Vivero

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Donde menos espere que floreciera un intercambio de parejas.
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Parte 8 de la serie de 46 partes

Actualizado 09/07/2023
Creado 08/08/2023
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A Esteban lo conozco desde hace más de 14 años. Por mucho tiempo solo fuimos buenos amigos y hasta servimos de pañuelo de lágrimas el uno al otro las mil y una veces que nos montaron los cachos.

Una noche despechados bebiendo, ya muy borrachos, empezamos a molestar con que la fidelidad no existe y que era mejor tener amigos con derechos de esos que no ponen problema si uno se antojaba de hacer alguna locura y dejarlo que también hiciera las suyas, un compinche que en vez de enojarse te pregunte como fue y espere todos los detalles.

- Eso somos hace años --dijo Esteban-- pero sin sexo

- Arreglemos eso entonces --me le tiré encima y me lo comí a besos--

La mejor y maldita noche de nuestras vidas, nos entendíamos perfectamente y de tanto hablar de los encuentros sexuales del otro hasta sabíamos lo que nos gustaba y lo que no.

Al otro día me levanté con un dolor de cabeza y me espanté del susto, acababa de dañar la amistad que teníamos. No era capaz de mirarlo a los ojos, me vestí calladita tratando de no despertarlo y me fui sin que se diera cuenta.

Dos horas más tarde Esteban estaba en la puerta de mi casa, con un ramo de rosas pidiéndome con una rodilla en el suelo ser amigovios. Siempre tuve al amor de mi vida al frente, no era momento de dejarlo ir.

Todo el día tuvimos sexo en cada rincón de mi casa hasta quedar exhaustos y la cara de felicidad no se nos borraba. Esa noche antes de dormir sacamos una hoja y escribimos:

Primero amigos que novios

Primero novios que amantes

Primero amantes que esclavos

Primero confianza que infidelidad

Primero realismo que ilusión

Primero el amor que el sexo

Primero nosotros, luego con extraños

Con una de las espinas de las rosas nos pinchamos los dedos, los juntamos y luego firmamos con nuestra sangre la hoja. Nos chupamos los dedos hasta desaparecer la sangre y esta vez no tuvimos sexo, hicimos el amor.

Si, definitivamente era el amor de mi vida. Por primera vez me quedé dormida sobre el pecho de un hombre, escuchando sus latidos, completamente en paz y su miembro dentro de mí después de llenarme con su calidez.

---

De eso ya han pasado un poco más de 4 años, no hemos tenido sexo con nadie más, pero en las discotecas nos hemos dado la libertad de bailar con otras personas y jugar cual besa primero a la que el otro elija o hasta hemos jugado a decirles que somos hermanos y hacernos los cuartos.

La confianza es total y ninguno tiene que disimular en la calle para ver a otra mujer u otro hombre y hasta poder decir tranquilamente si nos acaloran y dan ganas de comerle hasta las entrañas. Es más, algunas veces esas confesiones terminan en la cama y nos permitimos imaginar que tenemos sexo con esos extraños.

Sin embargo, no está en nuestro espectro, buscar a alguien para compartir o hacer intercambios con otras parejas. Si algo se da, pues que se dé, pero no vivimos o centramos nuestra vida en la búsqueda de eso.

Creo que los dos hemos tenido la libertad y oportunidad de ir a tener sexo con alguien más, pero disfrutamos más hacerlo entre nosotros que lo habíamos dejado pasar... hasta ese día.

---

Era un domingo antes de un día feriado y no me quería quedar aplastada viendo TV. Me habían recomendado un vivero en un pueblo cercano donde venden plántulas de vegetales, hierbas aromáticas y una variedad enorme de suculentas. Él sabe cuánto me encantan las plantas y me alcahuetea cada vez que me antojo ir de compras.

Llegar al lugar fue un complique. Nos dieron indicaciones los lugareños y pasamos varias veces la entrada sin verla. Hasta que al fin una persona que iba para la misma vereda se ofreció a guiarnos. Nos estacionamos a un costado de la carretera y nos despedimos del lugareño que agradeció por el aventón y continuó su camino a pie.

Solo ver el tamaño del lugar me brillaron los ojos y mi billetera se escondió en la parte más profunda del bolso porque sabía lo que le esperaba. Era inmenso, secciones, líneas interminables de maticas y un par de perros golden retriever.

