso fue más fácil de lo que esperaba.

- Listo ¿Ahora?

- Mr. Smith sabe que si me contrata puede obtener lo que quiera --metí mis manos entre su saco agarrando sus pectorales y acercando mi boca a la suya--

- ¿Pero? --sacándome las manos--

- Pero nada de azotes, nada de golpes, nada de marcas

Al contrario, a Mr. Smith le encanta hacerme cuanta maldad se le ocurre y yo encantada, disfruto demasiado una nalgada o una buena cachetada con la fuerza precisa, pero Boris no los sabe y el dueño de la información es quién tiene la ventaja para negociar. Así que estoy a punto de venderle algo que ya tenía.

- Es obvio, una mercancía de tu calidad no debe ser tratada de esa forma

- Puedo hacer una excepción

- Interesante ¿y cuánto me va costar?

- Lo mismo que me pague Mr. Smith vos lo vas a duplicar

- ¿Cuánto es eso?

- No lo sé, pero siempre ha sido muy generoso

- Ok, eso no es problema ¿y qué gano yo?

- En ese maletín hay varios juguetes, puedes elegir uno --hice una pausa--, solo uno --levanté mi dedo índice--, el que quieras y voy a dejar que lo uses a tu antojo

Hizo una mueca interesado, levantando una ceja y mirando hacia arriba mientras apoyaba su mano en la barbilla.

- ¿En serio?

- Si, excepto en la cara, no quiero marcas visibles

- ¿Y si te pagará el triple?

- Si estás dispuesto a pagar el triple --dije sorprendida, no pensé que pudiera pedir eso-- es porque me puedes pagar más todavía

- Puede ser

- Pero lo que debes querer, no debe ser algo normal ¿o sí?

- No, para nada normal

- Si me pagas cuatro veces el valor, puedes usar todo lo que hay en el maletín y rompo todas las reglas, excepto la de la cara

- En tremenda mujer tan hermosa nunca lo haría --estiró su mano-- trato hecho

- Trato hecho, Boris --tomé su mano y me atrajo hacía él-- cuatro veces

- ¿Lo que yo quiera?

- Si, lo que quieras

Nos empezamos a besar, me levantó de las caderas y descargó sobre la barra de mármol. Aprovechando para restregarme su miembro erecto contra mi sexo. Abrió el maletín e iba pasando cada artículo en medio de nosotros, las cosas que le interesaban las pasaba al otro lado las que no las tiraba hacía atrás sobre su hombro.

- Gag --me miró la boca-- no lo que quiero es escucharte --lo tiró al suelo--

- Esposas --me miró las manos-- nunca en la vida, esas manos deben ser poesía --al suelo--

- Paleta de spanking --la pasó al otro lado--

- Fusta larga con punta triangular de cuero --me la colocó en los labios, le di un beso y sonrió. La pasó al otro lado--

- Flogger --se golpeó el brazo y me miró a los ojos. Confirme moviendo la cabeza y la pasó al otro lado--

- Sogas --hizo una mueca como si le pudieran servir para algo, las paso--

- Un dildo doble de longitud exagerada --levantó los hombros-- aburrido --lo desecho--

- Guantes de latex negros --los paso al otro lado sin pensarlo--

- ¿Un arnés con un dildo? --me miró extrañado--

- A veces traen compañía --le respondí--

- Oh claro, claro, compañía ¿y también atiendes mujeres?

- Claro que sí, son unas de mis mejores clientas

No es del todo cierto, pero a la mayoría de hombres les encanta escuchar que la mujer con la que van a estar no tiene límites y hasta fantasean con contratarme con sus mozas. No lo pasó de lado, pero lo dejó sobre el mesón.

- Tengo una amiga que se puede interesar en tus servicios --mientras terminaba de sacar otra serie de elementos que inmediatamente descarta y tiraba al suelo--

- Excelente, más clientes, más dinero para mi

- ¿Una lata vagina? ¿para qué una lata vagina si te tengo a vos?