Un Cliente Peculiar

BETA PÚBLICA

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- Se me ocurren unas ideas

- No me convence, pero te creo --lo paso de lado--

Se separó y se quedó mirando los elementos que quedaron por un momento. Levantó su ceja e hizo una mueca casi diabólica.

- Ya esta

- ¿Con cuál vas a empezar?

- Con el más divertido

- ¿Y cuál es ese?

- Vos

Se metió entre mis piernas separándolas, dándome un delicioso beso que me dejó atontada de más. Metió sus manos por debajo de mis muslos y yo le pasé las mías por su cuello. Me cargó en el aire caminando por la habitación hacía uno de los extremos del container que aún no había visto. Ni siquiera lucía como si estuviera haciendo fuerza para cargarme.

Me sorprendió bastante ese lado del container. El lugar rarísimo y re-lobo, cubre cama con animal print, luces de neón fucsia y una pantalla al fondo del tamaño de la pared, justo detrás de la cabecera de la cama. No parecía para nada diseñado por la misma persona con buen gusto de la otra sala, pero por algo está ahí.

Me apoyó contra una de las vigas sutilmente y me dieron escalofríos al sentir el frío del metal contra mi espalda. Me besaba con total desespero, se notaba que lo había calentado demasiado por la rudeza de sus movimientos y por su agitada respiración. Me empezó a levantar con sus brazos hasta tenerme casi en el techo, dio un paso adelante y buscó poner mis pies en sus hombros. Le entendí el juego, le metí una de mis manos entre el cabello agarrándome con fuerza por temor a caer.

Respiraba entre mi sexo como un toro, llenándome de aire caliente, pasando su lengua por encima de mi ropa interior, tratando de correrla con sus dientes. Le ayudé con mi otra mano a hacerla a un lado y luego me sostuve de una de las vigas del techo. Empuje las nalgas hacía adelante para restregársela en la cara y él se zambulló saboreando mi sexo.

Su destreza era total, un experto comiendo coños haciendo brotar naturalmente mi clítoris endurecido debajo de su capuchón. Cerré los ojos y gemía encantada, ni siquiera estaba fingiendo como me toca hacerlo algunas veces. Me agarraba con mis dos manos de su cabeza, empujaba tan fuerte que ya no sentía mi espalda apoyada.

Medio abrí los ojos y descubrí que se había movido, caminando mientras hacía malabares con mi cuerpo patiabierto como una gárgola sobre sus hombros. Estaba en el aire, al borde de la cama, daba miedo, al igual que emoción. Cerré los ojos, agarré aún con más fuerza su cabello, me dejé llevar hasta que me hizo explotar y justo en ese momento siento el vacío al caer de espaldas a esa altura y casi se me sale el corazón.

- ¡AYYYYY JUEPUETTAAA! --grité del susto--

Reboté en la cama, lo miré con los ojos bien abiertos y después me empecé a reír. Se quitaba la ropa con prisa y me miraba como un toro a punta de embestir. Oh si, al fin dejó su pantalla de príncipe de Disney y me va mostrar su lado oscuro, ese que solo deja salir con las mujeres como yo.

Que maldita delicia de cuerpo tenía ese hombre, al ver esos músculos entendí como me había logrado levantar de esa forma. Levanté una ceja y lo miré interesada, me apoyé en los codos y pasé del susto a la emoción.

Se colocó un condón y brincó a la cama. El colchón se levantó a mi lado indicando la diferencia de peso. Me levantó las piernas en los hombros, me subió las manos por encima de la cabeza y las sostuvo con una de las suyas. Me miró con sus ojos llenos de fuego y me lo metió sin ser nada gentil, me encantaba y se lo hice saber con mis gestos.

Me follaba como lo que era, una cualquiera, una muñequita de carne. Ni siquiera había alcanzado a detallar bien su miembro, pero adentro se sentía espectacular, gruesa y dura, sin ser demasiado grande para llegar a lastimar.

El fino y elegante vestido blanco, lo rasgó con sus propias manos al frente hasta dejarme en lencería con una de las tiras del sostén rota. Maldita sea me encanta ese poder animal, cuando dejan que sea el instinto el que los guíe y no la mente. Así es como me gusta que me coman, con rabia, con ganas, que se note que pagan por sacar todo eso reprimido, todo eso que no pueden hacer normalmente con sus parejas.