Nos paramos en la puerta esperando que nos abrieran y vi venir a la distancia una mujer de mediana edad, cabello rubio ensortijado una sonrisa hermosa, camiseta, sombrero, jean y botas pantaneras.

Al espantar a los perros para que no se salieran noté su acento extranjero, pero por la forma de hablar y debía llevar varios años acá. Nos hizo pasar cerró la puerta y mientras mi novio saludaba a los dos perros ella se acercó a mí.

- Bienvenidos --me dio doble pico en la mejilla--

Esperamos que terminara la locura de mi novio con los cachorros, ella se acercó con más alegría al ver lo amante de los animales que era porque algunos clientes hasta los piden encerrar.

- Mucho gusto --le extendió la mano-- Esteban

- Encantada, Esperanza

Fue a saludarlo igual a mí y hubo un momento raro, como de nervios entre ellos porque él no se esperaba que lo saludara con doble pico y por poco se terminan dando un pico en la boca, creo que se alcanzaron a susquinear.

El crush de mi novio y la extranjera fue inmediato, se quedaron mirando a los ojos sin parpadear y no paraban de reírse mientras se apretaba la mano. Son esos segundos de más que te lo dicen todo.

- Wow que ojos --le dijo mi novio-- ¿te lo deben decir seguido?

- Venga no me hagáis sonrojar

- ¿Claudia viste?

- Claro hermosísimos

Unos ojos verdes con pintas amarillentas como mostazas que con la luz del atardecer le brillaban como galaxias por descubrir. Una hermosa y sencilla mujer sin duda.

A su paso apareció otra mujer trigueña, flaca, con una pañoleta morada sobre el cabello y encima unos lentes oscuros, falda de colores, una camiseta blanca sin mangas, guantes y tijeras de poda.

- Os presento mi socia Ximena

- Hola bienvenidos

Con la misma fraternidad se quitó los guantes, colocando las tijeras a su espalda y con una mano nos abrazó y saludo de pico en la mejilla.

---

Esperanza se excusó y continuó atendiendo otros clientes que ya estaban antes. Ximena me guio hasta las plántulas de aromáticas y Esteban se desvió para ver los cactus.

Para mí es como el paraíso y si encuentro otra alma gemela igual de amante a las matas como Ximena puedo pasar horas en ese lugar. Ella me explicaba cómo cuidar cada matica que iba a llevar, como podarlas, cual sustrato usar, cuales sembrar juntas y cuáles separadas.

Todo iba muy bien hasta que la note distraída, la voltee a mirar y estaba un poco disgustada frunciendo el ceño. A la distancia mi novio que sabe que no tiene que disimular conmigo no tenía reparo en lanzar miradas a Esperanza y ella aún con los otros clientes se las correspondía.

- ¿Ustedes son pareja? ¿cierto? --le pregunté--

- ¿Se nota mucho? --respondió tratando de disimularlo--

- Un poco

- Ay no me digas, es que no te imaginas lo machistas que son acá en este pueblo, si se enteran creo que hasta nos queman el negocio

- Fresca que yo soy de una generación más moderna

Me miro a los ojos y lanzo una extraña sonrisa. Se relajó un poco pero igual no dejaba de vigilarlos. En ese momento se me cruzó una idea por la cabeza y traté de ganarme su confianza primero antes de llegar a lo que quería.

- Yo también lo note, no sos vos sola

- ¿Qué cosa? --trato de ser amable--

- Se gustan

- ¿No te dan celos?

- Si, pero hace años aprendí cómo luchar contra la corriente

Estuvimos ahí un rato moviendo tierra, la ayudé a trasplantar unas plántulas, mientras hablábamos de ellos, igual concluimos que ninguno de los dos por lo general se comportaba así, era algo excepcional.

- ¿Vos sos de cual equipo? --me preguntó--

- Yo hetero, pero ella les va a los dos ¿cierto? --refiriéndome a Esperanza--

- Si, más a las mujeres creo que por eso está conmigo, pero a veces --miro a mi novio-- se antoja de otras cosas

- ¿y como haces entonces?

- No he podido jajaja --soy recelosa y más con hombres--

Le conté un poco de mis noviazgos anteriores y le expliqué que había cosas que no se podían evitar, menos cuando la energía que los rodea los hace atraerse.

- ¿Osea que le vas a esa onda del poliamor?

- No, para nada

- ¿Swinger y esas cosas? --me preguntó--

- Menos. No me gustan las cosas en público y con cualquiera que aparezca, pero soy realista

- De verdad esos dos se gustan --los miro y por primera vez se rio relajada--

- Es que, si fuera lesbiana u hombre yo lo haría, tienes una novia hermosa

- Gracias, si yo fuera hetero también estaría loca por él

Soltamos la carcajada, mientras planeábamos un experimento. Queríamos saber si lo hacían a escondidas o con descaro. Despacho a los otros clientes y mandamos a la extranjera donde estaba mi novio.

- ¿Espe, le ayudas al señor? --le gritó desde donde estábamos--

- ¡Claro tía, ya voy!

Seguimos seleccionando plantas y riéndonos de como trataban de disimular sus coqueteos, miradas, risas. Se frotaban los brazos sin querer y ella le cogía la mano para enseñarle cómo tocar los cactus sin que lo pincharan.

- De gustarse se gustan --me dijo--

- Pero creo que ni lo saben

- Si tu novio es como mi novia, seguro ni se ha dado cuenta de que le gusta

- ¿En serio?

- Si ella es muy inocente para eso, es más a mí fue la que me toco insinuármele y proponerle que fuéramos a otro lado de forma más directa sino no estaríamos juntas

Me sudaban las manos por lo que estaba a punto de decirle, pero lo tenía que decir.

- ¿Te puedo preguntar algo y no te enojas?

- Con esa advertencia me da más intriga que enojo

- ¿Me da pena, pero...?

- Dale, fresca

- Si nos vamos los cuatro, los dejamos a ellos quitarse las ganas y nosotras vemos

- Wow no sé

- No importa olvídalo

Me sentía remal, ya ni sabia como mirarla a la cara. Las dos removíamos la tierra y replantábamos los brotes sin siquiera mirarnos. Levantó su mirada y se rio después de ver lo bien que se veían ellos dos juntos y no pudo evitar sonreír.

- Soy muy egoísta cierto

- No para nada, yo lo entiendo

- Se que ella lo disfrutaría mucho, pero no sé si yo...

- Yo tampoco, estoy segura para serte sincera, es algo que nunca hemos hecho. Yo y mi bocota, eso me pasa por no pensar antes de halar ¿sabes qué? mejor olvidemos que esto paso ¿me regalas la cuenta de cuanto es por lo que vamos a llevar?

Ella levanto la mirada, sus ojos estaban un poco aguados y tenía una expresión casi de terror en su mirada.

- ¿Podes volver a eso de las 6 que cerramos y lo pienso?

- ¿Segura? ¿En serio?

- No te prometo nada ¿okey?

- Esta bien

Nos despedimos de ellas, después de que me encimaron unos hijitos de otras aromáticas que no tenía y con los nervios de punta nos fuimos. No podía ni creer lo que acababa de decirle y como no había concretado nada tampoco le quería contar a mi novio.

---

Le dije que no me quería ir todavía para la casa, le pedí que aprovecháramos y diéramos una vuelta por los alrededores y comiéramos algo por allá. Me llevó a un lugar que le llaman el mirador, con una torre 360 grados donde se puede ver todo el paisaje y pueblos cercanos. Había demasiada gente para mi gusto, pero yo solo necesitaba que pasara una hora y media más.

No dejaba de pensar y de preguntarme porque lo había hecho. Pero muy adentro sabía que sería una estúpida si me ponía a negar lo que pasó allá entre ellos. Es hora de hacerle honor a la promesa, como dice el dicho: "hoy por ti, mañana por mí".

- ¿Amor --hice una pausa-- si te gusta alguien me dirías?

- Claro amor, como siempre

- Si --respondí dudosa y pensativa--

- ¿Por qué lo preguntas?

Todavía tenía mis dudas de si se estaba haciendo el loco y no me lo quería aceptar.

- Acá no --le dije-- pero ¿qué tal te pareció la del vivero?

- Muy lindas y muy buenas personas las dos --contestó sin titubear--

- ¿Pero Esperanza te pareció linda de linda o de qué rico comérmela?

Me miro un poco extrañado, como si no me reconociera.