Mis ojos se volteaban automáticamente hacía atrás, me agarraba del borde de la cama y mi espalda se arqueaba. En esos momentos trato de no decir nada, ni siquiera gemir, eso hace que enloquezcan más porque creen que aún no lo están haciendo suficientemente bien, pero con este hombre era casi no imposible gemir.

Sentía como descargaba todo su peso para penetrarme y mi pelvis se abría cada que él empujaba. Volví a arquear la espalda, pasó la mano por detrás de mi cintura y me levantó contra él. Me follaba como una muñequita de trapo, mientras me mordía los labios. Segunda vez que me carga, le encanta demostrar su fuerza, es algo que tengo que usar a mi favor.

Subía y bajaba mi cuerpo como si no pesara nada. Le metí las manos detrás de su cabello y cerró sus ojos, estaba a punto de venirse, por lo general espero a que ellos se vengan primero y después hago lo mío, o finjo hacerlo, pero con él no fui capaz.

- ¡OHHHH GGOOOOODDDD!

Me agarré con fuerza de su cuello y todo se detuvo por un momento. El maldecía con palabras en alemán que yo no conocía, pero me encantaba como sonaba. Me penetró unas cuantas veces, bajando el ritmo hasta detenerse. Me soltó las piernas, descargué mis rodillas en el colchón y sonreía pegada a su frente encantada por lo que me había hecho sentir, pero al abrir los ojos noté que él no lo hacía y tenía una mirada de frustración inconfundible.

Algo malo pasaba, disimuladamente miré su miembro y noté que no había nada. En esta profesión uno aprende a no preguntar si no te dan pie para hacerlo, lo menos que quieres es hacer sentir incómodo a alguien.

Me arrodillé y metí su miembro a la boca para buscar que terminara, pero no me dejo ni darle dos chupadas, cuando me cogió del cuello y me hizo dar la vuelta, me abrió las piernas y me lo metió en cuatro. Me agarraba duro de las caderas y me follaba sin tregua hasta que empezó a cansarse y yo relevé sus intenciones empujando mis nalgas hasta que sonaran chocando contra su cuerpo. Agarre una de sus manos y lo anime a darme unas cuantas nalgadas.

- ¡SI SI QUE RICO, FOLLAME FOLLAME!

Les juro que traté de aguantarme otra vez, pero me lo metía tan delicioso que cuando cerró los ojos y volvió a gruñir esos insultos inentendibles no pude. Aún menos porque mientras me venía no paraba de comerme. Estuvo a punto de hacerme venir de una forma peligrosa, en la que me sale uno tan potente que luego no soy capaz de venirme y eso no es buena idea empezando la noche. Afortunadamente me dio una palmada en las nalgas y me empujo hacía adelante justo antes de que sucediera.

Disimuladamente volví a mirar su miembro y nada, creo que ya empezaba a comprenderlo. No es algo muy común de ver en un hombre, Boris podía sentir la libido, pero en el momento justo antes de venirse algo le impedía tener un orgasmo. Se tiró a la cama boca arriba soltando una bocanada de aire un poco frustrado. Yo me acerqué como si nada pasándole el brazo por encima del torso, la pierna sobre las suyas y llenándolo de besos esperando que se volviera a animar.

- Es hora de que te vayas

- No me gusta darme por vencida

- Es imposible, no se puede

- ¿Puedo? --agarré su miembro con mi mano--

- Dale

Me monte encima de él, metiendo su miembro con calma, cerrando los ojos y regalándole una buena sonrisa que lo llenará de confianza. Estando empecé a moverme despacito y apretarlo para darle un rico masaje en su glande.

- ¿Esto te gusta?

- Si, se siente bien

- ¿Sientes más así? ¿O así? --metiendo y sacándolo rápido--

- De las dos formas siento, pero es imposible

Me apoyé en su pecho y me levanté colocando la espalda recta, quitándome el sostén y dejando mis senos al aire. Tomé una de sus manos y las coloqué sobre ellos para que los acariciara, cerré los ojos al sentir la calidez de sus manos y sonreí.