- No entiendo del todo tu pregunta, acaso --hizo una pausa extensa-- ¿ese tono es de celos o me parece?

- No, al contrario, es que me pareció que se gustaron y pues...

- No amor, creo que te confundiste, solo es muy buena gente

- Esteban nos prometimos decir la verdad, sabes que no me enojo

- Que linda si es, yo no la vi con esos ojos, pero si me estas preguntando que, si me la tiraría claro que sí, es una mamacita

- Viste --le di un beso-- eso quiero, que me digas la verdad

Ni risas nerviosas, ni gestos extraños, en verdad que estaba muy calmado y tranquilo al responder. No tenía una mala intención escondida, así que no me iba a preocupar más. En ese punto fue que me convencí de volver y esperar que Ximena ojalá dijera que sí y le pueda dar la sorpresa a él porque el día que me antoje quiero poder tener la misma confianza para pedírselo.

Terminamos de comer, pagamos la cuenta y subimos a la torre a divisar todo el paisaje. Mientras él me explicaba con binoculares rentados los nombres de cada lugar que se alcanzaban a ver, me asusté al darme cuenta de que faltaban 15 minutos para las 6. Si no llegábamos Ximena era la que iba a pensar que me había arrepentido.

- Ay amor me vas a matar

- Por qué?

- Se me olvido el abono ¿podemos volver? sí, please

- Ese no fue el bulto que montaron atrás

- No, no --tratando de pensar que decirle-- este... esa es el sustrato, pero sin abono se nos mueren las maticas

- Esta bien, dale, no hay problema

- Pero cierran a las 6

- Claudia, no sé si alcancemos a llegar

- Porfis

Fuimos tan rápido como pudimos y llegamos 15 minutos después. Ximena estaba en todo el portón sacando unas cajas y amarrando a los perros. Me bajé a toda prisa y ella me recibió con una mirada dudosa.

- Hola ¿qué pena la hora?

- No te preocupes

- ¿Lo pensaste? --le pregunté--

- Si, pero no le dije nada a ella

Esperanza empezó a subir la loma hacia nosotras y su novia volteo disimulando con una sonrisa postiza.

- Espe --le habló con cariño--, ¿cierto que lavanda no tenemos acá?

- No tía, pero en el invernadero tengo unas creciendo ¿si quieren vamos a la finca y las sacamos de allá?

- ¿Pueden? --me volteo a mirar Ximena--

- Si claro, vamos --contesté nerviosa--

Ximena agacho la mirada para disimular la risa. Ella aún no había confirmado nada, pero igual me temblaba el cuerpo de los nervios. Me acerqué al carro para decirle a mi novio.

- ¿Qué tienes amor? ¿frío?

- Si, si amor, mucho frío

Me pasó su chaqueta y le comenté a Esteban que las íbamos a llevar a la finca porque además del abono me iban a regalar unas plantas que tenían allá.

Se bajó a ayudarles a subir las cajas, Esperanza llego con una manta y entre los dos la tendieron en la silla de atrás para que se pudieran subir con los perros, nosotras dos nos moríamos de risa viendo cómo entre ellos no dejaban de salir chispas.

Por media hora seguimos sus instrucciones por un camino sin pavimentar y bastante irregular. Agradecí haber salido en la camioneta de Esteban ese día y no en mi pichirilo.

- ¿Ustedes caminan esto todos los días? --preguntó Esteban--

- Todos los días, ida y venida --contesto Ximena--

- Deben tener tremendo estado físico

- Ya es normal, además con estos paisajes ni te das cuenta del trayecto

Guardamos silencio para que Esteban se pudiera concentrara en la difícil carretera, pero era incapaz de no mirar por el retrovisor a Esperanza. Ximena se toteaba de risa, trataba de disimular viendo hacia el campo, pero yo la veía por el retrovisor y me tocaba taparme con la boca para no ir a soltar la carcajada.

---

Llegamos a su finca construida de con materiales reciclados, no crean que es el típico tugurio amontonando cosas de forma desordenada, para nada, tenían un gusto exquisito y por su cultura ambientalista lo que hacían era reusar materiales que desechaban de las construcciones de las otras fincas que estaban modernizando. Todo se veía hermoso, colorido y super bien organizado.