- Podemos intentarlo toda la noche si quieres

- Es lo mismo

- No, no es lo mismo, conmigo puedes hacer cosas que no haces con nadie más

- Al menos, vos estás disfrutando

- Y mucho --tomé una de sus manos y la coloqué en mi sexo-- mira cómo me tienes de mojada

Aprovecho para tocar y tratar de correrme la tanga para acariciar mi clítoris, pero estaba tan estirada con mis nalgas que no se podía.

- ¿Y si me las arrancas?

- Sería una lástima --le coloqué mi dedo en la boca--

El bajo su mano de mi seno, cogió las tangas con sus manos fuertes y las rompió a los lados como si se tratara de hojas de papel, me levante un poco y el las jalo para terminarlas de sacar.

- ¿Te puedo decir algo?

- Claro, estamos en confianza

- Creo que te estas preocupando más por el final que por el viaje

- Acaso no es la idea

- No, cosita rica --le sonreí-- un buen viaje te lleva a un gran final

- Tiene sentido

- Disfrútalo, trata de no pensar en lo demás

Le quité las tangas de la mano, acaricié sus pectorales con ellas, lo ahorqué un poco regalándole una risa macabra que me correspondió y luego se las metía en la boca poco a poco con dos dedos mientras movía mi cintura en círculos.

Lo cabalgué despacito, le mostré mi lado más erótico y sensual, cada que le veía esa cara de preocupación variaba la forma en que me movía y le gemía al oído. Un par de veces estuvo a punto de venirse, pero se llenaba de angustia, desespero y no pudo lograrlo.

Lo volví a tranquilizar, intentamos e intentamos e intentamos e intentamos usando todas las formas, velocidades y poses posibles. El sexo anal no es algo que me guste demasiado, por lo general a muy pocos de mis clientes les permito hacerlo, pero con él hasta por allá lo intentamos y nada.

De verdad el pobre hombre, ya no sabía qué más hacer, se acostó boca arriba en la cama, pensativo con sus ojos mirando al techo. A mí se me estaban acabando las ideas.

- Te lo dije, es imposible

- Oye --lo cogí de la mandíbula-- pero ¿te ha gustado?

- Si claro, eres una diablita encantadora

- Eso es lo que importa --me recosté en su pecho acariciándolo con los dedos--- divertirse e intentarlo todo

- Si, al menos casi todo

- ¿Casi todo? --sonreí intrigada--

Me levante cruzando las piernas y me quede mirándolo a los ojos intrigada y con una sonrisa de ilusión.

- Dime, que más quieres hacer

- Es algo un poco raro, un fetiche que tengo

- Bueno pues, juguetes es lo que tenemos y ni los hemos usado

- Creo que es un poco más raro que eso

- No importa, dime, yo hago lo que sea

- ¿Si te muestro no te asustas?

- No

Se levantó de la cama, fue a la barra y me trajo algo de beber para que recuperara los líquidos que había perdido.

- Es muy raro

- Te dije que no importa

- Esto no se lo vas a contar a nadie

- No, lo que hago con mis clientes es sagrado

- Ok, ya regreso

---

Se escuchaba que abría unas puertas porque rechinaban igual que la de la entrada. Me intrigaba demasiado lo que estaba haciendo, pero después de todo lo que había pasado no quería interrumpir su iniciativa.

Apareció frente a mí y no lo podía creer, la verdad sí que era demasiado raro y no es que haya sabido disimularlo muy bien con mi cara porque daba un poco de miedo. Sus manos estaban juntas, traía todos los juguetes que había elegido y los dejó caer sobre la cama.

Boris, estaba ahí de pie, con correas amarradas en cruz en sus pectorales, otras en sus brazos, muñecas y piernas bastante apretadas. Una correa de cuero con una argolla en su cuello. Eso no sorprende a nadie, en realidad en mi mundo no tiene nada de anormal, pero lo que era un poco terrorífico era una máscara hecha con la piel de un marrano con trompa y todo y unos huecos redondos en los ojos que cazaban con el color de su piel. Estaba amarrada con huecos a los costados y un cordón que iba en cruz detrás de su cabeza.

Él me miraba emocionado, sus ojos brillaban, su pecho se inflaba constantemente y su miembro no paraba de dar saltos.

- Tenías razón, es muy raro... --no tenía cómo decir lo contrario sin que no lo notara--

Él bajó la mirada y trató de darse la vuelta, pero lo cogí de la mano impidiendo que se fuera.

- ...pero me excita lo raro --palmeé la cama-- ven acá

Sus ojos se iluminaron de nuevo y aceptó sentarse a mi lado explicándome lo que quería que le hiciera. No era raro, era rarísimo, pero ya ni siquiera lo quería hacer solo por el dinero, se me había vuelto una obsesión y un reto personal.

---

Boris se acomodó en cuatro en la cama, me pidió que le amarrara pies y manos a cada pata de la cama. Encendí un proyector que mostraba una imagen en la pantalla gigante detrás de la cama, apreté el botón que me indico y empezó un video. Se trataban de varias tomas de cerdos copulando, otros que los dejaban montar en la cerda pero que engañaban para sacarle muestras a mano en probetas. Mostraba como se venían por litros y si eso no era lo suficientemente enfermo, cuando los cerdos se venían les enfocaban la cara capturando ese placer tan indescriptible que sentían al venirse.

Él mismo había filmado esos videos, le excitaba verlos, porque su fetiche, era imaginar ser uno de ellos, un cerdo padrón que torturan y usan para sacarle muestras de semen y venderlo. Él sabía que no era algo que cualquiera se animara a hacer, pero me entregó la confianza de no solo decirlo sino de mostrarlo, por eso acepté hacer su sueño realidad.

Empecé a darle azotes con la fusta, el flogger y hasta con la paleta de spanking en las nalgas, eso definitivamente le gustaba. En vez de gritar chillaba igual que los marranos del video. Ni una palabra más salió de su boca, toda su comunicación era a través de sonidos guturales y chillidos estridentes.

Me hice detrás de él, me llené la mano de lubricante y empecé a acariciar sus testículos y su miembro, no me aguanté y le pasé la lengua en el culo dejándolo llenó de saliva, al parecer por la forma en que chillaba les estaba gustando.

- A ver cerdito, me vas a dar toda tu lechita

Agarré sus testículos apretándolos en la base, jalándolos hacía abajo y mientras le lengua en el culo en círculos, ordeñaba su miembro con la otra mano como si estuviera ordeñando una vaca. Estuvo a punto de venirse lo sé, pero de nuevo llegó a ese punto sin retorno en el que se frustra por no poderlo sacar y todo su cuerpo se tensa.

Al ver que no le había molestado lo que le había intentado, tomé los guantes de látex, el arnés que estaba tirado en la cama con la lata vagina y decidí pararme entre él y la pantalla. Lo dejé ver todo el proceso con todas esas imágenes proyectándose encima de mi cuerpo, colocándome los guantes, quitándole la tapa a la lata, vistiéndome el arnés y masturbando el dildo negro para llenarlo de lubricante.

Tomé la lata vagina y se la coloqué empujando la nariz de cerdo de su máscara. Lo cogí de la mandíbula y lo miré a los ojos frunciendo el ceño.

- Cerdito, no me vas a hacer perder más tiempo ni dinero

Le di una cachetada. Volví a levantar la mano y entrecerró los ojos como asustado porque lo fuera a golpear de nuevo.

- Necesito vender tu semen y quiero que lo llenes hasta acá --mostrándole el borde superior-- ¿entendido?

- ¡OINK!

- ¡¿ENTENDIDO?!

- ¡OINK! ¡OINK!

Me di la vuelta acariciando todo su torso y de paso tomé el control remoto presionando el botón que me había indicado, la proyección de los cerdos se detuvo y ahora en la proyección nos podía ver a nosotros. La segunda parte de su fetiche, quería verse y ser filmado como uno de esos cerdos que le encantaba grabar cuando se venían.

Me arrodille a su lado, el dildo chocaba contra su miembro y aprovechaba para frotarlos mientras llenaba la lata de lubricante y encendía la vibración. Con el cuerpo erguido y sin mirar, bajé la lata y con la ayuda de mi mano introduje su miembro en la vagina del látex masturbándolo lentamente.

- Damelo cerdito, dámelo

- ¡OINK! ¡OINK!

Le daba palmadas en las nalgas, se las agarraba con fuerza y lentamente a cada palmada me acercaba más al medio, baje mi mano para acariciar sus testículos y luego subí con mi dedo índice por su nies, apuntando a su agujero, voltee a mirar a la cámara para que me viera la expresión. Mientras lo masturbaba con la otra mano, lentamente empecé a mover el dedo en círculos por detrás, metiendo y sacando las primeras falanges hasta meterlo hasta el fondo.