Entramos los cuatro a un invernadero, sacamos las plantas las metimos en unas macetas plásticas, las montamos al baúl del carro:

- Mejor se lavan adentro con agua tibia que esta --señalando una manguera que salía del invernadero-- es helada --dijo Ximena--

Les dimos paso a Esperanza y Esteban para lavarse. No dejaban esa risita entre ellos, mi novio le ayudó a enjabonarse parte del brazo que tenía sucio y le limpió la mejilla. Ximena se volteó a reírse y me dijo en voz baja.

- De verdad son unos lentos

- Si, yo ya la habría besado --le respondí--

Carraspeo llamando la atención, y se volteó sería hacia ellos mostrándole sus manos que también estaban sucias.

Ellos se enjuagaron rápido para que nos pudiéramos lavar también. Esteban le preguntaba por la construcción de la casa, mientras nosotras nos aseábamos. Le pedí a Ximena que me enjabonara y coqueteamos un poco a ver cuál era la reacción de los dos.

Cero, pollito, rayado. Éramos completamente invisibles y ni siquiera nos prestaron atención.

- Xime ¿qué pena, pero... ya decidiste?

- Si, no les habría pedido que vinieran si no, pero... igual necesito relajarme un poco

Se acercó a la chimenea sacó un cigarro de hierba, lo encendió, le dio un par de fumadas y me lo pasó. Esteban me miró extrañado, nunca me había visto fumar un porro. Esperanza me lo recibió y luego le ofreció a fumar a Esteban.

- No gracias, tengo que manejar

- Dale fresco, se quedan un rato y ahora más tarde se van --insistió Ximena--

Esteban es medio santurrón para esas cosas, no bebe casi y menos fuma. Término tosiendo y pidiendo un vaso de agua. Entre risas las tres le enseñamos a fumar, pero Esperanza era la que lo lograba convencer siempre de volver a intentar, ella le colocaba el porro en la boca con sus manos y mientras fumaba le enseñaba como respirar.

- Oigan tórtolos ¿Por qué no se besan de una vez? --le dije en broma con tono de celos--

- ¡Amor! --me reprocho Esteban avergonzado--

- Opino lo mismo --me siguió el juego Ximena--

- ¡Venga Xime! ¿pero qué coño? --respondió la rubia--

- No, es que estamos hablando en serio --afirme--

- Si, no le veo, nada malo --insistió la trigueña--

- A leguas se nota que se gustan, si quieren hasta se comen, pero nosotras los vemos --le dije para ser más precisa--

- ¿Qué les pasa? --respondió mi novio--

Ximena les hizo un recuento de todo lo que nosotras vimos en el vivero, en el carro, en el invernadero y en la cocina. Las dos habíamos planeado traerlos, dejarlos divertirse, pero la única condición es que nos dejaran ver.

Esperanza agachó la mirada algo tímida pero no era capaz de contener las marcas en sus pómulos tratando de disimular que le gustaba la idea.

- ¿La vas a besar o no Esteban? --le dije--

Mi novio le levantó el mentón con sus dedos, la miró a los ojos y les brillaron, se rieron coquetamente y él se acercó a darle besito lento romántico, tierno e inocente. Eso me encanta de él, es respetuoso y no un atarban que busca imponerse.

Nos miraban cada que se besaban inseguros de si esto era una especie de broma o lección que les queríamos dar. Ximena se acercó a la chimenea, encendió otro cigarro de hierba, sirvió un par de copas para nosotras y me llevó de la mano a la sala.

Una habitación de madera, sin muebles, con un tapete afelpado lleno de cojines por todos lados y atrapa-sueños. Nos quitamos los zapatos, Ximena se acomodó en una esquina y yo en otra.

- Vengan para acá --les dijo Ximena palmeando el tapete--

Aún nos miraban un poco apenados, pero igual seguían adelante. Mi novio me miraba sobre su hombro y yo le picaba el ojo aprobando su comportamiento. No era la primera vez que lo veía besar a otra mujer, pero esto iba a ser más que un beso, igual lidiaba por dentro tratando de esquivar los celos.

Nos rotamos el cigarro entre los cuatro. Llegamos a un punto en el que ellos ya estaban demasiado entretenidos para volver fumar y entre Ximena y yo lo terminamos. No les niego, tremendo vuelo en él que andaba y el resto parecía andar igual o hasta peor.