- ¡OINK! ¡OINK!

- Con que esto era, cerdito degenerado

Un segundo dedo empezó a hacerle compañía y Boris no paraba de chillar y sacudirse, igual que lo hacían los cerdos cuando notaban que los estaban engañando y no lo tenían dentro de la cerda.

- ¡UUIIIIIII UUIIIIIII UUIIIIIIIII! --chillaba frenéticamente--

Agitaba la lata con rapidez y movía los dedos en su interior buscando estimular su próstata. Medio se sacudía, sus chillidos cesaban, estaba a punto de venirse, se quejaba y podía sentir como su cuerpo rígido lo lamentaba. Le saqué los dedos y dejé de sostener la lata, la cual se deslizó a causa de la gravedad y cayó en el colchón derramando el lubricante en su interior, no vi ni siquiera un poco de líquido blanco.

- Muy bien cerdito, te lo buscaste

Tomé una soga delgada restante, hice un nudo que aprendí en los scouts que sirve para cargar agua, coloque la lata vagina y la sostuve hasta meter su miembro. Luego pasé cada extremo de la soga por detrás de sus muslos y los junté de nuevo para pasarlo por la argolla en su cuello. Le di una vuelta alrededor para que me sirviera de ancla y las puntas las pase hacía su espalda por encima de las clavículas.

Me acomodé detrás de él, le abrí las piernas para que me quedara más abajo y poderlo meter cómodamente sin empinarme. Quién lo creyera, hasta ese culito palpitaba de emoción.

- Ahora si maldito cerdo --empujé el dildo en su interior-- ¡dame tu leche! ¡dame --lo sacaba y volví a meter-- tu --de nuevo-- leche! ¡dame tu leche! ¡dame tu leche! ¡dame tu leche!

- ¡UUIIIIIII UUIIIIIII UUIIIIIIIII UUIIIIIIIIIIIIII!

Le di una vuelta a las sogas en mis manos y empecé a jalar con fuerza, no importaba cuanto tallara o doliera no iba a dejar de jalar hasta lograrlo. La lata vibraba aún peor porque cuando su miembro se endurecía lo levantaba hasta su abdomen, las cuerdas se tensaban y transmitían esas vibraciones por todo su cuerpo. Las sogas le quemaban los muslos por el roce y su cuello se sofocaba al perder la capacidad completa de respirar.

- ¡dame tu leche! --lo sacaba y se lo empujaba hasta el fondo-- ¡dame tu leche! --de nuevo--

- ¡UUIIIIIII UUIIIIIII UUIIIIIIIII UUIIIIIIIIIIIIII!

Me apoderé de su trasero, fallándomelo de una forma deliciosa, nunca me imagine hacerle esto a un hombre y maldita sea sí que me encantaba. Tenerlo amarrado era una ventaja, sino me habría quitado hace rato, me encantaba estar en esa posición de dominio y control sin que él pudiera hacer algo por evitarlo.

Agachó la cara por un segundo, jale las sogas tirando todo mi peso hacía atrás y las amarré en una sola mano, con mi otra mano agarré las tiras detrás de la máscara y le levanté la cara para que no dejara de ver cómo me lo culeaba.

- ¡UUIIIIIII UUIIIIIII UUIIIIIIIII UUIIIIIIIIIIIIII!

- ¡ES MIO! ¡MALDITO CERDO!!ES MIO MALDITO!

Los chillidos cesaron, vi en la pantalla como uno de sus ojos se entrecerraba de forma inconsciente, era el momento decisivo. Apretó tanto sus nalgas que me tocó empujar con fuerza para volverlo a meter y como una oda el hombre surgió del animal.

- ¡OHH FFUUCCCCKKK!

Sus ojos estaban completamente blancos, podía sentir cómo las cuerdas se tensaban cada vez que su miembro se endurecía y explotaba. No podía de la alegría, chorros y chorros acumulados de semen brotaban de su interior. Él ni lo podía creer y en vez de quedarse quieto, más empujaba hacía atrás para que se lo metiera, era tanto el líquido blanco que salía que claramente se podía ver en el video como se desbordaba de la lata y caía en la cama.

- ¡OHH FFUUCCCCKKK!